EL BLOG DE LA BIBLIOTECA "IRENE VALLEJO" DEL IES GOYA DE ZARAGOZA


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miércoles, 24 de abril de 2013

Nuevo libro de Begoña Oro: "Croquetas y Wasaps"

Nuestros jóvenes lectores están de enhorabuena: Begoña Oro, una de sus autoras favoritas, siempre divertida y sorprendente,  vuelve con nueva imagen y nuevo libro: Croquetas y Wasaps, editado por SM.

¿Acaso Begoña se ha metido en la cocina? Parece que es así, pero lo que ha cocinado para vosotros, con mucho amor y a fuego lento, es esta novela, de la que todavía sabemos muy poco.
En la página web de la editorial podemos leer lo siguiente:
¿Te has preguntado alguna vez qué quedará de ti cuando ya no estés? Clara sí. Justo cuando está al borde de la piscina. Y tiene dos opciones: tirarse de cabeza cuando todo su cuerpo grita para que lo haga, o quedarse quieta tapándose las orejas con las manos. Novela realista que agranda el universo de Pomelo y limón y narra con el estilo actual y chispeante de Begoña Oro el chaparrón de sentimientos al que se enfrenta una adolescente cuando se da cuenta de que tiene al alcance de su mano la oportunidad de ser feliz.

También sabemos que la protagonista decide arriesgarse, tirarse a la  piscina, en busca de la felicidad.

Pero dejemos que sea la propia autora quien os lo cuente. Para ello, os invitamos a ver el booktrailer del libro, con Begoña Oro en el papel  protagonista. Os encantará y averiguaréis algo más sobre esta  novela, que encierra más de un misterio.


miércoles, 27 de febrero de 2013

Encuentro con Sandra Andrés Belenguer




CARTA DEL GRUPO “LEER JUNTOS – ESO” A LA ESCRITORA
SANDRA ANDRÉS BELENGUER


Zaragoza 23 de febrero de 2013

Querida Sandra:
El jueves pasado (21/2/2013), cuando viniste a nuestro instituto para hablarnos de Ex Libris, tu última novela, te esperábamos con impaciencia. No sabemos si pudiste darte cuenta de lo mucho que habíamos disfrutado con su lectura, de modo que, aunque hoy un tuit podría servirnos, queremos hacértelo saber de nuevo a través de esta carta, como se hacía en tiempos de Lara y Julien, los protagonistas de tu novela.
Con tu sencillez y tu cercanía, Sandra, supiste crear una agradabilísima atmósfera que nos permitió preguntarte con espontaneidad sobre la creación de los personajes, los temas, las voces narrativas o el significado del título de la novela, así como sobre los inicios y el desarrollo de tu carrera. Que aceptaras compartir con nosotros aquel momento y poder conocerte tras nuestra lectura de tu novela fue todo un privilegio: la guinda del pastel.
          Habíamos decorado la biblioteca del IES para recibirte como te mereces. En los ventanales se habían colgado carteles en los que figuraban los nombres de los autores, los personajes protagonistas y los títulos de muchas de las obras literarias que citas en Ex Libris. Junto a ellos estaban los ejemplares de dichas obras. Cuando viste Nuestra Señora de París, de Víctor Hugo, haciendo referencia a tu carrera como escritora, nos dijiste: “Esta fue la novela con la que comenzó todo”. Nos sentimos intrigados por esa historia de ficción que tan importante había sido para ti: Irene Borraz la tomó en préstamo para empezar cuanto antes su lectura. Nos animaste también a ver la película Los Miserables, basada en otra novela del mismo autor, porque, como tuviste ocasión de confesarnos, Víctor Hugo, junto a Dumas, Sue, o Wilde, son algunos de tus escritores favoritos.
         Nuestras compañeras Irene Conte y Andrea Bueno, al presentarte, nos informaron de tu otra pasión, El fantasma de la Ópera, objeto de tu blog Ladyghost y del ensayo que sobre novela y musical escribiste en el año 2000, e inspirador de El violín negro, tu primera novela. El París de Hugo y el París de Leroux se suman para construir el París de Lara y Julien: la ópera Garnier, el barrio del Temple, el café de la Paix, el Sacre Coeur, los molinos de Montmartre, las librerías de viejo o los cementerios de París. Tu conocimiento exacto de barrios, calles, bistrós, canales e iglesias de la ciudad nos guió en un interesante paseo imaginario, ilustrado con estupenda fotografías, por algunos de los lugares que Lara y Julien recorrieron en sus peripecias por la ciudad de la luz.
Nos gustó que nos contaras que, mientras escribías la novela, no habías decidido quién sería la “figura misteriosa”, aquella “sombra” todavía sin rostro que aparece en determinadas escenas escuchado, observando silenciosamente o actuando con discreción. Pues, aunque nos explicaste que te gusta escribir con un plan previamente preconcebido y bien anotado en tu libreta para evitar desvíos de la línea argumental que has ideado, también nos dijiste que, en ocasiones, queda un resquicio por el que los personajes, cobrando vida propia, sorprenden incluso al propio autor. Lara, protagonista de la novela que ella misma había elegido en la Librería Blanchard, se pregunta si será capaz de estar a su altura (p. 217); sin embargo, de modo semejante al unamuniano Augusto Pérez, (protagonista de Niebla), intuye, no sin inquietud, que un autor escribe su historia y la maneja a su antojo (p. 222).
Tus novelas, Sandra, han visto la luz en pocos años. Desde 2009 has publicado cuatro (El violín negro, la bilogía La hija de los sueños y El despertar del mal, y Ex Libris) y todas ellas con gran éxito. Nosotros, aunque somos muy jóvenes, sabemos ya que el éxito solo se repite si el trabajo lo merece. Y Ex Libris nos ha encantado: tres novelas en una novela; literatura más allá de la literatura (metaliteratura); máscaras que ocultan rostros; apariencia y realidad; vida y literatura; existencia y ficción. Dos caras de una moneda. Todo eso y mucho más es Ex Libiris.
Sandra, gracias por desplazarte hasta nuestro instituto y dedicarnos tu tiempo. Gracias por animarnos a seguir leyendo. Gracias por las palabras con las que nos dedicaste tus libros. Tampoco queremos olvidarnos de agradecer a la editorial Everest y a la Jefa del Departamento de Lengua castellana las gestiones para confirmar tu visita.
Ojalá pronto se haga realidad el proyecto de realizar una película sobre El violín negro. Seremos espectadores entusiastas. Ojalá se hagan realidad todos tus proyectos.
Hasta siempre, Sandra. Estaremos atentos a tus nuevas publicaciones.
Un fuerte abrazo.
Y perdónanos por haberte tuteado.

