EL BLOG DE LA BIBLIOTECA "IRENE VALLEJO" DEL IES GOYA DE ZARAGOZA


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jueves, 30 de junio de 2022

Libros: Novedades

 Presentamos el boletín de novedades de final de curso con algunas sugerencias de lectura para estas vacaciones. ¡Feliz verano y felices lecturas!


Lecturas Primavera-Verano 2022 by Biblioteca_IES_Goya

lunes, 27 de junio de 2022

Lecturas en inglés

Con este boletín de libros en inglés completamos la serie iniciada el curso pasado de lecturas en lenguas extranjeras disponibles en nuestra biblioteca para conocimiento de los estudiantes, profesores y demás lectores del IES Goya.

 

Lecturas en Inglés by Biblioteca_IES_Goya

domingo, 26 de junio de 2022

"Cuestiones de viaje" (Questions of Travel), de Elizabeth Bishop


Los desaparecidos saltos del Guairá


CUESTIONES DE VIAJE

Aquí hay demasiadas cascadas: arrolladores torrentes
bajan rápidamente hacia el mar,
y la presión de tantas nubes en las cimas de las montañas
los hace desbordarse en una suave cámara lenta sobre las laderas,
volviéndose cascadas ante nuestros propios ojos.
-Ya que si aquellas venas, aquellas largas millas de brillantes manchas de
lágrimas,
aún no son cascadas,
en una época más o menos rápida, como las que aquí transcurren,
probablemente lo serán.
Pero si los arroyos y las nubes continúan viajando, viajando,
las montañas parecen cascos de volcanes buques
con limos colgantes y lapas.

Piensa en el largo viaje a casa.
¿Tendríamos que haber permanecido en casa y pensar en esto de aquí?
Hoy, ¿dónde deberíamos estar?
¿Es correcto ser expectadores de extraños que actúan en una obra
en el más extraño de los teatros?
¿Qué infantilismo nos empuja, mientras queda un aliento de vida
en nuestros cuerpos, a correr
para mirar el sol desde el otro lado?
¿Para ver el más pequeño colibrí verde del mundo?
¿Para mirar con atención, alguna vieja, inexplicable obra de piedra,
inexplicable e impenetrable,
desde todos los puntos de vista,
percibida en el acto y siempre, siempre encantadora?
Oh, ¿debemos soñar nuestros sueños
y también realizarlos?
¿Y nos queda espacio
para un poniente plegable de viaje, y todavía lo bastante cálido?

Hubiese sido una lástima, a buen seguro,
no haber visto los árboles a lo largo del camino,
realmente exagerados en su belleza,
no haber visto sus gestos,
como nobles pantomimas con vestidos color rosa.
-No haber necesitado detenerse a poner gasolina y no haber podido oír
esas dos tristes notas de la melodía de madera
de unos desaparejados zuecos de madera
que, sin cuidado alguno, golpean
el suelo manchado de aceite de la gasolinera.
(En otro país los zuecos estarían controlados:
cada par sonaría con un idéntico tono.)
-Sería una lástima no haber escuchado
la otra música, la menos primitiva, del gordo pájaro castaño
que canta posado sobre la estropeada bomba de gasolina
en la barroca iglesia de cañas de los jesuitas:
tres torres, cinco cruces de plata.

-Sí, sería una lástima no haber ponderado nunca,
sin precisión, indefinidamente,
qué relación puede existir durante siglos
entre el más burdo calzado de madera
y el cuidado y la exigencia
de las fantasías en las jaulas de madera.
-No haber estudiado historia en 
la débil caligrafía de las jaulas de los pájaros cantores.
-Y nunca haber tenido que escuchar la lluvia,
tan parecida a los discursos de los políticos:
dos horas de oratoria sin pausa alguna
y después, de repente, un silencio de oro
durante el cual la viajera toma un cuaderno de notas y escribe:

"¿Es una falta de imaginación lo que hace que vengamos
a lugares imaginados, en lugar de quedarnos en casa?
¿O quizá Pascal no tenía razón
en aquello de sentarse tranquilo en una estancia?

