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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Leer juntos Hoy: 'El silbido del arquero', de Irene Vallejo



   El día 9 de noviembre iniciamos nuestras sesiones “Leer junt@s hoy”, con una sesión dedicada a la novela El silbido del arquero de Irene Vallejo Moreu.
  Llegó la autora al Instituto con la sencillez de una alumna, la ilusión de volver a un lugar en el que se fueron fraguando sus ideas literarias, y la seguridad de su enorme bagaje intelectual. Su generosidad le llevó a regalarnos dos largas horas de  explicaciones,  detalles y visiones de su obra y del mundo clásico, su gran tema, sin un trago de agua de reposo. La numerosa audiencia siguió la sesión con la atención de quien está oyendo una lección magistral, enorme admiración y gran cariño, pues varias de las personas asistentes habían sido profesoras suyas.
  Carmen Romeo Pemán hizo su presentación: “Caminos que confluyen” (incluimos el texto en la siguiente entrada). Carmen había sido profesora de Literatura de Irene en COU, con una advertencia previa de Mª Pilar Iranzo, profesora de Griego: “Carmen, Irene va a estudiar Filología Clásica… no te la lleves a Hispánicas”. Carmen cumplió, Irene estudió Clásicas, pero su rumbo profesional la ha llevado con pleno éxito a la literatura. La presentación de Carmen, sin comentarios,  sólo quiero corroborar la idea de la profunda huella que alumnas y alumnos dejan en sus profesor@s.

  Irene Vallejo comenzó explicando su llegada a La Eneida, en la carrera, ya familiarizada con La Odisea y La Ilíada desde su infancia. Le interesó especialmente el personaje de Elisa (Dido), una mujer que transgrede los roles tradicionales de género, a pesar de que en La Eneida los personajes femeninos son meramente instrumentales. A partir de aquí concibió su novela.
  A través de cinco personajes principales, Dido (a la que llama por su nombre fenicio, Elisa), Ana (su hermana), Eneas, Eros (dios del Amor) y Virgilio, y sin alterar lo más mínimo el texto clásico, la autora reconstruye el capítulo IV de La Eneida, los amores de Dido y Eneas y la huida de este último de la ciudad de Cartago. Aprovechando los espacios no ocupados por Virgilio, los personajes narran, en primera persona, sus deseos y sentimientos, su pensamiento y su acción. Y aquí es, donde, según la autora,  la obra clásica se convierte en una novela del siglo XXI: los roles femeninos y el valor de las mujeres, el horror de la guerra y el deseo de paz, la crítica social y política de aquel que se siente con las manos atadas a quien le da de comer, la libertad humana envidiada por los propios dioses… Pero se cumple el fatum, Eneas huye y Elisa muere por su propia voluntad (¿miedo/rebelión  al destino masculino?).
  Esta es la novela, pero esconde muchas más intenciones: es un acompañamiento a las inquietudes y responsabilidad de Virgilio, el autor de La Eneida, quien en definitiva hace hablar a los personajes. Es una crítica a la censura y a las obras de encargo, es un guiño a la política (hoy) y a la historia (pasado), es un tributo a los orígenes de la bimilenaria Caesar-Augusta. 

  Los personajes clásicos (¿viejos?, ¿eternos?) reflejan en el espejo nuestros problemas cotidianos: los personajes femeninos, transgresores y temerosos, mujeres inseguras de su cuerpo por su madurez o su juventud, su afán de maternidad, su deseo de protección… Eneas, perdedor y emprendedor, ha aprendido la crueldad e inutilidad de la guerra, desea la paz, pero renuncia a su amor por cumplir su destino (¿es el fatum quien dirige sus pasos hacia la eterna Roma o el poder de su masculinidad que le hace preferir la gloria?). Eros, dios omnisciente, que conoce la eterna rueda del amor y el desamor. Y Virgilio, el autor, el alter ego de la autora; el único personaje narrado en tercera persona (el eco de su propio biógrafo, Suetonio) hasta el momento final, el que nos presenta la cruda realidad política que le ha sacado de su poética bucólica; cuando encuentra su voz, escribe La Eneida.
  La narración de los cinco personajes da forma a la novela y construye la aventura. La descripción precisa, muy poética, llena de guiños a la naturaleza (mediterránea). Tampoco ha olvidado la autora los reflejos culturales de La Eneida (Flaubert,  Pourcell).  

  Podríamos hablar del título, del diseño de la cubierta (preciosa realización de Elisa Arguilé, también alumna del IES Goya, con una sencilla estética etrusca y profundo significado), de la editorial (Contraseña, joven y excelente editorial aragonesa). Sin las notas de la autora  nos hubiéramos perdido muchos detalles.
  En mis pesquisas he encontrado esta interesante página sobre Cartago, podéis echarle un vistazo: http://recursos.march.es/culturales/documentos/conferencias/pp2932.pdff

  Desde mi juventud, uno de mis hábitos diarios es levantarme temprano, recoger el Heraldo de la puerta de mi casa y leerlo (ahora ya sin prisa). Todos los lunes, tras leer los titulares de la primera página, voy directamente a la contraportada, buscando la columna de Irene Vallejo: invariablemente un tema enorme de actualidad es analizado desde la sabiduría clásica (un autor, una palabra, una costumbre…). Piezas maestras de la literatura, el pensamiento y el compromiso creativo, y siempre en positivo. Anima a comenzar el difícil día lunes. Lo recomiendo.
Concha Gaudó Gaudó


                                       *                              *                              *                              *


