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domingo, 14 de junio de 2020

Dos poemas de Rosana Acquaroni


Foto: Peter Turnley


LA DESTRUCCIÓN Y EL AMOR

Se querían, sabedlo (Vicente Aleixandre)

Se querían.
Ocultos, pusilánimes, 
como ratones ciegos en su rueda infinita.
Al principio sufrían por la luz.

Se citaban de noche
primero en los tranvías de azul amaneciendo,
después en los garajes
o en las bocas de metro,
o en la senda escondida
hallada en algún parque.

Se rendían
al arrecife calcáreo del deseo.

Sus cuerpos se buscaban 
como busca la herida el salitre del tiempo.

Se querían
como las flores a las espinas hondas,
a pesar del misal y la ceniza,
de los ciclos bursátiles,
de la murmuración de los serenos.
De los viajes de él
                      la costura de ella
(y la culpa acechante
como un rifle apostado en cualquier agujero).

Se querían de noche, cuando los perros hondos
nunca en los cines
nunca entre las familias
que arropan a sus hijos.

Se querían.
Sabedlo.


MADRE
he venido hasta aquí a restañar tus ataduras
a contener el frío alojado en tu boca.

Soy la hija 
que te aguardó despierta cada noche
y que ahora regresa
para lavar tu lengua
de la herida silente.

He cruzado el jardín del abandono.
He abatido sus puertas,
llevo una piel de niña para arropar tu cuerpo
y llenarte de juncos
mariposas
botones.

He vaciado tus frascos de pastillas,
las trago una por una
—sagrada eucaristía del olvido—.

Me he cubierto de musgo
para no lastimarte
y llevarte conmigo
hasta un claro del bosque
donde enterrar por fin
todo lo que perdimos.


De La casa grande, Bartleby, 2018


Rosana Acquaroni. (sites.uclouvain.be)

Rosana Acquaroni (Madrid, 1964) es poeta y grabadora. Licenciada en Filología hispánica y doctora en Lingüística aplicada, trabaja como profesora en el Centro Complutense para la Enseñanza del Español. Su tesis doctoral obtuvo en 2009 el Premio Extraordinario, así como el Premio Telémaco, dedicado a las publicaciones científicas que promueven los hábitos lectores y de escritura en el marco de los distintos niveles educativos. Es autora de materiales didácticos e imparte cursos de formación de profesores de ELE/L2 dentro y fuera de España. Ha publicado los siguientes poemarios: Del mar bajo los puentes (1987, Accésit del Premio Adonáis), El jardín navegable (1990, 2017), Cartografía sin mundo (1994, Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad), Lámparas de arena (2000), Discordia de los dóciles (2011) y La casa grande (2018), Premio Libro del Año 2019 en la modalidad de poesía, otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid. Ha sido incluida en numerosas antologías y traducida al francés, alemán, árabe y portugués.

 La casa grande toma su título del nombre con que designaban en la familia de la autora el primer piso donde residieron, una vivienda amplia situada en una calle próxima al parque de El Retiro.  El poemario, dedicado Manuela Muñoz,  madre de la autora,  es un retorno a la infancia, como observa su editor: 
Una infancia marcada por un secreto familiar y atravesada por la presencia / ausencia de una madre, víctima de una época siniestra y tenebrosa como fueron la posguerra y la dictadura. La casa grande se convierte así en escenario vivo donde ir recuperando, a través de la mirada de una niña, sensaciones, vivencias, desencuentros; no como un ejercicio de nostalgia sino de denuncia.
La madre, amante desde su juventud de un hombre adinerado, se vio en la necesidad de casarse con otro porque, según la mentalidad de la época,  "no sirves de nada sin un hombre". Vivió, por tanto,  una pasión clandestina tejida de esperas, ausencias y sentimiento de culpa. Esa  doble vida le provocó problemas emocionales y fue internada en un centro psiquiátrico.  La hija adulta recupera ese pasado y expresa su comprensión, su empatía, hacia una madre que se rebeló contra las convenciones sociales en una época en que las mujeres  no gozaban de independencia en nuestro país.

En el primer poema, Rosana Acquaroni recurre a la intertextualidad para hablar de la pasión amorosa vivida por su madre. El título del poema se forma a partir de La destrucción o el amor, sustituyendo la conjunción o, con valor identificativo, del libro de Vicente Aleixandre  por la conjunción y, para expresar una relación de causa-efecto, un amor que inexorablemente conduce a la mujer a la destrucción. El poema se crea partiendo de una de las composiciones más célebres del libro de Aleixandre ("Se querían"), del cual inserta fragmentos, destacados en cursiva. Mediante este juego intertextual expresa la intensidad amorosa, pero también pone de relieve el carácter oculto y clandestino de esa pasión, frente al poema de Aleixandre, donde el amor trasciende a los amantes y se funde con el universo.

Puedes escuchar otros poemas de La casa grande, recitados por su autora:

1 comentario:

  1. Interesante ese recurso de la intertextualidad y la cita continua del texto de Alexandre con un sentido contrario al que pretendía el poeta que es, al mismo tiempo una antítesis y un homenaje.
    Pero yo me pregunto...¿y el padre? ¿no fue otra víctima utilizada
    Carlos San Miguel

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