Mónica Doña Jiménez, nacida en Jaén y residente en Granada, es poeta, cantante y compositora de canciones. Fue incluida en la Primera antología de cantautores andaluces (L. P. doble, Junta de Andalucía, 1986), donde figuran, entre otros, Joaquín Sabina, Carlos Cano y Javier Ruibal.
Inicia su andadura poética con el cambio de siglo. Ha publicado los libros de poesía Nueve lunas (2000), La cuadratura del plato (2011, Premio de Poesía Vicente Núñez), Adiós al mañana (2014), ¿Quién teme a Thelma & Louise? (2017, finalista del Premio Andalucía de la Crítica), Mundo fantasma (2020) y el libro de haikus Hierba oscura (2023). Así mismo es coautora, junto a Josefina Martos Peregrín, Sol Nieto y Paco Espínola, del libro-disco La caja de música de Erik Satie (2018). Ha sido incluida en libros colectivos, antologías y proyectos tales como el Diccionario-Antología Plumas femeninas en la literatura de Granada, de Amelia Correa (Universidad de Granada, 2002), Palabras cruzadas (2003), Multipoetry Cracovia (2015), Todo es poesía en Granada (2015), Caballo del Alba. Voces de Granada para Federico (2018), De la intimidad. Homenaje a Teresa de Jesús (2019), Poetas actuales en sus propias voces (2020), Maternidades (2021), Para decir amor sencillamente. Homenaje a Rafael Guillén (2021) y Esta voz que me escribe. Antología (2022). En la actualidad vive alejada de la escena musical y se dedica exclusivamente a la poesía.
¡Y eso que octubre ya no es lo que era, tan caluroso como nunca en la historia... jejeje (Qué dolor y qué
ResponderEliminarterror da el que hayamos perdido quizá ya para siempre el frío y la humedad en este pobre país sin futuro, o al menos con uno mísero propio del Magreb)
Me gusta el dedicado a El beso de Klimt. Y es que a mí también me gustan sus pinturas y lo que representaba aquello de la Secesión de la Escuela de Viena ( lo aprendí en Radio Clásica, acerca de ese mural que pintó para homenajear a Beethoven). Naturalmente, también me gusta el juego de significados que se dan en el poema: cómo representa la pasión erótica, quizá momentánea, frente a la supuesta entrega eterna en que se creía durante la generación de la posguerra y el Desarrollismo o la indiferencia amorosa que predicaba la Iglesia durante tantos siglos hasta los tiempos de nuestras bisabuelas o abuelas.
Carlos San Miguel