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domingo, 28 de julio de 2024

"Profundo como los ríos" y otros tres poemas de Julia Uceda

Río Ebro


PROFUNDO COMO LOS RÍOS

My soul has groum deep like the rivers

LANGSTON HUGHES


Rostro negro de soledad,
en tu sudor toco la nieve que se abrió en el aire.
Regresan las agujas de hielo bajo el sol,
y me encuentro, al perderme, en el lino cuajado
o en el deshielo súbito
de otra mañana:
aquella en que el narciso despertaba
a su esplendor efímero.
Amado rostro negro de la soledad, tocarte desearía;
recoger en mi uña el destello de ese sudor
como si recogiera, uno a uno, los días que te envolvieron
y hablaba como tú .
Y, sobre todo, me rebelaba con esperanza.
                         Tu casa está sobre el jaspe y el zafiro,
                         sobre la calcedonia y la esmeralda,
                         y sobre las otras siete fundamentales
                         sin exceptuar la amatista.
                         Los vientos, por ti, se han detenido en
                                                    sus cuatro lugares.
                                                          De soledad
                         están pobladas tus calles. Y de lejanía
                         oculta tras doseles de arena.
En las noches de estruendo y orgía,
copas volcadas y cruces llameantes,
has ocultado tu corazón bajo una gardenia
y la armonía, desde tus manos, 
                           -Si yo volviera, ¿adónde volvería?-
ha embriagado las sombras.
                            Si yo volviera,
dibujaría en la pared de mi prisión
nombres fugaces, las palabras
de una antigua canción, un teléfono viejo
con el cable cortado sobre el pecho
de una mañana, un libro sin abrir,
el blanco sobre el verde
y un ave del Camino de las Ocas.
También lo que traías, rostro negro de la soledad.

(De Del camino de humo, 1994)

MANO

Es desde una luz,
un silencio, un aroma
lejano, dice Louis Singer, the poet,
cuando la almendra
vigila caminos por los que llegan recuerdos
(digámoslo así),
en pisadas lentas, sedosas,
húmedas en verdes de tiempos pasados;
cuando parece dormida, la almendra, y el mundo
está fuera y nadie la advierte
en esta butaca el cuerpo sentado, su huella, sí está,
se abandona en algo que toma su forma,
que no es mano: es humo
con sombra de mano, con piel,
con las uñas pintadas de nieve, la mano
o anémona de mar.
Y es desde ese punto, esa niebla, esa mano,
esa anémona,
desde donde llega el idioma perdido,
la lengua olvidada
y se deja agrupar sobre el blanco
que lo va a sostener para siempre. Y pregunto:
esa mujer sentada, ¿a dónde va? ¿Estará su palabra
al cuidado del mundo? No se sabe:
nadie ha pensado en ella.
Nadie le ha dicho nada.
Nadie la ha visto. Es posible
que no haya llegado todavía.

(De Escritos en la corteza de los árboles, 2013)

VEN EN EL VIENTO

En el lagar pequeño de mi mano
zumo de esquilas y naranjos tengo.
La vida se derrama por mis brazos.
Ven en el viento.

En el ala sombría de mi nuca
rumor de algas y de voces dejo.
Te abrirán los caminos de mi alma.
Ven en el viento.

Largos suspiros pasan. Me sacuden.
Mis hojas son pájaros huyendo.
El tiempo va de huida y pisa y tala.
Ven en el viento.

(De En el viento, hacia el mar, 2003)


CONFESIÓN EN NEGRO

Ahora puedo decir: esto era
la mayor parte de la vida. Lamento
sin embargo, aunque no 
con excesiva pena, 
no haber tenido nunca un dormitorio,
aunque por otra parte,
qué podía yo hacer con tantos muebles
y con tanta madera arrebatada
a aquellas tierras en donde nació...
                 Fue roja mi primera cama.
                 Tenía una plaquita, de San José y el Niño,
                 en el pequeño cabezal.
                 Recuerdo todavía
                 a los mayores discutiendo
                 que su compra era urgente pues la niña
                 no cabía en la cuna.
Fue peor
no acceder a los libros  que, mudos, me llamaban
porque venían y se iban
más lejos cada vez. Igual que mis amigos,
que mis casas, que las viejas butacas,
que los paisajes encontrados.
                 Quién sabe todavía
                 en qué casa, en qué cuarto moriré.
Sin embargo, me alegro
de haber tenido, en USA, tres objetos: la boina
de hielo del dolor 
de cabeza, el teléfono blanco
-en mi tierra eran negros-
de Mirna Loy, y haber averiguado
lo que desayunaban, en altas copas cristalinas,
las heroínas y los héroes 
del cine. Eran pomelos: esa fruta
cuyo amargor no puedo soportar.

¿Y del amor? Punto y aparte.
Los quise. Me quisieron:
todos fueron mis gatos. Hubo también tres perros.
Lo sé: no ha sido tan terrible.

(En Poesía completa, 2023)


Julia Uceda Valiente fue  profesora, crítica literaria y poeta adscrita por edad a la Generación de  los 50, si bien no fue incluida en ninguna de las antologías más representativas del grupo, quizá porque no compartió vivencias ni amistad con los miembros del grupo. Nacida en el barrio sevillano de Santa Cruz en 1925, se doctoró en  Filosofía y Letras por la Universidad Hispalense con una tesis sobre el poeta José Luis Hidalgo. Entre 1965 y 1973 ejerció la docencia en la Universidad Estatal de Michigan, en Estados Unidos, donde coincidió con algunos exiliados españoles: el escritor Ramón J. Sender, el erudito Antonio Rodríguez Moniño y el escritor y ensayista Sánchez Barbudo. Luego trabajó  en Irlanda, como profesora en el Dublin College (1974-1976). Tras su regreso definitivo a España fijó su residencia en Ferrol, ciudad a la que fue destinado su esposo y donde vivió hasta su muerte, acaecida el 21 de julio de 2024. Fue profesora en distintos institutos de bachillerato, como lo había sido en el Columela de Cádiz antes de su marcha a Estados Unidos. 

Publicó una amplia gama de artículos de investigación y dio numerosas conferencias en España, Estados Unidos e Irlanda. Fue miembro correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y formó parte de la Asociación Internacional de Hispanistas. Con Fernando Bores dirigió la colección de poesía Esquío y coordinó con Sara Puyol la colección de ensayos literarios La barca de loto.

Su trayectoria pública como escritora comienza en 1959 con la publicación de Mariposa de cenizas. Continúa con la publicación de Poemas de Charry Lane (1968) durante su estancia en Estados Unidos y de Campanas en Sansueña (1977) nada más regresar a España. A  estos seguirán Viejas voces secretas de la noche (1981), Del camino de humo (1994) y la antología En el viento, hacia el mar (1959-2002) (2003), reconocida con el Premio Nacional de Poesía 2003. En 2006 publicó Zona desconocida (con prólogo de Miguel García-Posada, uno de sus más brillantes alumnos), que le valió el Premio de la Crítica;  en 2010 aparece Hablando con un haya, cuyo título hace referencia al árbol del jardín de su casa, y  en 2013, Escritos en la corteza de los árboles, su último libro no recopilatorio. En 2019 recibió el Premio García Lorca a su trayectoria. En 2023 la Fundación José Manuel Lara publicó su Poesía completa en la colección Vandalia, con prólogo de otro de sus alumnos, el poeta y ensayista Jacobo Cortines. 

[Imagen inicial: fundacionaquae.org]

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