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domingo, 25 de marzo de 2018

"Carta a un desterrado", de Claribel Alegría

Waterhouse, Penélope y sus pretendientes, 1912



CARTA A UN DESTERRADO


Mi querido Odiseo:
Ya no es posible más
esposo mío
que el tiempo pase y vuele
y no te cuente yo
de mi vida en Ítaca.
Hace ya muchos años
que te fuiste
tu ausencia nos pesó
a tu hijo y a mí.
Empezaron a cercarme 
pretendientes
eran tantos
tan tenaces sus requiebros
que apiadándose un dios
de mi congoja
me aconsejó tejer 
una tela sutil
interminable
que te sirviera a ti 
como sudario.
Si llegaba a concluirla
tendría yo sin mora
que elegir un esposo.
Me cautivó la idea
que al levantarse el sol
me ponía a tejer
y destejía por la noche.
Así pasé tres años
pero ahora, Odiseo,
mi corazón suspira por un joven
tan bello como tú cuando eras mozo
tan hábil con el arco
y con la lanza.
Nuestra casa está en ruinas
y necesito un hombre
que la sepa regir
Telémaco es un niño todavía
y tu padre un anciano
preferible, Odiseo
que no vuelvas
los hombres son más débiles
no soportan la afrenta.
De mi amor hacia ti
no queda ni un rescoldo
Telémaco está bien
ni siquiera pregunta por su padre
es mejor para ti
que te demos por muerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y de Circe
aprovecha Odiseo
si eliges a Calipso
recuperarás la juventud
si es Circe la elegida
serás entre sus chanchos
el supremo.
Espero que esta carta
no te ofenda
no invoques a los dioses
será en vano
recuerda a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido la vida
nuestros mejores hombres
y estás tú donde estás.
No vuelvas, Odiseo
te suplico.

Tu discreta Penélope.



                  De Variaciones en clave de mí, 1993


"Carta a un desterrado" responde a una nueva reinterpretación del mito de Penélope, arquetipo de  la esposa fiel y abnegada, a quien se da voz para  que exprese su personal visión de la historia.  Como hizo Ovidio en Las Heroidas, Claribel Alegría adopta la perspectiva de Penélope, quien escribe una carta a Ulises, pero para anunciarle, en este caso, que ama a otro y pedirle que no regrese.

El poema se inicia con la fórmula habitual en las cartas, "Mi querido Odiseo", y termina con otra fórmula de despedida: "Tu discreta Penélópe". El epíteto "discreta", el que con mayor frecuencia se une al nombre de Penélope en la Odisea, encierra aquí cierta ironía (como observan F. Rodríguez Lestegás y L.M. García Bernadal en Identidad y ciudadanía: reflexión sobre la construcción de la identidad) porque la nueva imagen de la esposa de Odiseo que se proyecta en el poema ha borrado ya su identidad anterior.

En la composición se distinguen dos partes claramente diferenciadas. La primera comprende los treinta primeros versos. En ella, la autora se apoya en el modelo conocido de mujer que lamenta la ausencia de su esposo y se siente agobiada por el asedio de los pretendientes, hasta que un dios se apiada de ella y le aconseja tejer un sudario. A partir  de entonces, teje durante el día y desteje por la noche para prolongar el plazo de espera antes de elegir un nuevo esposo. El tiempo verbal empleado es siempre el pasado, pues hace referencia a una etapa que ya finalizó: "Así pasé tres años". La segunda parte (los cuarenta y dos versos restantes), referida al presente en que escribe la carta,  comienza  con el adverbio "ahora" y el tiempo verbal es el presente. Penélope ya no espera a Odiseo, a quien ha dejado de amar con el paso del tiempo. Su afecto es para un hermoso joven, experto como Ulises en el manejo del arco  y de la flechas. Por eso Penélope, conocedora de las aventuras de su esposo con Circe y con Calipso, le aconseja que no vuelva y rehaga su vida con una de las dos.

Como indican Rodríguez Lestegás y García Bernadal, a pesar de que Penélope construye su argumentación basándose en principios propios de la sociedad patriarcal, la autora construye una imagen transgresora:
A pesar de que en esta ruptura todavía permanece la imagen tradicional de que Penélope necesita un hombre a su lado para regir la casa, porque Telémaco es un niño y el padre de Ulises un anciano, la autora construye una nueva identidad para la protagonista del poema desde otra perspectiva ideológica a partir de la cual las mujeres transgreden esa imagen consolidada y desvalorizada [...] para reivindicar no sólo su existencia sino todas las manifestaciones a ella inherentes: el amor, el deseo, la sexualidad...
Sandra Gondouin  (Penélope y Ulises en la poesía contemporánea de América Central) destaca con acierto el progresivo cambio de tono en el poema: "De cariñoso -"Mi querido Odiseo", "esposo mío"- el tono pasa a ser neutro, luego frío, claramente irónico y hasta sarcástico".  Para esta estudiosa, la distancia entre el personaje de Homero y el de Claribel Alegría se manifiesta mediante la ironía. Penélope no solo desmitifica al héroe convirtiéndolo en "cerdo supremo", sino también la guerra de Troya ("esa guerra loca"), explica Gondouin:
Así pues, Claribel Alegría subvierte los valores de la épica desvalorizando el heroísmo. Los valores considerados como nobles -el coraje, el sacrificio, la fidelidad- ya no son lo que imperan. Lo que en la Odisea era amor eterno se convierte en un sentimiento perecedero. La que sacrifica su vida en la  espera del esposo ya no quiere esperar más. El espíritu de sacrificio cede el paso a la búsqueda de la felicidad propia.    Lejos queda la fiel Penélope de la tradición homérica, que pasaba las horas llorando, pero que dedicaba su vida a un ideal. Su actitud se valora muy positivamente en la Odisea, las poetas contemporáneas centroamericanas ya no coinciden en ese juicio.

