EL BLOG DE LA BIBLIOTECA DEL IES "GOYA" DE ZARAGOZA


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miércoles, 28 de febrero de 2024

"Blues del amo", de Antonio Gamoneda

 

2023/24                                    N.º 10C
      Leer juntos poesía 
En 133 centros educativos de Aragón



El «Blues del amo» de Antonio Gamoneda es el poema elegido en este curso por el IES Goya para compartir con los centros educativos de Aragón participantes en el Programa "Poesía para llevar":

A veces el trabajo resulta alienante y no nos deja espacio para llevar la vida personal que queremos. Los versos de Gamoneda dan voz al sufrimiento que muchos podrían suscribir hoy en día.

El poemario Blues castellano, al que pertenece el poema escogido, lo escribe el autor influido por el gospel y el blues afroamericanos, música dolorida, cuyo ritmo le sirve de consuelo y de modelo para sus versos. Recomendamos encarecidamente leer también el poema “Malos recuerdos”, el cual nos lleva a indagar en nuestra memoria, en la revolucionaria vergüenza de la que habla desde la cita inicial. Por otro lado, la censura de algunos poemas de la obra en los años sesenta da pie para debatir hasta qué punto está presente o ausente en la actualidad la censura en la literatura.

 

        BLUES DEL AMO

                Antonio Gamoneda


        Va a hacer diecinueve años
        que trabajo para un amo.
        Hace diecinueve años que me da la comida
        y todavía no he visto su rostro.

        No he visto al amo en diecinueve años
        pero todos los días yo me miro a mí mismo
        y ya voy sabiendo poco a poco
        cómo es el rostro de mi amo.

        Va a hacer diecinueve años
        que salgo de mi casa y hace frío
        y luego entro en la suya y me pone una luz
        amarilla encima de la cabeza...

        Y todo el día escribo dieciséis
        y mil y dos y ya no puedo más
        y luego salgo al aire y es de noche
        y vuelvo a casa y no puedo vivir.

        Cuando vea a mi amo le preguntaré
        lo que son mil y dieciséis
        y por qué me pone una luz encima de la cabeza.

        Cuando esté un día delante de mi amo,
        veré su rostro, miraré en su rostro
        hasta borrarlo de él y de mí mismo.

Blues castellano (escrito en los años 60, publicado en 1982)

Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) es uno de los poetas españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Autodidacta, sobrellevó como pudo una vida de penurias económicas en la España de la guerra y la postguerra. Desde los catorce años trabajó en interminables jornadas, primero como recadero y después como empleado, en el Banco Mercantil, a la vez que preparaba los estudios de bachillerato por libre. Ha compaginado sus quehaceres literarios con distintas labores de agitación cultural. Autor de numerosos libros de poemas, Blues castellano -escrito en los años sesenta, pero publicado en los ochenta por problemas con la censura- El libro  del frío (1992), Arden las pérdidas (2003) y el poemario que reúne gran parte de su obra, Esta luz (2004), son algunos ejemplos. La poesía de Gamoneda, de tipo autobiográfico, se caracteriza por el compromiso ético y la indagación formal. En 2006  le fue concedido el premio Cervantes.

 

Comentarios del alumnado del IES Goya

El poema hace ver que podemos trabajar por años en algo que no nos gusta sin una salida aparente. Muestra la ansiedad percibida por alguien que siente estar atrapado en un pozo mientras otro nos mira desde arriba. (Emil Molodezky, 2.º ESO A)

A mí me parece que el poema quiere decir que el autor se sentía como un perro, por eso lo del amo, ya que estaba sufriendo condiciones de vida y de trabajo adversas. Además, el amo solo le da de comer, mientras que él tiene que trabajar de sol a sol copiando números sin saber si quiera qué significan. (Víctor Aguirre 1. ° ESO B).

Siento que la última estrofa habla de una venganza: quiere que su amo deje de reconocerse como él ya no se reconoce. (Marta Casasín 1.º Bach. C).