   Si yo hubiera tenido que presentar a Irene Vallejo Moreu hubiera sido una difícil tarea. Presentar a una joven escritora, que ha sabido dibujar palabras tan bellas, y lograr que no caigan en el olvido ni ella ni las aventuras que nos cuenta (al hilo de la escritura clásica) es un reto que causa el vértigo, la inquietud y la inseguridad de no estar a la altura, además de la duda de que no me ciegue el aprecio que siento hacia ella.
   Conocí a Irene en un aula de este  Instituto Goya cuando el azar me deparó la fortuna de ser su profesora de Historia de la Filosofía. Eran esos momentos en los que se preparaba para entrar de lleno en el conocimiento del mundo que le apasiona, el mundo clásico. Irene quería estudiar en la Universidad, quería especializarse en Filología clásica.
    Fue una gran suerte conocerla, por su calidad humana, su educación y la brillantez de su pensamiento y conocimientos. La relación entre profesora y alumna parece ser que es vertical, a la profesora se le supone una cierta sabiduría y a la alumna como un ser al que hay que enseñar, da igual  como se entienda la tarea de enseñar, bien como la de llenar las mentes  o bien como la de vaciarlas,  la de ayudar a que nazca lo inmanente.
   La Filosofía clásica, la socrática-platónica, defendía la inmanencia  de las ideas y por eso su método de enseñanza fue la Mayéutica. Cuando Irene Vallejo llegó al aula ya había alumbrado, había dado a luz muchas ideas, mucha sabiduría. No puedo afirmar si había sido ayudada por alguna "partera" (figura clásica donde las haya; Sócrates fue hijo de partera  y Ana - personaje de "El silbido del arquero"-  también es hija de una partera)  o había sido ella sola la que se había ayudado a  sí misma y por sí sola a alumbrar, a ayudar a nacer de sí misma toda esa sabiduría que ya transmitía.
    Es también una idea  y un hallazgo de los clásicos el que el buen maestro es aquel que logra que sus alumnos le superen y vayan más allá de lo que ellos supieron y transmitieron. De esta relación fueron ejemplo vivo Sócrates- Platón- Aristóteles, verdaderos modelos para la Historia de la Pedagogía. Ante esto tengo que confesar que, cuando conocí a Irene, me sentí ya superada antes de empezar mis clases. La primera vez que leí un texto de examen escrito por ella, mi admiración  y mi asombro fueron totales.
   El silbido del arquero  no es la primera obra que leo. Si no me equivoco, creo que he leído todo lo que ha publicado. La lectura de esta  novela es uno de esos grandes placeres que nos brinda la Literatura. Si esto es así, se puede y quiero afirmar que aún fue mayor el disfrute escuchando a Irene Vallejo hablar de su novela.
   Irene posee el don de la palabra oral y escrita. En la sesión del lunes nueve de noviembre nos regaló de forma muy generosa toda la belleza de su sentir, su intuir y su crear una novela que nos sumerge en el espíritu del mundo antiguo, para mostrarnos que sigue siendo el espíritu de nuestro mundo.
    La novela se nos presenta con bello título y bello diseño de portada. Su título, El silbido del arquero, es la imagen del náufrago Eneas que llega a Cartago con su dura experiencia de la derrota, las tempestades del mar y sus tormentos vitales. El silbido es ese silbido del viento, de las palabras, de las sensaciones, de las flechas que dispara el destino, que dispara Eros y nos impulsa  a construirnos y destruirnos.
    Es una escritura muy sonora, muy visual y muy conmovedora. Un texto lleno de bellas imágenes, metáforas y profundas afirmaciones de una gran madurez. Sabias palabras que nos ayudan a enriquecer la mirada, el conocimiento y la comprensión de la vida, de las emociones y sentimientos de mujeres, de hombres; también a conocernos y reconocernos. Nos da una rica visión de los dioses y sus diferencias con los humanos, en especial del dios Eros. Nos dibuja de manera majestuosa a la Naturaleza, el mar, el cielo, las nubes, las aves...y siento que ya nunca mi mirada hacia toda esta riqueza de seres que nos circundan y conforman mi experiencia   será  la misma que vivía antes de haber leído las sugerentes imágenes con las que nos las muestra Irene. Es una lectura que enriquece la percepción, las sensaciones y el pensamiento. Todo nuestro entorno se amplía y embellece.
   La novela trata toda una serie de temas muy relevantes. El tema del poder de los varones y el difícil de la mujer entre hombres, el  que Elisa simboliza como reina viuda de Tiro y de Cartago. Tema muy destacable es el de la crueldad de la guerra y el deseo de fundar una ciudad que disfrute de la Paz, deseo y proyecto compartido por Elisa y Eneas. El horror a la guerra está narrado y denunciado en un impactante capítulo, “Asedio”, en el que se nos muestra cómo Eneas, tras huir de Troya, también decide huir de la guerra; su deseo de paz está por encima del amor.

Eneas cuenta a Dido las desgracias de Troya 
Cuadro de Pierre-Narcisse Guerin, 1815. Museo del Louvre, París.
     Conocemos a todos los personajes a través de lo que ellos nos van contando en primera persona y, con sus voces, vamos conociendo sus relaciones y, de alguna manera, las historias de Troya y Cartago. En capítulos aparte aparece una historia paralela, la de Virgilio, contada por un narrador que nos sumerge en la Historia de la fundación y de la vida de Roma.
     El silbido del arquero es una novela de una riqueza tal en sugerencias para la reflexión que, posiblemente, sea excesivo el afirmar que es interminable la tarea de comentar pero no lo es el afirmar, al menos por mi parte, que es una profunda y rica tarea. Dejo a los lectores que sean ellos los que la continúen. Quiero dar las gracias a Irene por el regalo de esta novela.

Inocencia Torres Martínez 

1 comentario:

  1. Gracias a Irene por la novela y por dedicarnos su tiempo. Y gracias a vosotras, Concha e Inocencia,por estas magníficas reseñas y por darnos la oportunidad de conocer a Irene.

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