EL BLOG DE LA BIBLIOTECA "IRENE VALLEJO" DEL IES GOYA DE ZARAGOZA


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viernes, 31 de julio de 2020

Un paseo por Zaragoza con Inmaculada Martín Catalán

Inmaculada Martín Catalán (Teruel, 1949), profesora, escultora, dibujante y pintora, comenzó su preparación inicial en Zaragoza con el pintor Alejandro Cañada. Estudió Bellas Artes en Barcelona y Madrid, donde se licenció en la especialidad de Escultura.
     Además de su reconocida carrera artística, es una experta en carteles y trabaja con varios grupos de dibujo: Urban Sketchers, Flickr, Group Portraits in your art, Group with Experience.*
     Muy vinculada al IES Goya, donde fue profesora hasta su jubilación, forma parte  desde sus inicios de nuestra tertulia literaria y colabora en el blog "El hacedor de sueños". 
    Hoy queremos compartir con los lectores algunas de sus creaciones. Se trata de "instantáneas" de la vida en nuestra ciudad plasmadas en su cuaderno, gracias a las cuales podemos realizar un artístico paseo virtual por  Zaragoza.

*La información procede del blog 'Letras desde Mocade'.
Detalle de la plaza de las Catedrales, con la fuente de la Hispanidad y, al fondo, San Juan de los Panetes



Vista desde la margen izquierda del Ebro

El paseo de Ranillas y el Pilar, al fondo
El Pilar visto desde Echegaray y Caballero
Puente de Piedra y, al fondo, el Pilar
Desde Puerta Cinegia, el Coso bajo la lluvia
La plaza del Pilar, después de la ofrenda 
Torre de la Seo y detalle de la Lonja
Escalinata del parque José Antonio Labordeta

jueves, 30 de julio de 2020

"El espiritista de O Grove", un relato de Domingo Villar


Cementerio de Rubiáns. GONZALO SALGADO (diariodearousa.com)


El espiritista de O Grove[1]

Augusto Sueiro apareció un domingo de marzo en la puerta del cementerio de San Martiño asegurando que podía hablar con los muertos y ofreciéndose como espiritista a los que quisieran conversar con sus difuntos. Vestía ropas harapientas y llevaba una pipa humeando en la boca y un letrero con la tarifa colgado en el pecho.
     Nadie en O Grove lo conocía y su aspecto generó desconfianza al principio, pero con el paso de los días, cuando se fueron acostumbrando a su presencia, fue creciendo en ellos el prurito de la curiosidad.
     La primera cliente de Augusto Sueiro fue Consuelo, una viuda que todos los días pasaba un rato junto a la tumba de su hombre. Augusto le cobró por adelantado y la siguió por el cementerio hasta el nicho. "¿Qué le quiere decir a Balbino?", inquirió el espiritista, leyendo el nombre en el mármol. "Que cómo está", respondió ella con rubor. Entonces Augusto colocó las manos alrededor de la boca para hacer retumbar la voz, se acercó al nicho y chilló: "¡Balbino, pregunta Consuelo que cómo estás!". Después pegó la oreja al mármol para escuchar la respuesta y se la trasmitió a la mujer: por lo visto, Balbino había perdido un poco de peso, pero en general se encontraba bien.
    Aquella fue la primera de las muchas ocasiones en que Augusto medió entre los vivos y los muertos de O Grove aquella primavera en que la gente no dejó de hablar del hombre de la pipa. Unos pensaban que era un charlatán. Otros, que había escapado de un frenopático[2]. También había quien mantenía que era un aparecido, un muerto que se había quedado encerrado en este lado tras una excursión nocturna con otros difuntos, y que de ahí le venía la intimidad que tenía con ellos.
     Un mes y pico después, uno de sus clientes se interesó por si, además de la facultad de hablar con los muertos, no tendría poderes adivinatorios. Augusto confesó con cierta modestia que, como los augures de la antigua Roma, era capaz de ver el futuro en las cosas sencillas de la naturaleza, como el vino o la empanada[3], siempre que no fuera de chocos[4], porque la tinta emborronaba las predicciones. Tampoco podía visualizar el porvenir más de dos veces cada día por el esfuerzo inmenso que comportaba el presagiar. Cuando en la villa se supo que Augusto Sueiro podía revelar el futuro, hasta los vecinos más descreídos fueron venciendo sus prejuicios. De a dos, algunos de los que renegaban pasaron por el cementerio llevando lambonadas[5] al médium.
     Una tarde Augusto recibió la visita de Tacho el Moscón, un contrabandista célebre de Vilagarcía[6] atraído como los otros hasta el oráculo por la posibilidad de conocer el futuro. El rufián se interesó por los signos de la quiniela y Augusto Sueiro trató de quitárselo de encima con el pretexto de que era capaz de ver el futuro pero no podía influir en él. En cuanto el Moscón sacó la pistola, el espiritista, muerto de miedo, le dio los catorce signos al tuntún[7]. La tercera semana que acertó, el Moscón fue detenido  acusado de lavar dinero negro y juró vengarse de Augusto que, asustado y perplejo, escapó.
     Un taquillero del puerto de Vigo[8] contó que un hombre de aspecto alocado con una pipa en los labios se había acercado a la estación marítima con la intención de comprar un pasaje para América. Acabaron por venderle un billete de ida y vuelta para las Cíes[9] y el hombre partió entre los turistas. Nunca lo volvieron a ver.

