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domingo, 21 de julio de 2024

Cuatro poemas de Fernando Aramburu




LA CALLE QUIETA

UN hombre va a morir en esta calle.
Peina el viento su bucle de caída
y entre los adoquines polvorientos
ya se prepara el eco silencioso.

Como vaca que pace los colores,
una nube se queda presidiendo.
Desde hace rato los testigos saben
que un hombre va a morir en esta calle.

El hombre llega en su automóvil verde,
pide un poco de tiempo al asesino
mientras ensaya un pecho ensangrentado.

Una niña se asoma a la ventana
con un grito en los labios, hace un gesto
y todo se consuma en esta calle.

(De Ave sombra)

ACOJO unas manos, el tibio lenguaje que tocado ahora expresa,
con desolada lluvia, la lluvia que es un cuerpo.
No son prisión, sino manos, manos de carne dándose
a las mías, manos donde púlese en silencio lo entrañable,
que yo bien quisiera retener y acariciar.

Alas que sin su sombra por la tapia
se dieron, pues se dieron francamente, y entreverándose
a mi noche, más noche no me recordaron,
que con darse disipan. Así esas manos suaves
han venido hasta mí y yo a ellas.

Siento al hombre en esas llamas efusivas,
al hombre que después con esas manos urde
o hace alguna cosa humana, breve.
Lo siento y lo requiero, lo siento plenamente
al estrechar su yerto ardid oculto
o cuando vino a mancharse en la harina de un deseo,
con manos de la muerte, con manos de la luz.

Acojo esas manos, y el sufrimiento que en ellas resplandece,
y cuanta oscuridad por esas manos se pronuncia,
al hombre, ya que irradia luz al hombre,
al río de esa mano izquierda y al de su pareja
que juntos desembocan en un mar fraterno, no de espumas,
sí de manos, de tantas, entrelazadas manos.
                       1983

(De Materiales de derrubio)

BRILLA en tu labio la humedad del vino
que acabas de beber. La delicada
gota lenta despierta en tu sonrisa
una flor de cristal en miniatura.
Y al sentirla mi labio ya no sabe,
entre lo que ha besado y ha sorbido,
cuál de tantas dulzuras lo enajena,
si empieza en ti la sed, si en ti termina.

(De El tiempo en su arcángel)

HIJA

CONOCERÁS la luz, el mar variable
que precede al origen y es ulterior al mundo,
las laboriosas hormigas dispersas por la senda
repitiendo el afán inútil de los hombres.
Conocerás la sed del agua y la del vino
y aquella de los cuerpos más terrible
que no querrás saciar ni acaso puedas nunca.
Conocerás la llama, la rosa y el cristal.
La dicha desde luego conocerás un poco,
suave nube sin aire que pasó
y no ha pasado, la desatada música
que es, igual que el tiempo, un artificio.
No podría olvidar las injusticias que harás y que han de hacerte,
el grito, la pared, la muchedumbre,
las incontables horas de ajetreo
precisas cada día si quieres resolver
un ínfimo momento sosegado,
y esa noche de lluvia en que estarás muy sola.
Conocerás también la estatua, el libro,
el espejo, el relámpago y la taza,
la sangre que discurre buscando una salida,
la mosca pertinaz, la inapartable muerte
que no ha de consentir que te conozcas.
Un sueño sin piedad sabe tus días.
Números, padres, ríos, sombras, luna 
—espléndido dolor— te aguardan. Nace.

(De Bocas del litoral)

En Sinfonía corporal. Poesía reunida. Ed. de Francisco
Javier Irazoki, Tusquets, 2023

Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959), el aclamado narrador autor de Patria (2016), empezó a escribir poesía siendo un adolescente, pero a mediados de la década de los noventa (precisamente, cuando publica su primera novela) dejó de escribir poesía con regularidad y fue haciéndolo de forma cada vez más espaciada.

Sinfonía corporal reúne los seis libros de poesía que Fernando Aramburu escribió entre 1977, cuando  contaba apenas 18 años,  y 2005: Ave sombra [1977-1980], Materiales de derrubio [1980-1983], Sinfonía corporal [1981-1983], Mateo [1981-1983], El tiempo en su arcángel [1983-1985] y Bocas del litoral [1986-2005]. Son obras casi desconocidas de un autor que, pese a cambiar los versos por la prosa, nunca ha dejado de ser un poeta. El título, según el autor, "tiene en cuenta dos aspectos que creo esenciales en mi poesía: por un lado, la musicalidad y el cuidado de la lengua poética y, por otro, el cuerpo. Mi poesía es muy física, la presencia de lo erótico es muy fuerte y por eso consideré que este título la representa bastante bien". Pero junto a la sensualidad y el amor, en estas composiciones afloran el inconformismo, las reflexiones sobre un entorno social injusto y violento, o el compromiso contra la crueldad política.

Del mismo autor, puedes leer en este blog el cuento "Lo mejor eran los pájaros": AQUÍ.

2 comentarios:

  1. Supongo que a "La calle quieta" la inspira el terrorismo de E.T.A. Casi me asombra que en 1983 (en "los años de plomo" tratara este tema...
    Aún sin terminar de entender todo lo que quiere advertir a la niña que va a nacer, me gusta "Hija". Y el breve poema erótico es encantador.
    Carlos San Miguel

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  2. Ah, la pintura... que me gusta mucho.
    Carlos

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