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domingo, 22 de noviembre de 2020

Un poema de Ósip Mandelstam



Viña, en otoño. Foto: Josefina López


La dorada hidromiel tan espesa y lentamente de la botella 
se derrama que el ama de casa acertó a decir:
—Aquí, en la triste Táuride, adonde el destino nos arrojó,
nunca nos aburrimos—, y miró por encima del hombro.

Todo aquí está al servicio de Baco, como si en el orbe 
sólo guardianes y perros hubiera; vas y a nadie ves.
Como pesados toneles ruedan tranquilos los días.
A lo lejos, en una choza se oyen voces: no entiendes, no contestas.

Tras el té, salimos al vasto jardín de color canela,
como pestañas, las oscuras persianas caían de las ventanas.
Pasando ante blancas columnas, fuimos a las viñas;
allí, un cristal de aire durmientes montañas bañaba.

Y yo dije: En las viñas viven antiguas batallas,
crespos caballeros en rizado orden combaten.
Aquí, en la pétrea Táuride, está el saber de la Hélade:
doradas fanegas de herrumbrosos arriates.

Y en la alcoba blanca como un bastidor permanece el silencio.
Un olor a vinagre, pintura y vino fresco sube de la cava.
¿Te acuerdas? En la casa griega: ¿Cuánto tiempo bordaba
la mujer a quien todos amaban, no Helena, sino la otra?

Vellocino de oro, ¿dónde estás, vellocino de oro?
En todo el viaje murmuraban pesadas las olas,
y dejando la nave, fatigado de los trabajos del mar,
regresaba Odiseo, pleno de espacio y de tiempo.

De Tristia (1916-1921). En  Ósip Mandelstam, Antología poética,
edición de Jesús García Gabaldón, Alianza, Madrid, 2020


Retrato de Ósip Mandelstam extraído de
su ficha policial, 1934
(commons.wikipedia.org)

Ósip Mandelstam
, uno de los grandes poetas del siglo XX, nació en Varsovia, Imperio Ruso, en 1891, en el seno de una familia judía que se consideraba de origen sefardí. Su padre era comerciante de pieles, y su madre, profesora de piano. 

En 1892 la familia se trasladó a Pavlosk, residencia de los zares próxima a San Petersburgo, y en 1897 se instalaron en esta ciudad. Se educó en la famosa escuela V. N. Tenishev de San Petersburgo y posteriormente en París y en la Universidad de Heildelberg, donde estudió literatura. De regreso a Rusia, inició la carrera de Filosofía, que dejó inconclusa para dedicarse a escribir. En su juventud militó en el acmeísmo, movimiento poético genuinamente ruso del que formaban parte Nikolái Gumiliov y Anna Ajmátova

Exento de participar en la Primera Guerra Mundial por padecer astenia cardiovascular, en abril de 1914 fue elegido miembro de la Sociedad Literaria de Rusia. En 1915 conoció a la poetisa Marina Tsvetáieva, con quien mantuvo un breve romance. En 1919 viaja a Ucrania y en Kiev conoce a Nadiezhda Jázina, con quien contraerá matrimonio en 1922.

Mandelstam, que en principio había apoyado la Revolución de Octubre, en mayo de 1934 es detenido por haber compuesto un epigrama a Stalin. Mientras permanece en la terrible Lubianka para ser interrogado, intenta suicidarse cortándose las venas. Tras ser condenado a tres años de destierro en  Cherdin, en los Urales, "por componer y difundir obras literarias contrarrevolucionarias",  intenta arrojarse desde la ventana del tercer piso del hospital de Cherdin. Gracias a la intervención ante Stalin de Bujarin, entonces editor jefe del diario Izvestia, y de Pasternak, se revisa su causa y se le permite elegir la ciudad para cumplir su destierro, Vorónezh, donde puede realizar pequeños trabajos literarios. A partir de 1936, cuando empiezan los procesos de Moscú contra diversos líderes soviéticos y las purgas estalinistas, se le impide encontrar trabajo y sobrevive por la ayuda de sus amigos, mientras empeora su estado de salud.

