Grupo de lectura "Leer juntos" del IES Goya
Sesión del 15 de marzo de 2021
Obra comentada: Mujeres (Femei), Impedimenta, 2008
Autor: Mihail Sebastian
Traducción de Marian Ochoa de Eribe
1. Mihail Sebastian, el autor
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Mihail Sebastian (Discogs) |
Mihail Sebastian es el seudónimo más conocido de Iosif Hechter, dramaturgo, ensayista, periodista y novelista rumano. De familia judía, nació en 1907 en la ciudad de Braila, a orillas del Danubio. Estudió Derecho en Bucarest, convertida tras la Primera Guerra Mundial en capital cultural del Este de Europa y conocida como el "pequeño París". Pronto se sintió atraído por la vida literaria de la ciudad y por las ideas de la nueva generación de brillantes intelectuales rumanos. Empezó a publicar sus primeros escritos con el apoyo del carismático filósofo y profesor Nae Ionescu, que lo nombró redactor de la revista
Cuvântul (
Palabra), donde en agosto de 1927 apareció su primer artículo, firmado con el seudónimo con el que se haría célebre.
Acabada la carrera de Derecho, marchó a París en 1931 con la intención de realizar el doctorado. Allí entró en contacto con la literatura francesa, que siempre le había interesado, y pronto se convirtió en un especialista en la obra de Balzac, Gide y Proust. Tras su regreso a Rumanía ejerció como abogado en Bucarest pero mantuvo sus colaboraciones en periódicos y revistas. Junto a escritores de la talla de Nae Ionescu, Emil Cioran o Mircea Eliade formó en 1932 el grupo literario Criterion, y alcanzó notoriedad con la publicación, un año más tarde, de su primera novela, Femei (Mujeres) y con el estreno de algunas obras teatrales.
En 1934 se disolvió el grupo Criterion por discrepancias políticas entre sus miembros, pues algunos de
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Emil Cioran, el dramaturgo Eugène Ionesco y Mircea Eliade. (Flacara TV)
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ellos
—incluido Nae Ionescu, su mentor
— se habían aproximado a las posturas fascistas y antisemitas de la Guardia de Hierro de Corneliu Codreanu, lo que los fue alejando de Sebastian por su condición de judío. Especialmente doloroso para el autor fue el progresivo distanciamiento de Mircea Eliade, su "primer y último amigo", con quien había compartido también el amor por Nina Mares, una secretaria divorciada amiga de ambos que acabaría casándose con Eliade. Los amigos perdieron todo contacto a partir de 1940, a raíz del nombramiento de Eliade como agregado cultural de la embajada de Rumanía en Londres. No obstante, todavía pudo contar con su apoyo cuando en 1934 publicó una de sus obras más representativas y polémicas,
De doua mii de ani... (
Desde hace dos mil años), novela seudoautobiográfica sobre las penalidades de un judío, estudiante de arquitectura en la Rumanía de la época, en la que el autor defiende la tesis de la integración de los judíos en la sociedad rumana. Al frente de la publicación, figuraba un prólogo de Nae Ionescu, que Sebastian le había pedido en 1931 y que, pese a su contenido antisemita, decidió incluir en la edición definitiva, a modo de venganza. En él, Ionescu, en contra de la tesis de la novela, defendía la persecución de los judíos como justo castigo por la muerte de Jesuscristo y sostenía que la identidad rumana y la judía eran totalmente irreconciliables. La publicación del libro escandalizó a la sociedad rumana y provocó las críticas, tanto de la comunidad judía, que tachó al autor de "perro faldero de Ionescu", como de la extrema derecha, que lo acusó de agente sionista.
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Mihail Sebastian y la actriz Leni Caler (fundingtimetowrite-wordPress.com) |
Durante la Segunda Guerra Mundial, Sebastian permaneció en su país, que se alineó con las potencias del Eje y promulgó leyes antisemitas, en virtud de las cuales se le expulsó de su casa, fue apartado de su trabajo en la Fundación Real y hubo de estrenar sus obras de teatro bajo seudónimo. Sus amigos lo abandonaron y durante algún tiempo se vio obligado a vivir escondido para evitar ser deportado a Polonia. En estos años de soledad y terror, su único consuelo fue la música clásica, que escuchaba a través de la BBC y de Radio París. Todos estos pormenores de su vida se conocen por su diario, escrito de 1935 a 1944 y publicado póstumamente en 1996, en Bucarets y en Estados Unidos, con el título de
Journal, 1935-1944. Se trata de un diario íntimo, un diario literario y un diario político que documenta la convulsa época que le tocó vivir, un testimonio fundamental del antisemitismo en Europa antes y durante la Segunda Guerra Mundial, comparado con los de Ana Frank, Primo Levi o Victor Kemplere.
