Francisco Javier Irazoki. (fanfan.es) |
Sus poemas han sido incluidos en numerosas antologías. Comenzó publicando los poemarios Árgoma (1980) y Cielos segados (1992), que incluía los tres volúmenes de versos escritos hasta esa fecha: Árgoma, Desiertos para Hades y La miniatura infinita. Posteriormente aparecieron Notas del camino (2002), con fotografías de Antonio Arenal; el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes (2006); La nota rota (2009), cincuenta semblanzas de músicos de diferentes épocas; el libro de poemas en verso Retrato de un hilo (2013); el libro de poemas en prosa Orquesta de desaparecidos (2015); el volumen de prosas variadas Ciento noventa espejos (2017); el libro de poemas en prosa El contador de gotas (2019); Oración laica (2020), libro para coleccionistas en colaboración con el artista plástico Ángel Sardina, y la antología poética Palabra de árbol (2021).
Ha seleccionado y traducido del francés los poemas del dramaturgo, cineasta y poeta Armand Gatti incluidos en Antología (Demipage, 2019). También ha realizado sendas selecciones de poemas de Félix Francisco Casanova (Antología poética, Cuarenta contra el agua, 2010), Jesús Munárriz (Materia de asombro, 2015) y Harkaitz Cano (Gente que trabaja en los tejados, 2019). Ha revisado la edición de las Obras completas de Félix Francisco Casanova (Demipage, 2017) y ha seleccionado los textos y poetas de la antología Años de trece meses (2022). En 2011 participó en el libro-homenaje a Raymond Queneau (Cien millones de poemas). Con un poema-mensaje, ha participado en Náufragos (2022), proyecto del artista Salvador Retana.
Durante cuatro años (2009-2013) publicó su columna Radio París en El cultural de El Mundo. Desde 2013 es crítico de poesía en dicho diario.
En el segundo poema, más difícil de entender para algunos lectores, habla de los portugueses que huían a Francia durante la dictadura de Salazar. El título hace referencia a la Revolución de los Claveles (25 de abril de 1974), que puso fin a cuarenta y seis años de dictadura en Portugal. Se trata de un poema autobiográfico en el que recuerda que, cuando era niño, estos hombres, con los que se entendían por señas, llegaban a su casa (en una población próxima a Francia) solicitando ayuda para pasar la frontera. Después los ha conocido en París donde ha podido comunicarse con ellos en una lengua común, el francés.
[Imagen inicial: istockphoto]
Ah, yo pensaba que el blues era más dolor y tristeza que rabia...
ResponderEliminarMe gustaría saber qué simboliza la metáfora de la planta de tallo rojo y flores de pelusa que emerge de los agujeros provocados por la música en los carteles publicitarios... ahí estoy dándole vueltas y no caigo...
Carlos San Miguel
Yo creo que es la planta del algodón.
EliminarEl segundo poema en prosa me ha gustado mucho por lo que tiene de lenguaje poético y también por lo instructivo que es, ya que no tenía ni idea de ese tráfico de exiliados portugueses a través de nuestro país para alcanzar la libertad en Francia. ¡Menuda odisea debía de ser cruzar dos países cuyas autoridades eran hostiles! Sobre todo España en que cualquier portugués sería mirado con sospecha de prófugo.
ResponderEliminarCarlos San Miguel
Conste que te había agradecido la aclaración sobre la planta de algodón...pero no he debido enviarlo jeje
ResponderEliminarCarlos