Continente, ciudad, país, sociedad:
la elección nunca es amplia ni libre.
Y aquí, o allí... No. ¿Tendríamos que habernos quedado en casa,
doquiera fuese?"

VERSIÓN ORIGINAL EN INGLÉS:

QUESTIONS OF TRAVEL

There are too many waterfalls here; the crowded streams
hurry too rapidly down to the sea,
and the pressure of so many clouds on the mountaintops
makes them spill over the sides in soft slow-motion,
turning to waterfalls under our very eyes.
—For if those streaks, those mile-long, shiny, tearstains,
aren't waterfalls yet,
ín a quick age or so, as ages go here,
they probably will be.
But if the streams and clouds keep travelling, travelling,
the mountains look like the hulls of capsized ships,
slime-hung and barnacled.

Think of the long trip home.
Should we have stayed at home and thought of here?
Where should we be today?
Is it right to be watching strangers in a play
in this strangest of theatres?
What childishness is it that while there's a breath of life
in our bodies, we are determined to rush
to see the sun the other way around?
The tiniest green hummingbird in the world?
To stare at some inexplicable old stonework,
inexplicable and impenetrable,
at any view,
instantly seen and always, always delightful?
Oh, must we dream our dreams
and have them, too?
And have we room
for one more folded sunset, still quite warm?

But surely it would have been a pity
not to have seen the trees along this road,
really exaggerated in their beauty,
not to have seen them gesturing
like noble pantomimists, robed in pink.
—Not to have had to stop for gas and heard
the sad, two-noted, wooden tune
of disparate wooden clogs
carelessly clacking over
a grease-stained filling-station floor.
(In another country the clogs would all be tested.
Each pair there would have identical pitch.)
—A pity not to have heard
the other, less primitive music of the fat brown bird
who sings above the broken gasoline pump
in a bamboo church of Jesuit baroque:
three towers, five silver crosses.
—Yes, a pity not to have pondered,
blurr'dly and inconclusively,
on what connection can exist for centuries
between the crudest wooden footwear
and, careful and finicky,
the whittled fantasies of wooden cages.
—Never to have studied history in
the weak calligraphy of songbirds'cages.
—And never to have had to listen to rain
so much like politicians'speeches:
two hours of unrelenting oratory
and then a sudden golden silence
in which the traveler takes a notebook, writes:

"Is it lack of ¡magination that makes us come
to imagined places, not just stay at home?
Or could Pascal have been not entirely right
about just sitting quietly in one's room?

Continent, city, country, society:
the choice is never wide and never free.
And here, or there... No. Should we have stayed at home,
wherever may that be?"

Elizabeth Bishop, Obra poética. Ed. bilingüe. Prólogo de Sam Abrams, estudio
 preliminar y trad. de S. Abrans y J. Margarit. Igitur. Montblanc (Tarragona), 2008


Elizabeth Bishop (1911-1979), quizá por su falta de arraigo, fue una gran viajera. Visitó Francia, Irlanda,  España, Italia, el norte de África, y en 1951 llegó a Brasil, país donde permaneció durante quince años. Su libro  Cuestiones de viaje (1965), dedicado a su compañera Lota Macedo de Soares, documenta en la primera parte, titulada Brasil, su prolongada estancia en este país. Como observa F. J. Irazoki, se centra en "un Brasil de cascadas, zapatos enlodados, seres envueltos en niebla, soldados que vigilan desde la niebla del horizonte". Javier Montes, en su ensayo Varados en Río, afirma: "A  lo largo de sus viajes, Bishop no consigue resolver (o más bien, prefiere no hacerlo) una contradicción y un desarraigo que es justo la raíz de su trabajo". Es lo que expresa en el poema que da título al volumen, donde se pregunta si deberíamos haber permanecido en casa e imaginar el lugar visitado, si es la falta de imaginación la que nos impulsa a viajar. Las mismas cuestiones que se plantea muchos años después el poeta español Álvaro Valverde en el siguiente poema:

Catedral Alexander Nevski, Sofía. (viajar.elperiodico.com)


QUESTIONS OF TRAVEL

Desde que lo leí por vez primera
me obsesiona el poema "Cuestiones de viaje",
de la bostoniana Elizabeth Bishop.
Nunca ha dejado de estar en mi memoria,
ni de interpelarme sus preguntas.
No hay viaje que no me lo recuerde.
Tras descubrir Brasil,
nuestra poeta inquiere, por ejemplo,
si hubiese sido mejor quedarse en casa
e imaginar ese lugar.
De ser así, tampoco
estaríamos nosotros aquí.
Nos acomete la misma inmadurez:
la de mirar el sol desde esta orilla,
por más que brille ahora por su ausencia.
No nos basta con soñar nuestros sueños:
debemos vivirlos también.
Ella evoca a Pascal, esas desgracias
que derivan del hecho de ser incapaces
de no quedarnos solos y tranquilos
en nuestro propio cuarto. Se interroga: 
¿Es falta de imaginación lo que nos obliga a venir
a lugares imaginados, en vez de quedarnos en casa?
Estamos en Sofía, pero podría ser 
en cualquier parte.
Con ella, por fin, nos cuestionamos:
¿Deberíamos habernos quedado en casa,
dondequiera que eso quede?
Y en su formulación retórica,
no encontramos al cabo la respuesta.

(Publicado en la revista Estación Poesía. Sevilla, 2019.
Pertenece al libro de Álvaro Valverde Cuaderno de Sofía, inédito)

[Imagen inicial: Tripadvisor]

miércoles, 22 de junio de 2022

Encuentro literario con Jesús Gil Vilda

 

 Bienvenido, Jesús, al instituto Goya de Zaragoza

 

Queremos brindar nuestra más afectuosa bienvenida a Jesús Gil Vilda, autor de la novela que nos ocupa en la tertulia de esta tarde, y que se ha mostrado tan ilusionado en conversar con el grupo de lectura del instituto donde cursó el bachillerato. Seguramente compartirá luego con nosotros algunos de los recuerdos que conserva de su adolescencia relacionados con sus vivencias en estas aulas, en los laboratorios, especialmente el de Química… y hasta en los conocidos futbolines que, en una calle aledaña, tan buenos ratos hacían pasar a los estudiantes de los ochenta durante el tiempo de recreo.

Jesús estudió la EGB en el CP Miraflores de Zaragoza, donde impartían clases sus padres. Obtiene el graduado escolar con la máxima calificación y, con 14 años, se matricula en el “Instituto de Bachillerato Goya” para cursar 1º de BUP. Cuatro cursos escolares permaneció en el centro hasta que concluyó el COU en junio del 89. Su expediente académico rebosa de notables y sobresalientes, no solo en Matemáticas, Química y Biología, sino también en Lengua española o en Filosofía.

Este expediente anunciaba la prometedora carrera de quien cursaría, en la Universidad de Zaragoza, Ciencias Químicas (vocación estimulada en el instituto por la profesora Mari Cruz Fernández), pero cuyo trabajo y dedicación se ampliarían a ámbitos tan diversos como el comercial, el literario o el cinematográfico. Al leer la novela A las afueras del mundo, comprobamos que, en efecto, su autor es un humanista preocupado por todo aquello que nos concierne y, en este sentido, no solo nos ilustra con su vasta cultura, con conocimientos de todo tipo -científicos, tecnológicos, históricos, económicos, políticos...- sino que además nos incita a la reflexión sobre nuestro mundo contemporáneo en crisis.