(Domingo Villar, Dos gotas en el mar. Cuentos, Siruela 2019, edición no venal*)



[1] O Grove (El Grove): municipio gallego situado en la provincia de Pontevedra, a la entrada de la ría de Arousa (Arosa).
[2] frenopático: coloq. Hospital o clínica donde se trata a los enfermos mentales (rae).
[3] empanada: masa de pan rellena de carne, pescado, verdura, etc., cocida en el horno (rae).
[4] choco: sepia (rae).
[5] lambonada: cosa de comer, generalmente dulce, que se toma más por gusto que para alimentarse (Dicionario Real Academia Galega).
[6] Vilagarcía de Arousa (Villagarcía de Arosa): localidad de la provincia de Pontevedra.
[7] al tuntún: sin cálculo ni reflexión o sin conocimiento del asunto (rae).
[8] Vigo: ciudad  situada junto a la ría del mismo nombre,  en la costa noroeste de España, provincia de Pontevedra.
[9] Cíes: archipiélago formado por tres islas situado en la boca de la ría de Vigo.

*Las notas son nuestras.

El escritor Domingo Villar (elcorreogallego.es)
Domingo Villar (Vigo, 1971) es un escritor español de novela negra que escribe en lengua gallega. Con Ojos de agua (2006), su primera novela, inaugura la exitosa serie protagonizada por el inspector Leo Caldas. Su segundo título, La playa de los ahogados (2009), que obtuvo excelentes críticas y fue llevada al cine por Gerardo Herrero, supuso su consagración internacional. El último barco (2019) es la última entrega de  una serie que ha sido traducida a más de quince idiomas y cosechado numerosos premios, entre los que cabe destacar el Novelpol en dos ocasiones, el Antón Losada Diéguez, el Premio Sintagma, el Premio Brigada 21, el Frei Martín Sarmiento y Libro del Año de la Federación de Libreros de Galicia. También ha sido finalista de los Crime Thriller Awards y Dagger International en el Reino Unido, del premio Le Point du Polar Européen en Francia y del premio de la Academia Sueca de Novela Negra.

Actualización:
Domingo Villar ha fallecido hoy, 18 de mayo de 2022, tras sufrir un ictus. Tenía 51 años.

domingo, 26 de julio de 2020

"Del regreso imposible" y otro poema de William Ospina

Fotografía: Ferdinando Sccianna, Sicilia, 1987


Del regreso imposible 

Años de soledad, años de prisa.
La pirámide, el ala y el desgaste,
después de aquellos años regresaste,
iguales la belleza y la sonrisa.

Algo sentí, no sé por qué, desierto,
y era por eso, al fin, que había llorado.
Algo en tu corazón había cambiado,
imperceptible casi, pero cierto.

