EL BLOG DE LA BIBLIOTECA "IRENE VALLEJO" DEL IES GOYA DE ZARAGOZA


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jueves, 30 de mayo de 2024

"La verdad sobre Sancho Panza" y otros dos cuentos de Franz Kafka


Honoré Daumier, Don Quijote y Sancho Panza


La verdad sobre Sancho Panza

Sancho Panza, quien, por lo demás,  nunca se ha gloriado de ello, consiguió, después de muchos años, en las horas nocturnas, mediante la lectura de una gran cantidad de novelas de caballerías y de bandidos, apartar de sí de tal modo a su demonio, al que posteriormente bautizó con el nombre de Don Quijote, que éste se dedicó a realizar las acciones más locas y absurdas, las cuales, al carecer de un objeto predeterminado, pues éste tendría que haber sido Sancho Panza, no causaron daño a nadie. Sancho Panza, un hombre libre, siguió indiferente, tal vez sólo por cierto sentimiento de responsabilidad, a Don Quijote en sus aventuras y sobre ello sostuvo una gran y útil conversación hasta su final.


 Una fábula breve

—¡Ay! —dijo el ratón—, el mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan amplio y era feliz de poder ver, al fin, en la lejanía, muros a derecha e izquierda, pero esos muros tan largos comenzaron a cerrarse con tal rapidez, uno detrás de otro, que ya me encuentro en la última habitación, y allí, en el rincón, está la trampa en la que caeré.

—Sólo tienes que cambiar de dirección —dijo el gato, y se lo comió.


El puente

Yo era rígido y frío, yo era un puente tendido sobre un precipicio, en la parte de acá estaban atornilladas las puntas de los pies, en la de más allá, las manos; me aferraba a un barro que se desmoronaba. Los faldones de la chaqueta flameaban a ambos lados. En la profundidad bramaba el helado arroyo truchero. Ningún turista se perdía por estas altitudes intransitables, el puente aún no había sido marcado en ningún mapa. Así permanecía yo y esperaba; me veía obligado a esperar; un puente ya construido no puede dejar de ser puente sin despeñarse. Una vez por la noche, ya fuera la primera o la milésima, no lo sé, mis pensamientos se tornan confusos, no paran de vagar en círculo, una noche de verano, pues, cuando el arroyo murmuraba oscuro, oí la pisada de un hombre. Hacia mí, hacia mí. Extiéndete, puente, ponte en condición; vigas sin barandilla, sostened al que se os ha confiado, equilibrad imperceptiblemente la inseguridad de su paso, pero si vacila, muéstrate, puente, y llévale hasta tierra como un dios de la montaña. Llegó, me tanteó con la punta de hierro de su bastón, luego levantó con su ayuda los faldones de mi chaqueta y los puso sobre mí, se abrió paso a través de mi pelo enzarzado con la punta del bastón, probablemente mirando a su alrededor, y lo dejó descansar un rato. Pero entonces, precisamente cuando soñaba que le llevaba sobre montañas y valles, saltó con ambos pies en la mitad de mi cuerpo. Ignorante de todo, me estremecí al sentir un dolor salvaje. ¿Quién era? ¿Un niño? ¿Un gimnasta? ¿Un temerario? ¿Un suicida? ¿Un tentador? ¿Un destructor? Y me di la vuelta para verle. ¡El puente se da la vuelta! Aún no lo había hecho, cuando ya me había despeñado; me despeñé y ya estaba desgarrado y atravesado por los afilados salientes que, desde los furiosos remolinos, me habían contemplado siempre con mirada pacífica. 

Franz Kafka, Cuentos completos (textos originales), traducción de José Rafael Hernández Arias, Valdemar, 2000

Franz Kafka. (Málaga Hoy)

Franz Kafka, escritor checo en lengua alemana, nació en Praga en 1883, cuando esta ciudad formaba parte del Imperio Austrohúngaro. En honor del emperador Francisco José I,  le impusieron los nombres de pila de Franz Joseph. De familia judía, era el mayor de seis hermanos, tres varones y tres mujeres. Los otros dos varones fallecieron a edad muy temprana, y sus tres hermanas murieron entre 1942 y 1943, víctimas del Holocausto. Como otros praguenses en aquella época, hablaba checo y alemán, en su caso desde la primera infancia por ser las lenguas maternas de su padre y madre respectivamente. Posteriormente adquirió conocimientos de francés. 

Obligado por su padre, estudió Derecho en la Universidad de Praga y en 1906 obtuvo el doctorado en la misma especialidad. A partir 1908 trabajó en una compañía de seguros, pero la tuberculosis le obligó a ausencias intermitentes desde 1917 hasta 1922, cuando tuvo que jubilarse anticipadamente. Durante estos años, la comodidad del horario le dejó tiempo libre para dedicarse a la escritura, y el trabajo burocrático le proporcionó ideas para su obra literaria. Desde 1908 hasta 1913 viajó por Italia, Francia, Alemania y Austria. 

Franz Kafka se adhirió al sionismo y a los treinta años empezó a estudiar hebreo para poder leer la Biblia en su lengua original y porque tenía el sueño de emigrar a Palestina, que nunca pudo realizar debido a su delicado estado de salud. Murió el 3 de junio de 1924 en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena. Kafka, que había publicado muy poco en vida, antes de morir pidió a su amigo Max Brod que quemara todos sus escritos después de su muerte, una petición que no fue respetada por este. Tras la invasión de Checoslovaquia por Alemania en 1939, Max Brod emigró a Palestina y se llevó con él los manuscritos de Kafka, que actualmente son propiedad del Estado de Israel. 

