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DETENTE, INSTANTE, ERES TAN BELLO
Como el joven Fausto seducido por Mefistófeles al inclinarme sobre tu cuerpo al besar tu sonrisa al encender tus senos como faros de Alejandría dije: "Detente, instante, eres tan bello" y todo para mí era una ola precipitándose sobre el tiempo para volver el aire roca para volver la sábana cielo para volver el instante un siglo y todo en mí era aspiración la aspiración de retener lo pasajero el ímpetu de atrapar lo fugitivo más allá de Heráclito y sus revelaciones y todo en mí era vocación de permanencia estar y no pasar fijar y no desvanecerse como en el grito de Munch la boca abierta sigue gritando como en el retrato de la esposa de Giocondo la joven sigue sonriendo eternamente
Hasta que comprendí otra vez que soy mortal que sos mortal o sea fugitivas perecederas frágiles volubles mutantes
y sólo queda entonces el deseo. El inmenso deseo de volver a la sábana roja a la tarde de sábado o domingo al restaurante de luces y de espejos siendo sin embargo más viejas más antiguas más sabias o más cautas para repetir el ruego del joven Fausto: "Detente, instante, eres tan bello". Mefistófeles faltó a la cita y yo, Mefistófela, la escribo.
De La noche y su artificio, 2014
EL VIAJE
Mi primer viaje fue el del exilio quince días de mar sin parar la mar constante la mar antigua la mar continua la mar, el mal Quince días de agua sin luces de neón sin calles sin aceras sin ciudades sólo la luz de algún barco en fugitiva Quince días de mar e incertidumbre no sabía adónde iba no conocía el puerto de destino sólo sabía aquello que dejaba Por equipaje una maleta llena de papeles y de angustia los papeles para escribir la angustia para vivir con ella compañera amiga
Nadie te despidió en el puerto de partida nadie te esperaba en el puerto de llegada Y las hojas de papel en blanco enmoheciendo volviéndose amarillas en la maleta maceradas por el agua de los mares
Desde entonces tengo el trauma del viajero si me quedo en la ciudad me angustio si me voy tengo miedo de no poder volver Tiemblo antes de hacer una maleta -cuánto pesa lo imprescindible- A veces preferiría marcharme El espacio me angustia como a los gatos Partir es siempre partirse en dos.
De Estado de exilio, 2003
HISTORIA DE UN AMOR
Para que yo pudiera amarte los españoles tuvieron que conquistar América y mis abuelos huir de Génova en un barco de carga
Para que yo pudiera amarte Marx tuvo que escribir El Capital y Neruda la Oda a Leningrado.
Para que yo pudiera amarte en España hubo una guerra civil y Lorca murió asesinado después de haber viajado a Nueva York.
Para que yo pudiera amarte Virginia Wolf tuvo que escribir Orlando y Charles Darwin viajar al Río de la Plata.
Para que yo pudiera amarte Catulo se enamoró de Lesbia y Romeo, de Julieta, Ingrid Bergman filmó Stromboli y Pasolini, Los cien días de Saló.
Para que yo pudiera amarte, Lluís Llach tuvo que cantar Els Segadors Y Milva, los poemas de Bertolt Brecht.
Para que yo pudiera amarte alguien tuvo que plantar un cerezo en la tapia de tu casa y Garibaldi pelear en Montevideo.
Para que yo pudiera amarte las crisálidas se hicieron mariposas y los generales tomaron el poder.
Para que yo pudiera amarte tuve que huir en barco de la ciudad donde nací y tú combatir a Franco.
Para que nos amáramos, al fin, ocurrieron todas las cosas de este mundo
y desde que no nos amamos sólo existe un gran desorden.
De Aquella noche, 1996
GENEALOGÍA
(Safo, V. Woolf y otras)
Dulces antepasadas mías ahogadas en el mar o suicidadas en jardines imaginarios encerradas en castillos de muros lilas y arrogantes espléndidas en su desafío a la biología elemental que hace de una mujer una paridora antes de ser en realidad una mujer soberbias en su soledad y en el pequeño escándalo de sus vidas tienen lugar en el herbolario junto a ejemplares raros de diversa nervadura.
De Otra vez Eros, 1994 |