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domingo, 17 de diciembre de 2023

"Espero curarme de ti" y otros tres poemas de Jaime Sabines

Antoine Calbet, Mujer dormida



Espero curarme de ti

Espero curarme de ti en unos días.
Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible.
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.
Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, ni es poco, es bastante.
En una semana se puede reunir todas las palabras de amor
que se han pronunciado sobre la tierra
y se les puede prender fuego.
Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado.
Y también el silencio. Porque las mejores palabras de amor
están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral
y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero
cuando digo: "qué calor hace", "dame agua",
"¿sabes manejar?", "se hizo de noche".
Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías,
te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero").

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo.
Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras:
guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura.
No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana
para entender las cosas. Porque esto es muy parecido
a estar saliendo de un manicomio para entrar en un panteón.

(De Algunos poemas de Yuria, 1967)

Tú tienes lo que busco, lo que deseo lo que amo,
tú lo tienes.
El puño de mi corazón está golpeando, llamando.
Te agradezco a los cuentos,
doy gracias a tu madre y a tu padre,
y a la muerte que no te ha visto.
Te agradezco al aire.
Eres esbelta como el trigo,
frágil como la línea de tu cuerpo. 
Nunca he amado a una mujer delgada
pero tú has enamorado mis manos,
ataste mi deseo,
cogiste mis ojos como dos peces.
Por eso estoy a tu puerta, esperando.

(De Diario semanario y poemas en prosa, 1961)

Papá por treinta o por cuarenta años,
amigo de mi vida todo el tiempo,
protector de mi miedo, brazo mío,
palabra clara, corazón resuelto,

Te has muerto cuando menos falta hacías,
cuando más falta me haces, padre, abuelo,
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.

Te has muerto y me has matado un poco.
Porque no estás, ya no estaremos nunca
completos, en un sitio, de algún modo.

Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
a empobrecerlo más, y a hacer a solas
tus gentes tristes y tu Dios contento.

(De Algo sobre la muerte del Mayor Sabines, XV, 1973)

El peatón

Se dice,  se rumorea, afirman  en los  salones, en las fiestas,
alguien o algunos  enterados, que  Jaime Sabines es un gran
poeta. O cuando menos  un buen poeta. O  un poeta decente,
valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta.

Le llega  la  noticia a  Jaime y  éste se  alegra: ¡qué maravilla! 
¡Soy un poeta! ¡Soy un poeta importante! ¡Soy un gran poeta!

Convencido,  sale  a la calle, o  llega a casa, convencido. Pero
en la  calle  nadie,  y en  la casa menos: nadie  se da cuenta de
que es  un  poeta. ¿Por qué  los poetas  no tienen  una  estrella
en la frente, o un resplandor visible, o un rayo que les salga de 
las orejas?

¡Dios   mío!,  dice   Jaime.  Tengo  que  ser  papá  o  marido, o
trabajar  en  la  fábrica  como  otro  cualquiera, o  andar, como
cualquiera, de peatón.

¡Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón.

Y esta vez  se queda  echado en la cama  con una alegría dulce
y tranquila.

(De Otros poemas sueltos, 1973-1994)

Jaime Sabines. (pulsoslp.com.mx)

Jaime Sabines Gutiérrez (Tuxtla Gutiérrez, estado de Chiapas, 1926- Ciudad de México, 1999) fue un político, ensayista y poeta mexicano perteneciente a la Generación del Medio Siglo, de la que formó parte también su gran amiga Rosario Castellanos.

Su padre, Julio Sabines, había nacido en el Líbano, pero emigró a Cuba con su familia  en 1902 y en 1914 se estableció en México, donde participó en la Revolución. En Chiapas contrajo matrimonio con Luz Gutiérrez Moguel, sobrina nieta de Joaquín Miguel Gutiérrez, militar que fue gobernador del estado de Chiapas, cuya capital, Tuxtla Gutiérrez, lleva su apellido. En 1945 Jaime Sabines inició  la carrera de Medicina en Ciudad de México, pero la abandonó y regresó a Chiapas, donde estuvo trabajando en una tienda de telas propiedad de uno de sus hermanos y donde escribió Tarumba, uno de sus poemarios más célebres, que no publicaría hasta 1956. En 1949 regresa a Ciudad de México con una beca del gobierno de Chiapas para estudiar Lengua y Literatura españolas en la Universidad Autónoma de México (UNAM) y al año siguiente publica el poemario Horal, que incluye su  famoso poema "Los amorosos";  a este  seguirá La señal (1951). En la UNAM conoció a otros miembros de su generación, y en la capital se unió a un círculo literario del que formaban parte figuras tan relevantes como Juan Rulfo o Juan José Arreola