Su obra constituye una de las cumbres de la literatura en lengua alemana, y se cuenta entre las más influyentes e innovadoras del siglo XX. En la línea de la Escuela de Praga, de la que es el miembro más destacado, su escritura se caracteriza por una marcada vocación metafísica y una síntesis de ironía, absurdo, lucidez y pesimismo. Para Hernández Arias, Kafka se ha convertido en "un símbolo de la inseguridad del individuo en el mundo moderno, de los problemas existenciales y anímicos, de la desolación, de la desesperanza y del desarraigo", pero añade no se puede permitir que desaparezca bajo ese manto de pesimismo un aspecto importante de la obra de Kafka: su insobornable realismo y su  gran ironía, que forman parte de la estrategia para afrontar una existencia que para él había perdido todo sentido. 

Es autor de Consideraciones (1913), colección de prosas breves; La metamorfosis (1916), su obra más famosa, en la que a través de la historia de un personaje que una mañana se despierta convertido en escarabajo, analiza la incomunicación que sufre el marginado; La sentencia (1916), La colonia penitenciaria (1919), el libro de relatos Un médico rural (1919); Carta al padre (1919), sobre las difíciles relaciones con su padre, y Un artista del hambre (1924). En sus novelas inacabadas El proceso (1925), El castillo (1926) y América (1927) aborda, respectivamente, la muerte inútil e injustificada, la incapacidad para luchar contra la alienación y la soledad experimentada por el apátrida.

Su nombre ha dado lugar al término 'kafkiano', adjetivo con el que se describen situaciones en que la burocracia domina a las personas, a menudo en un entorno surrealista y de pesadilla.

EN 2024 CELEBRAMOS EL CENTENARIO DE LA MUERTE DE FRANZ KAFKA.

domingo, 26 de mayo de 2024

"Un rito de pasaje" y otro poema de Álvaro Galán Castro


Lentejas germinadas


Un rito de pasaje

                                        A mi madre, a mi hija

En el fondo del tiesto improvisado,
un vaso de yogur, entre algodones,
regadas por el hilo que del grifo
mamá dejó caer con sumo tacto,
brotaron las lentejas.

Al niño que fui yo le trastornaba
la gracia natural con que el milagro
se hacía así sin más en la cocina
bajo la luz del tubo fluorescente,
glacial y blanquecina.

Hoy el apenas hombre que fue el niño
vuelve a sembrar contigo, hijita mía,
unas cuantas lentejas, esperando
que a ti también te toque, cuando menos,
la suerte del asombro ante el prodigio
brutal de la existencia.

(De Florilegio, Ingladaediciones, 2020)

Leibniziana

Cada no mucho tiempo me preguntas,
con una exactitud casi inquietante: 
—Papá, ¿por qué existimos?, ¿por qué no no existimos?,
¿por qué en lugar de nada hay algo, apenas
algo así diminuto como el mundo,
a la vez tan pequeño e insondable?
Y yo,
que no tengo respuesta para esto
ni para otros asuntos también muy principales 
—el amor y la muerte, la inestable distancia
que separa lo justo de lo injusto,
el origen del mal, sus rendimientos—, 

y yo quisiera ser
un héroe cultural, ladrón del fuego
para ti, mi escuchita, mi bodhisattva
señalando la luna con un dedo
de luz y de acertijo,
más allá de la vana enciclopedia,
más allá de Voltaire y de su bilis,
para ti ser un cándido derviche
de vuelta del viaje a las estrellas.

Pourquoi y a-t-il quelque chose plutôt que rien?
Pourquoi il n'y a pas rien?

Yo, que siempre ando a tientas y voy siempre
pisando la dudosa luz del día,
prefiero no mentirte y te respondo
lo que dicen los héroes y los sabios,
lo que canta el poeta,
lo que callan el buda y el derviche,
por que tú sola escojas de todas las respuestas
la que más le convenga a tu zozobra.
Y añado: "yo no sé con cuál de ellas quedarme".

A veces, además, me saco del bolsillo
la pluma de un gorrión,
la concha de una lapa que el mar haya lavado
hasta el último nácar, transparente
y fina como el aire, el esqueleto
de un erizo de mar,
la cápsula aún viscosa de un azahar de China
o un grano de mostaza
y te lo muestro.
Todas estas pequeñas y frágiles nonadas
o mónadas desnudas en cambio permanente,
Kunstformen der Natur para que nunca
olvides la presencia, la extrañeza
de estar aquí y ahora en este mundo,
el mejor de los mundos imposibles.

Y riego con amor esa semilla
que te crece del alma hasta el cerebro
lenta como un coral y tan expuesta.
Porque en esas preguntas inquietantes
está la poesía que ha sido y que aún no ha sido
y ya sé que no soy un padre muy sensato.

(De Plenitud y vacío, Visor, 2021)

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-leibniziana, de Leibniz, filósofo alemán del siglo XVII. El poema 
alude a su "Principio de razón suficiente": "Debe existir una razón 
suficiente para que cualquier cosa exista, para que cualquier evento 
se produzca, para que cualquier verdad pueda obtenerse". 
-bodhisattva, término budista que designa a la persona que, siguiendo
el camino de Buda, desea alcanzar la iluminación última.
-pisando la dudosa luz del día, verso final de la estrofa IX  de la Fábula
de Polifemo y Galatea, de Góngora. Camilo José Cela tomó este verso
como titulo de su poemario más celebrado, publicado en 1945.
-nonada, cosa de insignificante valor.
-mónada, cada una de las sustancias indivisibles, pero de naturaleza dis-
tinta que componen el universo, según el sistema de Leibniz.
-Kunstformen der Natur, formas artísticas de la naturaleza.

