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ODA A LOS PERROS DE ATENAS
Montes en luz, Atenas,
hija de la belleza primera
la descubrí en mis
recuerdos aunque nunca había estado allí
desde lejos, con amour de
loin[1],
había saboreado su nombre
hija de la primera belleza
que tiene el grado de justicia.
Descubrí los caballos de
piedra en los templos deteriorados
descubrí una taberna de
oro dentro de una calle de plata
descubrí los perros de
mármol que se han bajado de los frisos
y se reúnen por la noche
en cónclave
y muestran su estirpe
socrática filosofando en las esquinas.
Los he visto citarse en
semáforos
quedar en las encrucijadas
parecen gente civilizada
que acude al ágora[2] y se
atiene
a lo que dictan los
tribunales
aunque vayan a cuatro
patas.
Una vieja leyenda sostiene
que son ellos los dioses antiguos
que se negaron a partir de
Grecia
cuando fueron vencidos
antaño
que el luminoso Zeus
Olímpico y la justa Atenea alada
prefirieron ser perros
atenienses
antes que dioses bárbaros
bebedores de sangre.
Esta vieja leyenda se
cuenta mezclada con ouzo[3]
y con luna
así que cuando me alejaba
por Kiri Dimitrios y vi
entre las callejuelas de
Plaka en aquella noche estrellada
acercarse aquel perro
blanco esbelto como una gacela
y majestuoso como la
Acrópolis
me atreví a tocar su
cabeza y a susurrarle por si acaso[4]:
—Salve, Señor del Canto,
tú que llegas semejante a la noche.
Sólo una cosa te pido:
Que sea alado mi poema
y no volátil[5].
De Los archivos griegos*,
2010
[1] amour de loin, ‘amor de lejos o amor
lejano’, es el que despierta alguien o
algo que no se ha visto nunca, por lo
que se dice de él. Este concepto aparece
en las composiciones del trovador
Jaufré Rudel (s. XII), que se enamoró de la
condesa de Trípoli por su fama, por
lo que los peregrinos contaban de ella.
[2] ágora, en las antiguas ciudades griegas, plaza pública.
[3] ouzo, licor anisado de origen griego.
[4] Por
si el perro es una encarnación de Apolo, el dios de la poesía, de quien
se dice
en Ilíada, Canto I, que “avanzaba semejante a
la noche” cuando
desciende del Olimpo
para castigar a los aqueos por el ultraje que Agamenón
ha infligido a su
sacerdote al negarse a devolverle a su hija.
[5] En Ilíada y Odisea, “aladas palabras”, palabras con alas, capaces de
transmitir
emoción al discurso y transportar a quienes lo escuchan, son
las pronunciadas
por los dioses, los héroes, los sabios
e, incluso, por
las personas prudentes. “Alado” se contrapone
aquí a “volátil”, jugando
con un doble significado: ‘que puede volar’, pero
también ‘mudable, inconstante’.
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Blanca Andreu (La Coruña, 1959) es una escritora española. Pasó su infancia y adolescencia en Orihuela (Alicante), donde residía y reside su familia. Inició estudios de Filología en la Universidad de Murcia, pero a los veinte años se trasladó a Madrid para terminar la carrera. Allí conoció al escritor Francisco Umbral, que la introdujo en los círculos literarios madrileños. En 1980 obtuvo el Premio Adonáis de Poesía por De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, obra de lenguaje surrealista considerada el punto de partida de la generación posnovísima. En 1985 contrajo matrimonio con el escritor Juan Benet, a quien conoció en 1982. Tras la muerte de este en 1993 regresa a su ciudad natal, donde vive apartada de toda actividad pública, y pasa largas temporadas en Orihuela.
Su obra ha evolucionado hacia una poesía más profunda -el amor, la infancia y el paso del tiempo son sus temas principales- y más sencilla en el aspecto formal, anticipando lo que será característico de un grupo de poetas -entre ellas, Luisa Castro, Almudena Guzmán o Ana Merino- ajenas a familias literarias: cuidado formal, ausencia de referencias sociales y disparidad de influencias. A su primer poemario siguieron: Báculo de Babel (1982, Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo), Capitán Elphistone (1988), El sueño oscuro (1994, recopilación de su poesía escrita hasta 1989), La tierra transparente (2002, Premio Laureá Melá de Poesía) y Los archivos griegos (2010). Su producción literaria ha sido reconocida también con el Premio de Cuentos Gabriel Miró (1981) y el Premio Ícaro de Poesía (1982).
*Las notas son nuestras.
*Las notas son nuestras.
Gracias por publicar mi poema y por tus notas, muy acertadas.
ResponderEliminarEstoy enamorada de tu poesia, te descubri en un libro frances de poesia mediterranea, vivo en Suiza y intento desesperadamente encontrara tus libros en linea y no lo logro. Los negocios en linea los tienen agotados . Me ayudas a conseguirlos? Donde los puedo encargar?
EliminarMuchas gracias a ti, Blanca, por tus poemas y por tu amable comentario.
ResponderEliminar¡Pues me ha gustado mucho! El año pasado en lo peor de la pandemia escuché música medieval y me interesé por trovadores y troveros; uno de los que más me impresionaron fue Jaufre Rudel y su composición sobre el amor lejano.
ResponderEliminarCasi suena a blasfemia lo de "dioses bárbaros bebedores de sangre" jeje
Ah, y la foto realmente apropiada ¿eh? ¡cómo rayos la conseguirías...
Una pena que esta señora se retirara del candelero público, aunque no haya dejado de escribir, ¡Si el tiempo todo lo amortigua, hasta el dolor
Carlos San Miguel