Debido al accidente sufrido por su padre, se ve obligado a regresar a Chiapas en 1952, sin poder concluir sus estudios. No obstante, ese mismo año publica Adán y Eva, su primer poemario en prosa. Tras varios años de noviazgo, contrajo matrimonio en 1953 con Josefa Rodríguez Zebadúa "Chepita". En Chiapas permaneció siete años, trabajando en el comercio de telas, pero en 1959, tras recibir un premio literario otorgado por el gobierno de Chiapas, decidió centrarse en el trabajo de creación literaria. Ese año regresa a la capital, donde escribe Diario semanario (1961).

Uno de los hechos que más profundamente marcó la vida de Sabines y su poesía fue la muerte de su padre, que le inspiró una de las mayores elegías escritas en castellano, Algo sobre la muerte del mayor Sabines (1973), dividida en dos partes y formada por veintidós poemas. Acabó la primera parte, escrita a  lo largo de los meses de enfermedad de su padre, en diciembre de 1961 (su padre había muerto en octubre). En los tres años siguientes no fue capaz de escribir nada hasta que empezó componer una segunda parte, que no había previsto porque consideraba que la obra estaba completa y que terminó en veinte días. En 1966 muere su madre y en 1967 publica Yuria, escrito tras una visita a la Cuba revolucionaria. Postumamente apareció  Los amorosos: Cartas a Chepita, libro que reúne las cartas escritas a Chepita durante sus años de noviazgo

Fue diputado federal por el I Distrito Electoral Federal de Chiapas de 1976 a 1979, y fue elegido diputado, por el PRI,  en el Congreso de la Unión en 1988 por un distrito de la capital federal.

Dentro del ámbito latinoamericano, su poesía  formó parte de la vertiente poética denominada "coloquialista" por el tono conversacional.  En ella podrían incluirse poetas como el argentino Juan Gelman, el nicaragüense Ernesto Cardenal o el uruguayo Mario Benedetti. Esta tendencia tuvo su mejor momento en las décadas de los 50 y 60 del siglo XX, coincidiendo con el triunfo de la revolución cubana. Dentro de su país, su poesía, de tono popular, se opone a la tendencia culta hegemónica impulsada por Octavio Paz, a pesar de lo cual, este opinaba que Sabines era uno de los mejores poetas contemporáneos en castellano.

Para Sabines, la poesía es un medio para comunicarse, para establecer contacto con los demás:

"Vivimos en una gran soledad, y la poesía, como un gesto amoroso, es un puente que tendemos entre una isla y otra isla".

Pero no cree en los poetas que juegan con las palabras. Él busca expresar sus emociones en un lenguaje directo y transparente y aspira a hacerlo de forma sintética: "Uno debe aspirar a tener las menos palabras posibles para comunicar las emociones más auténticas del hombre".

La soledad, el amor, la presencia de la muerte son los temas esenciales de su poesía, que aparecen reunidos ya en su poema "Los amorosos", escrito en 1949 .

Su poesía ha sido traducida a varias lenguas y galardonada con prestigiosos premios como el Xavier Villaurrutia (1972) y el Elías Sourasky (1982).

-Puedes escuchar el poema "Los amorosos", recitado por su autor: AQUÍ.
-También puedes leer su poema "Recado a Rosario Castellanos": AQUÍ.

1 comentario:

  1. ¡Qué simpático... Me ha gustado el poeta y sus poemas. Especial gracia me hace el último, en el que parece reírse de sí mismo. Y el emocionante poema dedicado al padre fallecido. También, desde luego, los dos primeros de amor; me ha gustado eso de "agradecer a la muerte, que no te ha visto..." (fútil agradecimiento por lo que tiene de implacable la Muerte) y las "palabras laterales" de amor: esa expresión subconsciente del amor en cada conversación cotidiana.
    Carlos San Miguel

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