Simic, en una imagen de 2011. EPA (Avui) |
Pasó su infancia en un país en guerra (la desaparecida Yugoslavia), bajo la ocupación de la Alemania nazi, y en una ciudad bombardeada por los alemanes y los aliados, lo que dejó una profunda huella en su poesía. A pesar del horror, la guerra fue vivida por él como un periodo de libertad y de aventura, sin el control de los adultos y con las clases suspendidas. Tras el triunfo de los partisanos en la liberación del país, se instauró un régimen comunista. Estas circunstancias empujaron a su familia a abandonar el país. En palabras del autor, "Mis agencias de viaje fueron Hitler y Stalin". Su padre, ingeniero electrónico, emigró a Italia en 1944 y después a Estados Unidos. Pero Simic, su madre y su hermano tuvieron que permanecer en Yugoslavia hasta 1953. Entonces pudieron llegar a París, donde esperaron un año hasta conseguir los visados para viajar a Estados Unidos en 1954, cuando el poeta tenía 16 años. En Belgrado había estudiado un poco de francés y de ruso. En París su madre puso a los hermanos a estudiar inglés, un idioma que Simic no tardaría en dominar. En París también entró en contacto con la poesía: aprendió a recitar de memoria poemas en francés.
Entraron a Estados Unidos por el puerto de Nueva York, ciudad por la que se sintió fascinado. En su primera noche, su padre lo llevó a un club de jazz, pues el jazz -del que llegó a decir que había hecho de él un norteamericano y un poeta- le apasionaba desde que siendo un niño de cinco o seis años empezó a escucharlo por la noche a través de la radio. La familia se estableció en Chicago, donde Simic terminó la secundaria pero no fue a la universidad, sino que empezó a trabajar como ayudante de oficina y corrector de pruebas en el Chicago Sun-Times. En 1958, mientras sus padres se estaban divorciando, se trasladó a Nueva York, ciudad en la que realizó distintos trabajos para subsistir mientras estudiaba por las noches. Publicó sus primeros poemas en 1959 en la Chicago Review. En 1961 fue reclutado y enviado como policía militar a Europa, donde pasó dos años, periodo en el que revisó su poesía y se dio cuenta de que la influencia de los grandes autores que había leído era vergonzosamente evidente, por lo que decidió tirar todos sus poemas. A su regreso a América, encontró una voz poética propia observando los objetos cotidianos: los primeros poemas que decidió conservar tratan sobre una carnicería (escrito en 1963), un par de zapatos y un tenedor. Con ellos inicia sus "object poems", tan celebrados por crítica y público.
En 1964 contrajo matrimonio con Helen Dubin, con quien tuvo dos hijos. Se tituló en la Universidad de Nueva York en 1966, y al año siguiente apareció su primer poemario, What the Grass Says (Lo que dice la hierba), bien recibido por la crítica. En 1971 se convirtió en ciudadano estadounidense y fue contratado como profesor en el campus de Hayward del California State College. En 1973 renunció a ese puesto para ejercer como profesor de literatura en la Universidad de New Hampshire. Es autor de cerca de una treintena de libros de poesía, ensayo y crítica, así como editor de la revista The Paris Review y traductor al inglés de poesía francesa, serbia, croata, macedonia y eslovaca.
En su poesía, caracterizada por el humor y el minimalismo, el autor observa una clara evolución. En una primera etapa estuvo interesado en poemas más visuales e impersonales: "Escribía sobre piedras, cuchillos, tenedores y zapatos". Después comenzó a incluir, de forma más directa, su propia vida en unos poemas más narrativos y se inclinó por la claridad en sus composiciones y una mayor preocupación por el lenguaje y la musicalidad de los poemas:
"Ahí está ese cambio: pasé de ser impersonal y un poco objetivo a ser más personal. También estaba interesado en imágenes y metáforas muy fuertes: mi influencia surrealista. Durante los primeros 20 años -incluso por más tiempo- mi obra incluyó esas imágenes. En algún momento empecé a apreciar los poemas escritos con claridad, en los que el lenguaje es muy simple. [...] Yo quería un poema que fuera totalmente accesible, en que el lector quedara desarmado, contrario a la idea de cuando estás leyendo un poema y piensas "esto va a ser difícil" y no sabes qué diablos significa el poema. Se trata de dar a los lectores un poema al que puedan acceder con facilidad. Pero luego les tiendes trampas. Parece sencillo, pero cuando lo terminen van a decir: "algo más está pasando aquí". Apuesto a que releerán el poema. Entonces los tienes atrapados".
Se convirtió así, dice el autor, "en un poeta de país tanto como en un poeta de ciudad".
Simic es el gran poeta de la civilización urbana, capaz de ver lo absoluto en una escena cotidiana, según Diego Doncel, para quien la voz de Simic
"está tocada de aquella levedad de que hablaba Italo Calvino, una levedad capaz de expresar los más íntimos dramas humanos que se viven junto a la luz de los neones, de los anuncios publicitarios y de los cubos de basura. Su sensibilidad está llena de las boquitas pintadas de las mujeres infelices que salen de trabajar en los grandes almacenes, de los viejos que van a buscar sus medicinas, de la epidemia de los corazones solitarios. Es decir, de vida y de tiempo, de absurdo e intensidad".
Pasaporte yugoslavo emitido el 18 de junio de 1953 para Charles Simic (arriba) y su hermano. (Revista Nexos) |
Referencias:
-Diego Doncel, "Muere Charles Simic, la voz más irónica y pop de nuestro tiempo", ABC, 10 de enero de 2023.
-Daniel Gigena, "A los 84 años, murió Charles Simic, el poeta que quiso convertir 'lo divino en cosa humana'", La Nación, 10 de enero de 2023.
-Eduardo Lago, "Muere Charles Simic, una de las voces más desenfadadas e innovadoras de la poesía norteamericana", El País, 10 de enero de 2023.
Ah, pues ya podías haber mostrado un ejemplo de poemas sobre esas cosas vulgares como un zapato...
ResponderEliminarMe he quedado intrigado porque estos que has puesto son sobre temas "profundos". Tan profundos como esa observación sobre la propagación del miedo o la angustia colectivos.
De plena actualidad, pues... ¡Pero qué dolor y qué grotesca paradoja supone el que una mente así termine totalmente desquiciada.
Carlos San Miguel
Siento no haber incluido ninguno de esos poemas, pero estoy segura de que tú los buscarás en la red porque han despertado tu interés. Un saludo, Carlos.
ResponderEliminarVaaale pues, ya los buscaré 😄
ResponderEliminarJo, ¡pues son complicados de entender! Tanto el de los zapatos como otros que he leído de esos más actuales que dice que deberían ser leídos con facilidad... Sí, claro que se leen fácilmente pero ¿cómo hay que interpretarlos? Como él dice, es un experto "trampero". Y cada poema, un cepo del que no sé salir.
ResponderEliminarCarlos
Sí, esos son más difíciles. Es después cuando se propone ser claro.
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