(Las notas son nuestras)

Álvaro Galán Castro


Álvaro Galán Castro (Málaga, 1979) es licenciado en Derecho por la Universidad de Granada y en Teoría de la literatura y Literatura comparada por la Universidad Complutense, Máster en Études Romanes por la Université Paris Ouest Nanterre (2010), Máster en Gestión del Patrimonio (2014) y doctor en Literaturas Europeas de Vanguardia por la Universidad de Málaga. Ha trabajado como profesor  en el Departamento de Traducción e interpretación  y en el Departamento de Filología románica de la Universidad de Málaga y ha obtenido el Premio Málaga de Investigación en Humanidades en 2023.

Ha publicado los libros de poemas El lucero del ala, Premio de Poesía Málaga Crea 2001; El cuerpo eléctrico [La canción de amor de Paolo Cinelli], 2010; Ordo amoris, 2013; Los frutos de la herida, Premio Salvador Rueda 2016; Ficciones familiares, Premio Ricardo Molina 2018; Del pájaro que canta en los días aciagos, Premio Rafael de Cózar 2019; Plenitud y vacío, Premio Internacional de Poesía Generación del 27 (2020) y Soledad (2023). 

domingo, 19 de mayo de 2024

"El corazón sin estrenar" y otros dos poemas de Julio Mariscal


©Winslow Homer

EL CORAZÓN SIN ESTRENAR

 

Me decía mi madre:

"Ahora los libros que después tendrás tiempo".

"Ahora los libros"...

Y yo guardaba el corazón sin estrenar, ileso,

por teoremas y batallas.

Las tres, las cuatro, y a las cinco en punto

la merienda: su leche con galletas.

Mis hermanos mayores perdiéndose en sus cosas

y el cartero de azul galoneado.

Pero a las seis cruzabas tú, el crepúsculo

te traía de la mano, y ya Pitágoras

se empolvaba en mi olvido, y ya las rosas 

clavadas en la página, y el río

como un lejano, muerto crisantemo...

Eran las seis cuando las nostalgias,

cuando el andar primero de las sombras,

y tú cruzabas, y contigo el mundo

que mi madre quería para luego,

pero que yo llevaba entre los ojos...

(De Poemas a Soledad, 1975) 


Pasan hombres oscuros con su miseria a cuestas
son los abandonados, los proscritos del sueño,
hombres con horizontes de monedas y olivos
que no alcanzan la tierna perfección de la rosa.

Es inútil gritarles: aquí tienes el oro,
en este cielo puro millonario de estrellas,
ven a saciar tus manos en los lentos crepúsculos
a coronar tus ansias de brisas y recuerdos.

Es inútil gritarles porque seguirán siempre
disputándole céntimos al alba o a la nube,
calculando los acres de cada sementera
aunque el surco delire florecido de alondras.

Pero tú y yo sabemos, Soledad, de ese niño
cuyo llanto levísimo colma la madrugada,
y que este andar soñando por caminos de luna
es algo más que el tópico de un siglo amortajado.

Deja que ellos prosigan con su lastre en el alma
cautivos en el debe y haber de las fanegas,
ligeros de equipaje, aquí estamos nosotros
bebiéndonos el mundo con nuestras ilusiones.

(De Pasan hombres oscuros, 1955)

Dijiste: ¡Para siempre!...
Y te marchaste, breve, entre los pinos.
Y yo ¡Dios mío! me iba preguntando:
¿Qué haré con tanta tarde entre las manos?
¿Qué haré cuando me enrede entre las horas?
¿Cuando la estrella clave en mí su nombre?
¿Qué harás, corazón mío?

Y ahora ya el tiempo alfanje entre nosotros
me sigo preguntando:
¿qué haré con tanta tarde, con tanto corazón,
con tanto barro,
si no tengo tus ojos para alzarme?

(De Poemas de ausencia, 1957)

En La mano abierta. Antología, Renacimiento, 2007

Julio Mariscal. (La Voz del Sur)

Julio Mariscal Montes nació en Arcos de la Frontera (Cádiz) en 1922 y murió en Jerez de la Frontera en 1977, a los cincuenta y cinco años. Apenas salió de su pueblo y nunca traspasó los límites de Andalucía. En 1950 obtuvo el título de Maestro Nacional. Tuvo su primer destino en Cádiz y después ejerció en distintas localidades hasta que en 1963 regresó a Arcos. Con otros poetas fundó la revista Alcaraván y después la revista Platero. En una primera etapa de plenitud lírica publica Corral de muertos (1953, 1972), elegías a humildes gentes del pueblo; Pasan hombres oscuros (1955) y Poemas de ausencia (1957), poemarios dirigidos a una amada etérea e ideal;  Quinta palabra (1958), vía crucis en sonetos; Tierra de secanos (1962), retrato de la dura vida rural; Tierra (1965), sobre el amor oscuro, gozado y perdido. Un abandono amoroso lo sumió en una profunda crisis, y a partir de 1970 publica, por insistencia de sus amigos, Último día (1971), en torno a la muerte;  Poemas a Soledad (1975), edición de sus primeros poemas amorosos; Trébol de cuatro hojas (1976), rememoración del pasado, y el póstumo Aún es hoy (1980). Perteneciente por edad a la Generación del 50, fue un poeta solitario y apartado, debido en parte a su homosexualidad, que vivió con un sentimiento de culpa acrecentado por su religiosidad. Su poesía, delicada y desgarrada a la vez, nunca ha obtenido por parte de la crítica la atención que merece. Su escritura parte de la experiencia, pero las anécdotas personales se difuminan a la manera machadiana en una atmósfera emocional. Es un poeta existencial y fatalista volcado en tres grandes temas: el amor, Dios y la tierra.  Sus moldes preferidos son los alejandrinos, la silva y el soneto, junto a una poesía flamenca en gran parte inédita.

"Pasan hombres oscuros" es el poema que cierra el libro homónimo, publicado en Adonáis y compuesto por veinte poemas de amor. En este último poema expresa el dolor de las gentes humildes, a quienes le une un sentimiento de fraternidad porque, ocupados en el esfuerzo diario por la subsistencia, no pueden disfrutar del amor ni de la belleza.

