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domingo, 13 de noviembre de 2022

"Huelen las rosas", de Leopoldo de Luis


Joaquín Sorolla, Rosas del jardín de casa, 1919


HUELEN LAS ROSAS

Sobre la mesa han puesto un barro humilde
con unas rosas que lo justifican
igual que justifica el hombre
un claro destello, una esperanza, una sonrisa.
Huelen las rosas, y sentir su aroma
también es dar constancia de la vida,
es percibir la realidad que llega
en su increíble y breve maravilla,
huelen las rosas, qué delgado mundo
de fragancia nos deja su caricia,
qué prodigioso mecanismo se hace necesario
hasta dar con esa mina sutil de olor,
cuántos secretos reinos botánicos,
qué incógnitas provincias de vegetal acción,
desde la tierra suben elaboradas, resumidas,
adelgazadas hasta lo indecible
para ser un milagro entre la brisa de la mañana,
un invisible copo de aroma hacia la tarde,
un terciopelo de perfume solar al mediodía.

Trabajaron obreros diminutos y subterráneos
por las galerías donde la gota de agua
y las sustancias germinales se alían.
La nieve puso un dedo entre los labios,
el viento golpeó las ramas niñas,
deshilvanó la lluvia sus collares, y entre tanto,
en la arcilla, porosa y maternal,
manos minúsculas manipulaban
ciegas en la alquimia del delgado perfume de las rosas,
para que al fin se derramara un día
desde esta mesa en la que he puesto un barro humilde,
y nos regale su delicia. ¿Por qué? ¿Por qué?
¿Las hemos merecido?
¿Merecemos que sea así la vida tan hermosa y fragante,
que penetre por los sentidos su verdad sencilla
tan misteriosa y generosamente?
Algo hay que nos responde por las rosas,
una respuesta de perfume, escrita en el aire,
las cosas que manejan nuestras manos
¿por qué han de ser distintas de los rosales?
Con amor ¿por qué no son también aroma concedida?
Vivir no es más difícil que un rosal,
lo que anula su aroma es la injusticia.

De Con los cinco sentidos, Javalambre,1970

-Otro poema de Leopoldo de Luis, "Elegía de otoño": AQUÍ.

domingo, 22 de octubre de 2017

"Elegía de otoño", de Leopoldo de Luis


Ricardo Beleña, Orillas del Darro


                     
                                   I
                
                                             (Tiempo de otoño)


Las hojas del otoño flotan sobre tu brisa
y caen en el estanque solitario del alma.
Un dolor de ser otros parece que nos pesa
como unas alas rotas.
(Acaso nunca el hombre es el mismo). Escuchamos
la voz honda del tiempo, la palabra
del tiempo que en los labios cobrizos del otoño
pone su dejo antiguo, su amarillez, y pasa.

Escuchamos el tiempo pasar: es un rebaño
invisible que pisa por la hierba mojada;
es una larga ronda de vientos tañedores
entre las flautas rojas de las ramas;

es una herida queja de líquidos metales
por fugitivos corazones de agua.
Escuchamos el tiempo y apretamos los párpados
y sentimos el tiempo en nuestras lágrimas.

El otoño que arde con su lumbre de gloria
presta a las cosas luz misteriosa y dorada;
toda la tierra tiene una triste hermosura
como una dulce evocación de infancia.

También otoño el corazón nos dora
y sus hondos paisajes nos enciende en el alma
y nos sentimos tiempo transitando, fundida
nuestra amarilla cera en las hermosas brasas.

Caminamos pisando un corazón de hojas.
Pisando lentamente una esperanza.
Y miramos al cielo. Y abatimos la frente.
Y decimos: -Mañana.


                  De Elegía en otoño, 1952
En Obra poética (1946-2003). Tomo I, Visor, 2003


Leopoldo de Luis
Leopoldo Urrutia de Luis, conocido como Leopoldo de Luis, fue un poeta y crítico español nacido en Córdoba en 1918.  Hijo del abogado republicano Alejandro Urrutia,  fue padre del también poeta, profesor y ensayista Jorge Urrutia; tío de la traductora María Teresa Gallego Urrutia, y medio hermano (por parte de padre) del escritor Francisco Umbral.

