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domingo, 15 de noviembre de 2020

"Piedra negra sobre una piedra blanca", de César Vallejo


André Kertész, Paris, Place Gambetta (1928-1929)


Piedra negra sobre una piedra blanca

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París —y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban 
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...

De Poemas humanos, 1939

En el libro póstumo Poemas humanos, del poeta peruano César Vallejo (1892-1938), el tema fundamental es el ser humano que sufre y muere. El poeta muestra su solidaridad con los humildes y su esperanza en la superación de las injusticias. Las innovaciones vanguardistas presentes en Trilce (1922), su libro anterior, se atenúan y el lenguaje adquiere un tono conversacional.

El poema "Piedra negra sobre una piedra blanca" suele interpretarse  como una anticipación de la propia muerte del poeta. Efectivamente, Vallejo murió en París y llovía, pero no era otoño ni jueves. Murió un viernes de primavera, el 15 de abril de 1938, Viernes Santo. Parece que el poema -compuesto, según el poeta Juan Larrea, en 1924-  tiene su génesis en una visión del poeta quien, en estado de duermevela,  contempló su propia muerte. Atenor Orrego, que compartió habitación con él en 1920, cuando Vallejo se ocultó en casa de su amigo huyendo de la justicia, contó que una noche Vallejo se despertó dando gritos diciendo: "Acabo de verme muerto en París. He visto mi cadáver. Te aseguro que estaba despierto". Casi al final de su vida, envió el poema a Orrego con una nota que decía: "¿Recuerdas, Atenor, esa visión terrorífica que tuve una noche en tu casa y que me causó tan invencible pavor?".

Sobre el título del poema existen dos versiones distintas. Una primera lo explica por la tradición
El poeta César Vallejo
existente en la población natal del poeta, Santiago de Chuco, de colocar una piedra negra sobre una piedra blanca para señalar los enterramientos. Carlos del Río León, sin embargo, lo atribuye al contraste que descubre Vallejo, durante un paseo por París, entre su abrigo negro y una piedra blanca sobre la que se sentó o se apoyó, que le recuerda un sepulcro. Para Francisco Martínez García la "piedra negra" representa la vida y el hombre que la vive. Colocada sobre una piedra blanca, "eclipsa la blancura de la cuna (el nacimiento) y la sepultura (la muerte)".

Los catorce versos del poema constituyen un soneto algo heterodoxo, en el que, como observa Francisco Martínez García ("Algunos detalles significativo-poéticos en Piedra negra sobre piedra blanca", en Semiótica y modernidad. Investigaciones semióticas V, 1990, pp. 309-318) podemos distinguir dos partes claramente diferenciadas. En la primera, que ocupa los dos cuartetos, el sujeto lírico se refiere a su propia muerte, presintiéndola. En la segunda (los dos tercetos) el sujeto lírico ha desaparecido y, en su lugar, "un narrador anónimo y objetivo implicado en el texto nos da cuenta de la muerte de César Vallejo, lo que quiere decir que lo presentido en la primera parte [...] se ha cumplido". Sobre la segunda parte, precisa Francisco Martínez García:
lo que el poeta nos presenta en los dos tercetos  es un acta o certificado de defunción, en el que figura el nombre del fallecido, figuran las causas de su muerte, y constan las firmas de cinco testigos.
Y añade que las firmas de estos cinco testigos, en conjunto, remiten a la idea de la vida como "viaje " y del hombre como "homo viator".

Julio Vélez ("Muerte y vida: constantes del tiempo vallejiano") constata que, en contraste con el sueño premonitorio,  la visión de su muerte en el soneto le produce serenidad:
Todo el soneto es un modelo de serenidad dolorosa y de premoniciones, así como de recuerdos del pasado.
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domingo, 1 de junio de 2014

"Idilio muerto", de César Vallejo


                IDILIO MUERTO

     Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

     Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

     Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

     Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: “Qué frío hay . . . Jesús!”
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

                      (César Vallejo, de Los heraldos negros, 1918)

Los heraldos negros es el primer poemario publicado por César Vallejo (1892-1938). En él es evidente el influjo del modernismo, tanto en el  lenguaje como en la utilización de imágenes simbolistas; sin embargo, la tendencia a reflejar lo cotidiano en muchos poemas y el empleo de recursos propios de la lengua oral, indican que se aleja ya del Modernismo al uso. Además, en esta obra muestra una sombría visión -el título lo manifiesta simbólicamente- de un mundo donde el ser humano sufre sin encontrar alivio para su dolor.