La información sobre el autor procede de:
-https://dbe.rah.es/biografias/73878/julio-mariscal-montes
-https://www.editorialrenacimiento.com/antologias/860-la-mano-abierta.html

miércoles, 15 de mayo de 2024

'El Frago, 1901. Por enseñar a las niñas', de Carmen Romeo Pemán

 

Grupo de lectura "Leer juntos" del IES Goya

Sesión del 29 de abril de 2024

Obra comentada: El Frago, 1901. Por enseñar a las niñas. 2ª edición, Zaragoza, Ed. Comuniter (Narrativa), 2023, 259 págs.

Autor: Carmen Romeo Pemán

 


 ¿QUIÉN ES CARMEN ROMEO PEMÁN?

Nacida en El Frago (1948), a cuya escuela asistió hasta los 13 años, es Licenciada en Filología Románica por la Universidad de Zaragoza, donde ejerció de profesora. Durante más de treinta años ha sido Catedrática en el Instituto “Goya” de esta ciudad.

A lo largo de su desempeño docente ha publicado textos didácticos, guías de lectura y estudios de índole filológica. Y su vocación literaria ha dado como fruto una considerable cantidad de relatos breves que han ido viendo la luz en el Blog Letras desde Mocade.

Una parte de ellos, veintinueve, apareció editada bajo el título De la roca nacidas, en Zaragoza, IFC-CSIC, 2021.

Hija de maestros, se ha dedicado al estudio de la escuela rural y ha publicado De las escuelas de El Frago, en Zaragoza, IFC-CSIC, 2014.

También ha participado en el estudio de El callejero de las mujeres y Paseos por la Zaragoza de las mujeres, Zaragoza, Publicaciones del Ayuntamiento de Zaragoza, 2010 y 2019, respectivamente.

Su labor de investigación y de creación literaria ha sido reconocida y galardonada:

Premio Bernardo Zapater Marconell. Ayuntamiento de Albarracín por un trabajo de investigación reflejado en Los Mayos en la Sierra de Albarracín, 1977.

VIII Concurso Helvéticas. Tu país de las mujeres por De la roca nacida. 2014.

 



EL FRAGO, 1901. POR ENSEÑAR A LAS NIÑAS

Hoy presentamos su última obra, una novela que consta de veinte capítulos numerados: 1 La ilusión de Matilde. 2 De camino a El Frago. 3 Las niñas a la herrería vieja. 4 Buscando soluciones. 5 Tomando cartas en el asunto. 6 Con la iglesia hemos topado. 7 A vueltas con el tabardillo. 8 Más casos de tifus. 9 Se desata la epidemia. 10 Notas de prensa. 11 Vientos desfavorables. 12 Amainando el temporal. 13 El nuevo local. 14 Al César lo que es del César. 15 Formas de diversión. 16 Las faltas de asistencia. 17 Acusan a Matilde. 18 Y las niñas en la cocina. 19 Matilde acusa. 20 Multan al Ayuntamiento. Más un Epílogo.

La obra El Frago 1901. Por enseñar a las niñas, desde su doble título, anticipa al lector el marco histórico y el leit motiv del argumento. La acción se ciñe casi exclusivamente a la geografía de esa localidad de las Cinco Villas zaragozanas y transcurre exactamente durante el año 1901, elegido por Carmen Romeo por su especial significado para la escuela en España. Fue el año en que el recién creado Ministerio de Instrucción Pública, dirigido por el conde de Romanones, adoptó las más decisivas medidas para los maestros y para la enseñanza primaria obligatoria.1

El segundo título explicita la convicción de una joven maestra, Matilde, acerca de su trabajo. Ha ganado unas oposiciones para ser maestra de niñas y está determinada a llevar a cabo su cometido sin escatimar esfuerzos.

Es la primera novela de Carmen Romeo, escritora conocida por sus narraciones breves llenas de personajes muy potentes y de situaciones insólitas, con las que ha ido tejiendo una densa red en torno a un núcleo muy pequeño, El Frago. Y finalmente ha dado el salto a la narración extensa, integrando en parte sus anteriores relatos, técnica usada por García Márquez, quien en La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1961) y La mala hora (1962) fue creando los personajes y los escenarios que, más tarde, tomó como base para Cien años de soledad (1967).

Si García Márquez convirtió su Aracataca nativa en el Macondo literario, Romeo Pemán hace lo propio con su pueblo, aunque conserve el topónimo real. Así los personajes de María del Socarrau o del Canónigo de las Cheblas, las mujeres de los carasoles o los integrantes de la tertulia del bar, entre otros varios, conforman los personajes del pueblo, escenario de El Frago, 1901. 2

La novela gira en torno a dos principales núcleos temáticos de desigual peso en el relato: la llegada de una nueva maestra dispuesta a luchar por la escuela para las niñas y la epidemia de tifus. Todo ello narrado con rigor histórico y bien novelado para ser leído con facilidad y gusto.

Al terminar el Epílogo, el lector de hoy ya sabe de los difíciles comienzos de las escuelas para niñas, por todo lo que implicaban: habilitación de un local, presencia de una maestra dependiente del Ministerio y no del Ayuntamiento, una nueva legislación educativa y los innumerables conflictos que hacían necesaria la comparecencia epistolar e, incluso, física de las instituciones educativas.

El segundo núcleo argumental lo aporta la realidad de una epidemia de tifus, que reveló a El Frago sus muchas carencias sanitarias, sólo paliadas por el esfuerzo ímprobo del médico don Valero y la diligente cooperación de Matilde y de los abnegados fragolinos que no vacilaron en arrimar el hombro.