Algo dejaba aquella dicha trunca: 
tu amor, el que se fue, no volvió nunca,
por él tiembla la boca que te besa.

Alguien llegó con cosas del pasado,
alguien que habla de ayer ha regresado,
pero aquel que se fue jamás regresa.

El amor de los hijos del águila

En la punta de la flecha ya está, invisible, el corazón del pájaro.
En la hoja del remo ya está, invisible, el agua.
En torno del hocico del venado ya tiemblan, invisibles, las ondas del estanque.
En mis labios ya están, invisibles, tus labios.

(En William Ospina, Una sonrisa en la oscuridad, Poesía 28, Colección 
Un libro por centavos,Universidad Externado de Colombia, Facultad de 
Comunicación Social-Periodismo, 2007)


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domingo, 19 de julio de 2020

"Albada" y otro poema de Abraham Gragera





Albada

Somos como los siglos
antes de separarse.
Espera un poco más, amor,
que el mar está lloviéndose aún,
que no llegamos tarde.

Que ya no teme la semilla
caer sobre la roca,
y el silencio y la oscuridad se besan,
y mi mano te busca,
y hay otros en nosotros que se tocan

sus pieles encendidas.
Estar desnudos es venir de lejos
y siempre estar llegando.
Espera un poco más, amor,
que nada es poco para los que esperan tanto.

Que el aire se hará llama,
como la voz aliento,
como ahora es de noche
y el ojo mira las estrellas, 
y las estrellas miran hacia dentro.

De El tiempo menos solo, Pre-Textos, 2012


El tercer día

Junto al pozo
como un árbol talado
donde se hunden
los ojos contra el cielo
de espaldas
noche a noche
para ver los anillos
deshacerse en la orilla
como estrellas fugaces

hay un árbol 
talado como un pozo
donde se oyen
los caballos sin dueño
de la lluvia
salir a todas partes
y el temblor de las hojas
recién nacidas

ninguna soledad
se nos parece

De O Futuro, Pre-Textos, 2017

Abraham Gragera (elespanol.com)
Abraham Gragera (Madrid, 1973) es un poeta, profesor, crítico literario y traductor español. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca. Ha publicado los libros de poemas Desviaciones y demoras (1999), Adiós a la época de los grandes caracteres (2005), El tiempo menos solo (2012), por el que recibió el Premio Ojo Crítico 2013, y O Futuro (2017), Premio Mejor Libro del Año 2017 concedido por el gremio de libreros de Madrid, y Premio de la Crítica de Madrid 2017. Ha sido incluido en varias antologías de jóvenes poetas españoles.  Ha dirigido, junto a Juan Carlos Reche,  la revista de poesía Años diez. Y junto a Luz Arcas, dirige la compañía de danza contemporánea La Phármaco. Ha traducido, individualmente y en colaboración a Louise Glück, W. S. Merwin, Pascal Quignard, S. J. Lec, Lloyds Jones, Thomas Weber y Emily Dickinson.

[Imageninicial: Xtrafondos]

jueves, 16 de julio de 2020

"La Gioconda", un microrrelato de César Fernández Moreno

Leonardo da Vinci, La Gioconda, 1503-1519
Museo del Louvre, París


La Gioconda

Supo que había un cuadro maravilloso llamado la Gioconda. Pero quería descubrirlo por sí solo. Se dedicó, desde muy joven, a ignorar la historia y la geografía. Un día partió a recorrer mundo en busca del fabuloso cuadro.
Recorrió tiempos y ciudades, entró en palacios y mesones, agotó galerías agobiadas de cuadros magníficos. Pero ninguno era la Gioconda.
Muchas veces estuvo por abordar a los guías y preguntarles de una vez dónde hallar el famoso cuadro. ¡Era tan sencillo que lo tomaran de la mano y lo condujeran hasta dejarlo frente a ese mar!
Pero siguió buscando por sí solo. Amó a varias mujeres cuyos ojos le parecían los de la Gioconda. Luchó con hombres en cuyos labios presentía la sonrisa de la Gioconda.
Llegó un momento en que el mundo ya no tenía secretos para él. Pero nada sabía aún de la Gioconda. A la sazón, había llegado a Florencia a principios del siglo XVI.
Entonces, desesperado, pintó la Gioconda.
(En Cuentos hispano-americanos en La Sorbona, antología de Olver Gilberto de León, Barcelona, Ediciones Mascarón, 1983, pág. 127)