Tras sobrevivir a las persecuciones antisemitas y a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, Mihail Sebastian murió el 29 de mayo de 1945, atropellado por un camión del Ejército Rojo, el mismo ejército que había liberado Bucarest, cuando se dirigía a tomar el tranvía para impartir su primera clase sobre Balzac. Tenía 37 años.
A partir de la publicación de su diario, la figura de Mihail Sebastian despertó el interés de los países occidentales, donde se empezó a recuperar sus obras. En 2004 el dramaturgo estadounidense David Auburn escribió una obra de teatro basada en el diario de Sebastian titulada The Jornals of Mihail Sebastian, estrenada en Nueva York ese mismo año, con Stephen Kunken en el papel de Sebastian. En 2006 recibió póstumamente el Geschwister-Schooll-Preis, premio dedicado a la memoria de los hermanos Schooll, creadores de un grupo de resistencia contra el régimen nazi. En España, Corradino Vega recreó en su novela La noche más profunda (2019) la vida de Mihail Sebastian a partir de los recuerdos de este en las horas previas a su muerte.
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Nina Mares, tercera por la izquierda, y Mircea Eliade, sentado, en 1939
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2. Mujeres, una novela de entreguerras
Mujeres (1933), una primera novela sorprendente por su profundidad y por su belleza, forma con La ciudad de las acacias (1935) y El accidente (1940) una trilogía de novelas psicológicas de ambiente urbano (Ochoa de Uribe). Se trata de una magnífica muestra de la sincronización producida tras la Primera Guerra Mundial entre la literatura rumana y la de los países europeos que marcan las nuevas tendencias estéticas, algunas de las cuales se incorporan a esta novela, que aborda uno de los temas más queridos para sus compañeros de generación, el de la aventura erótica.
Ambientada en los años veinte del pasado siglo, la novela se divide en cuatro partes ordenadas cronológicamente. Cada una de ellas constituye un relato completo que puede ser leído de forma independiente, pero que adquiere pleno sentido en relación con los otros tres. Un hilo sutil enlaza los cuatro relatos: las referencias a sucesos o personajes de las partes anteriores y, sobre todo, la presencia en todas ellas del personaje de Stefan Valeriu, un joven rumano de veinticuatro años que, cuando empieza la novela, acaba de terminar su último examen de médico residente, para pasar después a ejercer como médico en un hospital de París y convertirse, al final, en un artista de music-hall tras perder su trabajo en el Ministerio de Sanidad Rumano.
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Baile en el restaurante Flora de Budapest, 1927. (Nicolae Ionescu) |
En cada uno de los relatos, el autor recurre a distintas fórmulas narrativas. En el primero, un narrador en tercera persona focalizado en la conciencia de Stefan narra en presente su relación, durante unas vacaciones veraniegas, con tres mujeres —Marthe, Renée y Odette
— con quienes coincide en una pensión de los Alpes franceses. En el segundo, Stefan es el narrador testigo que cuenta en primera persona la desgraciada historia de Émilie, con el fin de demostrar que él no desempeñó papel alguno en la tragedia. El tercero adopta la forma de una carta que Maria, una amiga rumana, le dirige a Estefan tras la declaración amorosa de este
—convertido así en narratario y personaje del relato
—, para aclarar cualquier malentendido entre ellos y para confesarle su amor por Andrei, un amigo común. En el último, Stefan evoca en primera persona sus amores con Arabella, una enigmática mujer con la que formó pareja artística, con intención de explicarse a sí mismo lo que se niega a contar a la prensa: por qué se separaron en pleno éxito y por qué lo amó Arabella. En todos los casos, el autor ha elegido un narrador que no comprende ni conoce enteramente lo que cuenta, de modo que la novela, siguiendo las tendencias del momento, no llega a desentrañar la ambigüedad de algunas situaciones ni a explicar cabalmente el comportamiento de los personajes. Así, el narrador de la primera parte desconoce cuáles son los verdaderos sentimientos de Marthe hacia Stefan, si cuando, antes de su precipitada marcha, ella se pregunta si no parte "un poco tarde, demasiado tarde, tal vez...", quiere decir que es tarde para el joven, que ya se ha enamorado de ella, o tarde para ella misma. Tampoco sabe si el señor Rey consiente la aventura extramatrimonial de su esposa o permanece ajeno a la misma. Por otra parte, la justificación de los relatos, junto con las referencias a lugares y personajes reales o a acontecimientos históricos, incrementa la verosimilitud de los mismos.