Como novelista, publicó en 2011 Crisis de gran mal, una ópera prima calificada por la crítica como deslumbrante. Destaco de la sinopsis de la editorial (El Aleph) las siguientes palabras: “Jesús Gil explora con su atenta mirada los abismos interiores de los directivos que operan en las entrañas del sistema económico y saca del armario una enfermedad proscrita, la epilepsia, una propuesta inédita en la literatura española contemporánea”.

Las multinacionales, el poder de las grandes corporaciones, los peligros que acechan a la democracia o sus puntos débiles, el uso de la violencia como arma política… y otros temas conectados con la crisis global se ponen de manifiesto para que los lectores reflexionemos sobre su alcance y cómo afectan al individuo y a su libertad, a cualquier persona de cualquier posición social y económica, con sus ambiciones, sus inseguridades, sus contradicciones y su propia lucha interior (en la primera novela, también con la enfermedad que le aqueja al protagonista). Son temas que preocupan al autor y que reaparecen en su segunda novela.

A las afueras del mundo (Destino, 2015) es la novela con la que, en nuestro grupo de lectura, nos hemos adentrado en el mundo narrativo de Gil Vilda. Novela ambientada en un futuro próximo, en una atmósfera perturbadora y nada complaciente, que nos lleva, espoleados por la intriga, a seguir los pasos de un enigmático personaje, Jesús Bernal, y de otros no menos misteriosos personajes que se relacionan con él, como Dorothea, y a querer conocer los porqués y las circunstancias en las que se mueven, pero sobre todo que nos invita a la reflexión, a la pausada y necesaria reflexión de temas acuciantes de la realidad contemporánea.

Jesús Gil Vilda ha publicado también relatos, poesía, artículos en Heraldo de Aragón, colaboraciones en la revista Núvol… y acaba de publicar, en el pasado mes de marzo, un libro titulado Los siete vendedores de éxito y los ocho compradores empeñados en que fracasen (Más allá de las herramientas de ventas: la verdadera experiencia de un vendedor), en Ed. Empresa activa. Se trata de una obra de marketing basada, como reza el subtítulo, en la experiencia comercial de tan polifacético autor.

Nosotros confiamos en que Jesús Gil Vilda no se lo piense mucho en retomar su actividad literaria y nos obsequie con una nueva novela tan interesante al menos como las anteriores. En fin, le agradecemos sumamente su firme decisión de aceptar nuestra invitación al club de lectura nada más proponérsela nuestra compañera María Bueno, con la que le une una reciente amistad, y que se haya desplazado desde Barcelona, donde reside, al IES Goya de Zaragoza para dedicarnos su tiempo y sus palabras.

Javier Aznar, coordinador del grupo “Leer juntos” del IES Goya






 

'A las afueras del mundo', de Jesús Gil Vilda

Grupo de lectura "Leer juntos" del IES Goya

Sesión del 30 de mayo de 2022

Autor: Jesús Gil Vilda

Obra comentada: A las afueras del mundo. Ed. Destino, 2015.

Jesús Gil Vilda

A las afueras del mundo, una historia de redención

 

Dos hombres de edad similar son los únicos ocupantes de la gondola del puente trasbordador sobre la desembocadura del río Tees. Uno de ellos ha subido a bordo de su lujoso coche, que permanece con las puertas abiertas y el navegador encendido mientras él fuma un cigarrillo apoyado en la barandilla y dirige al otro unas enigmáticas palabras. Después se arroja al agua. El segundo hombre contempla impasible la escena y, lejos de dar la alarma, se sube al coche del suicida y se aleja de allí guiado por el navegador.

Con esta impactante escena comienza una novela que nos intriga y nos atrapa desde sus primeras páginas, una distopía muy verosímil ambientada en un futuro no demasiado lejano. Un tiempo en que la lectura de ficción, reservada a los mendigos, ha sido sustituida por la creación de personajes virtuales; en que los coches de gasolina son una rareza pero continúan funcionando las centrales nucleares; una época de quiebra del sistema, de violencia e hiperinflación, de ruina de la clase media e incremento del número de pobres, aquellos que se sitúan “a las afueras del mundo”.

