Leonardo da Vinci, La Gioconda, 1503-1519
Museo del Louvre, París
La Gioconda
Supo que había un cuadro maravilloso llamado la Gioconda. Pero quería descubrirlo por sí solo. Se dedicó, desde muy joven, a ignorar la historia y la geografía. Un día partió a recorrer mundo en busca del fabuloso cuadro.
Recorrió tiempos y ciudades, entró en palacios y mesones, agotó galerías agobiadas de cuadros magníficos. Pero ninguno era la Gioconda.
Muchas veces estuvo por abordar a los guías y preguntarles de una vez dónde hallar el famoso cuadro. ¡Era tan sencillo que lo tomaran de la mano y lo condujeran hasta dejarlo frente a ese mar!
Pero siguió buscando por sí solo. Amó a varias mujeres cuyos ojos le parecían los de la Gioconda. Luchó con hombres en cuyos labios presentía la sonrisa de la Gioconda.
Llegó un momento en que el mundo ya no tenía secretos para él. Pero nada sabía aún de la Gioconda. A la sazón, había llegado a Florencia a principios del siglo XVI.
Entonces, desesperado, pintó la Gioconda.
(En Cuentos hispano-americanos en La Sorbona, antología de Olver Gilberto de León, Barcelona, Ediciones Mascarón, 1983, pág. 127)
César Fernández Moreno |
César Fernández Moreno (Buenos Aires, 1919-París, 1985) fue un poeta y ensayista argentino, hijo del también poeta Baldomero Fernández Moreno. Pertenecía por edad a la Generación del 40, pero se sintió más identificado con las generaciones posteriores. Durante su infancia alternó la residencia en Chascomús y Huanguelén, antes de trasladarse a Buenos Aires, en cuya universidad estudió Derecho. Ejerció la carrera diplomática trabajando en la Unesco, en París y La Habana, y como agregado cultural en París durante el gobierno de Alfonsín, cargo que ejerció hasta su muerte. Se casó dos veces y tuvo tres hijas. Fundó y dirigió la colección poética Fontefrida y las revistas literarias Contrapunto, Correspondencia y Zona. Fue crítico de cine en la revista Nosotros y colaborador del diario La Nación y de la revista Sur. En 1972, como director de la Oficina Regional de Cultura para América Latina, editó, prologó y reunió los ensayos del libro América Latina en su literatura, una visión crítica de la literatura hispanoamericana.
Su primer poemario, Gallo ciego (1940), lo vincula a la corriente neorromántica propia de los autores de su generación. Con El alegre ciprés (1941) y La palma de la mano (1942) forma su "etapa de juventud". Con Veinte años después (1953) inicia un nuevo ciclo, que él denominó de "poesía existencial", menos preocupada por la belleza formal y de tono conversacional, vinculada ya a las tendencias propias de la generación argentina de los sesenta. Le siguen Sentimientos (1961) y Aeropuertos (1968). Con Argentino hasta la muerte (1963), un libro de enorme influencia en los jóvenes de su país, alcanza su cumbre expresiva. En Sentimientos completos (1982) reunió la totalidad de su obra poética hasta esa fecha. Su relatos están recogidos en El joven Franz Moreno (1966) y La vuelta de Franz Moreno (1975). Es autor, asimismo, de los ensayos Vida de la mujer de Martín Fierro (1944), Pelayo y los románticos (1946), Esquema de Borges (1957), Introducción a la poesía (1962) y La realidad y los papeles (1968), y de dos libros de aforismos: Ambages (1972) y Con ambages (1976).
El microrrelato "La Gioconda" es para Adriana Berchenko* un cuento perfecto que, con una gran economía de medios, nos cuenta una historia completa:
"La Gioconda" es, tanto el relato de una búsqueda y su realización, como el de una conciencia y una voluntad. Elípticamente, en él se cuenta no sólo la génesis de la obra de arte, sino además la evolución del proceso creador del artista. Esta circunstancia lo define como un relato de iniciación y aprendizaje, el del creador y su creación hasta llegar a la consecución del ideal buscado, el de la obra maestra.
*"Proposiciones para una estética del cuento brevísimo ¿Un género híbrido?", en Formes brèves de l'expression culturelle en Amèrique Latine de 1850 a nous jours: Conte, nouvelle. Vol. 1. Amèrica. Cahiers du CRICCAL, Nº 18, 1997.
Qué bueno!
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. :)
EliminarLo que nunca habríamos sospechado de Leonardo: verdadero inventor de la Máquina del Tiempo jejeje
ResponderEliminarCarlos San Miguel