EL BLOG DE LA BIBLIOTECA "IRENE VALLEJO" DEL IES GOYA DE ZARAGOZA


biblioteca.ies.goya@gmail.com


Mostrando entradas con la etiqueta Nicanor Parra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Nicanor Parra. Mostrar todas las entradas

domingo, 10 de diciembre de 2017

"Defensa de Violeta Parra", de Nicanor Parra

Violeta Parra



DEFENSA DE VIOLETA PARRA


Dulce vecina de la verde selva
Huésped eterna del abril florido
Grande enemiga de la zarzamora
Violeta Parra

Jardinera
                  locera
                              costurera
Bailarina del agua transparente
Árbol lleno de pájaros cantores
Violeta Parra

Has recorrido toda la comarca
Desenterrando cántaros de greda
Y liberando pájaros cautivos
Entre las ramas

Preocupada siempre de los otros
Cuando no del sobrino
                                          de la tía
Cuándo vas a acordarte de ti misma
Viola piadosa

Tu dolor es un círculo infinito
Que no comienza ni termina nunca
Pero tú te sobrepones a todo
Viola admirable

Cuando se trata de bailar la cueca
De tu guitarra no se libra nadie
Hasta los muertos salen a bailar
Cueca valseada

Cueca de la Batalla de Maipú
Cueca del Hundimiento del Angamos
Cueca del Terremoto de Chillán
Todas las cosas

Ni bandurria
                        ni tenca
                                       ni zorzal
Ni codorniza libre ni cautiva
Tú 
solamente tú
                        tres veces tú
                                              Ave del paraíso terrenal

Charagüilla gaviota de agua dulce
Todos los adjetivos se hacen pocos
Todos los sustantivos se hacen pocos
Para nombrarte

Poesía
            pintura
                         agricultura
Todo lo haces a las mil maravillas
Sin el menor esfuerzo
Como quien se bebe una copa de vino

Pero los secretarios no te quieren
Y te cierran la puerta de tu casa
Y te declaran la guerra a muerte
Viola doliente

Porque tú no te vistes de payaso
Porque tú no te compras ni te vendes
Porque hablas la lengua de la tierra
Viola chilensis

¡Porque tú los aclaras en el acto!

Cómo van a quererte
                                       me pregunto
Cuando son unos tristes funcionarios
Grises como las piedras del desierto
¿No te parece?

En cambio tú
                         Violeta de los Andes
Flor de la cordillera de la costa
Eres un manantial inagotable
De vida humana

Tu corazón se abre cuando quiere
Tu voluntad se cierra cuando quiere
Y tu salud navega cuando quiere
Aguas arriba!

Basta que tú los llames por sus nombres
Para que los colores y las formas
Se levanten y anden como Lázaro
En cuerpo y alma

¡Nadie puede quejarse cuando tú
Cantas a media voz o cuando gritas
Como si te estuvieran degollando
Viola volcánica!

Lo que tiene que hacer el auditor
Es guardar un silencio religioso
Porque tu canto sabe adónde va
Perfectamente

Rayos son los que salen de tu voz
Hacia los cuatro puntos cardinales
Vendimiadora ardiente de ojos negros
Violeta Parra

Se te acusa de esto y de lo otro
Yo te conozco y digo quién eres
¡Oh corderillo disfrazado de lobo!
Violeta Parra

Yo te conozco bien
                                  hermana vieja
Norte y sur del país atormentado
Valparaíso hundido para arriba
¡Isla de Pascua!

Sacristana cuyaca de Andacollo
Tejedora a palillo y a bolillo
Arregladora vieja de angelitos
Violeta Parra

Los veteranos del setenta y nueve
Lloran cuando te oyen sollozar
En el abismo de la noche oscura
¡Lámpara a sangre!

Cocinera
                niñera
                            lavandera
Niña de mano
                           todos los oficios
Todos los arreboles del crepúsculo
Viola funebris

Yo no sé qué decir en esta hora
La cabeza me da vueltas y vueltas
Como si hubiera bebido cicuta
Hermana mía

Dónde voy a encontrar otra Violeta
Aunque recorra campos y ciudades
O me quede sentado en el jardín
Como un inválido

Tu delantal estampado de maqui
¡Río Cautín!
                      ¡Lautaro!
                                       ¡Villa Alegre!
¡Año mil novecientos veintisiete
Violeta Parra!

Pero yo no confío en las palabras
¿Por qué no te levantas de la tumba
A cantar
               a bailar
                             a navegar
En tu guitarra?

