distopía
Del lat. mod. dystopia, y este del gr. δυσ- dys- 'dis-2' y utopia 'utopía'.
1. f. Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.
No solo el clásico género de terror –con sus fantasmas, vampiros e historias de cementerios- es capaz de ponernos los pelos de punta. Es más, a bastantes lectores actuales les pueden provocar más miedo o inquietud, al menos, los relatos distópicos.
Muchas fábulas futuristas nos inquietan porque, explorando nuestra realidad actual, nos avisan de los peligros que nos pueden llevar a un mundo inhóspito, con una naturaleza contaminada, sobreexplotada y alterada por el calentamiento global, o a una sociedad deshumanizada e indeseable –gobiernos totalitarios, control intrusivo de la tecnología sobre el ser humano, pensamiento único, ciudadanos alienados que obedecen cual borregos a un líder…
Este año nos apartamos, pues, del género de terror, para aproximarnos al de la distopía, que también nos conduce a su manera a un mundo de pesadilla. Afortunadamente, cuando todo parece perdido, puede surgir un héroe o un grupo de rebeldes que luchan por revertir la situación… o no.
Recordemos algunos clásicos del género:
Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley. Paradójico, irónico y ambiguo mundo futuro en el que la humanidad es feliz permanentemente.
1984, de George Orwell (1949). Sociedad represora y totalitaria controlada por el Gran Hermano y la policía del pensamiento.
Fahrenheit 451 (1953), de Rad Bradbury. Sociedad censora en la que los bomberos se dedican a quemar libros.
El cuento de la criada (1985), de Margaret Atwood. En la República de Gilead impera una dictadura inspirada en el Antiguo Testamento, donde las mujeres han perdido todos sus derechos y su misión se reduce a procrear.
Estas sociedades nos muestran a seres humanos inconscientes y conformados; autómatas manipulados sin pensamiento crítico ni libertad individual, lo que inevitablemente conduce al lector al desasosiego y la angustia. ¿Estaré siendo vigilado, manipulado, coartado? ¿Quién soy? ¿Cómo quiero vivir?
Muchos lectores adolescentes se han adentrado en el género con sagas como Los juegos del hambre (de Suzanne Collins), El corredor del laberinto (de James Dashner) o Divergente (de Verónica Roth).
El género se aproxima a la ciencia ficción, explorando miedos actuales como la suplantación de identidad, la inteligencia artificial, la contaminación, el control y explotación de los recursos energéticos, la ingeniería genética, la adicción a las redes sociales, las plagas o los virus.
En el cine podemos encontrar innumerables ejemplos de distopías: Metrópolis (1927), Bladde Runner (1982), Brazil (1985), Matrix (1999), Hijos de los hombres (2006), etc.
La serie británica Black Mirror (Netflix) se nutre del malestar contemporáneo sobre nuestro mundo moderno y se caracteriza por presentar relatos distópicos autoconclusivos en los que analizan cómo la tecnología afecta al ser humano.
Ahora te toca a ti…
La literatura, el cine, el cómic, las series de televisión o los videojuegos indagan en nuestros miedos más profundos para crear relatos distópicos. Imagina un futuro terrorífico a partir de problemas sociales, medioambientales o científicos que te preocupen en la actualidad. Los mejores cuentos se publicarán en la revista de la biblioteca.
1. Debe ser un relato perteneciente al género de la distopía.
2. Extensión máxima de tres folios, formato de letra Times New Roman de 12 puntos, interlineado de 1,15.
3. En la cabecera de la primera página deberá indicarse el título del relato, nombre y apellidos del autor, curso y grupo.
4. Debe enviarse por correo electrónico, antes del 25 de noviembre, al profesor/a de Lengua. Estos seleccionarán, según su criterio, los mejores trabajos de sus grupos y realizarán la revisión ortográfica y de puntuación.
5. Los profesores remitirán los cuentos al profesor encargado de la biblioteca, quien realizará la última supervisión y selección con vistas a su publicación.
1984 es devastador ¡qué "mal" que se pasa leyéndolo! De su versión fílmica recuerdo con mucha simpatía la manera en que se transmitían los mensajes en el Ministerio de la Verdad, bueno, en las empresas: esa instalación de tubos neumáticos en las que un chorro de aire empujaba al rollito de papel con el mensaje escrito...¡un Internet neumático jajaja.
ResponderEliminarY también recuerdo el comienzo de Brazil, en los años noventa en TVE, que no vi completa pero que me parecía fascinante.
Carlos San Miguel