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domingo, 26 de junio de 2022

"Cuestiones de viaje" (Questions of Travel), de Elizabeth Bishop


Los desaparecidos saltos del Guairá


CUESTIONES DE VIAJE

Aquí hay demasiadas cascadas: arrolladores torrentes
bajan rápidamente hacia el mar,
y la presión de tantas nubes en las cimas de las montañas
los hace desbordarse en una suave cámara lenta sobre las laderas,
volviéndose cascadas ante nuestros propios ojos.
-Ya que si aquellas venas, aquellas largas millas de brillantes manchas de
lágrimas,
aún no son cascadas,
en una época más o menos rápida, como las que aquí transcurren,
probablemente lo serán.
Pero si los arroyos y las nubes continúan viajando, viajando,
las montañas parecen cascos de volcanes buques
con limos colgantes y lapas.

Piensa en el largo viaje a casa.
¿Tendríamos que haber permanecido en casa y pensar en esto de aquí?
Hoy, ¿dónde deberíamos estar?
¿Es correcto ser expectadores de extraños que actúan en una obra
en el más extraño de los teatros?
¿Qué infantilismo nos empuja, mientras queda un aliento de vida
en nuestros cuerpos, a correr
para mirar el sol desde el otro lado?
¿Para ver el más pequeño colibrí verde del mundo?
¿Para mirar con atención, alguna vieja, inexplicable obra de piedra,
inexplicable e impenetrable,
desde todos los puntos de vista,
percibida en el acto y siempre, siempre encantadora?
Oh, ¿debemos soñar nuestros sueños
y también realizarlos?
¿Y nos queda espacio
para un poniente plegable de viaje, y todavía lo bastante cálido?

Hubiese sido una lástima, a buen seguro,
no haber visto los árboles a lo largo del camino,
realmente exagerados en su belleza,
no haber visto sus gestos,
como nobles pantomimas con vestidos color rosa.
-No haber necesitado detenerse a poner gasolina y no haber podido oír
esas dos tristes notas de la melodía de madera
de unos desaparejados zuecos de madera
que, sin cuidado alguno, golpean
el suelo manchado de aceite de la gasolinera.
(En otro país los zuecos estarían controlados:
cada par sonaría con un idéntico tono.)
-Sería una lástima no haber escuchado
la otra música, la menos primitiva, del gordo pájaro castaño
que canta posado sobre la estropeada bomba de gasolina
en la barroca iglesia de cañas de los jesuitas:
tres torres, cinco cruces de plata.

-Sí, sería una lástima no haber ponderado nunca,
sin precisión, indefinidamente,
qué relación puede existir durante siglos
entre el más burdo calzado de madera
y el cuidado y la exigencia
de las fantasías en las jaulas de madera.
-No haber estudiado historia en 
la débil caligrafía de las jaulas de los pájaros cantores.
-Y nunca haber tenido que escuchar la lluvia,
tan parecida a los discursos de los políticos:
dos horas de oratoria sin pausa alguna
y después, de repente, un silencio de oro
durante el cual la viajera toma un cuaderno de notas y escribe:

"¿Es una falta de imaginación lo que hace que vengamos
a lugares imaginados, en lugar de quedarnos en casa?
¿O quizá Pascal no tenía razón
en aquello de sentarse tranquilo en una estancia?

Continente, ciudad, país, sociedad:
la elección nunca es amplia ni libre.
Y aquí, o allí... No. ¿Tendríamos que habernos quedado en casa,
doquiera fuese?"

VERSIÓN ORIGINAL EN INGLÉS:

QUESTIONS OF TRAVEL

There are too many waterfalls here; the crowded streams
hurry too rapidly down to the sea,
and the pressure of so many clouds on the mountaintops
makes them spill over the sides in soft slow-motion,
turning to waterfalls under our very eyes.
—For if those streaks, those mile-long, shiny, tearstains,
aren't waterfalls yet,
ín a quick age or so, as ages go here,
they probably will be.
But if the streams and clouds keep travelling, travelling,
the mountains look like the hulls of capsized ships,
slime-hung and barnacled.

Think of the long trip home.
Should we have stayed at home and thought of here?
Where should we be today?
Is it right to be watching strangers in a play
in this strangest of theatres?
What childishness is it that while there's a breath of life
in our bodies, we are determined to rush
to see the sun the other way around?
The tiniest green hummingbird in the world?
To stare at some inexplicable old stonework,
inexplicable and impenetrable,
at any view,
instantly seen and always, always delightful?
Oh, must we dream our dreams
and have them, too?
And have we room
for one more folded sunset, still quite warm?