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Domingo en CaleaVictorei, la arteria principal de la capital rumana, 1923. (Nicolae Ionescu) |
Siete nombres de mujer dan título a las diferentes partes de la novela, que constituye una galería de retratos femeninos, de la que no se excluye lo raro o deforme (Émilie) ni lo exótico (Arabella). Siete mujeres en la vida de Stefan que, por uno u otro motivo, le han dejado huella y forman parte de su educación sentimental. Se trata, por tanto, de una novela de personajes, en que el estudio psicológico de los mismos predomina sobre la acción. Marthe Bonneau es una bella mujer madura, cuya serenidad logra minar la seguridad del joven aprendiz de seductor. La tunecina Renée Rey es la esposa infiel que oscila entre el placer y el arrepentimiento, una amante torpe y de escasa belleza que termina por resultar tediosa a Stefan. Odette Mignon es una joven de dieciocho años, inteligente y de enorme madurez para su edad, que decide perder la virginidad, libre y voluntariamente, y desaparecer después de la vida de Stefan, "como una chica que conoces en un tranvía". Maria, el amor imposible de Stefan, se presenta como una divorciada rumana, mujer de mundo inteligente, culta e independiente, convertida desde hace cinco años en amante de Andrei, un hombre que ha sido "en infinitas ocasiones, brutal, obsceno y malo"; una mujer que se creía libre y acaba comportándose como una esclava, enredada en una relación tóxica de la que su dependencia emocional (o su pereza) le impide escapar. Arabella, la mujer que da título a la cuarta parte, es una exótica y misteriosa mujer a la que Stefan conoce por casualidad en un circo, en el que ella, sin especiales habilidades, era "la poesía de sus trapecios", "la flor inútil"; una amante poco apasionada en la que Stefan encuentra una pasión tranquila, pero también una mujer que lleva las riendas de su propia vida. Para los amigos de Stefan, una mujer fatal, causante de su perdición. Émilie Vignou, la única mujer no amada por Stefan, es, en la segunda parte, una amiga de Mado, la amante de este en ese momento. Es vista como una rareza, no solo por mantenerse virgen a los veinte años (algo que, en su ambiente del Barrio Latino de París, se considera decadente), sino también por su anatomía poco apta para el amor (un cuerpo "construido de una sola pieza, inarticulado, rígido"). Stefan la observa con la curiosidad científica del médico y compone sobre ella un retrato degradante, rayano en la crueldad: Émilie tenía "la discreción de un topo", "debería haber sido la pata de una mesa mal tallada. Era lo único que hubiera hecho bien sin tener que esforzarse".
Los personajes femeninos evidencian las pequeñas conquistas alcanzadas por la mujer europea, en lo que a libertad e independencia se refiere, tras la Primera Guerra Mundial, si bien estas se limitan a determinados ambientes o clases sociales y siempre se ven restringidas por la hipocresía social, que impone el decoro, y por el peso de la ideología tradicional. Son mujeres desinhibidas que, como Renée y Odette, se muestran desnudas sin asomo de pudor o que desnudan su alma, como María. Mujeres jóvenes que, como Odette, viajan solas, practican deporte igual que los hombres y muestran sus pies desnudos, o fuman, como Arabella. Mujeres que, como Maria o Arabella, prescinden de la tutela de un hombre y mantienen relaciones sentimentales libres, sin papeles, pero deben soportar los comentarios y las murmuraciones, en el caso de Maria, o se sienten felices, como Arabella, quizá la más libre de todas ellas, cuando la gente confunde a la pareja de amantes con un joven matrimonio, haciéndole sentir "la ilusión del amor legítimo".
Esta galería de retratos femeninos sirve como inmersión en el mundo amatorio de Stefan, verdadero protagonista de la novela, que se define por su relación con las mujeres, pues fuera de eso, poco más sabemos de su vida. Este hombre, en el que el deseo, la búsqueda de placer, parece ser el único motor de su vida, emprende en los Alpes un viaje iniciático en torno a sus conquistas amorosas. Conquistas amorosas que, por principio, tienen fecha de caducidad, pues el compromiso es para él —como para su amigo Andrei— algo inaceptablemente burgués y en su mundo, como en el de las amigas de Émilie, "se hace el amor sin pensar en responsabilidades". En este sentido, Stefan es el contrapunto de su compatriota Irimia C. Irimia, un joven cuyos sólidos principios de campesino honrado le obligan a casarse con Émilie, tras acostarse con ella y comprobar que era virgen. Así, Mujeres se convierte también en una novela sobre la moral sexual de la época, en la que el autor no juzga ni moraliza.