César Fernández Moreno
César Fernández Moreno (Buenos Aires, 1919-París, 1985) fue un poeta y ensayista argentino,  hijo del también poeta Baldomero Fernández Moreno. Pertenecía por edad a la Generación del 40, pero se sintió más identificado con las generaciones posteriores. Durante su infancia alternó la residencia en Chascomús y Huanguelén, antes de trasladarse a Buenos Aires, en cuya universidad estudió Derecho. Ejerció la carrera diplomática trabajando en la Unesco, en París y La Habana, y como agregado cultural en París durante el gobierno de Alfonsín, cargo que ejerció hasta su muerte.  Se casó dos veces y tuvo tres hijas. Fundó y dirigió la colección poética Fontefrida y las revistas literarias Contrapunto, Correspondencia y Zona. Fue crítico de cine en la revista Nosotros y colaborador del diario La Nación y de la revista Sur. En 1972, como director de la Oficina Regional de Cultura para América Latina, editó, prologó y reunió los ensayos del libro América Latina en su literatura, una visión crítica de la literatura hispanoamericana. 

Su primer poemario, Gallo ciego (1940), lo vincula  a la corriente neorromántica propia de los autores de su generación. Con El alegre ciprés (1941) y La palma de la mano (1942) forma su "etapa de juventud".  Con Veinte años después (1953) inicia un nuevo ciclo, que él denominó de "poesía existencial", menos preocupada por la belleza formal y de tono conversacional, vinculada ya a las tendencias propias de la generación argentina de los sesenta. Le siguen Sentimientos (1961) y Aeropuertos (1968). Con Argentino hasta la muerte (1963), un libro de enorme influencia en los jóvenes de su país, alcanza su cumbre expresiva. En Sentimientos completos (1982) reunió la totalidad de su obra poética hasta esa fecha. Su relatos están recogidos en El joven Franz Moreno (1966) y La vuelta de Franz Moreno (1975). Es autor, asimismo, de los ensayos Vida de la mujer de Martín Fierro (1944), Pelayo y los románticos (1946), Esquema de Borges (1957), Introducción a la poesía (1962) y La realidad y los papeles (1968), y de dos libros de aforismos: Ambages (1972) y Con ambages (1976). 

El microrrelato "La Gioconda" es para Adriana Berchenko* un cuento perfecto que, con una gran economía de medios, nos cuenta una historia completa:
"La Gioconda" es, tanto el relato de una búsqueda y su realización, como el de una conciencia y una voluntad. Elípticamente, en él se cuenta no sólo la génesis de la obra de arte, sino además la evolución del proceso creador del artista. Esta circunstancia lo define como un relato de iniciación y aprendizaje, el del creador y su creación hasta llegar a la consecución del ideal buscado, el de la obra maestra.

*"Proposiciones para una estética del cuento brevísimo ¿Un género híbrido?", en Formes brèves de l'expression culturelle en Amèrique Latine de 1850 a nous jours: Conte, nouvelle. Vol. 1. Amèrica. Cahiers du CRICCAL, Nº 18, 1997.


Miembros del jurado del Premio Casa de las Américas 1967, en la peña de Sirique,
en La Habana. De izquierda a derecha, de pie, Germán Rozenmacher, César Fernández
Moreno y Juan Marsé. Foto: Ernesto Fernández. (cubanartnews.org)