Expresa la incertidumbre que siente al dejarse llevar y no saber de verdad por qué hace lo que le mandan, sin ni siquiera saber cómo es la persona que lo hace. Tiene esperanza de descubrirlo algún día. (Patricia Pueyo 4.ºESO A).

En el poema el protagonista no deja su trabajo para poder sobrevivir, aunque lo traten mal. Transmite que no debes dejar que te traten mal por ser tu superior o tener más dinero. Todos debemos ser tratados de la misma manera, con respeto y educación. (Andreea María Vintila, 2.º ESO B). 

 

«Blues del amo» es un viaje introspectivo a la psique del autor que me ha permitido disfrutar pese a mi disgusto por la poesía sin rima. Es una expresión del trauma personal con un ritmo irreal, casi onírico, usado acertadamente para ilustrar la ausencia de pensamiento durante una tarea tan monótona. (Mario Peña, 4.ºESO A).


Más comentarios del alumnado, profesores y PAS 

    Está escrito en un estado de desesperación enorme y transmite mucha rabia de estar explotado además  de no tener tiempo para él. Me impresiona cómo escribió este poema en la dura época de la posguerra  y la dictadura. (Martín de los Santos 1.° ESO B).

Es un poema muy realista y brusco, ya que se refiere a una situación cansada y dolorosa. Todos deberíamos tener presente cuando nos quejamos de algo que la vida podría ser mucho más dura, y que deberíamos agradecer lo que tenemos. (Inés Tejero, 4.º ESO A)

Para mí refleja la desdicha de una vida sin sentido e infelicidad en la que estás forzado a trabajar y dejar que los poderosos puedan hacer lo que quieran contigo. Vivir con el deseo de olvidarlo todo y alcanzar un mínimo de libertad. (Áxel R. Lorén Muñoz, 2.º ESO A)

Este poema me recuerda bastante al de «Niños yunteros» de Miguel Hernández. (Samuel Cebolla, 4.º ESO A)

El poema me produce tristeza ya que resulta penoso que en la actualidad siga existiendo la idea de que haya personas necesitadas que se conformen con lo poco que se les ofrece y que aquellos que tienen más recursos se aprovechen de ello. (Vega Jiménez, 2.º ESO C)

 

El poema hace referencia a la realidad escondida pero presente, que se trata de descubrir día a día. Habrá veces que la cuestionemos y que avancemos en su búsqueda, pero la clave es saber que reside en nuestro interior y que nosotros mismos somos los que determinamos nuestra situación. Nuestra mente, entonces, estará encerrada por nuestro cuerpo, que nos limita para conocer la verdadera realidad. (Mario Zarazaga 2.º Bach. D)

El poema quiere decir que tienes que afrontar el destino que te toca y enfrentarte a ti mismo para conseguir tu sueño. (David Bazán 1.° ESO B).

Para mí este poema representa el deseo de poder sentirse uno mismo en todo tipo de lugares y no temer lo que piensen los demás. Al final sugiere que quiere destruir sus pensamientos intrusivos, pero aún no se ha enfrentado a ellos. (Alba Mata 2.º Bach. D).

El poema me recuerda cómo en la sociedad actual aún existe la supremacía sobre las personas. Transmite la idea de hacerte valer porque todos somos humanos y todos queremos tener un trato justo. (Houzhe Zhans, 2.º ESO B)

La lectura de este poema me ha recordado la imagen del caballo con la lámpara en la cabeza del Guernica de Picasso («me pone una luz amarilla»). Puede ser también el estar encerrado en mismo, recordando las enfermedades mentales o las disociaciones de personalidad. («Me miro a mismo»). Los números, los años («diecinueve años», «dieciséis y mil y dos») podría ser un cautiverio. (Paula Andía, PAS).

Mediante el «Blues del amo» Gamoneda ofrece una lectura que nos remite a la esclavitud, a la explotación individual y colectiva y a la opresión. De este modo crea un paralelismo entre el trabajo de escritor y el esclavo, ambos desconocedores de su amo y su dueño, cumpliendo ambos un cometido que parece no tener objetivo ni fin. Medio siglo después de su publicación aún nos invita a pensar sobre «quién maneja los hilos» y dónde se encuentra -quién ostenta- verdaderamente el poder. (Víctor Solanas, profesor de Música).



