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martes, 9 de abril de 2019

XVI Concurso escolar de lectura en público


XVI CONCURSO ESCOLAR DE LECTURA EN PÚBLICO

      El jueves día 4 de abril, Noemí Radu y África Hernández, dos alumnas de 3º de ESO, participaron en la XVIª edición del Concurso escolar Leer en público que se desarrolló de forma simultánea en cuatro sedes de Aragón (Huesca, Zaragoza, Teruel y Fraga). El IES Goya se desplazó hasta la Biblioteca Aragón en cuya Sala Multiusos intervinieron los alumnos de Enseñanza Secundaria con la lectura de textos en castellano. 

        Participar en estas actividades es siempre un éxito. El premio es seguro: aprender a disfrutar de la lectura expresiva; comprobar que, si se trabaja y se tienen aptitudes, un texto bien leído puede conmover y emocionar; comprender lo importante que es respetar los signos de puntuación; y ser capaz de vencer el miedo al público. 

      
           Es un gusto poder escuchar los textos voluntarios elegidos por distintos centros escolares: un fragmento de El camino, de Delibes; A Margarita Debayle, conocido poema de Rubén Darío; La gota de agua que no quería perder su individualidad, de Amado Nervo; un poema de José Antonio Labordeta, etc.).

            Como texto obligatorio todos los grupos leyeron El Etnógrafo de Jorge Luis Borges, un relato complejo, lúcido y sugerente, como todos los de su autor, que podéis leer completo, por ejemplo, en  https://www.mtholyoke.edu/courses/rdiaz/span209/El%20etnografo.pdf

      Nosotros, como texto voluntario, elegimos la escena 13 de Incendios, obra del dramaturgo libanés Wadji Mouawad, quien se vio obligado a emigrar con su familia a causa de los conflictos civiles que asolaban su país (primero a Paría, posteriormente a Canadá). En la escena que nuestras alumnas leyeron, Nawal, a quien de adolescente le habían arrebatado a su hijo, cumple la promesa hecha a su querida abuela de que, una vez hubiese aprendido las letras, regresaría al campo de refugiados para inscribir su nombre en la lápida de su tumba. Es entonces cuando Sawda, una joven cansada de la resignada y mutilada vida del campo, le pide ir con ella; le promete ayudarla a buscar a su niño a cambio de que le enseñe a leer y a escribir.

      Incendios es una obra llena de fuerza, dolor y poesía que cuando fue llevada al cine obtuvo también el éxito y consiguió llegar a un público todavía más amplio (Óscar a la mejor película de habla no inglesa en 2011).

      A continuación os ofrecemos el texto completo de la escena 13:

Incendios
Escena 13, Sawda

SAWDA: ¡Te he visto! Te he observado de lejos cuando grababas el nombre de tu abuela sobre           la lápida. Luego te levantaste de repente y has huido a la carrera. ¿Por qué?
NAWAL: ¿Y tú, por qué me has seguido?
SAWDA: Quería verte escribir. Ver si era verdad. Aquí, el rumor ha corrido muy rápido esta    mañana. ¡Después de tres años, has vuelto! En el campo decían: “Nawal ha vuelto, sabe escribir, sabe leer”. Todo el mundo reía. Corrí para esperarte a la entrada del          pueblo, pero tú estabas ya aquí. Te vi golpear al hombre con el libro, vi temblar el libro      en el extremo de tu mano y pensé en todas las palabras, en todas las letras, al rojo    vivo por la cólera que habitaba tu rostro. Te fuiste y yo te seguí.
NAWAL: ¿Qué quieres?
SAWDA: Enséñame a leer y a escribir.
NAWAL: No sé.
SAWDA: ¡No mientas! Te he visto
NAWAL: Me voy. Dejo el pueblo. Así que no puedo enseñarte.
SAWDA: Te seguiré. Sé a dónde vas.
NAWAL: ¿Cómo lo sabes?
SAWDA: Yo conocí a Wahab. Somos del mismo campo. Veníamos del mismo pueblo. Es un     refugiado del Sur, como yo. La noche en que lo trajeron, gritaba tu nombre.
NAWAL: ¿Quieres encontrar a Wahab?
SAWDA: No te burles de mí. Sé a dónde vas, te digo. No es a Wahab a quien quieres encontrar; es a tu hijo. Tu hijo. Ya ves, no me equivoco. Llévame contigo y enséñame a leer. A   cambio, te ayudaré. Sé viajar, y dos seremos más fuertes. Dos mujeres juntas. Llévame. Si estás triste, te cantaré; si estás débil, te ayudaré; te llevaré. Aquí no hay nada. Me    levanto por la mañana y me dicen: “Sawa, eso es el cielo”, pero no me dicen nada sobre el cielo. Me dicen: “Eso es el viento”, pero no me dicen nada sobre el viento. Me señalan el mundo y el mundo está mudo. Y la vida pasa y todo es opaco. He visto las letras que has grabado y he pensado: “Eso es un nombre”. Como si la piedra se hubiera     vuelto transparente. Una palabra y todo se ilumina.
NAWAL: ¿Y tus padres?
SAWDA: Mis padres no me dicen nada. No me cuentan nada. Les pregunto: “¿Por qué hemos dejado el Sur?”. Ellos me dicen: “Olvida. Para qué. No pienses más en ello. No hay Sur.  No tiene importancia. Estamos vivos y comemos cada día. Eso es lo que cuenta”.  Dicen: “Aquí la guerra no nos atrapará”. Respondo: “Nos atrapará. La tierra está herida por un lobo rojo que la devora”. Mis padres no cuentan nada. Yo les digo: “Me acuerdo, huimos en medio de la noche, unos hombres nos echaron de nuestra casa. La destruyeron”. Ellos me dicen: “Olvida”. Yo digo: “¿Por qué mi padre llora de rodillas delante de la casa en llamas? ¿Quién la quemó?” Me responden: “Todo eso no es verdad. Lo has soñado, Sawda, lo has soñado”. Así que no quiero seguir aquí. Wahab gritaba tu nombre y era como un milagro en medio de la noche. A mí, si me llevaran, no me vendría ningún nombre a la garganta. Ninguno. ¿Cómo amar aquí? No hay       amor, no hay amor, y, como me dicen: “Olvida, Sawda, olvida”, entonces, olvidaré. Olvidaré el pueblo, las montañas y el campo y el rostro de mi madre y los ojos arrasados de mi padre.
NAWAL: Nadie olvida, Sawda, te lo juro. Ven de todos modos. 


                                                               Departamento de Lengua y Literatura castellana

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