Derek Walcott, pintor, poeta y dramaturgo, nació en Castries, capital de la isla de Santa
Lucía, una de las Antillas Menores, el 29 de enero de 1930. Era hijo de una profesora nativa, descendiente de esclavos negros, y de un pintor británico blanco que falleció cuando el escritor y su hermano gemelo, Roderick, eran niños. Cursó estudios de licenciatura en la Universidad de las Indias Occidentales, en Jamaica. Se dio a conocer como pintor, afición que cultivó durante toda su vida. En el año 2000 reunió todas sus acuarelas en Tiepolo's Hound (El sabueso de Tiepolo). En 1948 apareció 25 Poems, cuya edición costeó el joven poeta con un préstamo de su madre, y al año siguiente, su segundo poemario: Epitaph for the Young. En 1953 se traslada a la cercana isla de Trinidad en busca de oportunidades. Allí fundó y dirigió (1959-1976) el Taller de Teatro de Trinidad, donde estrenó sus primeros textos dramáticos y se representaron obras de Wole Soyinka (Premio Nobel de Literatura 1986), Chejov y Tennessee Williams, entre otros. Obtuvo su primer éxito como poeta con In a Green Night (En una noche verde), publicado en Londres en 1962. Durante la década de los 80 fue profesor en distintas universidades del Caribe.
Lucía, una de las Antillas Menores, el 29 de enero de 1930. Era hijo de una profesora nativa, descendiente de esclavos negros, y de un pintor británico blanco que falleció cuando el escritor y su hermano gemelo, Roderick, eran niños. Cursó estudios de licenciatura en la Universidad de las Indias Occidentales, en Jamaica. Se dio a conocer como pintor, afición que cultivó durante toda su vida. En el año 2000 reunió todas sus acuarelas en Tiepolo's Hound (El sabueso de Tiepolo). En 1948 apareció 25 Poems, cuya edición costeó el joven poeta con un préstamo de su madre, y al año siguiente, su segundo poemario: Epitaph for the Young. En 1953 se traslada a la cercana isla de Trinidad en busca de oportunidades. Allí fundó y dirigió (1959-1976) el Taller de Teatro de Trinidad, donde estrenó sus primeros textos dramáticos y se representaron obras de Wole Soyinka (Premio Nobel de Literatura 1986), Chejov y Tennessee Williams, entre otros. Obtuvo su primer éxito como poeta con In a Green Night (En una noche verde), publicado en Londres en 1962. Durante la década de los 80 fue profesor en distintas universidades del Caribe.
En 1981 marcha a Estados Unidos donde impartió clases en la Universidad de Harvard, y después fue catedrático de literatura y composición en la de Boston. Durante estos años, alternó sus estancias en Trinidad y Tobago con Boston. Sigue escribiendo y se va convirtiendo en una de las voces fundamentales de la poesía caribeña. Su Collected Poems 1948-1984 (1986) fue aclamado por crítica y lectores, pero el definitivo reconocimiento internacional le llegó con Omeros (1990), un magno poema épico en el que traslada la historia mítica al Caribe (Aquiles y Héctor son aquí pescadores locales que conviven con un oficial inglés retirado y su familia, Helena es una esclava negra y Ulises va en busca de sus antepasados a la costa occidental de África), narrada por un aprendiz de brujo, trasunto del propio poeta. En 1992 le concedieron el Premio Nobel de Literatura por "una obra poética de gran luminosidad, con una visión histórica fruto de un compromiso multicultural". Poco después la Unesco lo nombró miembro de la Comisión Mundial de la Cultura y el Desarrollo. Gran amante de nuestro país, viajó a España en varias ocasiones y le dedicó una sección en The Bounty (1997). Después de dejar la docencia en 2007, regresó a Santa Lucía. Tras una larga enfermedad, falleció en su casa de la isla de Santa Lucía el 17 de marzo de 2017.
Es autor de quince libros de poesía y más de treinta obras de teatro. Entre sus poemarios destacan, además de los anteriormente citados, Otra vida (1973), Uvas de mar (1976), Dichoso el viajero (1981) y El testamento de Arkansas (1987). Sueño en la montaña del mono (1970) es lo más sobresaliente de su producción teatral. Martín López-Vega ("Derek Walcott, el poeta de los seis sentidos". El Cutural, 17/03/2017) ha escrito que Walcott pertenece una generación de poetas de distinto origen -entre los que incluye a J. Brodsky*, S. Heaney, C. Milosz y Y. Amijai- que comparten una "preocupación común: la de convertir cada poema en una reflexión sobre nuestro lugar en el mundo que aunase análisis autobiográfico y conciencia de nuestro lugar en la historia." Estos poetas dan testimonio de "la derrota diaria del ser humano, y también de su capacidad para encontrar la dicha en las cosas cotidianas". Lo que distingue a Walcott de otros compañeros de generación es, según López-Vega:
su fraseo, inconteniblemente épico, que transforma cualquier experiencia, por banal que sea, en un arrebato de intensidad que envuelve al lector atrapado en una poesía que apela a los cinco sentidos como pocos autores han sido capaces antes. A los seis sentidos, habría que decir en realidad, pues a la sensualidad pluriforme de su verso hay que añadir su capacidad para apelar a nuestro sentido de la historia.
Otro poema del autor en este blog:
*Entradas relacionadas:
-Héctor Abad Faciolince:
-Joseph Brodsky:
Cuanto me gusta este autor. Y no encuentro libros, ¿sabe usted donde?
ResponderEliminarEfectivamente, no es fácil encontrar sus libros. Supongo que usted ya ha lo ha intentado en bibliotecas públicas y en librerías. En las páginas web de algunas librerías que he consultado he encontrado varios títulos, lo cual no garantiza que no estén agotados. Le indico los más recientes: Pleno verano: Poesía selecta (Vaso Roto, 2012) y Poemas escogidos (2009, en la misma editorial); Poemas (Asociación Festival Internacional de Poesía de Granada, 2010). Por otra parte, Valparaíso Ediciones, de Granada, acaba de publicar La luz del mundo (2017). Es cuanto puedo decirle. Un saludo.
ResponderEliminarEl que más me gusta es el homenaje a La Odisea y Omero (u Omeros, según leo que dicen algunos investigadores actuales, dudando de la la única autoría de esas obras clásicas.
ResponderEliminarDel segundo me intriga ese título en catalán si es que está referido a una isla caribeña.
Y el tercero me llama la atención por esa invitación tan literal a conocer al desconocido que hay en cada uno de nosotros. Casi da miedo, jeje
Carlos San Miguel