El sintagma del título aparece ya en las primeras páginas del libro, cuando el narrador describe Port Clarans, “un lugar con aspecto de estar, ya no a las afueras de Middlesbrough, sino del mundo”. Con él hace referencia a las enormes bolsas de marginación que se concentran en las grandes ciudades, allí donde no llega el Estado salvo para reprimir a la población y echarla de sus casas para poder robarles legalmente a sus hijos. Son zonas de baja vigilancia policial, sin cobertura para los teléfonos móviles ni conexiones a la red, como se encarga de advertir la policía a quien se dispone a cruzar la alambrada para adentrarse en uno de esos lugares. Una advertencia que escuchará dos veces el protagonista: la primera, forzado por las circunstancias; la segunda, por libre elección, cuando ha encontrado, por fin, su lugar en el mundo.

La ficción se organiza en dos partes. La primera, formada por cinco capítulos sin epígrafes ni numeración, es el relato de un hombre de mediana edad que, hastiado de su existencia, adopta la identidad del suicida y emprende un viaje con rumbo ignorado y sin retorno posible. En él narra ocho intensos meses de su vida en los que el navegador del coche lo conducirá a un hotel próximo a Londres y al encuentro con Dorothea, una enigmática mujer a quien lo une no solo la atracción sexual sino también la curiosidad intelectual. Convertido en sospechoso para la policía y para el grupo terrorista de la NNMA, su vida será a partir de entonces una constante huida. Escapando de la policía llegará a uno de esos lugares situados “a las afueras del mundo”, un degradado barrio londinense donde será acogido en una comunidad autogestionaria dirigida por un exsacerdote, el padre José Ramón Torres.

La narración, que comienza in medias res, retrocede para contarnos los motivos que le han llevado a dar ese brusco giro a su vida y cómo el suicidio de un desconocido quizá haya evitado su propio suicidio. Al mismo tiempo se inicia en la novela un proceso de indagación sobre la identidad de los personajes que se prolongará a lo largo de la toda la trama. El narrador no puede evitar preguntarse quién era realmente el hombre que se ha lanzado al río, un polaco de nombre Krzysztof Sobolewski, según la documentación encontrada en el coche, y qué relación tenía con la mujer del hotel, que se esconde bajo el nombre de guerra de Lorraine. Esta, por su parte, se propone averiguar quién es el suplantador y así descubre al zaragozano Jesús Bernal, que al perder su puesto de profesor en una universidad regida por criterios economicistas, se emplea como jefe de un equipo de limpieza de centrales nucleares.

El narrador protagonista se dirige a un narratario, Dorothea, como si de una carta se tratase. No obstante, la primera persona narrativa da paso en ocasiones a la tercera de un narrador omnisciente capaz de penetrar en la conciencia de los personajes, cuyos pensamientos reproduce en estilo indirecto libre:

“El aire entra limpio y aromático. Ella también querría ser una partícula de aire, veloz e insignificante, libre para entrar y salir, sin pasado del que lamentarse ni futuro al que temer".

El texto carece de referencias al momento histórico en que suceden los hechos; únicamente la alusión de Rugama, teniente coronel de la NNMA, a su tatarabuelo, muerto durante la revolución sandinista, nos ayuda a situarlos en el tiempo.