Podéis escuchar el poema cantado por Loquillo, en su álbum "La vida por delante" -doce poemas musicados por Gabriel Sopeña: AQUÍ.

domingo, 25 de febrero de 2024

"Flamencos de Horna" y otros dos poemas de Andrés García Cerdán



Flamencos en la laguna de Horna


Flamencos de Horna

Una laguna es un milagro aquí.
Hasta hace dos meses, no hubo nada:
letras en yiddish sobre el polvo,
fantasmas de ababoles.
Los tractores habían roturado el bancal
con los corvos arados de la siembra.

Las lluvias de diciembre
han traído un temblor verdoso
y una mínima hondura a este lugar,
casi lo justo
para que los flamencos
puedan hundir sus picos  en el barro,
drenar el fondo,
inquirir su semántica.

Lo que buscan ahí nadie lo sabe.
A veces, parecen leer las aguas.

Resucitan los juncos.
El marrón de los campos
se convierte en violeta y rosa.

Uno de los flamencos
se ha quedado quieto un instante.
Luego se ha movido al azar,
hacia el centro de una pequeña charca,
blandiendo su equilibrio
y su errática forma de andar sobre las olas.

Una inmensa hermosura y una inmensa desolación
hay en su efigie vertical.

A un solo pie, el mundo
parece siempre a punto de caerse.

Los coches aparecen por la curva,
se pierden con las rectas que van a la ciudad.
Si alguno se detiene alguna vez,
un hombre baja con sus hijas.

Desde la orilla observan los prodigios.

(De Equipo de respiración subacuática, Algaida, 2023) 


Verde

Las cosas van muy bien últimamente.
La casa está ordenada. El corazón
late a un ritmo brutal. Tus sueños tienen
el desenlace ágil que quisieras.
Has encontrado algunos libros nuevos
y aprendes y descubres y despiertas.
Disfrutas de tu tiempo. Te dedican
canciones en los bares y te buscan
para sitios de culto. Desayunas
en Londres o en Venecia. Te protegen
de la desdicha y de la soledad
las musas, que además pagan las copas.
Tú lo agradeces todo. Las palabras
se presentan sin avisar y dicen
esas cosas hermosas de la vida.
Y la gente te quiere. También tú
te entregas a los otros como nunca.
Hay una chica que te ama y vas
a esa orilla del mar como una ola
de alegría. Te ven llegar las calles,
se echan a tus pies sin ningún límite.

(De Carmina, Nausícaä, 2012)

Nada más

Escribir un libro que duela
como duelen las cosas más hermosas.
Que la memoria diga, al mismo tiempo,
toda la dicha y toda la nostalgia
de lo que ha sido puro. Nada más.
Mientras ladren los perros,
mientras se envuelva en seda la crisálida,
devanar el ovillo, ir afilando
la rueca e ir tejiendo una noticia
en cuyo centro quepan los relámpagos
y el barro del camino. Solo así
será posible darles un sentido
a estas palabras broncas y deformes
con las que luchas. Solo así
conseguirás que Jano y los demás
dioses de la ciudad concedan
que en verdad has vivido
y que fue muy hermoso y que dolía.

(De La sangre, Valparaíso, 2015)


Andrés Gracía Cerdán

Andrés García Cerdán (Puenteálamo, Albacete, 1972) es doctor en Literatura por la Universidad de Murcia y profesor de la UCLM. Ha publicado los poemarios Los nombres del enemigo (1997), Los buenos tiempos (2000, Segundo Premio de Poesía 1999 Ayuntamiento de Ciudad Real),  La cuarta persona del singular (2003, XVI Premio Internacional de Poesía Antonio Oliver Belmás), Curvas (2009, III Premio de Poesía Ciudad de Pamplona), Carmina (2012), La sangre (2015, III Premio Internacional de Poesía Ciudad de Almuñécar), Barbarie (2015, Premio Alegría de poesía del Ayuntamiento de Santander), Punto de no retorno (2017, I Premio de Poesía San Juan de la Cruz Academia de Juglares de Fontiveros), Defensa de las excepciones (2018, Premio de Poesía Hermanos Argensola), Grunge 1997-2022 (2022, recoge sus poemas sobre música y electricidad), Químicamente puro (2022, ganador del II Certamen de Poesía Francisco Brines) y Equipos de respiración subacuática (2023, Premio Kutxa Ciudad de Irún) . Fundador de las revistas Thader, Los deseos y La magia verde, es responsable de las antologías de poesía contemporánea El llano en llamas (2013) y El peligro y el sueño. La escuela poética de Albacete (2016). También es autor de los ensayos El árbol del lenguaje (2021, sobre la poesía de Julio Cortázar) y La mirada salvaje. Poética del espejo y el espejismo (2023), y del antiensayo La muerte del lenguaje. Para una poética de lo desconocido (2019). Colabora habitualmente en Jot Down, ABC Artes y Letras, Quimera o La Galla Ciencia. Rimbaud Company es su proyecto de poesía eléctrica. Dirige el festival Oh Poetry!

domingo, 18 de febrero de 2024

"Alguien al otro lado" y otros dos poemas de Ioana Gruia

©Rafael Sanz Lobato


Alguien al otro lado

Una niña muy seria,
en la antigua avenida de mi infancia,
me visita en los sueños.
¿Qué has hecho de mi vida?, me pregunta.

No sé qué responderle. Solo sé
que estoy al otro lado de la calle,
que la niña no logrará alcanzarme.

Algo lo impedirá:
la cautelosa sombra del silencio,
o la frontera súbita del miedo.

Algún día sabré qué responderle.
Tal vez no vuelva nunca, tal vez llore.
Tal vez nos convirtamos en pasaje,
y yo seré su sueño:
alguien que no recuerda su pasado,
con la memoria sólo del futuro.

Alguien que necesitará saber
si ha aprendido ya
                       a perdonarme.

Fuera de campo

Aquí miras absorta a alguien o algo
que está fuera de campo.

Eres joven en esta vieja foto, madre,
pero tienes
la sonrisa cansada del fracaso.

Vives
en un país cruel e incomprensible.

El mundo está, lo sabes, en otra parte,
en un fuera de campo imaginario,
porque cualquier encuadre será siempre
igual de desolado.

Has aprendido que aquí no existe
ningún fuera de campo.

(De Carrusel, 2016)

Una mujer al sol

No hay nada tan rotundo como un cuerpo.

Imagino la historia 
de esta mujer desnuda y pensativa
que se parece a mí.

Es dueña de su soledad y anhela
un amor torrencial,
un pálpito de mar embravecido
que a la vez le respete el pensamiento,
que le permita analizar las sombras.
Estas sombras a veces elusivas
y a veces tan rotundas como un cuerpo.

Las sombras del amor y de la vida,
encuadrando la franja luminosa,
que abarca apenas lo que abarca un cuerpo.

Cuerpo desnudo al sol:
lugar de luz rodeado por las sombras.

(De La luz que enciende el cuerpo, 2021)


Ioana Gruia. (M'Sur)
Ioana Gruia (Bucarest, Rumania, 1978) es escritora y profesora. Reside en Granada desde 1997, en cuya universidad es profesora titular de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Es autora de los libros de poemas El sol en la fruta (2011, Premio Andalucía Joven de Poesía), Carrusel (2016, Premio Emilio Alarcos) y La luz que enciende el cuerpo (2021, Premio Hermanos Argensola); las novelas La vendedora de tiempo (2013) y El expediente Albertina (2016, Premio Tiflos, donde aborda desde la ficción su origen rumano y sus vivencias bajo la dictadura), y el libro de cuentos Las mujeres de Hopper (2022, finalista del Premio Andalucía de la Crítica). Se han publicado dos antologías de su poesía: El cuerpo cítrico (Quito, 2020, a cargo de Xavier Oquendo) y Feminista con alma de bolero (2021, a cargo de Jacob Lorenzo). Ha recibido el premio Best Poetic Cycle del Festival Internacional de Poesía Ditet e Naimit (Tetovo, Macedonia del Norte, 2020). Es autora también de los ensayos Eliot y la escritura del tiempo en la poesía española contemporánea (2009), La cicatriz en la literatura europea contemporánea (2015), La literatura comparada, una disciplina hospitalaria (2021) y Tocar la piel del tiempo. La poesía de Luis García Montero (2022).