El grupo “Leer Juntos- ESO” y su coordinadora




Sandra Andrés Belenguer es autora también del tráiler de Ex libris, que podéis ver aquí:
Si queréis leer lo que Sandra ha escrito en su blog sobre su charla en el IES Goya, y ver las fotos:



martes, 25 de enero de 2011

"Sadako y las mil grullas de papel", de Eleanor Coerr


Eleanor Coerr, Sadako y las mil grullas de papel, Ed. Everest, León, 2003, 82 páginas.

      Recomendado para lectores a partir de diez años, este libro —que, no obstante, tiene interés para personas de todas las edades— ha gozado del favor del público juvenil desde su aparición en 2003, como demuestra el hecho de que ha alcanzado ya su séptima edición.

      Sadako y las mil grullas de papel está basado en una historia real, la vida de una niña que vivió en Japón entre 1943 y 1955. En el prólogo del libro se cuenta que Sadako vivía en Hiroshima cuando la Fuerza Aérea de Estados Unidos dejó caer en aquella ciudad una bomba atómica, con el propósito de acelerar el final de la Segunda Guerra Mundial. Diez años más tarde, Sadako falleció a consecuencia de la radiación producida por esa bomba. Tras su muerte, sus compañeros de colegio publicaron un libro con sus cartas. Sadako se convirtió en una heroína para los niños y niñas de su país, quienes recaudaron fondos para erigir un monumento a Sadako y a todos los niños muertos a consecuencia de la bomba atómica. En 1956 se inauguró una estatua en el parque de la Paz de Hiroshima. En la base está grabado el siguiente mensaje: “Este es nuestro grito, / es nuestra plegaria: / que haya paz en el mundo”.

    El libro muestra, con delicadeza no exenta de realismo, los efectos de la guerra en las personas, que van más allá de las víctimas mortales producidas durante las contiendas, y despierta la ternura de los lectores porque, en este caso, las víctimas de esos daños que los políticos han dado en llamar “colaterales” son los más inocentes, los niños. Niños como Sadako, alegre, vitalista, con toda la vida por delante, que a una edad muy temprana se hacen conscientes de la proximidad de su propia muerte. Sadako resulta admirable por la serenidad con que se enfrenta a su final y por el coraje con que lucha por la vida, simbolizado en esas grullas de papel a que hace referencia el título. Todo ello, narrado en un tono contenido, sin caer nunca en la sensiblería. Sadako y las mil grullas de papel nos acerca también a una cultura distinta a la nuestra: las relaciones familiares, las creencias religiosas, los ritos. En definitiva, un buen punto de partida para la reflexión en el Día Escolar por la Paz y la No Violencia.