Al año de nacer, su familia se trasladó a Valladolid, donde el poeta vivió hasta los diecisiete años, cuando se trasladó a Madrid para estudiar Magisterio. En la capital se alojó en la sección de menores de la Residencia de Estudiantes. La ruina familiar le obligó a trabajar en una compañía de seguros hasta que, al estallar la Guerra Civil en 1936, se alistó en el ejército republicano y profundizó en su amistad con Miguel Hernández, a quien había conocido en 1935; también trató a León Felipe. En 1937 colaboró en Nuestra Bandera de Alicante y en La Hoja del Lunes de Madrid. Ese mismo año publicó "Romance" con el nombre de Leopoldo Urrutia, si bien su primera publicación puede considerarse Alba del hijo, editada en 1946 con el apellido materno, que adoptaría para evitar represalias de los vencedores. Terminó la guerra como capitán del estado mayor del general Escobar, en el frente de Extremadura. En la posguerra sufrió cautividad en la plaza de toros  de Ciudad Real y en el penal de  Ocaña; posteriormente pasó por los batallones de trabajadores esclavos del franquismo en el Campo de Gibraltar hasta ser liberado en 1942. Ya en Valladolid empezó a escribir  en  revistas literarias como Garcilaso y Espadaña, pero también en Cántico de Córdoba y en Revista de Occidente de Madrid. En esa época consolidó su larga amistad de cuarenta años con el poeta Vicente Aleixandre. Recuperó su trabajo en la compañía de seguros, de la que llegó a ser director. Como crítico destacó especialmente en las revistas madrileñas Ínsula y Revista española, así como en Papeles de Son Armadans de Palma de Mallorca.

Escribió más de treinta libros de poesía, de los que destacan  Teatro Real (1957), De aquí no se va nadie (1971, Premio Ausias March), Otra vez con el ala en los cristales (1976, Premio Álamo de poesía), Igual que guantes grises (1979, Premio Nacional de Literatura), Entre cañones me miro (1881, Premio Francisco de Quevedo), Generación del 98 (2000, Premio Pablo Menassa de Lucía) y Cuaderno de San Bernardo (2003, Premio Paul Beckett de poesía), con el que decidió poner fin a su labor literaria, si bien póstumamente apareció Respirar por la herida (2012). En 2003 recibió el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de su obra, y Visor publicó su Obra completa (1946-2003). En 2004 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía. Murió el 20 de noviembre de 2005.

Realizó, además, un reconocido trabajo crítico en Poesía española contemporánea. Antología (1939-1964) y Poesía social (1965, ampliada en 1969), y es autor (junto con  Jorge Urrutia) de la edición de Obras completas de Miguel Hernández (1979). Entre sus ensayos, sobresalen Antonio Machado, ejemplo y lección (1975) y Poesía aprendida: poetas españoles contemporáneos (1975).

La poesía de Leopoldo de Luis se caracteriza por su preocupación social, su conciencia del tiempo y la hondura expresiva. Su producción poética evoluciona desde una honda preocupación existencial y social hacia una aguda conciencia del tiempo y de la muerte  y una posición esencialmente humanista.  Como observa Anchor Ladoire, aunque la crítica actual tiende a relegarlo a un segundo plano dentro de la poesía social de posguerra, "su obra brilla por la preocupación técnica, el cuidado del lenguaje, la riqueza imaginaria y la sincera conmoción por el mundo que le rodea y el momento que le ha tocado vivir".

Leopoldo de Luis con su hijo, Jorge Urrutia, en 1946

[Las fotografías de Leopoldo de Luis están tomadas de isladerobinson.blogspot.com.es  e ignaciotrillo.wordpress.com, respectivamente.]