El poema elegido es una nostálgica evocación de su tierra (el poeta era originario de Santiago de Chuco, en la sierra peruana),  asociada a la figura femenina de Rita, mujer que representa el universo cultural andino,  caracterizada por la dulzura ("sabor a cañas"), la belleza y la gracilidad ("de junco y capulí").  El poeta presenta dos mundos contrapuestos: el mundo rural de la sierra y el mundo urbano donde se sitúa el yo poético (Bizancio es, en realidad, Lima, donde Vallejo intenta olvidar un amor desgraciado). El primero es el mundo del pasado, el paraíso perdido, el lugar del amor, ya muerto para siempre (el título lo indica con claridad); un mundo asociado  a los gratos momentos vividos junto a Rita, añorados pero irrecuperables. Por el contrario, en el presente urbano de Lima el poeta parece dormitar en lugar de vivir, ya que la ciudad le resulta asfixiante y la lluvia empapa su alma de tristeza (el pájaro salvaje que llora parece una alusión al propio poeta). Poco importa quién fue la mujer que inspiró este conocidísimo poema, pero los estudiosos de la obra de Vallejo se han propuesto  averiguarlo: la opinión mayoritaria la identifica con Rita Uceda, madre del revolucionario Luis de la Puente Uceda; según otros, se trataría de Martina Gordillo Peláez, vecina de César Vallejo.

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domingo, 17 de octubre de 2010

"Los mineros salieron de la mina", de César Vallejo

Pintura de Antonio Ruiz "El Corcito" (1895-1964)


LOS MINEROS SALIERON DE LA MINA

Los mineros salieron de la mina
remontando sus ruinas venideras,
fajaron su salud con estampidos
y, elaborando su función mental,
cerraron con sus voces
el socavón, en forma de síntoma profundo.
[…]
Craneados de labor,
y calzados de cuero de vizcacha
calzados de senderos infinitos,
y los ojos de físico llorar,
creadores de la profundidad,
saben, a cielo intermitente de escalera,
bajar mirando para arriba,
saben subir mirando para abajo.

¡Loor al antiguo juego de su naturaleza,
a sus insomnes órganos, a su saliva rústica!
¡Temple, filo y punta, a sus pestañas!
¡Crezcan la yerba, el liquen y la rana en sus ad-
verbios!
¡Felpa de hierro a sus nupciales sábanas!
¡Mujeres hasta abajo, sus mujeres!
¡Mucha felicidad para los suyos!
¡Son algo portentoso los mineros
remontando sus ruinas venideras,
elaborando su función mental
y abriendo con sus voces
el socavón, en forma de síntoma profundo!
¡Loor a su naturaleza amarillenta,
a su linterna mágica,
a sus cubos y rombos, a sus percances plásticos,
a sus ojazos de seis nervios ópticos
y a sus hijos que juegan en la iglesia
y a sus tácitos padres infantiles!
¡Salud, oh creadores de la profundidad!...(Es for-
midable.)

                       (César Vallejo, Poemas humanos)

César VALLEJO (Santiago de Chuco, Perú, 1892-París, 1938). Nació en una familia mestiza, con raíces españolas e indígenas. Era el menor de once hermanos.  Su padre, notario, era uno de los pocos que sabía escribir en Santiago. El sentimiento de marginación por su origen humilde y por su condición de mestizo en un país y una época en que la discriminación por causas raciales era habitual, contribuyó a convertirlo en un hombre atormentado que siente y escribe sobre el sufrimiento humano. Estudió Letras y Derecho en la Universidad de San Marcos de Lima y se dedicó a la enseñanza. Por error fue detenido en 1920 durante una revuelta popular. Acusado de robo e incendio, fue condenado  y pasó en la cárcel cuatro meses, durante los cuales escribió Trilce. Esta experiencia lo marcará de por vida.  

En 1923 marcha a París, donde sobrevive gracias a sus colaboraciones en publicaciones periódicas y se afilia al Partido Comunista. Allí conoció al poeta chileno Vicente Huidobro y al pintor Juan Gris. Con Juan Larrea publicó la revista  'Favorables París Poema'. En 1927 conoció a Georgette Philippart, con quien convivió desde 1929; contrajeron matrimonio en 1934. Viaja a España en distintas ocasiones y conoce a muchos de los poetas españoles de la época. También viaja varias veces a la Unión Soviética. Tras una estancia en España, el gobierno francés le prohibió la entrada al país. Volvió clandestinamente y murió en París el 15 de abril de 1938

Su primer poemario, Los heraldos negros (1918), muestra la influencia del Modernismo, pero con un aire más intimista y localista, además de una sombría visión del mundo. En el siguiente, Trilce (1922), rompe radicalmente con la poesía anterior, empleando un lenguaje nuevo que convierte esta obra en una de las cimas de la poesía vanguardista. Póstumamente se publicaron dos obras en las que Vallejo expresa su solidaridad con el ser humano concreto que sufre. Se trata de Poemas humanos (1939), considerada su obra maestra, y España, aparta de mí este cáliz (1940), uno de los mejores poemarios sobre la Guerra Civil española. Su influencia en la poesía española ha sido muy profunda.

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