miércoles, 14 de febrero de 2024

'Ceniza en la boca', de Brenda Navarro

Grupo de lectura “Leer juntos” del IES Goya
Sesión del 15 de enero de 2024
Autora: Brenda Navarro
Obra comentada: Ceniza en la boca. Sexto Piso, 2022.



Ceniza en la boca, una historia de pérdidas

La escritora mexicana Brenda Navarro forma parte del fenómeno editorial denominado por cierta crítica “nuevo boom” o “boom femenino”, expresión acuñada para referirse al creciente peso de las escritoras latinoamericanas en el panorama  literario internacional. Una etiqueta rechazada por ellas por considerarla “eurocéntrica y exotizante” y porque supone considerar el fenómeno como una continuación, una segunda parte,  del boom de los 60, que invisibilizó a las mujeres escritoras.

Con solo dos novelas publicadas, pero reconocidas con importantes premios, Brenda Navarro ha conseguido hacerse un nombre en esa narrativa escrita por mujeres que triunfa a los dos lados del Atlántico. En ambas novelas, la autora se ocupa de la intimidad de las mujeres en contextos de violencia y  precariedad material y afectiva. En ambas da voz a las mujeres protagonistas para que sean ellas quienes cuenten su propia historia. En Casas vacías nos enfrenta a dos visiones distintas sobre la maternidad: la de una mujer que nunca quiso ser madre y la de otra que rapta al hijo de la primera porque ser madre es lo que más ansía en el mundo. En Ceniza en la boca, la autora aborda el suicidio juvenil, considerado actualmente un problema de salud pública a nivel mundial, debido al considerable aumento de casos en los últimos años.

Navarro ha confesado que tenía entre manos otra novela cuando “llegó a su vida” la noticia del suicidio de un joven, lo que la impulsó a escribir Ceniza en la boca, un libro que “surge de pensar qué le puede pasar a un adolescente, o a cualquier persona, para que piense que lo menos malo que le puede pasar es no tener una vida”.

Esa es la pregunta que se formula una y otra vez la protagonista y narradora de la novela, medio hermana de Diego García, un adolescente mexicano que pone fin a su vida cuando vive en Madrid, ciudad en la que se reunió con su madre después de nueve años de separación. Toda la novela es un intento de comprender por qué su hermano tomó esa terrible decisión, por qué el adolescente que amaba el mar por encima de todo y soñaba con ser piloto eligió finalmente “volar al suelo”.

Narrada en primera persona, la historia comienza in media res, en el momento en que se desencadena  la tragedia que rompe el precario equilibrio del mundo de la protagonista: “No lo vi yo, pero como si lo hubiera visto, porque la tengo taladrándome la cabeza. Siempre la misma imagen: Diego cayendo y el ruido de su cuerpo al impactar contra el suelo” (pág. 15). Un impresionante comienzo que encuentra su eco en la frase que cierra el libro, en una estructura circular que vuelve a la llamada telefónica anunciadora de la tragedia y a esa idea obsesiva de su hermano cayendo: “No lo vi yo, pero como si lo hubiera visto, porque lo tengo taladrándome la cabeza  y no me deja dormir. Siempre la misma imagen: Diego cayendo y el ruido de su cuerpo al impactar contra el suelo” (pág.192).

