domingo, 28 de abril de 2019
domingo, 21 de abril de 2019
"Amo lo que se hace lentamente" y otro poema de Basilio Sánchez
Basilio Sánchez [hoy.es] |
Con su primer poemario, A este lado del alba, consiguió un accésit del Premio Adonáis en 1983. Diez años más tarde, apareció su segundo libro, Los bosques interiores, al que siguieron La mirada apacible (1996), Al final de la tarde (1998), El cielo de las cosas (2000), Para guardar el sueño (2003), Entre una sombra y otra (2006), Las estaciones lentas (2008), Cristalizaciones (2013), Esperando noticias del agua (2018) y He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes (2019, XXXI Premio Fundación Loewe). El conjunto de su obra poética está recogido en el volumen Los bosques de la mirada. Poesía reunida 1984-2009 (2010). Su poesía ha recibido, además de los premios mencionados, el accésit del Premio Gil de Biedma en 1995 y 2003, el Premio Internacional de Poesía Unicaja (2005), el Tiflos (2008), el Premio Extremadura a la Creación a la Mejor Obra Literaria de Autor Extremeño (2007) y el Premio Ciudad de Córdoba "Ricardo Molina" (2012). Ha publicado también dos libros de narrativa: El cuenco de la mano (2007) y La creación del sentido (2015). Entre 2000 y 2003 fue codirector del Aula de Poesía José María Valverde de Cáceres.
De la obra poética de Basilio Sánchez, situada en la llamada poesía del conocimiento, Túa Blesa (El Cultural, 08/03/2019) destaca su unidad profunda: "el presupuesto de que, más allá de la relación con las cosas, exista la posibilidad de trascenderlas para establecer otro vínculo con ellas, con el mundo, un vínculo que se nombra como lo sagrado". Y añade que esta idea, presente también en su último libro, conecta la poesía de Basilio Sánchez con la de Hölderlin, Wallace Stevens o René Char, y con la de los españoles Claudio Rodríguez o Antonio Colinas.
El poeta define su último libro, en el que los poemas son una celebración de la naturaleza, como "una meditación, el libro de horas de un contemplativo o el breviario de un paseante solitario". Muy clarificadoras resultan las palabras de la escritora colombiana Piedad Bonnett sobre He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes:
Partiendo de una mirada contemplativa que se detiene en la unidad de lo pequeño, en sus fulgores y revelaciones, pero también exalta el misterio del origen inmenso y la labor del poeta, que no es ningún iluminado sino un artesano de la palabra. Esta austeridad que el poeta busca no está exenta, sin embargo, de sensualidad, de imágenes teñidas de colores, sonidos y sensaciones. La suya es una poesía sutil, serena, sin estridencias, que propone una utopía que es también una ética: consustanciarse con el todo. Este libro reafirma la poesía como acto de fe, como un camino de vuelta a lo esencial, a lo que aun callando se revela.
[Imagen jacintos: Dogalize]
domingo, 14 de abril de 2019
"Sobre un instante griego", de Jaime Siles
Con Galería de rara antigüedad el prestigioso poeta y filólogo Jaime Siles, catedrático de Filología Latina en la Universidad de Valencia, obtuvo el XXVIII Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma. Se trata de un libro con el que el autor intenta expresar su visión de la Antigüedad clásica, "un mundo inagotable". El término 'galería' del título parte de una frase del filólogo Luis Gil incluida en el libro Introducción a Homero, en la que afirma que la Antigüedad clásica y, en especial, La Ilíada "constituyen una galería de conductas, de paradigmas, de conductas humanas a seguir". El sintagma 'de rara antigüedad' que complementa al núcleo se debe, explica el autor, a que en el poemario "hay muchos monólogos dramáticos, pero objetivados en otras personas que no son el autor. Los poemas son de ahora, aunque el mundo al que se refieren sea de entonces". Porque, como se explica en la contraportada del poemario:
Este libro asume y desarrolla el precepto nietzscheano de revivir en sí la Antigüedad Clásica, de objetivarla sobre una serie de imágenes, estampas y situaciones en las que se proyecta no tanto la nostalgia de su mundo como la consistencia de su realidad, tan necesaria para comprender en su compleja profundidad la nuestra.