Ambos temas, inevitablemente, se ramifican y, a veces, se cruzan. Así, la cuestión de la escuela de niñas introduce al antagonista de la maestra, Mosén Mateo, auténtico vestigio de los viejos curas carlistas, que se resiste a que la Iglesia, encargada hasta entonces de la formación de las niñas, pierda su autoridad y su control. Este personaje será el más duro adversario de Matilde, a cuya presencia atribuye él públicamente todos los males del pueblo.

Asociado a la epidemia de tifus, trae Romeo Pemán el eco de las teorías higienistas de la época, que provocarán roces entre el médico a cuyo cargo se encuentra la actuación sanitaria durante la epidemia y la maestra, que parece invadir sus competencias al divulgar entre las mujeres y las alumnas sencillas medidas higiénicas como el lavado de las manos y de la ropa.3

La gravedad de la epidemia traerá, además, la exótica presencia de los médicos de la capital con sus máscaras de pico de ave, enfrentados a los prejuicios de los naturales. Y de nuevo hace acto de presencia la Iglesia con sus rituales de devoción popular para casos de peste, que la autora cuenta y describe con total eficacia incorporando las Letanías de san Sebastián.4

Y alrededor de ambos temas, el caciquismo, que la Real Academia define como “intromisión abusiva de una persona o autoridad en determinados asuntos, valiéndose de su poder o influencia”. El representante de esta “forma” política contra la que luchaba el Regeneracionismo de los gobiernos era don Casiano, que ponía y quitaba alcaldes y sometía a su dictado la forma de vida del pueblo y, como recuerda oportunamente el personaje de la señora María, “esa gente es peligrosa y nunca estará con los pobres”.5

El Frago, recorrido calle a calle con fidelidad de plano, aparece envuelto con una pátina que impregna las casas, los muebles y los muros, que aparecen desconchados, desvencijados, caducos. Lo que acentúa así la sensación de una sociedad decadente, presa de viejas ideas. En tres únicos puntos se desenvuelve su vida social: la iglesia, el café y los carasoles.

Y a ese “macondo” llega Matilde, una joven con su imagen fresca y moderna. Una mujer de ciudad, con estudios, que desea trabajar. Su sola presencia marca el vivo contraste que existía entre la vida urbana y la rural. Y, además, posee la fuerte personalidad y el conocimiento necesarios para llevar a cabo su histórica misión de implantar las novedades educativas del Ministerio.

La autora no duda en vestirla a la última moda y describe a lo largo de toda la obra su vestimenta y calzado, lo que constituye otro de sus aciertos. El siglo XX inició una tendencia de cambio imparable en la moda femenina: las ropas y calzados se adaptaron a una nueva forma de vivir y actuar, que inauguró un nuevo código en las relaciones sociales.

Matilde, una extraña en aquel pueblo, se siente, de principio a fin, muy sola. Pero el personaje de María del Socarrau que, en principio, parecía que no tenía más papel que hospedar en su casa a la maestra, crece a lo largo del relato hasta convertirse en su confidente y su apoyo. Se trata así con total realismo la situación de aquellas maestras pioneras que tuvieron que afrontar muchas situaciones insólitas sin contar con el amparo familiar.

En esas circunstancias, la aparición del amor podía mitigar la soledad de estas jóvenes y Carmen Romeo no niega a la protagonista el derecho a enamorarse del médico don Valero, aunque se pasa de puntillas por el asunto y se deja a la imaginación del lector, en el final abierto, el desenlace de este asunto.

Aunque se alude constantemente a viejas costumbres y a viejos utensilios nombrados especialmente en el ajuar de las casas, no se trata en absoluto de un relato costumbrista. La novela se mueve entre la literatura verité y la novela histórica, y en su misma indefinición encuentra su propio lugar. Y una muestra de ello, entre otras, es la naturalidad con la que se hacen convivir el lenguaje administrativo traído por la maestra y el inspector, los latines del cura y la lengua coloquial sin marcas locales.

Es una narración rigurosa hasta el extremo en los datos históricos, inserta en un marco ficticio pero a la vez verosímil. Aunque es muy rica en técnica, en referencias literarias, en el uso de registros lingüístico y en recursos narrativos, logra dar la sensación al lector de haber leído una obra muy accesible, porque el lenguaje es siempre claro y los personajes atrapan desde las primeras páginas. Tiene la marca de Carmen Romeo Pemán.

Francisca Soria Andreu

 


Notas

1Un Real Decreto de abril de 1900 separa la educación del Ministerio de Fomento y lo crea con el nombre de Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes (1900-1937). El conde Romanones, a sazón ministro de la nueva cartera, promulgó la remuneración de los maestros con cargo a los presupuestos del Estado, así como la reforma de la enseñanza primaria. Su plan de estudios se mantuvo vigente hasta 1937.

2Estos nombres protagonizaron narraciones como María del Socarrau, 2019; Un canónigo de Las Cheblas, etc. publicados en el Blog Letras desde Mocade.

3 Teorías higienistas iniciadas en 1790 en Austria y ya muy desarrolladas en España desde la segunda mitad del siglo XIX por el prolífico autor José Monlau, que publicó con éxito Elementos de higiene pública Monlau, J., Elementos de higiene pública, s.a. dos tomos. Este autor en los años 1856 publicó una extensa obra de divulgación, Diccionario etimológico de la lengua castellana (ensayo), precedido de unos rudimentos de etimología, 1856, con el que provocó una intensa polémica.