                                                Grupo de biblioteca del IES Goya

      A la entrada del Parque de la Paz, la gente desfilaba en silencio ante el monumento. En las paredes se podían ver fotografías de personas muertas, o moribundas, en una ciudad en ruinas. La bomba atómica —la bola de fuego— había convertido Hiroshima en un desierto.
    Sadako no quería contemplar tan horrendas fotografías. Tiró de la mano de su amiga Chizuko y recorrieron el edificio apresuradamente.
    —Yo me acuerdo de la bola de fuego —susurró Sadako—. Era como los rayos de un millón de soles. Y luego un calor que me pinchaba los ojos como si fuesen cientos de agujas…
     — ¿Cómo puedes acordarte? —replicó Chizuko— Eras solo un bebé.
     — ¡Pues me acuerdo! —reafirmó Sadako, tajante.
   Una vez concluidos los discursos de los sacerdotes budistas y del alcalde, cientos de palomas blancas fueron puestas en libertad. Estas sobrevolaron la Cúpula Atómica y Sadako pensó que se asemejaban a los espíritus de los muertos que volaban hacia el cielo en busca de libertad.
[…]
    El día transcurría demasiado rápido. Lo mejor, pensó Sadako, era ver tantas cosas a la venta, junto con el rico olor de la comida. […] Lo peor, sin duda, era ver aquellos rostros con aquellas horribles cicatrices. La bomba atómica los había desfigurado de tal manera que no parecían seres humanos. Si alguna de aquellas personas se le aproximaba, ella se alejaba rápidamente.
    El entusiasmo aumentó con la puesta del sol. Y una vez que los últimos fuegos artificiales desaparecieron del cielo, la multitud se encaminó, con linternas de papel, hasta la orilla del río Otha.
    El señor Sasaki encendió, con sumo cuidado, seis velas, una por cada miembro de la familia. Las linternas estaban marcadas con los nombres de los familiares que habían perecido a causa de la bola de fuego. Sadako había escrito el nombre de “Oba chan” en su linterna. Tan pronto como las velas adquirían una llama viva, las linternas eran depositadas en el río Otha y se iban flotando hacia el mar como un enjambre de luciérnagas en la inmensa oscuridad del agua.
    Sadako no quería contemplar tan horrendas fotografías. Tiró de la mano de su amiga Chizuko y recorrieron el edificio apresuradamente.   
—Yo me acuerdo de la bola de fuego —susurró Sadako—. Era como los rayos de un millón de soles. Y luego un calor que me pinchaba los ojos como si fuesen cientos de agujas…     
—¿Cómo puedes acordarte? —replicó Chizuko— Eras solo un bebé.      
— ¡Pues me acuerdo! —reafirmó Sadako, tajante.    
Una vez concluidos los discursos de los sacerdotes budistas y del alcalde, cientos de palomas blancas fueron puestas en libertad. Estas sobrevolaron la Cúpula Atómica y Sadako pensó que se asemejaban a los espíritus de los muertos que volaban hacia el cielo en busca de libertad.[…]    El día transcurría demasiado rápido. Lo mejor, pensó Sadako, era ver tantas cosas a la venta, junto con el rico olor de la comida. […] Lo peor, sin duda, era ver aquellos rostros con aquellas horribles cicatrices. La bomba atómica los había desfigurado de tal manera que no parecían seres humanos. Si alguna de aquellas personas se le aproximaba, ella se alejaba rápidamente.    El entusiasmo aumentó con la puesta del sol. Y una vez que los últimos fuegos artificiales desaparecieron del cielo, la multitud se encaminó, con linternas de papel, hasta la orilla del río Otha.    El señor Sasaki encendió, con sumo cuidado, seis velas, una por cada miembro de la familia. Las linternas estaban marcadas con los nombres de los familiares que habían perecido a causa de la bola de fuego. Sadako había escrito el nombre de “Oba chan” en su linterna. Tan pronto como las velas adquirían una llama viva, las linternas eran depositadas en el río Otha y se iban flotando hacia el mar como un enjambre de luciérnagas en la inmensa oscuridad del agua.                                            
                                      (Sadako y las mil grullas de papel, pp. 20-23)