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domingo, 18 de agosto de 2024

"Islas en bajamar" y otros dos poemas de Santos Domínguez

 

Foto: Josefina López


Islas en bajamar

                                      Y que más alta música te saque
                                      al fin, tras dura prueba, a mar de luz.
                                      (A. Colinas)

Tú, que en el fondo sabes
que no pueden durar 
estos días tan blancos frente a un castillo en ruinas,
igual que los sedientos,
apura bien la luz de este verano
que volverá amarillos a mitad de septiembre
los contornos difusos de la costa.

Mira en la lejanía
cómo ella se divierte
al borde de la arena,
al final de la isla  que en bajamar emerge.

Mira cómo disfruta
ajena a todo, fija 
sólo a este pleno instante de la luz, y a los vuelos
de los pájaros blancos,
feliz mientras navega
por este mar, hoy manso,
sobre estas aguas limpias
de las que saltan peces.

Y ella emerge también
con su sonrisa entera
como los peces rápidos,
como la isla de arena
que en bajamar espera
nuestra sola llegada.

No durarán los días,
pero qué intensos fueron:
qué luz de mediodía
en su mirada verde,
en sus ojos qué islas
alegres de gaviotas.

Las dos notas de un pájaro
no se las lleva el viento.

(De Las sílabas del tiempo, 2007.
Reeditado por La Isla de Siltolá, 2013)

Penumbra de la música

Nació como un conjuro,
del miedo de las noches,
de un ritmo sin palabras que era el del corazón
y el del tiempo asustado de los astros.

Siguen estando aquí, bajo las delicadas
notas de algún piano
o en el viento afinado de una orquesta
el que encauzó el aliento en un hueso sin tuétano
para imitar la brisa o el animal furioso.

Quien chocaba un guijarro contra la roca dura
o golpeaba a compás un madero con otro
como quien interpreta el corazón del mundo,
el ritmo de los pasos
o el latido constante de la alta luz del día.

Aquí siguen estando,
con sus piedras sonoras o los pies en el suelo,
con su caña armoniosa
o el tambor que era un tronco que convocaba el trueno.

Aquel que una mañana sopló una caracola
como si respirara el mar, como si duplicara
el rítmico jadeo del combate o la cópula,
la emoción de la caza, la angustia en la carrera,
la vibración del viento o el canto de los pájaros.

Nació como un conjuro,
del pánico ante todo lo que no tiene nombre,
ni cuerpo ni mirada.

Del terror al sol negro
y a una luna que se hunde para siempre en el mar.

Y sigue estando aquí, como está en cada día
la oscura sucesión
de minutos y olvidos que completa la tarde,
la tarea de penumbra que oscuramente somos.

(De El viento sobre el agua, Ed. Autores Premiados, 2016)

Tumba del Nadador (siglo V a. C), Paestum, Italia. (wikipedia)


Tumba en Paestum

                                    Un límite infinito que no alcanza el centro en su quietud.
                                    MALLARMÉ

Igual que el tiempo, el aire
abre en la arena a veces surcos indescifrables.
Vibra lejos la tarde y en un rincón oscuro
se apaga mudo el tiempo, pero arde la memoria
y la luz flota entonces igual que el nadador,
sin peso y sin minutos.
Como último profeta de un tiempo que ya ha muerto
en la materia oscura de un corazón sin fondo,
el nadador sublime se detiene en su salto
y flota en el vacío, en su eterna caída.
Cae derecho a su tumba, a las aguas que van 
al reino de los muertos,
y abre el profundo espacio
de la tarde sin fin, de la noche sin fondo.
Y permanece inmóvil en el aire intermedio
de la vida a la muerte parada de las olas,
en el aire sin tiempo circular que transcurre
de una tierra de nadie a una tumba sin nombre.
Es el día sin tamaño, el paisaje sin ecos
que flota envuelto en niebla,
contra la espalda lenta de la tarde.
Y cae sobre la arena
el martillo incansable de la lluvia.

(De Principio de incertidumbre, Huerga y Fierro, 2016)

Santos Domínguez. (wikipedia)
Santos Domínguez Ramos (Cáceres, 1955) es un poeta y crítico español  cuya obra ha sido reconocida con los más prestigiosos premios nacionales e internacionales y traducida a varias lenguas. Muestras de sus libros han aparecido en numerosas antologías y en diversas revistas europeas e hispanoamericanas, e incluidas en la selección 25 poètes d'Espagne, publicada en Francia en 2008, como una de las más representativas de la poesía española de los últimos cincuenta años.

Es autor de libros de poesía como Tres retratos del frío (X Premio Gerardo Diego en 2004), En un bosque extranjero (2006, Premio Tardor), Las sílabas del tiempo (2007, Premio Barcarola), La flor de las cenizas (2007, Premio Ciudad de Irún), Luna y ciencia nocturna (2010, Premio Alegría), El dueño del eclipse (2014, Premio Ciudad de Badajoz 2013), El viento sobre el agua (2016, Premio Juan Ramón Jiménez), Principio de incertidumbre (2016, Premio Ciega de Manzanares), Regulación del sueño (2020, Premio Flor de Jara), El tercer reino (2021, candidato al Premio de la Crítica y al Nacional de Poesía en 2022) y Cuaderno de Italia (2023). 

Como miembro de la Asociación de Críticos Literarios de España, ha sido portavoz de Premio Nacional de la Crítica. 

1 comentario:

  1. Me han parecido buenísimos tanto el dedicado a los "inventores" de la Música y el dedicado al nadador de Paestum, pintura que me ha fascinado por su minimalista belleza misteriosa.
    Carlos

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