El poema elegido hace referencia a un pasaje de la Anábasis del historiador Jenofonte (Atenas, ca. 431 a. C.- Corinto, 354 a. C.). En este libro, también llamado Expedición de los diez mil, Jenofonte narra la expedición de los mercenarios griegos que apoyaron la rebelión de Ciro el Joven de Persia, quien ambicionaba despojar del trono a su hermano Artajerjes II. Este cuerpo de ejército, al que se unió Jenofonte, en el año 401 a. C., atravesó Asia Menor, donde se unió a otras fuerzas reclutadas por Ciro. Pero en Cunaxa, cerca de Babilonia, el ejército de Ciro (integrado por 12.500 griegos, entre hoplitas y peltastas, y 50.000 bárbaros) fue derrotado por el de Artajerjes, formado por 200.000 hombres, y Ciro, alcanzado por una flecha, resultó muerto. El ejército de Ciro se dispersó y los griegos se encontraron en territorio desconocido, sin protección alguna y a merced del ejército del rey, que se proponía exterminarlos. Muertos los jefes de los expedicionarios griegos, Jenofonte, que tenía entonces de veinticinco a treinta años, se vio obligado a tomar el mando de este ejército destrozado y conducirlo de vuelta a casa hasta llegar a las costas del mar Negro. El poema alude al emocionante momento en que estos hombres, nacidos en islas o en poblaciones costeras, vuelven a ver el mar después de tanto tiempo y tantas calamidades:
Al quinto día llegaron a la cima de la montaña llamada Teques. Cuando los primeros alcanzaron la cumbre y vieron el mar prodújose un gran vocerío. Al oírlo Jenofonte y los que iban en la retaguardia creyeron que se habían encontrado con nuevos enemigos [...]. Pero como el vocerío se hacía mayor y más cercano y los que se aproximaban corrían hacia los voceadores, como el escándalo se hacía más estruendoso a medida que se iba juntando mayor número, parecióle a Jenofonte que debía de tratarse de algo más importante, y montando a caballo se adelantó con Licio y la caballería a ver si ocurría algo grave. Y en seguida oyeron que los soldados gritaban: "¡El mar!, ¡El mar!", y que se transmitían el grito de boca en boca. Entonces todos subieron corriendo; retaguardia, acémilas y caballos avanzaron vivamente. Cuando llegaron todos a la cima se abrazaron con lágrimas los unos a los otros, generales y capitanes.
(Jenofonte, La expedición de los diez mil (Anábasis), Espasa-Calpe, Colección Austral, nº 79, Madrid, 1939)
Francisco García Jurado, en su reseña Jaime Siles, "lo profundo del tiempo", escribe sobre este poema:
En otras lenguas acaso se puede vivir, pero sólo en la griega reside esa capacidad intelectiva [...] Por ello, una sola palabra griega, "dakuóntes", que aparece en un pasaje de la Anábasis de Jenofonte (4, 7, 24), sirve para revelar un momento único de la literatura griega, justamente el instante en que los helenos que iban con Jenofonte, tras recorrer la Anatolia, vieron el mar en Cilicia; fue allí donde su emoción, compartida, les hizo llorar.
jueves, 11 de abril de 2019
Libros: Novedades
Os presentamos el boletín de novedades de final del segundo trimestre con algunas sugerencias de lecturas para estas vacaciones: novelas, cómics, clásicos adaptados… para todas las edades.
Desde “El hacedor de sueños” os deseamos unas FELICES VACACIONES y unas FELICES LECTURAS. Y recordad que, aunque estemos de vacaciones, no faltarán colaboraciones como “el poema de la semana” y otras.
Novedades_2º Trim 18-19 by Biblioteca_IES_Goya on Scribd
martes, 9 de abril de 2019
XVI Concurso escolar de lectura en público
XVI CONCURSO ESCOLAR DE LECTURA EN PÚBLICO
El jueves día 4
de abril, Noemí Radu y África Hernández, dos alumnas de 3º de
ESO, participaron en la XVIª edición del
Concurso escolar Leer en público
que se desarrolló de forma simultánea en cuatro sedes de Aragón (Huesca,
Zaragoza, Teruel y Fraga). El IES Goya se desplazó hasta la Biblioteca Aragón
en cuya Sala Multiusos intervinieron los alumnos de Enseñanza Secundaria con la
lectura de textos en castellano.
Participar en
estas actividades es siempre un éxito. El premio es seguro: aprender a
disfrutar de la lectura expresiva; comprobar que, si se trabaja y se tienen
aptitudes, un texto bien leído puede conmover y emocionar; comprender lo importante
que es respetar los signos de puntuación; y ser capaz de vencer el miedo al
público.
Es un gusto
poder escuchar los textos voluntarios elegidos por distintos centros escolares:
un fragmento de El camino, de
Delibes; A Margarita Debayle, conocido
poema de Rubén Darío; La gota de agua que
no quería perder su individualidad, de Amado Nervo; un poema de José
Antonio Labordeta, etc.).
Como
texto obligatorio todos los grupos leyeron El
Etnógrafo de Jorge Luis Borges, un relato complejo, lúcido y sugerente,
como todos los de su autor, que podéis leer completo, por ejemplo, en https://www.mtholyoke.edu/courses/rdiaz/span209/El%20etnografo.pdf.