4 Capítulo 7. “A vueltas con el tabardillo”, páginas 82-85.

5 Capítulo 12. “Amainando el temporal”, página 149.



Once días antes de nuestra tertulia, tuvo lugar en Ejea de los Caballeros una presentación de la novela de Carmen Romeo a cargo de nuestra compañera del grupo de lectura Concha Gaudó. Con su texto, que a continuación reproducimos, queremos sumar la valoración, complementaria, de una historiadora y amiga al comentario literario anterior, realizado por Francisca Soria, también miembro del grupo “Leer juntos” del IES Goya y amiga suya. 
Y dice así…

 

 

 

 

 

Cuando yo era pequeña, en los albores de la televisión en España, había un programa titulado “Tengo un libro en las manos”. Este título se convirtió en un eslogan y muchas personas lo hemos adoptado como modo de vida.

Venir hoy a Ejea, a presentar un libro de Carmen Romeo Pemán, cumple dos de mis pasiones, el arte medieval, el románico en particular, y los libros, mejor si son de historia. Gracias, Carmen, y gracias a quienes lo han permitido y hecho posible, Felipe Díaz, vicepresidente de la Comarca de las Cinco Villas y José Ramón Reyes, alcalde de El Frago.

Mi presencia aquí es el regalo de una amiga. Pero no se preocupen, la amistad no me ciega para ser crítica y objetiva en mis valoraciones.

Seguramente, ya conocen a Carmen Romeo, vecina de una cercana localidad cincovillesa, El Frago, donde nació en 1948 y de donde, como ella dice, nunca se ha ido, pues ese es el lugar donde mora, aunque sus muchas actividades la hayan obligado a residir en otro lugares. En El Frago dio sus primeros pasos, aprendió las primeras letras en su escuela, de la mano de una buena maestra, y sólo salió de allí para seguir estudiando, mejor dicho, para titularse, porque su estudio, su conocimiento, tiene sus raíces en este lugar, donde, desde muy pequeña, iba de casa en casa para que gentes diversas le contasen historias, sus cosas, su vida… y ella iba almacenando narraciones, leyendas, construyendo su saber y, sobre todo, aprendiendo a amar sus orígenes y a su gente. Porque sin amor, sin pasión, no se pueden construir los hermosos relatos y la sabiduría que nos entrega.

Carmen estudió el bachillerato en el Colegio de Santa Ana de Zaragoza, en un internado que permitió a muchas chicas de los pueblos de Aragón acceder a una educación superior. Un lugar difícil por el que tuvieron que pasar las chicas jóvenes de pueblo que querían estudiar más.

Estudió Magisterio y Filología Románica en la Universidad de Zaragoza y, para no desaprovechar los veranos, perfeccionó idiomas en Francia y Bélgica. Su expediente académico la llevó a entrar, nada más acabar la carrera, en el Colegio Universitario de Teruel como profesora de Literatura e investigadora en el ámbito lingüístico y también, muy pronto, en historia de la educación.

Cambió la docencia universitaria por la enseñanza secundaria, donde ha ejercido su vocación docente en los Institutos Francés de Aranda de Teruel y Goya de Zaragoza durante más de 40 años, como Catedrática de Lengua y Literatura. Y digo “vocación” y no actividad docente, porque sólo desde la vocación se puede llevar una actividad profesional a la excelencia, como ella lo ha hecho.

A pesar de que los tiempos en la enseñanza secundaria están muy dominados por las clases, la docencia, Carmen nunca abandonó la investigación, ampliando sus temas de interés a la didáctica, la pedagogía y la coeducación.

Un trabajo intenso, eficaz y reconocido. Emociona ver cómo la valoran sus alumnas y alumnos, cómo la abrazan, cómo la citan. Cómo la quieren. Sus publicaciones, premios y reconocimientos, los pueden ver fácilmente en la red. Pero estas citas no recogen el día a día. Yo quiero contar aquí un ejemplo, visto con mis propios ojos, pues, además de tener el privilegio de ser su amiga, he tenido la suerte de ser su compañera de trabajo.

Carmen asumió por decisión personal el Aula de español para alumnado extranjero del Instituto Goya. No era lo habitual, en su condición de Jefa de Departamento. En un accidente doméstico se rompió una pierna y tuvo que estar de baja. Sus alumnas y alumnos, con los que se comunicaba por correo electrónico, en los primeros pasos de la informática, para hacerles practicar la lengua, se enteraron enseguida. No querían otra profesora y nos propusieron la solución. Se enteraron de que en la Seguridad Social prestaban sillas de ruedas. Ellos mismos irían a pedir una silla y, cada día, por turno, ellos o ellas irían a buscar a Carmen a su casa y la devolverían a su domicilio. Todo arreglado. Varios de estos alumnos que pasaron por las clases de español de Carmen llegaron a la universidad y son hoy excelentes profesionales.

El Frago, 1901. Por enseñar a las niñas. Ya he dicho que me gustan los libros de historia. Pues aquí tenemos uno, un libro de historia, historia política de España (la regencia, los ministros, el carlismo y la influencia de la Iglesia, el caciquismo, las tímidas reformas regeneracionistas) de historia de la educación (el recién nacido ministerio, los decretos, las exigencias en educación, las nuevas corrientes pedagógicas), de historia de las mujeres (acceso al trabajo, a la educación, primeros pasos de la emancipación y también la violencia, la opresión, el dolor), de historia de una comunidad, historia del pensamiento (nuevas y viejas ideas), historia de la cultura. Y una novela, novela social (las relaciones, las diferencias, la relativa riqueza y la relativa pobreza, el trabajo, el progreso, el ocio, la amistad), novela protesta, novela reivindicativa, novela utópica. Utópica, sí, porque nos invita a mejorar, a crear ese lugar que todavía no existe. Y una novela homenaje.