Pese a sus principios, hay una mujer que logra vencer su "vocación de vagabundo en el amor", algo de lo que Valeriu se muestra consciente cuando, desde su presente en Rumanía, rememora su historia:
Toda mi vida he sido un atolondrado y un huraño, y me he rebelado siempre que una mujer ha intentado permanecer unida a mí durante demasiado tiempo; he sido alguien preocupado exclusivamente por su libertad de decidir, un soltero por predestinación. No había entendido hasta entonces cómo era posible el matrimonio; la simple idea de volver a encontrar cada noche el mismo cuerpo, con los mismos estremecimientos, me parecía absurda, a mí, deseoso siempre de sorpresas y acuerdos transitorios.
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París, años 20. (pinterest.es) |
Esta mujer es Arabella, que sabía "a miga de pan". Con ella Stefan encuentra la "felicidad tranquila" y ambos se aman, desde el primero al último día, "con la misma voluptuosidad apacible en la que todo era tan conocido como el sabor eterno del pan". Incapaz de renunciar a ella y consciente de lo embarazoso que resultaría aparecer con Arabella en Bucarest, Valeriu, el hombre a cuya ascensión social hemos asistido a lo largo de la novela, se enfrenta a su brusca caída, a su hundimiento. Así, Stefan, que al inicio de la novela se sentía viejo y cansado olvida sus responsabilidades "para convertirse en aquello que había querido ser siempre: un hombre joven".
Se da la paradoja de que este hombre contrario al compromiso es el abandonado por las mujeres que le importan. La marcha de Odette, en la primera parte, prefigura la marcha de Arabella y la soledad final del protagonista. Stefan aborda el fin de cada historia —cuyo comienzo parece obedecer siempre al azar, a la casualidad— de forma natural, pero todas ellas dejan en él un poso de tristeza.
La tristeza, la melancolía, impregna toda la novela, cuyos personajes, dominados por el cansancio y la pereza, que parece condicionar sus vidas, encarnan el sentimiento de decadencia, la crisis de valores y creencias del momento que les ha tocado vivir, como explica Maria en su carta:
Hay en mí un cansancio antiguo que viene no sé de dónde, que me hace sensible a todo lo que signifique valentía, a un gesto brusco, a un comentario atrevido, al rostro inconsciente de un joven. ¡Qué sé yo! Debe de ser algo parecido a la melancolía que sobreviene al final del verano, cuando el sol está todavía entero y la luz es todavía blanca, pero las copas de los árboles se estremecen por la noche por el presentimiento de ese declive que se acerca y que ellas llevan en sí mismas como una brasa íntima, envuelta en miga de pan.
La novela es también un recorrido por diferentes lugares y ambientes cosmopolitas de la Europa de entreguerras. Con Maria conoceremos la activa vida cultural y social de Bucarest; con Stefan compartiremos la sensualidad del idílico paisaje de los Alpes y las amistades superficiales forjadas en un lugar de vacaciones, recorreremos el París del barrio Latino y el Montparnasse de la bohemia; el mundo del circo, tan presente en las vanguardias artísticas, y la vida cultural y nocturna de la capital francesa, en un momento en que el cine mudo debe hacer frente a la competencia del sonoro. La música, la literatura, el arte, en general, forman parte de la vida de los personajes, pero, sobre todo, el cine, con el que Stefan llega a confundir la vida. En la primera parte, Stefan es protagonista involuntario de la cinta rodada por el señor Rey, una película en la que el personaje se siente libre y "todo es diferente, más animado, más cálido, más íntimo", evidenciando la superioridad del arte sobre la vida. Pero también pone al descubierto, a los ojos de la avispada Odette y quizá de los otros huéspedes, una aventura erótica clandestina. La cinta casera tiene su correlato en la película de la Paramount que protagonizan Arabella y Stefan en la última parte, en la que este, que desea mantenerse en el anonimato, se asegura de permanecer en la sombra, "como una sobria figura negra", de modo que las luces y las sombras del expresionismo escondan "una ligerísima historia de amor en la que, Dios es testigo, nada había sido premeditado".
Sorprendente resulta la escasez de referencias históricas, en una etapa tan pródiga en acontecimientos. Da la impresión de que los personajes permanecen ajenos al mundo que les rodea, ensimismados. Solo cuando Stefan se queda en Ginebra definitivamente solo, compra los periódicos "para ver qué había sucedido por la mañana en la Sociedad de Naciones". La historia de Stefan, que había comenzado junto a un lago alpino, concluye en Ginebra a la orilla de otro lago.
Josefina López Granada
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Montparnasse, años 20. Terraza del café Le Dôme. (maca-alicante.es) |