EL BLOG DE LA BIBLIOTECA "IRENE VALLEJO" DEL IES GOYA DE ZARAGOZA


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domingo, 26 de agosto de 2018

"Todos tenemos un jardín oculto...", de Francisca Aguirre




Todos tenemos un jardín oculto,
un pequeño parterre transeúnte
que nadie aceptaría como tal
salvo los que lo cuidan y mantienen.

Todos tenemos una tierra propia,
una pequeña huerta clandestina
en la que crecen flores bien extrañas,
extrañas para aquellos que no saben,
que no pueden saber lo bien que huelen
o cómo se enderezan sus corolas
cuando las baña el sol de la nostalgia
o las riegan las lluvias del consuelo.

Todos tenemos un jardín secreto
sembrado de dedales, cartas, libros,
caleidoscopios, cuentos, viejas fotos,
playas, reclinatorios, parameras...
Nadie diría que esto es un jardín
salvo aquellos que viven para cultivarlo,
para cambiar de sitio los cuadernos
y darle cuerda a los relojes viejos.

Sin embargo, resulta muy difícil
procurar que el jardín no se marchite,
darle el riego preciso a cada planta,
saber las que requieren sol
y las que son de sombra,
no dejar que se nublen los retratos,
abrir los libros y orear sus páginas
para que los recuerdos no se sequen
como si fueran hojas de eucaliptus.

Es difícil el arte de la jardinería.

                De La herida absurda, Bartleby, Madrid, 2006


La herida absurda, cuyo título está tomado del tango de Catulo Castillo ("La vida es una herida absurda /y es todo tan fugaz...") es un libro de poemas en que la meditación sobre la condición humana se impregna de un tono cordial y emotivo, desvelando la singularidad de un lenguaje donde lo coloquial se funde con lo inesperado y sorprendente.

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domingo, 19 de agosto de 2018

"Los ríos" (I fiumi), de Giuseppe Ungaretti


Río Isonzo


          Los ríos

                         Cotici, 16 de agosto de 1916

Me apoyo en este árbol mutilado
Abandonado en esta torca
Que tiene la languidez
De un circo
Antes o después del espectáculo
Y miro
El pasaje tranquilo
De las nubes sobre la luna

Esta mañana me he tendido
En una urna de agua
Y como una reliquia
He reposado

El Isonzo corriendo
Me suavizaba
Como a una de sus piedras
He levantado mis cuatro huesos
Y me he marchado
Como un acróbata
Sobre el agua

Me he acurrucado
Junto a mis trapos
Sucios de guerra
Y como un beduino
Me he inclinado para recibir
El sol

Este es el Isonzo
Donde mejor
Me he reconocido
Una dócil fibra
Del universo.

Mi suplicio
Es cuando
No me creo en armonía

Pero esas ocultas
Manos
Que me deslíen
Me regalan
La rara
Felicidad

He repasado
Las épocas
De mi vida

Estos son
Mis ríos

Este es el Serchio
En el que han bebido
Dos mil años tal vez
De mi gente campesina
Y mi padre y mi madre.

Este es el Nilo
Que me ha visto
Nacer y crecer
Y arder de inconsciencia
En las extensas llanuras

Este es el Sena
Y en su turbulencia
Me he mezclado
Y me he conocido

Estos son mis ríos
Reunidos en el Isonzo

Esta es mi nostalgia
Que en cada uno
Me trasparenta
Ahora que es noche
Que mi vida me parece
Una corola
De tinieblas

De La alegría.Versión de Jorge Aulicino


VERSIÓN ORIGINAL EN ITALIANO:


       I fiumi

                             Cotici il 16 agosto 1916

Mi tengo a quest’albero mutilato
Abbandonato in questa dolina
Che ha il languore
Di un circo
Prima o dopo lo spettacolo
E guardo
Il passaggio quieto
Delle nuvole sulla luna