Entre ambas frases, una narradora que se describe a sí misma encerrada en su cuarto pensando en Diego, va tejiendo un largo monólogo, con constantes saltos temporales y dividido en cuatro partes, que se corresponden con otras tantas etapas, ambientadas en tres ciudades distintas: México, Madrid y Barcelona. En busca de respuestas, vuelve la vista atrás para contar (contarse, más bien) sus vivencias en México y España. Recuerda que la responsabilizaron de cuidar de Diego siendo casi una niña, la sensación de abandono de ambos por la marcha de su madre, la frustración del niño cuando esta incumple la promesa de ir a buscarlos, el reencuentro, los problemas de su hermano en el instituto madrileño, el rechazo de los padres de su novia española, la desconfianza de los vecinos, los desencuentros de ambos con su madre, los primeros trabajos de la narradora como cuidadora y su traslado a Barcelona para alejarse del control materno, así como la última vez que vio a Diego, el sabor amargo que le dejó la visita de este a Barcelona, donde descubrió un Diego hasta entonces desconocido:

“Así era como recordaba yo a Diego, mientras iba en el tren de vuelta a Madrid después de que se suicidó: cínico, adolescente, indolente, muy hijo de la chingada; y sin embargo, yo iba llore y llore a pesar de que la gente me veía raro y yo les incomodaba el viaje de tren”. (pág. 104)

Pero el testimonio de Jimena sobre la generosidad de Diego con los niños de una familia desahuciada o la opinión de la que fue su novia en Madrid componen un retrato poliédrico hecho de luces y sombras.

Las preguntas de la protagonista no hallarán respuesta, como ella  intuye  muy pronto: “Para qué quiero la verdad, Diego, si de todas formas no la voy a tener?” (27). Sobre todo, porque Diego se había convertido en un adolescente hermético que hablaba poco y no dejó “ni una carta de despedida, ni un mensaje”. Las escasas pistas que iba dando, cual mensajes encriptados, solo son percibidas como tales cuando él ya ha desaparecido y dan a entender que su decisión no era fruto de un arrebato: su hermana no entiende la obsesión del adolescente por la canción “Don’t Life” de Vampire Weekend “hasta que se mató y regresé a tener mi duelo a México” (pág. 135).

El dolor se mezcla con el sentimiento de culpa (“¿Qué quisiste decirnos, Diego, que no escuché?”, pág. 43) y la compasión hacia su hermano: 

“Nadie con Diego. El cuerpo de mi hermano solo, sin eco, sin consignas, porque a quién le importaba un niño más de cualquier barrio de Madrid que ni siquiera había nacido ahí”. (pág. 43)

La rabia inicial, la indignación hacia su hermano, dará paso lentamente a la comprensión:

“Yo entendía a Diego. Desde que llegamos a España estábamos como amputados, pero sin diagnóstico. Como que nos faltaba algo, pero todos lo negaban. […] ¿Qué nos podían amputar? Pues México, pensaba yo. Nos amputan México. Pero México no como país, sino como lo que dicen que es saudade. Te da saudade, te enfermas, te mueres un poco. ¿Cómo no iba a entender a Diego?” (pág. 108)

Y, más tarde, cuando en México se encuentre con el horror de las desapariciones y las ejecuciones que afectan a su entorno más próximo, halla consuelo pensando que, entre todas la muertes, la de Diego es “la más loable” (pág. 135). Será en México también, durante la misa por Diego, cuando llegue a entender las razones de su hermano y a aceptar finalmente  su decisión:

“De pronto, así, acompañada, justifiqué a Diego, abracé su decisión. No había toda una vida por delante, al contrario: migajas, piezas de rompecabezas sueltas, un reloj con el tic tac avanzado y una serie de acontecimientos abollados, encimados los unos encima de los otros sin rumbo fijo. Nada de vida por delante, ni para Diego ni para mí. Al menos mi hermano tuvo la claridad de verlo y tomar el riesgo de ser el único que decidía sobre su destino”. (pág.134)