But surely it would have been a pity
not to have seen the trees along this road,
really exaggerated in their beauty,
not to have seen them gesturing
like noble pantomimists, robed in pink.
—Not to have had to stop for gas and heard
the sad, two-noted, wooden tune
of disparate wooden clogs
carelessly clacking over
a grease-stained filling-station floor.
(In another country the clogs would all be tested.
Each pair there would have identical pitch.)
—A pity not to have heard
the other, less primitive music of the fat brown bird
who sings above the broken gasoline pump
in a bamboo church of Jesuit baroque:
three towers, five silver crosses.
—Yes, a pity not to have pondered,
blurr'dly and inconclusively,
on what connection can exist for centuries
between the crudest wooden footwear
and, careful and finicky,
the whittled fantasies of wooden cages.
—Never to have studied history in
the weak calligraphy of songbirds'cages.
—And never to have had to listen to rain
so much like politicians'speeches:
two hours of unrelenting oratory
and then a sudden golden silence
in which the traveler takes a notebook, writes:

"Is it lack of ¡magination that makes us come
to imagined places, not just stay at home?
Or could Pascal have been not entirely right
about just sitting quietly in one's room?

Continent, city, country, society:
the choice is never wide and never free.
And here, or there... No. Should we have stayed at home,
wherever may that be?"

Elizabeth Bishop, Obra poética. Ed. bilingüe. Prólogo de Sam Abrams, estudio
 preliminar y trad. de S. Abrans y J. Margarit. Igitur. Montblanc (Tarragona), 2008


Elizabeth Bishop (1911-1979), quizá por su falta de arraigo, fue una gran viajera. Visitó Francia, Irlanda,  España, Italia, el norte de África, y en 1951 llegó a Brasil, país donde permaneció durante quince años. Su libro  Cuestiones de viaje (1965), dedicado a su compañera Lota Macedo de Soares, documenta en la primera parte, titulada Brasil, su prolongada estancia en este país. Como observa F. J. Irazoki, se centra en "un Brasil de cascadas, zapatos enlodados, seres envueltos en niebla, soldados que vigilan desde la niebla del horizonte". Javier Montes, en su ensayo Varados en Río, afirma: "A  lo largo de sus viajes, Bishop no consigue resolver (o más bien, prefiere no hacerlo) una contradicción y un desarraigo que es justo la raíz de su trabajo". Es lo que expresa en el poema que da título al volumen, donde se pregunta si deberíamos haber permanecido en casa e imaginar el lugar visitado, si es la falta de imaginación la que nos impulsa a viajar. Las mismas cuestiones que se plantea muchos años después el poeta español Álvaro Valverde en el siguiente poema:

Catedral Alexander Nevski, Sofía. (viajar.elperiodico.com)


QUESTIONS OF TRAVEL

Desde que lo leí por vez primera
me obsesiona el poema "Cuestiones de viaje",
de la bostoniana Elizabeth Bishop.
Nunca ha dejado de estar en mi memoria,
ni de interpelarme sus preguntas.
No hay viaje que no me lo recuerde.
Tras descubrir Brasil,
nuestra poeta inquiere, por ejemplo,
si hubiese sido mejor quedarse en casa
e imaginar ese lugar.
De ser así, tampoco
estaríamos nosotros aquí.
Nos acomete la misma inmadurez:
la de mirar el sol desde esta orilla,
por más que brille ahora por su ausencia.
No nos basta con soñar nuestros sueños:
debemos vivirlos también.
Ella evoca a Pascal, esas desgracias
que derivan del hecho de ser incapaces
de no quedarnos solos y tranquilos
en nuestro propio cuarto. Se interroga: 
¿Es falta de imaginación lo que nos obliga a venir
a lugares imaginados, en vez de quedarnos en casa?
Estamos en Sofía, pero podría ser 
en cualquier parte.
Con ella, por fin, nos cuestionamos:
¿Deberíamos habernos quedado en casa,
dondequiera que eso quede?
Y en su formulación retórica,
no encontramos al cabo la respuesta.

(Publicado en la revista Estación Poesía. Sevilla, 2019.
Pertenece al libro de Álvaro Valverde Cuaderno de Sofía, inédito)

[Imagen inicial: Tripadvisor]

1 comentario:

  1. ¿Y quién puede tener una imaginación tan portentosa como para imaginar algo mínimamente parecido a lo real que está ahí fuera? ¿Quién pudo imaginar en la Europa medieval que ahí mismo, a unos miles de kilómetros de nada, existían semejantes imperios de los aztecas, mayas e incas?
    Después sí; gracias a esos viajeros previos, ahora sí que me podría imaginar algo de aquello sin necesidad de verlo en la tele siquiera.
    Menos mal que algunos carecieron de esa pretendida imaginación.
    Ese poema del español no es nada lírico pero explica de maravilla el de la escritora americana.
    Carlos San Miguel

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