Stamani mi sono disteso
In un’urna d’acqua
E come una reliquia
Ho riposato

L’Isonzo scorrendo
Mi levigava
Come un suo sasso
Ho tirato su
Le mie quattro ossa
E me ne sono andato
Come un acrobata
Sull’acqua
Mi sono accoccolato
Vicino ai miei panni
Sudici di guerra
E come un beduino
Mi sono chinato a ricevere
Il sole

Questo è l’Isonzo
E qui meglio
Mi sono riconosciuto
Una docile fibra
Dell’universo

Il mio supplizio
È quando
Non mi credo
In armonia

Ma quelle occulte
Mani
Che m’intridono
Mi regalano
La rara
Felicità

Ho ripassato
Le epoche
Della mia vita

Questi sono
I miei fiumi

Questo è il Serchio
Al quale hanno attinto
Duemil’anni forse
Di gente mia campagnola
E mio padre e mia madre.

Questo è il Nilo
Che mi ha visto
Nascere e crescere
E ardere d’inconsapevolezza
Nelle distese pianure

Questa è la Senna
E in quel suo torbido
Mi sono rimescolato
E mi sono conosciuto

Questi sono i miei fiumi
Contati nell’Isonzo

Questa è la mia nostalgia
Che in ognuno
Mi traspare
Ora ch’è notte
Che la mia vita mi pare
Una corolla
Di tenebre

Da L'allegria, 1931

El poema fue compuesto  durante la Primera Guerra Mundial,  mientras Ungaretti  combatía contra el Imperio Austro-Húngaro en el Carso (Meseta del Kars), una zona de rocas calizas que ocupa el sudoeste de la actual Eslovenia y se extiende hasta el nordeste de Italia. Las torcas o dolinas (grandes depresiones formadas por el agua), a las que se hace referencia en el poema,  son  algunas de las formas características del relieve kárstico. 

Atraviesa el Carso el río Isonzo (Soca, en esloveno), que nace en los Alpes Julianos, en el noroeste de Eslovenia, y desemboca en el mar Adriático, en Italia. El valle del Isonzo  fue escenario de una serie de sangrientas batallas en el frente italiano (las Doce batallas del Isonzo)  que se libraron entre junio de 1915 y noviembre de 1917, en las que perdieron la vida trescientos mil soldados.

"Los ríos" es el poema número veintidós de Il porto sepulto (El puerto sepultado), primer poemario de Ungaretti, incluido después en La alegría (1931). El puerto sepultado reúne los poemas escritos en el Carso entre el 22 de diciembre de 1915 y el 2 de octubre de 1916. Son poemas urgentes, de versos cortos y sin signos de puntuación, en los que la guerra es  tema o motivo recurrente.

El poema elegido, considerado por su autor como su "tarjeta de identidad", ya que sintetiza su vida, está compuesto por  quince versos libres en los que se entrelaza la recuperación del pasado por medio de la memoria y el restablecimiento de la relación de armonía con la naturaleza que la experiencia  de la guerra parece haber roto.   

De noche, mientras contempla el paso de las nubes sobre la luna, apoyado en un árbol "mutilado" (la elección del adjetivo humaniza al árbol y establece una analogía con los cuerpos de los soldados mutilados por las bombas ), abandonado en una torca o dolina, cuya tristeza compara con la de un circo vacío, el poeta soldado recuerda un momento del día: el baño en las aguas del río Isonzo. 

Del presente de la escena nocturna, retrocede al pasado reciente de ese día. Las imágenes de la  "urna" y  la "reliquia" (dos términos estrechamente relacionados) envuelven el acto del baño en una atmósfera  casi sagrada y confieren solemnidad a un hecho común. Mientras descansa en el agua, la corriente del río pule sus miembros, elimina las durezas de la guerra, como pule los cantos rodados. Después se levanta y camina con dificultad sobre las piedras del lecho de río, intentando mantener el equilibrio ("como un acróbata"). 