En esta particular novela de aprendizaje, la joven que salió de México en compañía de su hermano no es la misma que regresa sola a Madrid después de llevar sus cenizas. Ella –versión femenina de Orfeo, según la autora se había impuesto la tarea de salvar a su hermano, de rescatarlo del infierno del pasado para que tenga una vida, pero al fracasar en su misión salvadora, siente que ya no hay “nada por lo que me parezca que valga la pena luchar” (pág. 190). La mujer que regresa a México ha perdido un hermano, la que retorna a Madrid ha perdido además el único hogar donde le dieron afecto, la casa de sus abuelos, y un país, México, al que no puede regresar. Se ha convertido así en una persona desarraigada, viajera sin destino que siempre está queriendo irse porque no encuentra su lugar en el mundo, pues el México que añoraba ya no existe, y España, donde se siente víctima de otro tipo de violencia (la de la explotación y la xenofobia), no es para ella un país de acogida.

Esta es también una novela sobre la inmigración de las mujeres hispanoamericanas que llegan a nuestro país huyendo de la violencia y la pobreza y buscando un futuro mejor. Dedicadas a tareas de limpieza o de cuidados y explotadas y vejadas por sus empleadores. Se observa en ellas dos actitudes opuestas: la de la madre, que busca la integración y soporta durante años las duras condiciones de trabajo para conseguir, por fin, un empleo legal con vacaciones pagadas, o el grupo de las primas, que se organiza y lucha para mejorar esas condiciones. Frente a ellas, la narradora  no desea adaptarse a la nueva situación y no acepta ninguna de las opciones que se le ofrecen (coser, limpiar, estudiar); dos actitudes opuestas, que se pueden resumir así:

 “¿Por qué siempre estás enojada?, me recriminaba mi mamá. ¿Por qué no estás enojada tú? ¡Esa es la pregunta!” (pág. 182) 

El libro sitúa a la sociedad española ante un espejo que nos devuelve la negativa imagen que estas mujeres tienen sobre nosotros “Los españoles te ofrecen su casa, pero nunca te dan su dirección”, especialmente cuando se trata de sus empleadores: el relato de la narradora sobre sus experiencias laborales en Barcelona es absolutamente demoledor, lo que ha costado algunas críticas a la autora. Sin embargo, no debemos atribuir a la escritora las opiniones de personajes de ficción, aunque estas se basen, con toda probabilidad, en vivencias de mujeres reales. Otro tanto podríamos decir acerca de  las opiniones de la narradora sobre el profesorado de la pública.

Las referencias a la banda de indie rock estadounidense Vampire Weekend y a algunas de sus canciones atraviesan toda la novela, en un constante juego intertextual que arranca con la cita inicial, un fragmento  de su canción  “Sympathy”, que parece inspirada en el  adolescente mexicano, pues habla de un Diego García “solitario entre las olas, pero en todos los sentidos”, y avanza así algunos rasgos del personaje. Todas estas referencias, además de ayudarnos a entender al personaje, le permiten a la autora establecer relaciones entre las distintas partes del texto, contribuyendo a su cohesión. Del mismo modo, el vaivén de los pensamientos —que avanzan y retroceden para retomar asuntos ya tratados y añadir nuevos detalles, un nuevo punto de vista o distinto desenlace— contribuye a establecer relaciones en el seno de la novela, dando lugar a una estructura perfectamente trabada. Así, el enojo de la protagonista por sentirse abandonada por su madre, que se muestra ya en las primeras páginas, encuentra su réplica en la defensa de la marcha de la madre por parte de la abuela y en el relato de Jimena sobre las dificultades de la madre en España (partes 3ª y 4ª); el episodio del robo del libro tendrá una segunda parte con un nuevo desenlace; de igual forma, la narradora vuelve al asunto de la ruptura con Carlota y Manuela, que parecía concluido, para contarnos la reconciliación. 