domingo, 12 de julio de 2020

"Amanecer" y otro poema de Roberto Bolaño






AMANECER

Créeme, estoy en el centro de mi habitación
esperando que llueva. Estoy solo. No me importa 
terminar o no mi poema. Espero la lluvia,
tomando café y mirando por la ventana un bello paisaje
de patios interiores con ropas colgadas y quietas,
silenciosas ropas de mármol en la ciudad, donde no existe
el viento y a lo lejos sólo se escucha el zumbido
de una televisión en colores, observada por una familia
que también, a esta hora, toma café reunida alrededor
de una mesa: créeme: las mesas de plástico amarillo
se desdoblan hasta la línea del horizonte y más allá:
hacia los suburbios donde construyen edificios
de departamentos, y un  muchacho de 16 sentado sobre
ladrillos rojos contempla el movimiento de las máquinas.
El cielo en la hora del muchacho es un enorme
tornillo hueco con el que la brisa juega. Y el muchacho
juega con ideas. Con ideas y escenas detenidas.
La inmovilidad es una neblina transparente y dura
que sale de sus ojos.
Créeme: no es el amor el que va a venir,
sino la belleza con su estola de albas muertas.
 

De La universidad desconocida, 2007


LOS PASOS DE PARRA

Ahora Parra camina
ahora Parra camina por Las Cruces
Marcial y yo estamos quietos
y oímos sus pisadas
Chile es un pasillo largo y estrecho
sin salida aparente
El Flandes indiano que se quema allá a lo lejos
un incendio rodeado de huellas
o los restos de un incendio
y los restos de unas huellas
que el viento va borrando
o diluyendo
nadie te da la bienvenida a Dinamarca
todos estamos haciendo
lo indecible
nadie te da la bienvenida a Dinamarca
aquí está lloviendo
y las cruces exhiben huellas
de hormigas y de incendios
oh el Flandes indiano
el interminable pasillo de nuestro descontento
en donde todo lo hecho parece deshecho
el país de Zurita y de las cordilleras fritas
el país de la eterna juventud
sin embargo llueve y nadie se moja
excepto Parra
o sus pisadas que recorren
estos tierrales en llamas
petrificadas
estos camposantos arados por bueyes
inmóviles
Oh el Flandes indiano de nuestra lengua esquizofrénica
toda pisada deja huella
pero toda huella es inmóvil
nada que ver con el hombre o la sombra
que una vez pasó
o que en el último suspiro intentó
materializar la cobra
del sueño inmóvil
o de lo que en el sueño sobra
representaciones representaciones
carentes de sustancia
En el Flandes indiano de la fractura
infinita
pero nosotros sabemos que todos
nuestros asuntos
son finitos (alegres, sí, feroces,
pero finitos)
la revolución se llama Atlántida
y es feroz e infinita
mas no sirve para nada
a caminar, entonces, latinoamericanos
a caminar a caminar
a buscar las pisadas extraviadas
de los poetas perdidos
en el fango inmóvil
a perdernos en la nada
o en la rosa de la nada
allí donde sólo se oyen las pisadas
de Parra
y los sueños de generaciones
sacrificadas bajo la rueda
y no historiadas


 De Los perros románticos, 1993

Roberto Bolaño. (elcultural.com)

Roberto Bolaño Ávalos
, escritor chileno afincado en España en la década de los setenta, nació en Santiago de Chile el 28 de abril de 1953.  Pasó su infancia en distintas ciudades chilenas, donde cursó sus primeros estudios. En 1968 la familia se trasladó a Ciudad de México. Allí el joven Bolaño, decidido a ser escritor, empezó a publicar algunos artículos. En 1973, en los meses previos al golpe de estado de Pinochet, regresó a Chile para apoyar al gobierno de Salvador Allende. Fue detenido y liberado a los ocho días gracias a la intercesión de dos policías, excompañeros de colegio de Bolaño. De vuelta a México, fundó con un grupo de poetas mexicanos el movimiento poético vanguardista denominado infrarrealismo.

Después marchó a El Salvador y, tras viajar por distintos países europeos y por África, en 1977 llegó a Barcelona, donde vivía su madre desde hacía unos años.  Fueron tiempos difíciles para Bolaño, obligado a realizar trabajos de muy diversa índole para sobrevivir antes de ganarse el sustento gracias a los premios literarios. Tras mudarse a Gerona, en 1985 se casó con Carolina López y se instalaron en Blanes, donde nacieron sus hijos. A partir de entonces, sin abandonar la poesía, decidió volcarse en la narrativa por motivos económicos. En 1984 logró publicar  sus primeras novelas: Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce (en colaboración con Antonio García Porta) y La senda de los elefantes (Premio Félix Urabayen).