La autora es, en primer lugar, una investigadora. Todos y cada uno de los aspectos tratados en la obra están documentados e investigados. Son muchas las horas pasadas en los archivos históricos y es muy profundo el conocimiento que Carmen tiene de la Historia de la Educación. Con esos mimbres teje, de forma magistral, el largo camino de la educación de las mujeres. ¡Cuántos escollos por superar, cuántas ideas que rebatir, cuántas piedras en el camino, malentendidos y malas intenciones, y cuántos sufrimientos para las niñas y las maestras!, algunos conocidos por experiencia propia, incluso mucho tiempo después. El final feliz ha llegado después de un largo camino de espinas, un calvario, en lenguaje de don Mateo, aunque él diría algo peor.

Pero no sólo aborda la historia de la educación. Préstenle mucha atención al tema de la moda incluido en la novela. Las diferentes formas de vestir, las prendas tradicionales y sus usos, los cambios introducidos con el nuevo siglo, tejidos, prendas, modas… (Carmen descubrió a la primera mujer empresaria en el s. XIX en Zaragoza, propietaria de una fábrica de fajas).

Historia de la medicina y de la higiene. Las enfermedades, los tratamientos y los nuevos usos higiénicos…. También en este campo tiene la autora un profundo conocimiento a través de sus estudios sobre las Damas de la Cruz Roja.

Por último, pero tan destacado o más que el primer punto, la historia de la comunidad. Este aspecto es un auténtico tratado de etnografía. ¿Cómo es la vida cotidiana de una comunidad pequeña, rural, de montaña media, las Altas Cinco Villas, en la época del cambio de siglo, del XIX al XX, y del cambio de era, de la tradición a la modernización? ¿Cómo convive lo nuevo y lo viejo, cómo se superan las resistencias al cambio? Reconozco que, a mí, los otros temas me interesan y me gustan mucho, pero este me ha dejado abducida. Cómo cuenta la vida diaria, las necesidades, las relaciones, cómo recupera los usos, la tradición.

Carmen había escrito muchas obras de investigación; ahora nos ofrece una obra literaria, una novela, su primera novela publicada (siempre lo digo, que ha tardado en publicar literatura, pero que lleva muchos años escribiendo. Si no, no se puede hacer tan bien). ¿Qué aporta la novela a esta historia? Pues le aporta el alma. Porque todo lo que sucede es la vida misma de las personas que hacen o sufren los acontecimientos. Y sólo de esta forma conocemos la auténtica verdad histórica. No es lo mismo escribir que hubo muchas dificultades para escolarizar a las chicas que mostrar que recibían clase en un lugar lleno de boñigas en el suelo. Y así, todo.

En El País del 7 de abril último, Irene Vallejo publicó un artículo titulado “El ombligo de los sueños”. Allí recoge unas frases de la primera novela conocida, del s. XI, Genji Monogatari de Murasaki Shikibu: “Las crónicas históricas muestran sólo una parte de la verdad, y es en los relatos de ficción donde descubrimos las causas profundas de lo que sucede”.

Eso es, precisamente, lo que logra Carmen con esta novela. Contar la verdad de la historia, la historia total, la intrahistoria.

Por cierto, Carmen Romeo fue profesora de Irene Vallejo. Ella la presentó al primer concurso literario, que ganó, por supuesto, y la animó en sus primeros pasos de escritora. Irene nunca olvida citarla en sus charlas, en sus obras ahí está en El Infinito en un junco, y de reconocerle, con todo su cariño, todo el conocimiento que le trasmitió y le trasmite, en presente.

También dice Irene que, al leer una novela, intervienen todos los sentidos y se activan las áreas cerebrales relacionadas con el significado de las palabras. Olerán el aroma del falso café de achicoria recién hecho, sentirán el estómago ardiente con el trago de pacharán. Y temblarán ante la idea de los manejos de la Feria de Ayerbe y les dolerán las manos, como a las lavanderas cuando bajaban a lavar la ropa a las frías aguas del Arba.

Ya termino, pero no sin hablar del lenguaje. Culto y popular, en una sinergia especial, en una transición imperceptible, pero clara y lógica. No es fácil manejar con tal seguridad ambos registros.

Recordemos que la lengua, las lenguas, incluidos los latines, y la literatura son las dos aficiones y especialidades de la autora. La descripción precisa, los topónimos, el vocabulario específico y las citas literarias, elegidas a su gusto. Todo, todo está perfectamente integrado.

Pero la razón de la novela es otra. El objetivo final es la reivindicación de la EDUCACIÓN como fuente de sabiduría, como llave del conocimiento, del progreso, de la libertad. Como clave de la emancipación de las mujeres. “Otro gallo nos habría cantado a nosotras” con una maestra así, dice Dominica del Corronchal (cap. 6). “Es usted muy valiente. Al final cederán. No les quedará más remedio”, dice una voz de mujer desde la ventana (cap. 5). “Esas manicas, pronto bordarán sus ajuares con primor” (cap. 5), y aprenderán a coser la ropa interior y aprenderán higiene y, quién sabe, algunas de ellas saldrán a estudiar y se harán maestras para enseñar a las niñas.

Todas esas maestras, que Carmen tiene biografiadas en su blog Letras desde MOCADE, doña Inés, doña Simona, doña Angelita, doña Asunción, doña Nieves, todas, todas son doña Matilde. Todas ellas “entregaron su vida a las niñas de un pueblo perdido entre los montes”. Un homenaje al magisterio femenino.

Carmen ha reconocido, en varios de sus escritos y, sobre todo, en el gran libro sobre la escuela rural De las escuelas de El Frago, la gran importancia que ha tenido la escuela las maestras y los maestros para el gran número de fragolinos que andan por el mundo ejerciendo, de forma destacada, sus profesiones. En El Frago construyeron “a vecinal” las primeras escuelas y “a vecinal” del siglo XXI, aunque ahora usaríamos otro término, se han reabierto las escuelas hace un par de años. Tienen un gran futuro.

A don Gregorio y doña Asunción, maestros de El Frago, sus maestros, sus padres, dedica Carmen esta primera novela. Y destinó los beneficios de la primera edición a la reabierta escuela de El Frago.