Entrada relacionada: 


domingo, 26 de febrero de 2017

"Circe", de Claribel Alegría

John William Waterhouse, Circe Offering
the Cup to Ulysses, 1891


               CIRCE

Circe es mi nombre
me llaman bruja
y maga
y hechicera.
Amo el mar
la furia del mar
contra las rocas
y sus acantilados
tenebrosos.
Nunca amé a un mortal
ni siquiera a Ulises
pude amar.
Me gusta lo fugaz:
la chispa
y no la hoguera
el encuentro fortuito
sin adioses.
Fui fiel a mi destino
me impulsaba
jugaba con los hombres
caían aturdidos
en mis redes
los convertía en bestias
los volvía a su forma
y seguían amándome
y tejían guirnaldas para mí.
Me cansé de mi juego
era pueril
los expulsé a todos
de una vez
me quedé sin esclavas
ni efebos
sin bestias
sola
en mi isla sepulcral
yo sola frente al mar
con los alisios
condenada a mí misma
y a la paz.
Mis recuerdos son tersos
tengo dura y vacía
la mirada
mirada de gaviota
o de albatros.
Quizá si hubiese amado
algún dardo heriría mi memoria.

           De Saudade, 1999

Claribel Alegría, hija de salvadoreña y nicaragüense, es poeta centroamericana nacida en Estelí, Nicaragua, en 1924. Cuando tenía apenas nueve meses, sus padres, que se sintieron amenazados por estar en contra de la ocupación estadounidense de Nicaragua, emigraron a la ciudad salvadoreña de Santa Ana, donde pasó su infancia y adolescencia. Desde entonces tuvo conciencia de tener dos patrias ("Patria y Matria"), por lo que se considera "SalvaNica". En 1943 comenzó los  estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Loyola, en Nuew Orleans, y los finalizó en la de George Washington. Allí conoció a Juan Ramón Jiménez*, quien se convirtió en su mentor y reunió los poemas de su primer libro, Anillo de silencio (1948). 
   En 1947 contrajo matrimonio con el diplomático estadounidense Darwin J. "Bud" Flakoll (1923-1995), con quien tuvo tres hijas y un hijo. La compenetración intelectual de la pareja fue tal que llegaron a publicar varias obras juntos. Entre ellas, figura New Voices of Hispanic America (1962), en la que dan a conocer a los futuros autores del Boom latinoamericano, y la novela Cenizas de Izalco (1966), en la que se habla por vez primera de la masacre de campesinos e indígenas que siguió al levantamiento campesino de Izalco (El Salvador) en 1932, de la que fue testigo la escritora. También tradujeron del inglés Cien poemas de Robert Graves. Después de residir en diferentes países, regresan a Nicaragua en 1985, con el fin de colaborar en la reconstrucción del país tras el triunfo de la revolución sandinista. 

Integrada en la llamada Generación Comprometida, ha publicado una veintena de libros de poesía y narrativa así como testimonios históricos. En su obra literaria se distinguen dos líneas: una  de denuncia, realista y comprometida, y otra de investigación formal con un lenguaje callejero y desgarrado, incluso antiliterario. Entre sus obras poéticas, están Vigilias (1953), Acuario (1955), Huésped de mi tiempo (1960), Vía única (1965), Aprendizaje (1970), Pasaré a cobrar y otros poemas (1972), Sobrevivo, 1978, Premio Casa de las Américas de Poesía), Y este poema-río (1988), Umbrales (1997), Saudade (1999), Soltando amarras (2002), Mitos y delitos (2008), Otredad (2011) y Voces (2014). En el campo de la narrativa, ha cultivado el cuento (Tres cuentos, 1958) y la novela: Álbum familiar (1984), Despierta, mi bien, despierta (1986) y Luisa en el país de la realidad (1983). Es autora, además, de escritos políticos y testimoniales, como La encrucijada salvadoreña (1980), Nicaragua: la revolución sandinista (1980), No me agarran viva: la mujer salvadoreña en lucha (1983) y Para romper el silencio: resistencia y lucha en las cárceles salvadoreñas (1984). 

El poema elegido se inscribe en la tendencia de la literatura actual a la revisión de los mitos, especialmente de las figuras femeninas, que cobran voz para dar su particular visión de su historia. La escritora reinterpreta el mito de Circe, que en la Odisea aparece como  el prototipo de mujer fatal, opuesto a Penélope, la esposa fiel.  Circe, consciente de su fama de hechicera caprichosa y cruel que juega con los hombres,  se revela como una mujer incapaz de amar a nadie (solo al mar) y confiesa su   soledad y el vacío de su existencia: "Pasional y fiel a su destino que la impulsa a jugar con los hombres, lamenta el retiro en su isla sepulcral, condenada a la soledad de sí misma y a la tediosa paz" (A. González Ovies, "Mitos de ayer y poesía contemporánea", en Mitos femeninos de la cultura clásica: creación y recreación, 2003, pág. 106).

ACTUALIZACIÓN (17-5-2017)
La escritora Claribel Alegría, de 93 años, ha sido galardonada con el XXVI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana por el conjunto de su obra.

ACTUALIZACIÓN (26-1-2018)
Claribel Alegría falleció en su casa de Managua el 25 de enero de 2018 a los 93 años.

*Entrada relacionada:

Claribel Alegría y Darwin Flakoll