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domingo, 17 de septiembre de 2017

"Quietud" y otros poemas de Giuseppe Ungaretti




                      Quietud
                                                  1929

La uva está madura, el campo arado,
el monte se destaca de las nubes.

En los espejos polvorientos del estío
ha caído la sombra,

entre los dedos inciertos
su resplandor es claro,
y lejano.

Y con las golondrinas huye
la última pena.

De Sentimiento del tiempo.Versión de Tomás Segovia


          Quiete
                                          1929

L'uva è matura, il campo arato.

Si stacca il monte dalle nuvole.

Sui polverosi specchi dell'estate
caduta è l'ombra.

Tra le dita incerte
il loro lume è chiaro
e lontano.

Colle rondini fugge
l'ultimo strazio.


             Da Sentimento del tempo, 1933


*      *      *      *


Mañana


          Santa María La Longa, 26 de enero de 1917

Me ilumino
de inmensidad.


   De La alegría. Versión de Carlos Vitale


Mattina


           Santa Maria La Longa il 26 gennaio 1917

M'illumino
d'immenso.


                Da Allegria di naufragi, 1919

*      *      *      *


El puerto sepulto


                         Mariano, 29 de junio de 1916


Aquí llega el poeta
y después vuelve a la luz con sus cantos
y los dispersa

De esta poesía
me queda
esa nada
del inagotable secreto


             De Puerto sepulto. Versión de Rodolfo Alonso

Il porto sepolto


                     Mariano il 29 giuugno 1916

Vi arriva il poeta
e poi torna alla luce con i suoi canti
e li disperde

Di questa poesia
mi resta
quel nulla
d'inesauribile segreto


Da Il porto sepolto, 1917

El poeta Giuseppe Ungaretti

Giuseppe Ungaretti fue un poeta italiano  precursor del hermetismo y uno de los poetas italianos más reconocidos del siglo XX, considerado por Eliot  uno de los pocos auténticos poetas de su generación. 

Hijo de emigrantes italianos originarios de la provincia toscana de Lucca, nació en 1888 en la ciudad egipcia de Alejandría, donde su padre, que falleció cuando el futuro poeta tenía dos años, encontró trabajo en la construcción del canal de Suez. Su infancia y adolescencia transcurrieron en un barrio de la periferia, próximo al desierto, donde su madre viuda regentaba una panadería que le permitió educar a su hijo en el Colegio Suizo de la ciudad. Así,  el espacio de su infancia está "delimitado por dos desiertos: el de la arena y el del mar", como señala Daniel del Percio ("Ungaretti y la invención del desierto" ). Por ello,  mar y desierto, son "dos realidades presentes en su poesía,  ambos iluminados por una luz que nunca olvidaría", según observa Miguel Ángel Flores en "Giuseppe Ungaretti: Vida de un hombre (1888-1975)".

Abandonó Alejandría en el otoño de 1912 para proseguir estudios en la Sorbona, si bien parece que previamente viajó por primera vez a Italia, donde visitó Roma y Florencia. En París asistió a las clases del filósofo Henri Bergson y entró en contacto con representantes de las vanguardias, como Apollinaire -con quien trabará una estrecha amistad-, André Guide, Max Jacob o Pablo Picasso. Dos años después se instaló en Milán y allí publicó algunos de sus primeros poemas, escritos en 1914 y 1915,  en la revista Lacerba, fundada por Giovanni Papini. Posteriormente estas composiciones se incluirán en La alegría
Ungaretti, en la trinchera con un compañero de armas

En 1915, al entrar Italia en guerra, se enroló en el ejército y participó en la Primera Guerra Mundial luchando primero en el Carso y más tarde en la región francesa de Champagne. En el Carso, entre el 22 de diciembre de 1915 y el 2 de octubre de 1916, escribió los poemas de Il porto sepulto, de cuya publicación (una primera edición de ochenta ejemplares en diciembre de 1916) se encargó otro soldado  poeta. En 1923 verá la luz una segunda edición con prólogo de Benito Musolini, que se eliminará en las ediciones posteriores.  El título hace referencia al antiguo puerto de Alejandría, el de Faros, sepultado por los depósitos arrastrados por el Nilo. En este libro, según Giovanni Cantieri (Prólogo a De "Vida de un hombre", 1974),  el poeta vuelve a la ciudad de su infancia "por medio del recuerdo y la abandona de nuevo para hundirse en la luz, o sea en el presente". La guerra, con sus muertos y su destrucción, es el tema principal, pero también están presentes Alejandría y sus años transcurridos en París, es decir, toda su vida, porque la poesía de Ungaretti es una poesía autobiográfica, de ahí lo adecuado del título de su obra completa: Vida de un hombre. Como ha escrito Miguel Ángel Flores,  'El puerto sepultado' es a la vez el muelle faraónico de Alejandría y "el ser del poeta que de las profundidades extrae los secretos órficos para exponerlos a la luz", según se desprende del poema homónimo.