Cántame una canción inolvidable
Una canción que no termine nunca
Una canción no más
                                     una canción
Es lo que pido

Qué te cuesta mujer árbol florido
Álzate en cuerpo y alma del sepulcro
Y haz estallar las piedras con tu voz
Violeta Parra

Esto es lo que quería decirte
Continúa tejiendo tus alambres
Tus ponchos araucanos
Tus cantaritos de Quinchamalí
Continúa puliendo noche y  día 
Tus toromiros de madera sagrada
Sin aflicción
                       sin lágrimas inútiles
O si quieres con lágrimas ardientes
Y recuerda que eres
Un corderillo disfrazado de lobo

       De Obra gruesa, 1969



El pasado 4 de octubre se cumplieron cien años del nacimiento de Violeta Parra (1917-1967), cantautora, pintora, escultora y ceramista chilena, considerada una de las más importantes folcloristas de América del Sur y gran divulgadora de la música popular de su país. Por esta razón, no podíamos terminar el año sin recordar su figura y rendirle nuestro pequeño homenaje  mediante  la selección del poema "Defensa de Violeta Parra",  escrito por su hermano mayor, el antipoeta Nicanor Parra*.


Violeta y Nicanor Parra, en la carpa La Reina (1966)

La versión de "Defensa de Violeta Parra" incluida en Obra gruesa es la segunda  del poema de Nicolás Parra. Con el poema original, formado por dieciséis estrofas e incluido en el volumen recopilatorio titulado La cueca larga (1958), el poeta pretendía, como indica su título, hacer una defensa de su hermana Violeta, pues consideraba que no había recibido el reconocimiento ni la ayuda que merecía en su afán de descubrir y difundir las expresiones más auténticas de la cultura chilena.  La segunda versión, mucho más extensa (31 estrofas),  se transforma en una elegía tras la muerte de su hermana el 5 de febrero de 1967.

Elvira Santana Dubreuil ("Entre la tradición y la antiposesía: Defensa de Violeta Parra"), para quien el poema es una "elegía antipoética",  descubre identidades textuales  entre los dos primeros versos del poema y el comienzo de la oda "Al céfiro" del poeta español Esteban Manuel de Villegas (1589-1669), en cuyos versos iniciales leemos: "Dulce vecino de la verde selva, /huésped eterno del abril florido". Observa, además, la asimilación del modelo estrófico de la citada oda (la estrofa sáfica), con algunas modificaciones. 

La estrofa sáfica o sáfico adánica  (cuyo origen se remonta al siglo VI a. C. en la isla griega de Lesbos, donde vivió Safo, quien le dio nombre)  consta, según Navarro Tomás, de cuatro versos sueltos, los tres primeros endecasílabos sáficos (con acentos en 4ª, 6ª u 8ª y 10ª) y el cuarto pentasílabo dactílico, llamado generalmente "adónico". Como observa Elvira Santana, la estructura tradicional de la estrofa sáfica se encuentra "desplazada, fragmentada y diseminada" en algunas de las  estrofas del poema de Nicanor Parra.  Al esquema métrico tradicional se adscriben 18 de las 31 estrofas, pero la puntuación se ha suprimido totalmente y en 13 estrofas los endecasílabos sáficos "se han fragmentado y diseminado en diferentes tipos de líneas versales, predominantemente escalonados". Y, en cuanto a la estrofa final, cuenta con once líneas poéticas de versos de diferentes medidas, con predominio de los endecasílabos sáficos, uno de los cuales se encuentra fragmentado en dos líneas. 

El poema se adscribe a la antipoesía ya que cuenta con algunos de los rasgos propios de esta estética, según ha señalado Elvira Santana:
En síntesis, las estructuras formales de "Defensa de Violeta Parra" se ciñen a la estética de la antipoesía, si bien no están presentes el humor y la ironía, debido al tema que la motiva, pero es posible encontrar las otras formas antipoéticas como: mezcla del lenguaje lírico con el cotidiano, distanciamiento, limitado por el tema que involucra emocionalmente al hablante; narración o testimonio del ser de Violeta; prosaísmo manifiesto en algunos casos con giros del habla coloquial o lugares comunes; léxico que apunta a realidades ontológicas y, finalmente, imágenes escuetas como representaciones plásticas o hechos puntuales de la realidad carentes de complejidad semántica.
No obstante, en opinión de Santana, la mayor innovación  reside en su métrica, un nuevo elemento antipoético: la antimétrica, resultante de la descomposición de un modelo consagrado por la tradición, originando una nueva estructura versal. El "gran desendecasilabador" que es Nicanor Parra (así se proclama en uno de sus Artefactos) ha desestructurado los endecasílabos sáficos, creando una nueva estrofa de raíz sáfica.