La lengua presenta numerosos rasgos de oralidad y abundantes americanismos de los distintos países de procedencia de los personajes (México, Colombia, Bolivia o Cuba), así como frases en catalán y en inglés. Porque Navarro ha apostado en esta novela por representar la riqueza y variedad lingüística que se escucha en las calles de España y ha llevado a sus páginas ese “español latinoamericano castellanizado al que no le estamos prestando demasiada atención”, según la autora.

Ceniza en la boca es una  novela dura, sin concesiones a la esperanza, pero una novela brillante que nos plantea preguntas propias de la buena literatura.

Josefina López Granada

domingo, 11 de febrero de 2024

"Me basta así", un poema de amor de Ángel González




Me basta así

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría 
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de eso sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                            entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que sí yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía 
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                   Oigo
constelaciones: existes.
                    Creo en ti.
                              Eres.
                                   Me basta).

(De Palabra sobre palabra, 1965)

Palabra sobre palabra es el cuarto libro de poemas de Ángel González. Pertenece a su primera etapa, de la que forman parte también Áspero mundo (1956), Sin esperanza, con convencimiento (1961), Grado elemental (1962) y Tratado de urbanismo (1967). Se trata de una breve colección de  poemas de tema exclusivamente amoroso, cuyo título tomará después el poeta como lema constructivo para hacer una recopilación sucesiva de su obra completa. Por su temática, enlaza con los poemas de tipo amoroso de sus dos primeros libros, si bien introduce una novedad, pues a la temática amorosa se une el acto de poetizar, la metapoética, como ha señalado Carmen Canet.

De desentrañar el sentido del poema seleccionado se ha ocupado Emilio Alarcos Llorach, cuyas certeras palabras sobre el mismo reproducimos a continuación:
"La pasión amorosa crea en el poeta un sentimiento tan intenso que en casi toda la composición se expresa hiperbólicamente. Se entremezclan dos ingredientes: uno, la ensoñación del poeta —ser Dios y poder crear un ser exacto a la amada—, y otro, la realidad que se vive y que aparece al final del poema. Una serie de subjuntivos y el condicional si, al principio, sitúan al lector en la zona irreal de lo soñado y lo deseado; pero se va insertando ya, en paréntesis, la realidad ("de eso sí estoy seguro", "pongo tanta atención cuando te beso"). En esquema: "Si yo fuese Dios haría un ser exacto a ti"; "lo probaría" y "si ese sabor fuese igual al tuyo", "entonces", "podría repetirte". En este momento, el soñar del poeta se interrumpe , porque observa  que si fuese Dios ya no sería él y ya no podría amar a su amada. De ahí, el giro brusco: "ya no sé si me explico". E intenta aclarar lo que está sintiendo, paradójicamente: si fuese Dios, explica, "haría lo posible por ser Ángel González", es decir, ser como es, ser el total amante de su amada. Y se introduce lo real, mediante verbos en presente: "como te quiero", "crees", "sorprendas", "corras". Ya no pretende recrear a la amada, es ésta la que ha de recrearse a sí misma diariamente al despertar, y el poeta —de querer ser Dios— se limita a considerarse criatura humilde, "Lázaro alegre", resucitado por la palabra de la amada, que recupera, salva y mueve "todo aquello" mientras no calla. Pero es tan intenso, que aunque calle, aunque el poeta escuche sólo su silencio,
                                                                           .... Oigo
                                                   constelaciones, existes.
                                                                                     Creo en ti.
                                                                                                     Eres.
                                                                                                            Me basta.
El poeta se deja de ensoñaciones. Lo válido es la realidad presente, potente, verdadera. Aunque haya silencio, la amada es ("Eres"). Para el poeta, basta".

(Émilio Alarcos Llorach, La poesía de Ángel González, Ediciones Nobel, Oviedo, 1996, págs. 43-44) 
-Puedes escuchar este y otros poemas en la voz de Pedro Guerra y Ángel Gonzalez: AQUÍ.   
-Otros poemas del autor en este blog:   
        -"Entonces": AQUÍ.    
        -"Canción de invierno y de verano": AQUÍ.
        -"Poética a la que intento a veces aplicarme": AQUÍ.
 

[Imagen: VIX]