En la orilla se tiende junto a su uniforme para secarse al sol. La referencia a sus "sucios trapos de guerra", que contrastan con su cuerpo purificado por el agua, introduce el recuerdo del conflicto bélico en ese espacio idílico, mientras que la comparación con un beduino "inclinado para recibir el sol" es una primera evocación de  la infancia del poeta en Alejandría y dota al acto del secado de un sentido simbólico y ritual. En el Isonzo  siente  que forma parte (es "una dócil fibra") de la naturaleza, y cesa el tormento (producido por la brutalidad de la guerra) pues el agua del río, como unas manos ocultas de la naturaleza, le proporcionan esa felicidad rara de sentirse en armonía con el mundo.

Las aguas del Insonzo le traen a la memoria  su vida pasada, recordada con nostalgia y vinculada a otros ríos, que va enumerando en orden cronológico. El Serchio, río de la Toscana que fluye cerca de Lucca, la tierra de sus antepasados; el Nilo, que baña las llanuras egipcias y desemboca en Alejandría, cuidad donde nació el poeta y donde transcurrió su infancia, la edad de la inconsciencia; el Sena, en cuyas aguas turbias (alusión a las experiencias tumultuosas de la vida parisina) habría crecido y madurado. Todos estos ríos le son recordados por el Isonzo. Con la memoria nace la nostalgia de cada uno de estos ríos y de su vida pasada, ahora que inmerso en el drama de la guerra, su existencia le parece tan frágil como la corola de una flor y tan oscura y misteriosa como la noche que lo rodea. En palabras de Maurizio Dardano (Los textos, las formas, la historia), "la oscuridad de la noche  evoca la imagen de una vida llena de incógnitas, encerrada en un círculo oscuro de miedos y augurios de muerte".

Puedes leer otros poemas del autor en este blog:



Río Isonzo [www.isonzobattlefields.com]



Años más tarde, el escritor holandés Cees Nooteboom homenajeó a Ungaretti con una composición en la que recrea la escena de "I fiume" mientras traduce el poema. El yo poético, testigo de  una escena -concebida como tomas sucesivas de una película- que mediante el uso del presente acerca también a los lectores, se dirige al poeta italiano que la protagoniza. En su poema Nooteboom también evoca  ríos, ríos europeos exclusivamente que fueron escenario de cruentas batallas (Somme, Sedán e Isonzo), y a otros poetas que, como Ungaretti,  quedaron marcados profundamente por su participación en la Primera Guerra Mundial y escribieron sobre ello. Así trasciende el caso concreto y particular para convertir el poema en una reflexión sobre la guerra.
Ungaretti soldado. (Succedeoggi)



            UNGARETTI

 Mi tengo a quest' albero mutilato

Encontré tu poema,
bilingüe, en el Mercat Sant Antoni
de Barcelona. Italiano, catalán.

Ahora estoy sentado con tres diccionarios
traduciendo I fiumi, Los ríos, 
escrito en Cotici, 16 de agosto de 1916,
la guerra olvidada que tú nunca
olvidaste.

Los monumentos, bayonetas, rostros heroicos,
afligidas mujeres, se han vuelto patéticos,
Somme, Sedán, Isonzo,
todo por la patria,
la tristeza ha desaparecido con los supervivientes.

Sólo tú has quedado.
Tú no andas como en las viejas películas,
con ese humillante paso corto y rápido, no,
tú caminas despacio hacia el río
como un joven soldado
y sobre el agua te extiendes
como en una tumba de agua,
y duermes.

L'Insonzo scorrendo                 L'Insonzo fluint
mi levigava                                  m'esmerilava
come un suo sasso                     com a còdol del seus

El agua del río
fluye a tu alrededor,
te acaricia y moldea,
te pule como a un guijarro.

