XVI CONCURSO ESCOLAR DE LECTURA EN PÚBLICO
El jueves día 4
de abril, Noemí Radu y África Hernández, dos alumnas de 3º de
ESO, participaron en la XVIª edición del
Concurso escolar Leer en público
que se desarrolló de forma simultánea en cuatro sedes de Aragón (Huesca,
Zaragoza, Teruel y Fraga). El IES Goya se desplazó hasta la Biblioteca Aragón
en cuya Sala Multiusos intervinieron los alumnos de Enseñanza Secundaria con la
lectura de textos en castellano.
Participar en
estas actividades es siempre un éxito. El premio es seguro: aprender a
disfrutar de la lectura expresiva; comprobar que, si se trabaja y se tienen
aptitudes, un texto bien leído puede conmover y emocionar; comprender lo importante
que es respetar los signos de puntuación; y ser capaz de vencer el miedo al
público.
Es un gusto
poder escuchar los textos voluntarios elegidos por distintos centros escolares:
un fragmento de El camino, de
Delibes; A Margarita Debayle, conocido
poema de Rubén Darío; La gota de agua que
no quería perder su individualidad, de Amado Nervo; un poema de José
Antonio Labordeta, etc.).
Como
texto obligatorio todos los grupos leyeron El
Etnógrafo de Jorge Luis Borges, un relato complejo, lúcido y sugerente,
como todos los de su autor, que podéis leer completo, por ejemplo, en https://www.mtholyoke.edu/courses/rdiaz/span209/El%20etnografo.pdf.
Nosotros, como
texto voluntario, elegimos la escena 13 de Incendios,
obra del dramaturgo libanés Wadji Mouawad, quien se vio obligado a emigrar con
su familia a causa de los conflictos civiles que asolaban su país (primero a
Paría, posteriormente a Canadá). En la escena que nuestras alumnas leyeron,
Nawal, a quien de adolescente le habían arrebatado a su hijo, cumple la promesa
hecha a su querida abuela de que, una vez hubiese aprendido las letras,
regresaría al campo de refugiados para inscribir su nombre en la lápida de su tumba.
Es entonces cuando Sawda, una joven cansada de la resignada y mutilada vida del
campo, le pide ir con ella; le promete ayudarla a buscar a su niño a cambio de
que le enseñe a leer y a escribir.
Incendios es una obra llena de
fuerza, dolor y poesía que cuando fue llevada al cine obtuvo también el éxito y
consiguió llegar a un público todavía más amplio (Óscar a la mejor película de
habla no inglesa en 2011).
A continuación
os ofrecemos el texto completo de la escena 13:
Incendios
Escena 13, Sawda
SAWDA: ¡Te he visto! Te he observado de lejos cuando
grababas el nombre de tu abuela sobre la
lápida. Luego te levantaste de repente y has huido a la carrera. ¿Por qué?
NAWAL: ¿Y tú, por qué me has seguido?
SAWDA: Quería verte escribir. Ver si era verdad. Aquí, el
rumor ha corrido muy rápido esta mañana. ¡Después de tres años, has vuelto! En
el campo decían: “Nawal ha vuelto, sabe escribir, sabe leer”. Todo el mundo
reía. Corrí para esperarte a la entrada del pueblo,
pero tú estabas ya aquí. Te vi golpear al hombre con el libro, vi temblar el
libro en el extremo de tu mano y
pensé en todas las palabras, en todas las letras, al rojo vivo por la cólera que habitaba tu rostro. Te
fuiste y yo te seguí.
NAWAL: ¿Qué quieres?
SAWDA: Enséñame a leer y a escribir.
NAWAL: No sé.
SAWDA: ¡No mientas! Te he visto
NAWAL: Me voy. Dejo el pueblo. Así que no puedo enseñarte.
SAWDA: Te seguiré. Sé a dónde vas.
NAWAL: ¿Cómo lo sabes?
SAWDA: Yo conocí a Wahab. Somos del mismo campo. Veníamos
del mismo pueblo. Es un refugiado del
Sur, como yo. La noche en que lo trajeron, gritaba tu nombre.
NAWAL: ¿Quieres encontrar a Wahab?
SAWDA: No te burles de mí. Sé a dónde vas, te digo. No es a
Wahab a quien quieres encontrar; es
a tu hijo. Tu hijo. Ya ves, no me equivoco. Llévame contigo y enséñame a leer.
A cambio, te ayudaré. Sé viajar, y dos
seremos más fuertes. Dos mujeres juntas. Llévame. Si estás triste, te cantaré; si estás débil, te ayudaré; te
llevaré. Aquí no hay nada. Me levanto
por la mañana y me dicen: “Sawa, eso es
el cielo”, pero no me dicen nada sobre
el cielo. Me dicen: “Eso es el viento”,
pero no me dicen nada sobre el viento. Me señalan
el mundo y el mundo está mudo. Y la vida pasa y todo es opaco. He visto las letras que has grabado y he pensado: “Eso es un nombre”. Como si la piedra se
hubiera vuelto transparente. Una
palabra y todo se ilumina.
NAWAL: ¿Y tus padres?
SAWDA: Mis padres no me dicen nada. No me cuentan nada. Les
pregunto: “¿Por qué hemos dejado el Sur?”. Ellos me
dicen: “Olvida. Para qué. No pienses más en ello. No
hay Sur. No tiene
importancia. Estamos vivos y comemos cada día. Eso es lo que cuenta”. Dicen: “Aquí la guerra no nos atrapará”. Respondo: “Nos atrapará. La tierra está herida por un lobo rojo que la devora”. Mis
padres no cuentan nada. Yo les digo: “Me acuerdo, huimos en medio de la
noche, unos hombres nos echaron de nuestra casa. La destruyeron”. Ellos me dicen: “Olvida”. Yo digo: “¿Por qué
mi padre llora de rodillas delante de la
casa en llamas? ¿Quién la quemó?” Me responden: “Todo eso no es verdad.
Lo has soñado, Sawda, lo has soñado”. Así que no quiero seguir aquí. Wahab gritaba tu nombre y era como un milagro en
medio de la noche. A mí, si me llevaran, no
me vendría ningún nombre a la garganta. Ninguno. ¿Cómo amar aquí? No hay amor, no hay amor, y, como me dicen: “Olvida, Sawda, olvida”, entonces,
olvidaré. Olvidaré el pueblo, las
montañas y el campo y el rostro de mi madre y los ojos arrasados de mi padre.
NAWAL: Nadie olvida, Sawda, te lo juro. Ven de todos modos.
Departamento de Lengua y Literatura
castellana
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