Río Mijares, puente viejo de la Fonseca. Foto: Josefina López
Instrucciones
para cruzar un puente
Si a cruzar te dispones,
si vas a transitar la misteriosa
longitud del puente,
piensa en las aguas del río que
atraviesa,
piensa en las aguas como en tu
propia sangre,
piensa en ellas, que fluyen
incesantes
bajo las piedras prisioneras del
arco,
sin pensar qué principio fue el
suyo
ni a qué final deslizan su presura.
Si deseas cruzar a la otra orilla,
imprégnate primero del lugar que
abandonas,
siente dentro de ti
el puñado de tierra que pisan tus
zapatos,
contempla la arboleda que te prestó
su sombra
y que quizás no vuelvas a mirar.
Cuando con decisión atravieses el
puente,
camino de la orilla venidera,
sospecha de tus pasos,
tus propios pasos que al avanzar
escuchas
con sonido de pasos que se alejan.
Y cuando la otra orilla pises,
hazlo como si de un suelo sagrado
se tratara;
el lugar te recibe con todos tus
recuerdos,
con todas las sombras miserables
que al otro lado creíste abandonar.
De Instrucciones para cruzar un puente, 1983
|
¡Qué metáfora tan bonita ( y al final pesimista) del tránsito por la vida.
ResponderEliminarCarlos San Miguel