La narración de Bernal se interrumpe con frecuencia para dar paso a la relectura —“treinta y dos años después” de los hechos narrados— de fragmentos del cuaderno escrito por Dorothea y dirigido a Jesús (convertido ahora en narratario), con el que el autor, que demuestra un amplio dominio de las técnicas narrativas, recurre a la ficción dentro de la ficción y con ella, en este caso,  al perspectivismo: dos visiones diferentes sobre las vivencias compartidas, dos espejos que nos devuelven imágenes distintas de los personajes. Así, Jesús aparece a los ojos de Dorothea como un ser “puro y limpio”, opinión que contrasta con la que el propio Jesús tiene sobre sí mismo. El cuaderno de Dorothea (cuyo nombre es un homenaje a Dorothea Brooke, personaje de Middlemarch) es además una declaración de amor (“Ojalá estuviera aún en mi mano construir junto a ti una vida en común…”), pero también una especie de confesión general (ante un hombre del que piensa que su auténtica vocación es el sacerdocio) en la que repasa el “desperdicio” que ha sido su vida, y un acto de contrición.

Junto a las de Jesús y Dorothea, oiremos otras voces narrativas, las de algunos personajes convertidos en narradores ocasionales de su propia historia (el escritor Manfred Padama) o de la de otros (Clorinda), mostrando distintas caras de unos personajes que ganan así en hondura y complejidad.

Bernal y Dorothea son personas cultivadas que retienen en su memoria, en el momento de escribir, otros muchos textos que influyen no solo en la producción de sus discursos sino también en su comprensión. Así surge en la novela una pluralidad de voces superpuestas que, en un constante juego de intertextualidad, dialogan con ella, bien sea mediante citas de obras literarias (el Quijote, Middlemarch de George Eliot, Historia de dos ciudades de Dickens) o mediante referencias a obras de otros autores (la casa solariega de Dorothea se levanta en medio de un paisaje “que inspiró a Jane Austen, Francis Bacon o Charles Dickens”) o  a obras del séptimo arte con las que se establece cierto paralelismo (¡Qué bello es vivir!).

El ritmo narrativo se remansa con frecuencia con la inclusión de breves ensayos sobre diversos temas que, perfectamente insertados en la narración por medio del diálogo, son parte esencial de la trama, con la que guardan una estrecha relación. Así, la inclusión de la historia de Willi Münzenberg y su trabajo de captación para la causa comunista de la simpatía de intelectuales y artistas occidentales (el Club de los inocentes) nos ayuda a intuir algo más sobre Sobolewski, al que Dorothea se ha referido como el inocente, y adquiere pleno sentido cuando tenemos la certeza de que la NNMA también lleva a cabo una campaña de captación de “inocentes”. La conversación entre Dorothea y Jesús sobre la revolución de Cronwell se justifica ya que la organización terrorista trata de emular aquella revolución. La evocación de la relación de Friz Lang y Thea von Harbou, separados cuando eligen partido, sirve de preludio a la separación de Jesús y Dorothea, que, como la pareja alemana en su piso de Berlín, “se sienten en aquella habitación de hotel alejados de la ola de desesperación que empieza apoderarse del país”.

La segunda parte, muy breve, es la Nota del editor, que completa a modo de epílogo, los relatos de Jesús y Dorothea, y contribuye a la verosimilitud de la novela.  El editor no es otro que Shakif Hanafi, hermano de uno de los “mártires” víctimas de la violencia policial y alumno de Jesús que deseaba aprender a fabricar una bomba para vengar la muerte de su hermano. Este nos informa de que Jesús Bernal (que ha vivido muchos años bajo otra identidad) escribió el relato poco antes de morir. Así, la novela que comienza con la muerte violenta de uno de los dos personajes de la escena inicial se cierra con la noticia de la muerte, en paz, del otro (la segunda muerte de Jesús Bernal) tras una larga y fructífera vida.

La Nota del editor abre ante los lectores un horizonte de esperanza en la ficción distópica: por ella sabemos que Shakif, el joven aspirante a terrorista y miembro de una banda de maleantes, se ha convertido en director de un centro educativo, aquel en el que Jesús empieza a impartir clases a dos alumnos, transformado hace seis años en un moderno instituto donde cursan estudios más de doscientos.