En 1993 se le diagnostica una grave enfermedad hepática. A partir de ese momento se vuelca con mayor dedicación en la creación literaria, obsesionado con dejar un importante legado. Ese mismo año publica Los perros románticos, que reúne su obra poética compuesta entre 1977 y 1990, y la novela La pista de hielo. En 1996, La literatura nazi en América y Estrella distante. Al año siguiente gana el prestigioso Premio Municipal de Santiago de Chile con el libro de cuentos Llamadas telefónicas. Su carrera literaria se consolidó con la novela Los detectives salvajes, Premio Herralde 1998 y Rómulo Gallegos 1999. Un año antes había conseguido viajar a Chile tras veinticinco años de ausencia. Fruto de este viaje es su novela Nocturno de Chile (2000), sobre la dictadura de Pinochet.  En los años siguientes publica Putas asesinas (2001), Una novelita lumpen y Amberes, ambas de 2002. 

A la espera de un trasplante de hígado, falleció en Barcelona el 15 de julio de 2003, un año antes de la publicación de 2666, la novela que lo consagró como uno de los escritores hispanoamericanos más importantes del siglo XX, Premio Salambó  y Premio de la Fundación José Manuel Lara Hernández 2004. Su hijo Lautaro  tenía trece años y su hija Alexandra, dos. Poco antes había entregado a su editor el manuscrito del libro de cuentos El gaucho insufrible. Carmen Pérez de Vega fue su pareja durante los seis últimos años de su vida.
Bolaño, con Nicanor Parra e Ignacio Echevarría. (elcultural.com)

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[Imagen inicial: Asociación Andaluza de Fotografía]

domingo, 5 de julio de 2020

"Catastro", de Fermín Herrero




                   CATASTRO

Donde amapola, di ababol, y, si se puede, cardo. Y al vino,
vino. Donde collado, altozano o alcor, otero,
escribe llanamente cerro, alto o cuesta, loma. No digas
lo que nunca se dijo, lo que no se dice
en tu pueblo. Más vale mayo frío, la paja
poca y el trigo mucho. No impongas a la tarde
la añoranza si es falsa o aprendida, anota
simplemente el silbido del viento
en los linares. No recuerdes la muerte aunque
te tenga, piensa que de tanta mies se emboza
el peine cada día, que eres este momento. Y al vino,
vino, sólo la miga, el tuétano. Tampoco
hables más de la infancia para embaucar al olvido, precisa
simplemente la orfandad del muérdago
en el hayedo. Más vale mayo frío. Si tempero,
arraigas; si membrillo, aromas; si cierzo, tiritas. Di
berro, ortiga, di bálago, acebal. No niegues la palabra
amor, tampoco entrega, ni prodigio, ni tú. Ahora
bien, antes de escribirlas, hazlas.

                     De El tiempo de los usureros, Hiperión, 2003

En este poema, que el autor define como su poética y que se dirige a sí mismo para darse ánimos, Fermín Herrero defiende el uso de "las palabras viejas de Castilla" porque, como ha explicado el poeta, "decantadas durante siglos", encierran "el sabor de lo auténtico y lo verdadero". Esas palabras, añade, como la "sintaxis implícita y seca"  de los habitantes de esa tierra, procede "de una civilización campesina a punto de finiquitarse, la que conservaba un castellano natural propio de la hermosura de la prosa de santa Teresa de Jesús".

