En el libro póstumo Poemas humanos, del poeta peruano César Vallejo (1892-1938), el tema fundamental es el ser humano que sufre y muere. El poeta muestra su solidaridad con los humildes y su esperanza en la superación de las injusticias. Las innovaciones vanguardistas presentes en Trilce (1922), su libro anterior, se atenúan y el lenguaje adquiere un tono conversacional.
El poema "Piedra negra sobre una piedra blanca" suele interpretarse como una anticipación de la propia muerte del poeta. Efectivamente, Vallejo murió en París y llovía, pero no era otoño ni jueves. Murió un viernes de primavera, el 15 de abril de 1938, Viernes Santo. Parece que el poema -compuesto, según el poeta Juan Larrea, en 1924- tiene su génesis en una visión del poeta quien, en estado de duermevela, contempló su propia muerte. Atenor Orrego, que compartió habitación con él en 1920, cuando Vallejo se ocultó en casa de su amigo huyendo de la justicia, contó que una noche Vallejo se despertó dando gritos diciendo: "Acabo de verme muerto en París. He visto mi cadáver. Te aseguro que estaba despierto". Casi al final de su vida, envió el poema a Orrego con una nota que decía: "¿Recuerdas, Atenor, esa visión terrorífica que tuve una noche en tu casa y que me causó tan invencible pavor?".
Sobre el título del poema existen dos versiones distintas. Una primera lo explica por la tradición
existente en la población natal del poeta, Santiago de Chuco, de colocar una piedra negra sobre una piedra blanca para señalar los enterramientos. Carlos del Río León, sin embargo, lo atribuye al contraste que descubre Vallejo, durante un paseo por París, entre su abrigo negro y una piedra blanca sobre la que se sentó o se apoyó, que le recuerda un sepulcro. Para Francisco Martínez García la "piedra negra" representa la vida y el hombre que la vive. Colocada sobre una piedra blanca, "eclipsa la blancura de la cuna (el nacimiento) y la sepultura (la muerte)".
El poeta César Vallejo |
Los catorce versos del poema constituyen un soneto algo heterodoxo, en el que, como observa Francisco Martínez García ("Algunos detalles significativo-poéticos en Piedra negra sobre piedra blanca", en Semiótica y modernidad. Investigaciones semióticas V, 1990, pp. 309-318) podemos distinguir dos partes claramente diferenciadas. En la primera, que ocupa los dos cuartetos, el sujeto lírico se refiere a su propia muerte, presintiéndola. En la segunda (los dos tercetos) el sujeto lírico ha desaparecido y, en su lugar, "un narrador anónimo y objetivo implicado en el texto nos da cuenta de la muerte de César Vallejo, lo que quiere decir que lo presentido en la primera parte [...] se ha cumplido". Sobre la segunda parte, precisa Francisco Martínez García:
lo que el poeta nos presenta en los dos tercetos es un acta o certificado de defunción, en el que figura el nombre del fallecido, figuran las causas de su muerte, y constan las firmas de cinco testigos.
Y añade que las firmas de estos cinco testigos, en conjunto, remiten a la idea de la vida como "viaje " y del hombre como "homo viator".
Julio Vélez ("Muerte y vida: constantes del tiempo vallejiano") constata que, en contraste con el sueño premonitorio, la visión de su muerte en el soneto le produce serenidad:
Todo el soneto es un modelo de serenidad dolorosa y de premoniciones, así como de recuerdos del pasado.Entrada relacionada:
Convierte una pesadilla por causa de la represión política en algo cómico. Realmente es un poema muy especial jeje.
ResponderEliminarMuy necesarias todas tus explicaciones.
Carlos San Miguel