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domingo, 1 de julio de 2018

"Mi oficio es el amor...", de María Luisa Mora



          El oficio
Mi oficio es el amor,
amor por casi todo lo que existe,
amor por el tintero diminuto
con el que escribo mis poemas,
amor por las estrellas
que, indiferentes, miran este modo
de caminar, a solas,
al borde del abismo.
Mi oficio es escribir este poema,
decorar con guirnaldas mi corazón humano,
plantar el sauce verde, que claudica
ante el propio dolor,
vencido casi siempre
por la extraña llegada de la lluvia.
Le tengo gran amor
a este lugar que piso vestida de muchacha
que no conoce el nombre de la muerte,
al lento río que recorre mi corazón
como si fuera un beso
de la vida, a la gaviota
que dejó su vuelo
para posarse, tímida, en medio de la noche.
No me ha importado nunca
el incalculable valor de los diamantes,
el peso del petróleo,
la corrupción del hombre
que fuma su tabaco
dentro de los burdeles luminosos.
Aunque ya nada exista
que conmueva a ese ser que vaga por la calle
contemplando su sombra en el espejo
de su propio egoísmo,
aún me queda el amor;
y lo amo tanto
que no puedo ni sé
ejercer otro oficio
que el de enamorada de la vida.
En Pessoas. 28 heterónimos esperando a Fernando Pessoa,
Karima, 2016




Pessoas. 28 heterónimos esperando a Fernando Pessoa es un libro colectivo en el que se dan cita 28 poetas procedentes de España, Ecuador, Perú, México, Argentina y Cuba, para homenajear al gran poeta portugués  con sendos poemas compuestos a partir de una cita de Pessoa, casi siempre, del Libro del desasosiego. El número, explica la editora, no se ha elegido al azar sino que quiere evocar el del tranvía que habitualmente tomaba Pessoa en Lisboa. Los poemas han sido ilustrados por Ricardo Ranz. Prologado por Manuel Moya, incluye, además, unas palabras preliminares de  Antonio Gamoneda, Juan Carlos Mestre, Santos Domínguez y Antonio Colinas.


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Ilustración de Ricardo Ranz

domingo, 7 de mayo de 2017

"Positividad", de María Luisa Mora





                     POSITIVIDAD


Hay que salir un poco,
ponerse el poncho grande
que cubre el continente de la pena,
levantar la persiana,
hacer un flan de huevo y de vainilla
y mezclarlo con pasas 
y con ron.
Que esté tan bueno
que dé pena dejarlo mucho tiempo
sobre el plato.
Hay que ponerse rimel
en el borde superior de las pestañas,
sombra azul más bien suave
y colorete rosa
en lo más elevado de los pómulos,
perfilar bien esos labios asimétricos
para que no se note
y usar luego carmín que disimule
ese rictus que cae
sobre la comisura de la boca.
No se puede quedar una tan quieta
que llegue el corazón a vernos y se asuste,
y que un jilguero pálido nos cante
al tiempo que se va por donde vino
sin dejar en nosotros
su regalo de alegría.
Así que me levanto.
Me peino un poco. Bebo
mi café con galletas.
Y me pongo los besos
que me da mi marido entre los ojos
como si fuera
una hermosa bufanda.
Me abrigo de esperanza.
Y la ilusión se torna en mi vestido.
Me perfumo con sueños.
Con los versos que escribo
me hago unos pendientes preciosísimos.
Y me torno valiente.
Me torno esperanzada.
Y soy maravillosa.
Como siempre lo he sido.


             De El mundo raro, 2012



María Luisa Mora Alameda (Yepes, Toledo, 1959) es una poeta española de formación autodidacta y alejada de los círculos literarios. Empezó a escribir desde muy joven y pronto publicó varios libros de poesía: Las hiedras difíciles (1986), Este largo viaje hacia la lluvia (1988), La tierra indiferente (1990), La mujer y la bruma (1992) y con su libro Busca y captura obtuvo el Premio Adonáis en 1994. Le siguieron Meditación de la derrota (2001), La isla que no es (2002), La respuesta está en el viento (2005), Navegaciones (2009) y Poemas del crepúsculo (2011). En 2011 recibió el Premio "Ciega del Manzanares" por El don de la batalla (2012), libro articulado en torno a un doloroso episodio: la prematura muerte de su hija Verónica;  en 2012, el Premio Rafael Morales por El mundo raro, y en 2014, el Premio Nicolás del Hierro por Simulacro cero.  El pan que me alimenta (1986-2013) reúne su poesía completa.

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