[Imagen: Meganicho]

jueves, 2 de julio de 2020

"Mariposas", un cuento de Samanta Schweblin



Mariposas

Ya vas a ver qué lindo vestido tiene hoy la mía, le dice Calderón a Gorriti, le queda tan bien con esos ojos almendrados, por el color, viste; y esos piecitos... Están junto al resto de los padres, esperan ansiosos la salida de sus hijos. Calderón habla, Gorriti mira las puertas todavía cerradas. Vas a ver, dice Calderón, quedate acá, hay que quedarse cerca porque ya salen. ¿Y el tuyo cómo va? El otro hace un gesto de dolor y se señala los dientes. No me digas, dice Calderón. ¿Y le hiciste el cuento de los ratones...? Ah, no, con la mía no se puede, es demasiado inteligente. Gorriti mira el reloj. En cualquier momento se abren las puertas y los chicos salen disparados, riendo a gritos en un tumulto de colores, a veces manchados de témpera, o de chocolate. Por alguna razón, el timbre se retrasa. Los padres esperan. Una mariposa se posa en el brazo de Calderón, que se apura a atraparla. La mariposa lucha por escapar, él une las alas y la sostiene de las puntas. Aprieta fuerte para que no se escape. Vas a ver cuando la vea, le dice a Gorriti sacudiéndola, le va a encantar. Pero aprieta tanto que empieza a sentir que las puntas se empastan. Desliza los dedos hacia abajo y comprueba que la ha marcado. La mariposa intenta soltarse, se sacude, y una de las alas se abre al medio como un papel. Calderón lo lamenta, cuando intenta inmovilizarla para ver bien los daños termina por quedarse con parte del ala pegada a uno de los dedos. Gorriti lo mira con asco y niega, le hace un gesto para que la tire. Calderón la suelta. La mariposa cae al piso. Se mueve con torpeza, intenta volar pero no puede. Al fin se queda quieta, sacude cada tanto una de sus alas, y ya no intenta nada más. Gorriti le dice que termine con eso de una vez y él, por el propio bien de la mariposa por supuesto, la pisa con firmeza. No alcanza a apartar el pie cuando advierte que algo extraño sucede. Mira hacia las puertas y, como si un viento repentino hubiese violado las cerraduras, estas se abren, y cientos de mariposas de todos los colores y tamaños se abalanzan sobre los padres que esperan. Piensa si irán a atacarlo, tal vez piensa que va a morir. Los otros padres no parecen asustarse; las mariposas solo revolotean entre ellos. Una última cruza rezagada y se une al resto. Calderón se queda mirando las puertas abiertas, y tras los vidrios del hall central, las salas silenciosas. Algunos padres todavía se amontonan frente a las puertas y gritan los nombres de sus hijos. Entonces las mariposas, todas ellas en pocos segundos, se alejan volando en distintas direcciones. Los padres intentan atraparlas. Calderón, en cambio, permanece inmóvil. No se anima a levantar el pie de la que ha matado, teme, quizá, reconocer en sus alas muertas los colores de la suya.

(Samanta Schweblin, Pájaros en la boca y otros cuentos, Literatura Random House, 2017)


Samanta Schweblin. Foto: Isabel Wagermann

Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) es una escritora argentina que está considerada una de las mejores cuentistas argentinas de las últimas décadas. Estudió Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires y se especializó en guion cinematográfico. Ha vivido durante breves periodos de tiempo en México, Italia, Alemania y China. Desde 2012 reside en Berlín, donde imparte talleres de literatura. Cuentista por excelencia, sus relatos han obtenido numerosos premios internacionales. Su primer libro de cuentos, El núcleo del disturbio (2002), fue premiado por el Fondo Nacional de las Artes y en el Concurso Haroldo Conti. Pájaros en la boca (2009), traducido a varios idiomas y publicado en veintidós países,  fue galardonado con el Premio Casa de América y obtuvo la beca DAAD en Alemania. Su relato "Un hombre sin suerte" ganó el Premio Juan Rulfo 2012, y "La respiración cavernaria", incluido en el libro Siete casas vacías (2015), fue merecedor del Premio Narrativa Breve Ribera del Duero en 2015. Distancia de rescate, su primera novela y su obra más celebrada, obtuvo el Premio Tigre Juan, el Tournament of Books y el Shirley Jackson, además  fue nominada al Man Booker Prize 2017. Su segunda novela, Kentukis (2018) desvela el lado más inquietante de las nuevas tecnologías. Pájaros en la boca y otros cuentos es una antología que reúne veinte cuentos publicados anteriormente en sus libros y otro relato aparecido en la revista 'Granta'. 

Otro relato de la autora en este blog:

[Imagen inicial: Murales y vinilos]