Y es que A las afueras del mundo es también una historia de redención en la que los protagonistas, tal como nos anuncia la cita de San Juan de la Cruz que abre la novela y adelanta la clave de la historia, evolucionan para llegar “a lo que no eran”. Jesús rompe con una vida que no le satisface y, tras un periodo de tiempo en que otros llevan las riendas de su existencia, puede decidir, por fin, qué hacer con ella. Los protagonistas son personajes que cargan con el peso de la culpa. Jesús, con el pesar de haber abandonado a su hijo, y Dorothea con el fardo de una vida dominada por el odio y el deseo de venganza. El amor de Jesús y la muerte del padre Torres actúan como un revulsivo que la lleva a abandonar su vida anterior para dedicarse a una nueva misión: la de salvar a Jesús, aun a costa de ponerse en peligro. Bernal, por su parte, se redimirá empezando a trabajar en un colegio con las ventanas rotas, dedicado a formar a jóvenes desheredados que sobreviven “a las afueras del mundo”. Este enseña a sus alumnos a no juzgar a las personas por su pasado, pues “todos albergamos una enorme capacidad de redención”.

Jesús Gil Vilda ha escrito una novela en que nos invita a reflexionar sobre los problemas del mundo actual, que parecen abocarnos a un futuro desolador. No obstante, el autor ofrece una visión esperanzada, de confianza en los seres humanos, capaces de mejorar y transformar el mundo con ellos. Se trata de una novela llena de interés, tanto por los temas tratados como por la meditada construcción de la misma y las variadas técnicas narrativas, en la que Jesús Gil Vilda muestra su destreza y madurez como narrador, además de su amplia cultura.

                                                            Josefina López Granada


 

domingo, 19 de junio de 2022

"Oración en el Mediterráneo", de Ana Luísa Amaral

 



Oración en el Mediterráneo



En vez de peces, Señor,

danos paz,

un mar que sea de olas inocentes,

y una vez en la arena

gente que mire con el corazón abierto,

voces que nos acepten


El viaje es tan difícil

que hasta la espuma hiere y hierve,

y es tan alta que ciega

durante la entera travesía


Haz, Señor, que no haya

muertos esta vez,

deja las rocas lejos,

que el viento amaine

y que tu paz por fin

se multiplique


Que después de la balsa

la guerra, la fatiga,

tras los brazos abiertos y sonoros,

haya, Señor,

un poco de pan tierno

y un pescado, tal vez,

del mar


que es también nuestro 


(Traducción de Marisa Martínez Pérsico)



VERSIÓN ORIGINAL EN PORTUGUÉS:


 

Prece no Mediterrâneo

 

Em vez de peixes, Senhor,

dai-nos a paz,

um mar que seja de ondas inocentes,

e, chegados à areia,

gente que veja com coração de ver,

vozes que nos aceitem

É tão dura a viagem

e até a espuma fere e ferve,

e, de tão alta, cega

durante a travessia

Fazei, Senhor, com que não haja

mortos desta vez,

que as rochas sejam longe,

que o vento se aquiete

e a vossa paz enfim

se multiplique

Mas depois da jangada,

da guerra, do cansaço,

depois dos braços abertos e sonoros,

sabia bem, Senhor,

um pão macio,

e um peixe, pode ser,

do mar

que é também nosso


(De Ágora, 2019)

 

El poema seleccionado pertenece a Ágora, de la escritora portuguesa Ana Luísa Amaral, un libro que visita diversas imágenes realizadas a partir de episodios bíblicos, en diálogo permanente con la Biblia y con el arte, un conjunto de poemas bellos y terribles, conmovedores y violentos. En "Oración en el Mediterráneo", un poema sobre los refugiados, hay una clara referencia al milagro de los panes y los peces.

Actualización (6 de agosto de 2022) :

Ana Luísa Amaral falleció ayer, 5 de agosto, a los 66 años. 

[Imagen: lavozdelsur.es]