Gabriel Aresti (Bilbao, 1933-1975), poeta, novelista y dramaturgo español en lengua vasca y miembro de la Academia de la Lengua Vasca, en 1964 obtuvo el Premio Nacional de Poesía por su obra Piedra y pueblo (Harri eta Herri). Contable de profesión, dedicó su tiempo libre a la literatura y al estudio del euskera. Sus investigaciones lingüísticas lo convirtieron en uno de los artífices de la unidad de la lengua vasca, defendiendo el habla popular frente a las tendencias puristas, el uso del euskera común unificado o "euskara batua", y participó en el Congreso de Arantzazu. Es autor de la gramática Batasunaren kutxa y, en colaboración con Xabier Kintana, del diccionario Hiztegi tipia.
Como poeta, está considerado uno de los renovadores de la poesía vasca contemporánea. Sus poemas aparecen recogidos en Cuesta abajo (Maldran behera, 1960), Piedra y pueblo (1963), Piedra vasca (Euskal harria, 1967) y Este pueblo de piedra (Harrizko herri hau, 1971). En sus obras crea un imaginario individual y colectivo ligado a la historia y a la antropología vasca, con símbolos como el árbol, la casa o la piedra. Con Harri eta Herri comienza la segunda etapa de su producción poética, en la que la piedra se convierte en símbolo fundamental de lo vasco y, bajo la influencia de Blas de Otero* y Gabriel Celaya*, se aproxima a la poesía social. "Nire aitaren etxea" es quizá su poema más conocido.
Colaboró como letrista con cantautores como Mikel Laboa o el grupo Oskorri. Destacó además como autor teatral y novelista. Tradujo al euskera a T. S. Eliot o García Lorca, entre otros, así como a autores de otras lenguas minoritarias. Actualmente goza del reconocimiento general en la sociedad vasca, si bien en vida fue una figura controvertida -como explica el escritor Seve Calleja- por su opción por el euskera común y por la poesía social, así como "por su desprecio hacia un sector de la burguesía urbana y por el clericalismo cultural, que se le hacía asfixiante".
Ha ejercido una notable influencia en poetas vascos más jóvenes, entre los que se cuentan Joseba Sarrionandia, Bernardo Atxaga y Jon Juaristi. Este último expresa su reconocimiento en un soneto que quiere ser epitafio para el maestro:
-Blas de Otero:
-Gabriel Celaya:
Como poeta, está considerado uno de los renovadores de la poesía vasca contemporánea. Sus poemas aparecen recogidos en Cuesta abajo (Maldran behera, 1960), Piedra y pueblo (1963), Piedra vasca (Euskal harria, 1967) y Este pueblo de piedra (Harrizko herri hau, 1971). En sus obras crea un imaginario individual y colectivo ligado a la historia y a la antropología vasca, con símbolos como el árbol, la casa o la piedra. Con Harri eta Herri comienza la segunda etapa de su producción poética, en la que la piedra se convierte en símbolo fundamental de lo vasco y, bajo la influencia de Blas de Otero* y Gabriel Celaya*, se aproxima a la poesía social. "Nire aitaren etxea" es quizá su poema más conocido.
Colaboró como letrista con cantautores como Mikel Laboa o el grupo Oskorri. Destacó además como autor teatral y novelista. Tradujo al euskera a T. S. Eliot o García Lorca, entre otros, así como a autores de otras lenguas minoritarias. Actualmente goza del reconocimiento general en la sociedad vasca, si bien en vida fue una figura controvertida -como explica el escritor Seve Calleja- por su opción por el euskera común y por la poesía social, así como "por su desprecio hacia un sector de la burguesía urbana y por el clericalismo cultural, que se le hacía asfixiante".
Ha ejercido una notable influencia en poetas vascos más jóvenes, entre los que se cuentan Joseba Sarrionandia, Bernardo Atxaga y Jon Juaristi. Este último expresa su reconocimiento en un soneto que quiere ser epitafio para el maestro:
GABRIEL ARESTI, 1981 // Seis años y tu verbo sigue dentro del mío /precisando las voces de este mundo en acecho. /Padre bronco, me diste la tormenta por techo, / la intemperie por muro y por predio el baldío. // Seis años hasta darte mi epitafio tardío, /largamente fraguado en el hondo despecho. /Sobre el erial cernías el vuelo insatisfecho, /gavilán de tiniebla, centinela sombrío. //Me legaste el destino del lobo solitario, /la desazón extrema, la amargura sin tasa / y la acerba certeza de no ser necesario. //Que en el yermo en cenizas no me falte tu brasa. /Que me acosen los perros por guardar tu expoliario. /Que me encuentre la muerte defendiendo tu casa.*Entradas relacionadas:
-Blas de Otero:
-Gabriel Celaya:
Entonces ¿en los años sesenta se publicaron en euskera esos primeros libros ¡caray, creía que estaría totalmente prohibido.
ResponderEliminarUn poema que es toda una declaración de intenciones.
Carlos San Miguel