Nosotros, como
texto voluntario, elegimos la escena 13 de Incendios,
obra del dramaturgo libanés Wadji Mouawad, quien se vio obligado a emigrar con
su familia a causa de los conflictos civiles que asolaban su país (primero a
Paría, posteriormente a Canadá). En la escena que nuestras alumnas leyeron,
Nawal, a quien de adolescente le habían arrebatado a su hijo, cumple la promesa
hecha a su querida abuela de que, una vez hubiese aprendido las letras,
regresaría al campo de refugiados para inscribir su nombre en la lápida de su tumba.
Es entonces cuando Sawda, una joven cansada de la resignada y mutilada vida del
campo, le pide ir con ella; le promete ayudarla a buscar a su niño a cambio de
que le enseñe a leer y a escribir.
Incendios es una obra llena de
fuerza, dolor y poesía que cuando fue llevada al cine obtuvo también el éxito y
consiguió llegar a un público todavía más amplio (Óscar a la mejor película de
habla no inglesa en 2011).
A continuación
os ofrecemos el texto completo de la escena 13:
Incendios
Escena 13, Sawda
SAWDA: ¡Te he visto! Te he observado de lejos cuando
grababas el nombre de tu abuela sobre la
lápida. Luego te levantaste de repente y has huido a la carrera. ¿Por qué?
NAWAL: ¿Y tú, por qué me has seguido?
SAWDA: Quería verte escribir. Ver si era verdad. Aquí, el
rumor ha corrido muy rápido esta mañana. ¡Después de tres años, has vuelto! En
el campo decían: “Nawal ha vuelto, sabe escribir, sabe leer”. Todo el mundo
reía. Corrí para esperarte a la entrada del pueblo,
pero tú estabas ya aquí. Te vi golpear al hombre con el libro, vi temblar el
libro en el extremo de tu mano y
pensé en todas las palabras, en todas las letras, al rojo vivo por la cólera que habitaba tu rostro. Te
fuiste y yo te seguí.
NAWAL: ¿Qué quieres?
SAWDA: Enséñame a leer y a escribir.
NAWAL: No sé.
SAWDA: ¡No mientas! Te he visto
NAWAL: Me voy. Dejo el pueblo. Así que no puedo enseñarte.
SAWDA: Te seguiré. Sé a dónde vas.
NAWAL: ¿Cómo lo sabes?
SAWDA: Yo conocí a Wahab. Somos del mismo campo. Veníamos
del mismo pueblo. Es un refugiado del
Sur, como yo. La noche en que lo trajeron, gritaba tu nombre.
NAWAL: ¿Quieres encontrar a Wahab?
SAWDA: No te burles de mí. Sé a dónde vas, te digo. No es a
Wahab a quien quieres encontrar; es
a tu hijo. Tu hijo. Ya ves, no me equivoco. Llévame contigo y enséñame a leer.
A cambio, te ayudaré. Sé viajar, y dos
seremos más fuertes. Dos mujeres juntas. Llévame. Si estás triste, te cantaré; si estás débil, te ayudaré; te
llevaré. Aquí no hay nada. Me levanto
por la mañana y me dicen: “Sawa, eso es
el cielo”, pero no me dicen nada sobre
el cielo. Me dicen: “Eso es el viento”,
pero no me dicen nada sobre el viento. Me señalan
el mundo y el mundo está mudo. Y la vida pasa y todo es opaco. He visto las letras que has grabado y he pensado: “Eso es un nombre”. Como si la piedra se
hubiera vuelto transparente. Una
palabra y todo se ilumina.
NAWAL: ¿Y tus padres?
SAWDA: Mis padres no me dicen nada. No me cuentan nada. Les
pregunto: “¿Por qué hemos dejado el Sur?”. Ellos me
dicen: “Olvida. Para qué. No pienses más en ello. No
hay Sur. No tiene
importancia. Estamos vivos y comemos cada día. Eso es lo que cuenta”. Dicen: “Aquí la guerra no nos atrapará”. Respondo: “Nos atrapará. La tierra está herida por un lobo rojo que la devora”. Mis
padres no cuentan nada. Yo les digo: “Me acuerdo, huimos en medio de la
noche, unos hombres nos echaron de nuestra casa. La destruyeron”. Ellos me dicen: “Olvida”. Yo digo: “¿Por qué
mi padre llora de rodillas delante de la
casa en llamas? ¿Quién la quemó?” Me responden: “Todo eso no es verdad.
Lo has soñado, Sawda, lo has soñado”. Así que no quiero seguir aquí. Wahab gritaba tu nombre y era como un milagro en
medio de la noche. A mí, si me llevaran, no
me vendría ningún nombre a la garganta. Ninguno. ¿Cómo amar aquí? No hay amor, no hay amor, y, como me dicen: “Olvida, Sawda, olvida”, entonces,
olvidaré. Olvidaré el pueblo, las
montañas y el campo y el rostro de mi madre y los ojos arrasados de mi padre.
NAWAL: Nadie olvida, Sawda, te lo juro. Ven de todos modos.
Departamento de Lengua y Literatura
castellana
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