Cementerio de Rubiáns. GONZALO SALGADO (diariodearousa.com) |
El espiritista
de O Grove[1]
Augusto Sueiro
apareció un domingo de marzo en la puerta del cementerio de San Martiño
asegurando que podía hablar con los muertos y ofreciéndose como espiritista a
los que quisieran conversar con sus difuntos. Vestía ropas harapientas y
llevaba una pipa humeando en la boca y un letrero con la tarifa colgado en el
pecho.
Nadie en O Grove lo conocía y su aspecto generó desconfianza al
principio, pero con el paso de los días, cuando se fueron acostumbrando a su
presencia, fue creciendo en ellos el prurito de la curiosidad.
La primera cliente de Augusto Sueiro fue Consuelo, una viuda que todos
los días pasaba un rato junto a la tumba de su hombre. Augusto le cobró por
adelantado y la siguió por el cementerio hasta el nicho. "¿Qué le quiere
decir a Balbino?", inquirió el espiritista, leyendo el nombre en el
mármol. "Que cómo está", respondió ella con rubor. Entonces Augusto
colocó las manos alrededor de la boca para hacer retumbar la voz, se acercó al
nicho y chilló: "¡Balbino, pregunta Consuelo que cómo estás!".
Después pegó la oreja al mármol para escuchar la respuesta y se la trasmitió a
la mujer: por lo visto, Balbino había perdido un poco de peso, pero en general
se encontraba bien.
Aquella fue la primera de las muchas ocasiones en que Augusto medió entre los
vivos y los muertos de O Grove aquella primavera en que la gente no dejó de
hablar del hombre de la pipa. Unos pensaban que era un charlatán. Otros, que
había escapado de un frenopático[2].
También había quien mantenía que era un aparecido, un muerto que se había
quedado encerrado en este lado tras una excursión nocturna con otros difuntos,
y que de ahí le venía la intimidad que tenía con ellos.
Un mes y pico después, uno de sus clientes se interesó por si, además de
la facultad de hablar con los muertos, no tendría poderes adivinatorios.
Augusto confesó con cierta modestia que, como los augures de la antigua Roma,
era capaz de ver el futuro en las cosas sencillas de la naturaleza, como el
vino o la empanada[3],
siempre que no fuera de chocos[4],
porque la tinta emborronaba las predicciones. Tampoco podía visualizar el
porvenir más de dos veces cada día por el esfuerzo inmenso que comportaba el
presagiar. Cuando en la villa se supo que Augusto Sueiro podía revelar el
futuro, hasta los vecinos más descreídos fueron venciendo sus prejuicios. De a
dos, algunos de los que renegaban pasaron por el cementerio llevando lambonadas[5]
al médium.
Una tarde Augusto recibió la visita de Tacho el Moscón, un contrabandista
célebre de Vilagarcía[6]
atraído como los otros hasta el oráculo por la posibilidad de conocer el
futuro. El rufián se interesó por los signos de la quiniela y Augusto Sueiro
trató de quitárselo de encima con el pretexto de que era capaz de ver el futuro
pero no podía influir en él. En cuanto el Moscón sacó la pistola, el
espiritista, muerto de miedo, le dio los catorce signos al tuntún[7].
La tercera semana que acertó, el Moscón fue detenido acusado de lavar
dinero negro y juró vengarse de Augusto que, asustado y perplejo, escapó.
Un taquillero del puerto de Vigo[8]
contó que un hombre de aspecto alocado con una pipa en los labios se había
acercado a la estación marítima con la intención de comprar un pasaje para
América. Acabaron por venderle un billete de ida y vuelta para las Cíes[9]
y el hombre partió entre los turistas. Nunca lo volvieron a ver.
(Domingo Villar, Dos gotas en el mar. Cuentos, Siruela 2019, edición no venal*)
[1]
O Grove (El Grove): municipio gallego
situado en la provincia de Pontevedra, a la entrada de la ría de Arousa
(Arosa).
[2] frenopático: coloq. Hospital o clínica
donde se trata a los enfermos mentales (rae).
[3] empanada: masa de pan rellena de carne,
pescado, verdura, etc., cocida en el horno (rae).
[4] choco: sepia (rae).
[5]
lambonada: cosa de comer,
generalmente dulce, que se toma más por gusto que para alimentarse (Dicionario Real
Academia Galega).
[6] Vilagarcía de Arousa (Villagarcía de
Arosa): localidad de la provincia de Pontevedra.
[7] al tuntún: sin cálculo ni reflexión o
sin conocimiento del asunto (rae).
[8] Vigo: ciudad situada junto a la ría del mismo nombre, en la costa noroeste de España, provincia de
Pontevedra.
[9] Cíes:
archipiélago formado por tres islas situado en la boca de la ría de Vigo.
*Las notas son nuestras.
El escritor Domingo Villar (elcorreogallego.es) |
Domingo Villar (Vigo, 1971) es un escritor español de novela negra que escribe en lengua gallega. Con Ojos de agua (2006), su primera novela, inaugura la exitosa serie protagonizada por el inspector Leo Caldas. Su segundo título, La playa de los ahogados (2009), que obtuvo excelentes críticas y fue llevada al cine por Gerardo Herrero, supuso su consagración internacional. El último barco (2019) es la última entrega de una serie que ha sido traducida a más de quince idiomas y cosechado numerosos premios, entre los que cabe destacar el Novelpol en dos ocasiones, el Antón Losada Diéguez, el Premio Sintagma, el Premio Brigada 21, el Frei Martín Sarmiento y Libro del Año de la Federación de Libreros de Galicia. También ha sido finalista de los Crime Thriller Awards y Dagger International en el Reino Unido, del premio Le Point du Polar Européen en Francia y del premio de la Academia Sueca de Novela Negra.
Actualización:
Domingo Villar ha fallecido hoy, 18 de mayo de 2022, tras sufrir un ictus. Tenía 51 años.
Genial este también. Me recuerda, cómo no, a Él bosque animado y su espíritu cándido y misterioso.
ResponderEliminarCarlos San Miguel
Lo he leído en "Algunos cuentos completos" fabulosamente ilustrado por Carlos Baonza. Simplemente excepcional.
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