En marzo de 1938 es fusilado Bujarin, su protector, y en mayo de 1938 Mandelstam es arrestado de nuevo por una denuncia del secretario general de la Unión de Escritores Soviéticos. Condenado a cinco años de trabajos forzados en Siberia por "actividades contrarrevolucionarias", muere el 27 de diciembre de 1938 en el campo de tránsito Vtoraja Rechka, cerca de Vladivostok. Fue enterrado en una fosa común.

Según Lidia Guinzburg (citada por Jesús García Gabaldón), la poesía de Mandelstam puede agruparse en dos periodos y tres libros o ciclos. El primer periodo, que abarca desde 1906 hasta  1925, fue reunido en 1928 en Stikhotvorenija 1906-1925. El segundo periodo, desde 1930 a 1937, está marcado por el progresivo ostracismo del poeta y nos ha llegado gracias a su esposa, que memorizó y transcribió los poemas. Entre ambos periodos hay un intervalo de cinco años en los que no escribió poesía.

Los tres ciclos, "a modo de círculos concéntricos, presentan una asombrosa y orgánica unidad", explica García Gabaldón. El primer ciclo tiene como eje central su libro La piedra (1913), un libro acmeísta formado por 23 poemas y ampliado en la edición de 1915. Al parecer, Mandelstan, a sugerencia de Gumiliov, cambió el título inicial, La concha, por La piedra, considerada símbolo arquitectónico de la palabra poética y la permanencia de la cultura. El segundo ciclo gira en torno a su  libro, Tristia, publicado en 1922 y ampliado en 1925. Es una obra marcada por la Revolución de 1917 en la que deja atrás el esteticismo de los años anteriores y escribe una poesía cívica en la que contrapone el mundo de la Antigüedad clásica  a la Revolución Rusa, que reinterpreta a la luz de los clásicos grecolatinos, como observa García Gabaldón: 

Frente a la destrucción del pasado, Mandelstan se esfuerza justamente en efectuar una operación cultural restitutoria, consistente en interpretar el presente a través de la continuidad de la cultura occidental: Europa es una nueva Hélade, Rusia es Fedra, San Petersburgo es Venecia, Moscú es Florencia... Los paisajes y ciudades del mar Negro (Feodosia, Táuride, Tiflis) son vistos como espacios de síntesis entre la cultura clásica y la cultura rusa. Espacios en penumbra, que iluminan, en un tono crepuscular y apocalíptico, la nueva era, sentida como ocaso de la libertad, muerte del hombre civilizado y agonía de la cultura, simbolizada en San Petersburgo (helenizado en Petrópolis) y en la poesía.

Tristia, en algunos de cuyos poemas evoca el ambiente de la Primera Guerra Mundial, es, según García Gabaldón, "el diario del poeta y de la revolución", la cual despertó en el autor una esperanza pronto defraudada.

El tercer ciclo se puede dividir en dos subciclos: los Cuadernos de Moscú (1930-1934) y los Cuadernos de Vorónezh (1935-1937), separados por su arresto y condena al destierro. En Cuadernos de Moscú su poesía se centra en la denuncia del totalitarismo y la reivindicación de la libertad personal. Los tres Cuadernos de Vorónezh constituyen un diario lírico de los tres años de destierro. Su composición, en opinión de García Gabaldón, sigue el modelo de la Divina Comedia de Dante: el primer cuaderno representaría el infierno; el segundo, el purgatorio, y el tercero, el paraíso.

Sobre el poema elegido, compuesto en Crimea tras una visita al pintor Serguéi Sudeikin, aclara Jesús García Gabaldón:

Mandelstam evoca la época "helénica" de la historia de Crimea, utilizando para ello su nombre griego antiguo, Táuride, y recreando un episodio homérico , que asocia La Ilíada mediante las figuras de Helena  —"ella"— y Penélope —"la otra"— y La Odisea (aludiendo a Ulises con su nombre griego, Odiseo), en el mito de los Argonautas en busca del vellocino de oro.

Nadiezhda y Ósip Mandelstam

2 comentarios:

  1. No sé si son las ideas del poeta o la traducción en lo que encuentro cosas ilógicas...
    Pues para ser una foto de una ficha de la temible policía de Stalin, el poeta posa tan tranquilo...
    Carlos San Miguel

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  2. La foto otoñal de la vid es sensacional.
    Carlos

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