Entonces te levantas
y sales de la imagen
andando sobre el agua
y te arrodillas como un beduino
junto a tu sucio uniforme
para la próxima toma,
y ves, tú mismo lo dices, lo que eres,
una fibra obediente del universo.

Un hombre desnudo y solo junto a los rápidos
del agua. Apollinaire, Owen, Graves, Ungaretti,
la poesía no trata nunca de una guerra
sino siempre de
la.

Cees Nooteboom, Así pudo ser: poesía selecta. Edición bilingüe. 
Traducción de Fernando García de la Banda. Huerga & Fierro,
Madrid,  2003, pp. 33-35


domingo, 12 de agosto de 2018

"En la mañana del mundo" y otro poema de Abelardo Linares





           EN LA MAÑANA DEL MUNDO

Apenas la caricia de tu mano.
Mi piel es de cristal cuando me tocas.
¿Qué apaciguada luz, qué temblor hecho brasa
se deslíe en mis ojos si me miras?
¿Dónde hiere tu risa y por qué hiere
si con ella me abres la mañana del mundo?
Tu existir me hace un dios y tú me creas.
No hay mayor claridad ni otro misterio.



          QUÉ CORTA FUE LA NOCHE

Huelen a ti las sábanas, amor, y todavía
está tu libro abierto encima de la mesa
y hay ropa por el suelo y discos y tabaco.

Aunque aquí ya no estés mis brazos aún te buscan.
Y en este fingimiento de abrazarte en la almohada
persigo tu recuerdo, tu cintura, tus hombros.

Tu cuerpo no fue un sueño y quizás en el baño
mi cepillo me espere, mojado de tu boca,
o húmedas toallas que secaron tu pelo.

Huelen a ti las sábanas. El barrio se despierta.
Hay voces en la calle y luz tras la persiana.
El sol debe estar alto. Qué corta fue la noche.

    De Espejos (1986-1991), Valencia, Pre-Textos, 1991

Abelardo Linares./Alejandro Ruesga (El País)

Abelardo Linares es poeta, bibliófilo y editor español nacido en Sevilla en 1952. En 1974 abrió en el barrio sevillano de Santa Cruz la librería de libro viejo y antiguo 'Renacimiento', especializada en literatura española e hispanoamericana. La librería fue enriquecida en la década de los noventa con la incorporación de un millón de libros de la colección del librero gallego exiliado en Nueva York Eliseo Torres, razón por la que es conocido como "el hombre del millón de libros". En 1977 fundó la editorial 'Renacimiento', que incluiría en 1999 el sello 'Espuela de plata'.

Su obra poética está contenida en los siguientes títulos: Mitos (1979), Calle del aire (1984), Sombras (1986), Espejos (1986-1991) (1991, Premio Nacional de la Crítica), Panorama (1995), Mitos. Poesía reunida (1971-1995) (2000), además de Y ningún otro cielo (2010), traducida al italiano con el título de L'unico cielo (2013).

domingo, 5 de agosto de 2018

"Lugar de ruiseñores", de Antonio Cabrera



Rosal silvestre



   Lugar de ruiseñores


Está junto a una fuente. No es secreto.
Un barranco con zarzas, con aliagas,
con rosales silvestres, con adelfas.
Es un espacio donde el tiempo esculpe
un bronce vegetal exacto y limpio.
A ese lugar retornan por abril
los ruiseñores, y abren de inmediato
en la floresta su diálogo nocturno
sobre intactas verdades misteriosas,
en un idioma lleno de razones
que son un raro compromiso y son
al mismo tiempo hipnosis y soberbia.

No he vuelto a ese lugar. Lo guardé un día
en el firme paisaje de mi mente
donde el cielo pensado está cubriendo
la misma luz difícil, el prodigio
de la fidelidad que lo impalpable
a veces establece con lo grávido,
con lo real, con lo que el aire mueve.

Allí también puedo escuchar el canto,
la conjetura ardiente que medito.


                           De Con el aire,  2004
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