Tengo un libro, una joya, en las manos: el libro de Carmen Romeo El Frago, 1901. Por enseñar a las niñas. Léanlo, aprendan y disfruten.

Concha Gaudó Gaudó



Encontrarán una reseña de la presentación que de esta novela se hizo, en marzo pasado, en el Palacio de Sástago de Zaragoza, con la intervención de la autora, en el blog Letras desde Mocade.


domingo, 12 de mayo de 2024

"Kymata" (Olas) y otros dos poemas de Marta López Vilar


André Bertoneusque, Contando las olas


Kymata

 (Olas)

Escucho
—acodada frente al mar que alguna vez ha de llevarme
el palpitar exacto y silencioso de estas olas
iguales sólo a aquellas que jamás llegaran
a este puerto,
la solitaria palabra de los vientos
que, oscuramente,
tejen y destejen mi destino.

Escucho sin oírte
y me pregunto
si acaso tú y yo somos la desordenada sombra
de los días
la perpetua sombra de los días
que fluye por la piel transparente de este mar
y me desvela el presente con la misma lentitud 
de una sibila vieja a punto de morir
de olvido y de futuro.

De La palabra esperada, Hiperión, 2007

Perséfone

Mas él, atrayéndola a sí, le dio a comer dolosamente
un dulce grano de granada, para que
no se quedase para siempre allá, al lado de su venerada
Deméter, la de peplo púrpura oscuro.
"Himno Homérico a Deméter"

Acerco a mis labios el oscuro néctar que mana de esta ofrenda.
Imagino que va a poder curarme, que esa sangre púrpura
es lo que queda de la tarde más hermosa: la que no veo,
la que nunca veré extendida en mis ojos.

Entrego lo que tengo de mi frágil juventud
a este instante que tiembla. 
Entrego mi cuerpo como el mimbre a esta sed y a este vacío.
Es la prueba que me queda de estar viva

Alguien me habla fuera ,
alguien pide mis manos de nieve, su pureza.
Pero nada toco en ese instante que me exige
la más limpia claridad de quien soñó con regresar
al mundo de los vivos.
Este cuerpo joven no será para siempre de la vida,
comí de la granada de la noche,
su engaño de luz y de esperanza.
Y en la tierra morirá lentamente aquel lirio tan puro 
que me trajo a las sombras. 
Y mi madre le llorará cada día, como si hubiera muerto.

De En las aguas de octubre, Bartleby, 2016

El árbol

Miro el árbol bañado por el sol. Miro sus ramas, sus
hojas, cómo sus raíces salen de la tierra. Amanece y
nada parece acabar nunca. Todo desde su principio: el
viento, el pájaro pequeño que me mira desde el árbol,
la hierba que crece alrededor. Acerco mi mano hacia la
luz  del   sol  entre  las ramas. Es  como  si  pudiera
acariciarlo. Me quedo  detenida bajo el árbol. Todo
cabe en esa luz atravesando las hojas. Todo cabe. Todo
cabe en  mis dedos. Mi  nombre,  de repente. Mi 
corazón, de repente. Hermoso árbol que no conoce la
noche, cuida de mí.

De El Gran Bosque, Pre-Textos, 2019

Marta López Vilar. (Universidad Complutense de Madrid)


Marta López Vilar (Madrid, 1978)  es doctora en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid,  con una tesis sobre el simbolismo y la mística en las Elegies de Bierville, del poeta catalán Carles Riba. Ha sido profesora de lengua y literatura catalanas en la Universidad de Alcalá de Henares y actualmente lo es de filología catalana en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del grupo de investigación UCM Poéticas de la Modernidad.

Su libro De sombras y sombreros olvidados obtuvo en 2003  el Premio Blas de Otero de Poesía de Madrid. En 2007 ganó el Premio Arte Joven  con el libro La palabra esperada. En 2016 publicó su tercer poemario, titulado En las aguas de octubre. Por El Gran Bosque obtuvo el II Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro en 2018. Sus poemas figuran en diversas antologías españolas y extranjeras y han sido traducidos al italiano, portugués y húngaro. Es autora, así mismo, de la edición del libro (Tras)lúcidas. Poesía escrita por mujeres (1980-2016) (Bartleby, 2016). Como traductora literaria ha realizado la edición y traducción  de los libros Dos viajes al más allá (ELR Ediciones, 2005), Elegías de Bierville de Carles Riba (Libros del Aire, 2011) y Libro de ausencias de Miquel Martí i Pol (Bartleby, 2022). También ha traducido poesía griega contemporánea. Ejerce la crítica literaria en revistas como Turia.
Dante Gabriel Rossetti, 
Perséfone, 1874


El segundo poema hace referencia al mito de Perséfone (conocida también por el nombre de Kore, y como Proserpina en la mitología romana), hija de Zeus y Deméter, la diosa de la fertilidad de la tierra. Perséfone se encontraba cogiendo flores en compañía de las ninfas cuando fue raptada por Hades, dios del Inframundo, para convertirla en su esposa. Cuando Deméter lo supo, se entristeció tanto que la tierra dejó de producir, ante lo cual Zeus exigió a Hades que dejara regresar a la joven al mundo de los vivos. Este aceptó con la condición de que
 no comiera nada en el reino de los muertos. Pero Hades no se resignaba a perderla y engañó a  Perséfone ofreciéndole una granada de la cual esta comió seis granos, por lo que ya no era posible el regreso. Finalmente, se llegó a un acuerdo: la joven regresaría seis meses al año junto a su madre (los meses de buen tiempo, en que la tierra se vuelve productiva) y los otros seis, en que los árboles pierden las hojas y la tierra no produce, permanecería en el Hades. Así explica el mito el nacimiento de las estaciones.