El caminant i el mur (1954) forma con Cimenteri de Sinera [Cementerio de Sinera] (1946), los cuatro libros de Les hores [Las horas] (1952), Mr. Death (1952) y Final del laberint [Final del laberinto] (1955) el llamado ciclo lírico de la obra de Espriu. Los poemas de estos cinco libros tienen una dimensión esencialmente metafísica y "constituyen un ciclo completo de experiencia espiritual ascendente, cada vez más depurada, cada vez más desasida de lo accesorio, y cada vez más caritativa respecto de todo género de verdades y situaciones vitales", como señala Cristina Andrades. Este recorrido ascendente culmina con la experiencia mística de Final del laberint. Pero los libros de este ciclo reflejan también las tensiones del poeta con su pueblo, como ocurre en el poema "Ensayo de cántico en el templo".
El caminante y el muro forma parte, por tanto, de ese viaje espiritual emprendido por el poeta. El caminante del título es el sujeto de ese viaje, en el que chocará con un muro, una barrera, que es término del camino, donde acaba la existencia humana. El muro es un símbolo polivalente que queda como testimonio de la pérdida de un mundo concreto y libre que el poeta trata de salvar con sus versos, análogo en sentido metafísico al templo destruido de Jerusalén. Persiste, pues, en este poemario, presidido por el recuerdo de la madre muerta, la meditación sobre la muerte presente en toda la poesía de Espriu, pero en este caso no le aísla de las preocupaciones terrenales.
El poema seleccionado es, como explica Joaquín Marco, uno de los más emblemáticos de la época e hilo que nos conduce hasta La pell de brau (La piel de toro), libro que constituye "una reflexión moral y política sobre la España de finales de los años cincuenta, formada por pueblos que se desconocen y se expresan en diversas lenguas". En este poema, escribe Marco, "La estructura paralelística, la bundancia de adjetivos precisos, definitivos, configuran una dolorosa y entrañable relación entre el poeta y su 'patria / tierra' ".
En su ensayo " 'Alta traición', palabra en el tiempo", el escritor mexicano José Emilio Pacheco (1939-2014) cuenta que en 1973, tiempo después de escribir "Alta traición" —su poema más emblemático, incluido en No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969)— halló este poema de Salvador Espriu, que, según el poeta mexicano, dice mucho mejor lo que él intentó expresar en "Alta traición".
"Me apropié de él con la ayuda de Ramón Xirau y un diccionario catalán-castellano. "Ensayo de cántico en el templo" está en mi libro de 1976 Islas a la deriva. A una década de distancia la historia infortunadamente lo ha hecho más actual que entonces y me demuestra que la poesía sucede cuando otro encuentra las palabras justas para nombrar lo que pensamos y sentimos. En mi caso fue Salvador Espriu, que nunca estuvo en México ni vivió entre nosotros los horrores que hoy padecemos".
Referencias:
https://visat.cat/traduccions-literatura-catalana/comentaris/salvador-espriu/el-caminant-i-el-mur-(1954)
Qué chulo y qué cierto, aún hoy en día en que parece que ya nadie muere donde nació. Todavía algunos resistimos donde hemos vivido siempre, en medio dela amor y el odio que nos despierta nuestro origen.
ResponderEliminarCarlos San Miguel