Il porto sepulto formará después la segunda sección de L'Allegria  (1931), titulado en principio Allegria di naufragi, es decir, la alegría de los que sobreviven, en este caso a la tragedia de la guerra. Considerado por Pasolini como "el más europeo de los libros italianos", reúne los poemas escritos  entre 1914 y mediados de 1919. En ellos adapta las fórmulas del simbolismo francés a las formas más nuevas, mediante versos  que no se atienen a ninguna métrica ni orden estrófico tradicional. Se trata de poemas muy breves, de versos cortos (en ocasiones, un monosílabo), en los que la ausencia de signos de puntuación y el empleo de una sintaxis propia dificultan la comprensión.  También utiliza los espacios en blanco para, a la manera de Mallarmé y Apollinaire, hacer que hablen los silencios y el blanco de la página. Como los simbolistas, "persigue una manera pura de hacer poesía; pero persigue esta forma para expresar sentimientos, mucho más que sensaciones", considera Cantieri, que añade:
[Ungaretti] ya se presenta como el poeta del tiempo, del tiempo perdido por el hombre, que sólo nos devuelven esas sensaciones despertadas por los colores y por las mil cosas cotidianas percibidas de improviso, como a la luz de un relámpago, en rápidas "iluminaciones" expresadas por medio de imágenes y analogías que, llevado por su ansia de encontrar fórmulas  cada vez más puras, convierte cada vez en más intraducibles, preparando, de tal forma, el camino a ese hermetismo que al cabo de no muchos años habría de triunfar con Montale y Quasimodo, entre otros.

Montale, Ungaretti y Quasimodo

Terminada  la guerra, regresó a París, donde se casó en 1920 con la profesora Jeanne Dupoix, y  en 1921 se instala en Roma. Son años difíciles, en los que obtiene un empleo en la Oficina de Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores, colabora en diarios y revistas y forma parte de la redacción de Il Popolo d'Italia, órgano del partido fascista, al que se afilió en 1933. Su trabajo como periodista le permitió viajar al extranjero  (Bélgica, Egipto, Holanda, Praga...) y a distintas regiones italianas. En estos años, tras una grave crisis personal, recupera la fe (1928) y sufre la pérdida de su madre (1930). También traduce a Shakespeare, a Góngora, Mallarmé, Racine y Blake.

En 1933 aparece su segunda colección de poesías, Sentimento del tempo, que recoge los poemas compuestos a partir de 1919 y  marca una nueva etapa en su producción poética. Se trata de un libro más objetivo, más meditado, en el que el poeta se  aleja  de ciertas manifestaciones de vanguardia y vuelve a conectar con la tradición clásica (con Petrarca  y Leopardi, sobre todo), incluso recupera versos tradicionales y multiplica las alusiones al mundo clásico y a la mitología. El propio autor vincula el libro con la escultura y la pintura de Miguel Ángel, con aspectos metafísicos y religiosos del barroco italiano, con la transitoriedad del ser humano. Recurre sistemáticamente a la mitología porque para él la vida es creación y destrucción, en lo que "sigue a Leopardi y su poesía decadente, pero también a Petrarca y su poesía de renovación", según señala Rómulo Pardo Urías ("Mitología y poesía en Sentimiento del tiempo de Giuseppe Ungaretti").  Un libro del que  Salvatore Candido (La poesía de Giuseppe Ungaretti: 1954)  ha escrito:
El amor, expresado especialmente en la recolección homónima, el dolor, la muerte, los recuerdos de su tierra, los elementos del paisaje y los motivos de una crisis religiosa expresados en los Hymnos, constituyen el mundo poético de Sentimiento del tiempo, obra en la cual Ungaretti, por medio de un agudo sentido cromático y de una acentuación de motivos espirituales, revela un rostro nuevo y una sensibilidad profunda y antigua.

En 1936 le ofrecen la cátedra de Literatura italiana en Sao Paulo. Allí permanecerá desde 1937, año en que muere su hermano Constantino, hasta 1942, y allí verá morir a su querido hijo Antonietto, de nueve años. De regreso a Italia es nombrado miembro de la Academia italiana y delegado de su país en la Unesco. Desde ese momento hasta su jubilación en 1958 desempeñará la cátedra de Literatura italiana moderna y contemporánea en la Universidad de Roma. En 1962 fue elegido presidente de la Comunidad europea de escritores y en 1966 recibió el premio Taormina de poesía. Falleció en Milán el 1 de junio de 1970, pero fue sepultado en Roma.


De 1937 a 1946  compone los poemas de Il dolore (El dolor), publicado en 1947. Era el libro más querido por el autor, cuya fuente de inspiración es el dolor que sufrió tan profundamente en esos años: muerte de su hermano, de su hijo, la Segunda Guerra Mundial, la ocupación de Roma y el descubrimiento de los campos de exterminio nazis. Cada poema expresa un momento, un aspecto del dolor experimentado por la experiencia de la muerte de los demás, tanto a nivel íntimo como colectivo. Giovanni Cantieri considera esta obra como un paréntesis en la triada formada por La alegría, Sentimiento y La tierra prometida, "a través de la cual el poeta fue aproximándose cada vez más a esa poesía pura a la que siempre aspiró", y la considera casi una continuación de La alegría, ya que vuelve a aparecer la vena autobiográfica. De acuerdo con ello, habría que considerarla como un paréntesis en la tercera etapa de su producción poética, que comenzaría con La tierra  prometida.

En 1935 comenzó a escribir Terra promessa (La tierra prometida, 1950), pero la tarea se vio  interrumpida por su viaje a Brasil y por la composición de El dolor. La obra, inconclusa, fue concebida como un melodrama con orquesta y coros, del que solo llegó a componer siete poemas. Cuando Mondadori inició la publicación de sus obras completas, Terra promessa fue publicada bajo el título de Penultima Stagione ya que, escribe el autor,  se propone cantar  el otoño de la vida, la penúltima estación antes del invierno, en que todo morirá. Tanto el argumento como la estructura de la obra se desprenden de la Eneida de Virgilio y parece que tienen su origen en un recorrido del poeta por los lugares virgilianos en 1932. La "tierra prometida" no es la del Antiguo Testamento, sino aquella que le fue profetizada a Eneas cuando abandona Troya. El título inicial, no obstante, era "La fidelidad de Palinuro". Palinuro era el piloto de Eneas, muerto en las costas italianas e inmortalizado en una roca, el cabo del mismo nombre. Para Ungaretti, la empresa en la que participa Palinuro es "la loca empresa de encontrar un lugar de armonía, de felicidad, de paz: un país inocente, dije una vez". Y explica que la metamorfosis de Palinuro en peñasco simboliza la vanidad de todo esfuerzo humano.  Porque, como recuerda Miguel Ángel Flores, en este libro "están las angustias, todo el drama de la vida de un hombre, pero en su nivel supremo, en un  aire límpido de un cielo de otoño [...], en los ojos de un anciano rodeado por los recuerdos del fuego."

Después de La tierra prometida, publicó Un grido e paessaggi (Un grito y paisajes, 1952), crónica de los momentos más significativos de su vida; Il taccuino del vecchio (El cuaderno del viejo, 1960), Morte delle stagioni (Muerte de las estaciones, 1967) y Dialogo (1968). En 1977 se publicó su obra completa bajo el significativo título de Vita d'un uomo (Vida de un hombre), de un hombre que, según sus propias palabras, "siempre ha entregado al fuego su vida por algo más grande que el hombre, y esa cosa es la poesía".

Otro poema del autor en este blog:

Ungaretti, en 1968

1 comentario:

  1. Me extraña que no fuera "depurado" tras la derrota del fascismo. Y más teniendo en cuenta ese prólogo de Mussolini...
    Y esa "quietud" publicada en el año del Crack económico mundial es casi paradójico.
    Carlos San Miguel

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