*Entrada relacionada:





lunes, 5 de diciembre de 2011

"Hay un día feliz", de Nicanor Parra

El poeta Nicanor Parra


HAY UN DÍA FELIZ

A recorrer me dediqué esta tarde
Las solitarias calles de mi aldea
Acompañado por el buen crepúsculo
Que es el único amigo que me queda.
Todo está como entonces, el otoño
Y su difusa lámpara de niebla,
Sólo que el tiempo lo ha invadido todo
Con su pálido manto de tristeza.
Nunca pensé, creédmelo, un instante
Volver a ver esta querida tierra,
Pero ahora que he vuelto no comprendo
Cómo pude alejarme de su puerta.
Nada ha cambiado, ni sus casas blancas
Ni sus viejos portones de madera.
Todo está en su lugar; las golondrinas
En la torre más alta de la iglesia;
El caracol en el jardín, y el musgo
En las húmedas manos de las piedras.
No se puede dudar, éste es el reino
Del cielo azul y de las hojas secas
En donde todo y cada cosa tiene
Su singular y plácida leyenda:
Hasta en la propia sombra reconozco
La mirada celeste de mi abuela.
Estos fueron los hechos memorables
Que presenció mi juventud primera,
El correo en la esquina de la plaza
Y la humedad en las murallas viejas.
¡Buena cosa, Dios mío!; nunca sabe
Uno apreciar la dicha verdadera,
Cuando la imaginamos más lejana
Es justamente cuando está más cerca.
Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice
Que la vida no es más que una quimera;
Una ilusión, un sueño sin orillas,
Una pequeña nube pasajera.
Vamos por partes, no sé bien qué digo,
La emoción se me sube a la cabeza.
Como ya era la hora del silencio
Cuando emprendí mi singular empresa,
Una tras otra, en oleaje mudo,
Al establo volvían las ovejas.
Las saludé personalmente a todas
Y cuando estuve frente a la arboleda
Que alimenta el oído del viajero
Con su inefable música secreta
Recordé el mar y enumeré las hojas
En homenaje a mis hermanas muertas.
Perfectamente bien. Seguí mi viaje
Como quien de la vida nada espera.
Pasé frente a la rueda del molino,
Me detuve delante de una tienda:
El olor del café siempre es el mismo,
Siempre la misma luna en mi cabeza;
Entre el río de entonces y el de ahora
No distingo ninguna diferencia.
Lo reconozco bien, éste es el árbol
Que mi padre plantó frente a la puerta
(Ilustre padre que en sus buenos tiempos
Fuera mejor que una ventana abierta).
Yo me atrevo a afirmar que su conducta
Era un trasunto fiel de la Edad Media
Cuando el perro dormía dulcemente
Bajo el ángulo recto de una estrella.
A estas alturas siento que me envuelve
El delicado olor de las violetas
Que mi amorosa madre cultivaba
Para curar la tos y la tristeza.
Cuánto tiempo ha pasado desde entonces
No podría decirlo con certeza;
Todo está igual, seguramente,
El vino y el ruiseñor encima de la mesa,
Mis hermanos menores a esta hora
Deben venir de vuelta de la escuela:
¡Sólo que el tiempo lo ha borrado todo
Como una blanca tempestad de arena!


(Nicanor Parra, Poemas y antipoemas, 1954)

Nicanor Parra (San Fabián de Alico, Chile, 1914). Poeta, matemático y físico chileno. Hijo de un maestro de primaria y de una modista, y hermano de la cantante Violeta Parra (1917-1967). Se dio a conocer como poeta en 1937 con Cancionero sin nombre, conjunto de poemas de tintes populares (algunos de ellos musicados por Violeta) en los que demuestra un extraordinario sentido del ritmo. Opuesto al lenguaje poético tradicional, durante sus años como becario en Estados Unidos y Reino Unido, descubre el tono conversacional de la lírica anglosajona, lo que dará como resultado Poemas y antipoemas (1954), un libro rompedor, en el que pide un nuevo alfabeto y una nueva temática para la poesía. Se convierte así en el “antipoeta”, creador de la “antipoesía”, que en palabras de Niall Binns, se caracteriza por el “lenguaje y las temáticas agresivamente cotidianas, el empleo punzante y a veces desternillante de la ironía y el humor, y la insistente representación de un yo poético que no maquilla sus contradicciones, sino que las revela”, así como por el empleo de una ortografía personal, buscando, según dice “Escribir como hablan los lectores / &punto.” No obstante, la evolución de su obra no se produce en línea recta: vuelve al folklore en La cueca larga (1958), a la que siguen, entre otras, Versos de salón (1962), Canciones rusas (1967), Obra gruesa (1969, con la que obtiene el premio Nacional de Literatura de Chile), Artefactos (1972, mezcla de palabra e imagen), Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1979), Hojas de Parra (1985), Discursos de sobremesa (2006) y Obras completas & algo + (2006). Miembro de la Real Academia chilena, ha sido galardonado con el premio Juan Rulfo (1991) y el premio Cervantes 2011. Propuesto en varias ocasiones como candidato al Nobel de Literatura.

Actualización (23 de enero de 2018)

Nicanor Parra ha fallecido hoy en Santiago de Chile, a la edad de 103 años.

Entrada relacionada: