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domingo, 17 de noviembre de 2019

"La vida según Adán", de Bernardo Atxaga

Rosario de Velasco, Adán y Eva (1932)


La vida según Adán

Enfermó Adán el primer invierno después de su salida del paraíso
y asustado con los síntomas, la tos, la fiebre, el dolor de cabeza,
se echó a llorar igual que años más tarde lo haría María Magdalena,
y dirigiéndose a Eva, "no sé qué me ocurre" gritó, "tengo miedo"
"amor mío, ven aquí, creo que ha llegado la hora de mi muerte".

Eva se sorprendió mucho al oír aquellas palabras, amor, miedo, muerte
y le pareció que pertenecían a una lengua extraña, ajena al paradisiaqués,
y anduvo con ellas en la boca, masticándolas como pepitas, como raíces,
hasta que creyó, amor, miedo muerte, comprender enteramente su sentido.
Para entonces Adán ya se había repuesto, y volvía a sentirse feliz, o casi.

Fue sólo, aquel hecho extraparadisíaco, el primero de una larga serie,
de modo que Adán y Eva siguieron, por así decir, recibiendo clases intensivas
de la lengua que decía amor, miedo, muerte, aprendiendo palabras como
cansancio, sudor, carcajada, carcaj, carcamal, canción, caricia o cárcel;
a medida que crecía su vocabulario, las arrugas de su piel aumentaban.

La hora de la muerte, la verdadera, le llegó a Adán siendo ya muy viejo,
y quiso entonces transmitir a Eva lo que había aprendido, su última verdad.
"¿Sabes, Eva?", le dijo, "la pérdida del paraíso no fue en realidad una desgracia".
A pesar de los trabajos, a pesar de lo del pobre Abel y todos los demás conflictos,
hemos conocido lo único que, noblemente hablando, puede llamarse vida.

Sobre la tumba de Adán se derramaron lágrimas corrientes, de agua y sal,
que cayeron a tierra y no criaron jacintos, ni rosas, ni flores de ninguna clase,
y de todos ellos fue Caín el que, paradójicamente, con más desgarro lloró;
Luego Eva recordó con cariño el susto de Adán cuando su primera gripe,
y todos se calmaron, y se fueron, y tomaron algo, y comieron un bollo.


VERSIÓN EN EUSKERA:

Adan eta bizitza

Gaixotu zen Adan paradisua utzi eta aurreneko neguan,
eta eztulka, buruko minez, hogeita hemeretziko sukarraz,
negarrari eman zion Magdalenak gerora emango bezala,
eta Evagana zuzenduz "hil egingo naiz" esan zion oihuka,
"gaizki nago, maite, hilurren, ez dakit zer gertatzen zaidan".

Harritu egin zen Eva hitz haiekin, hil, hilurren, gaizki, maite,
eta berriak iruditu zitzaizkion, hizkuntza arrotz batekoak,
eta ezpain artean ibili zituen maiz, hil, hilurren, gaizki, maite,
harik eta zehazki ulertzen zituela iruditu zitzaion unerarte.
Ordurako sendatua zegoen Adan, eta poz pozik zebilen.

Paradisuaz geroko lehen gertaera hark segida luzea izan zuen ,
eta lehengoez gain, hil, hilurren, gaizki, maite, Adan zein Evak
hitz berriak ikasi behar izan zituzten, min, lan, bakardade, poz
eta beste hamaika, denbora, neke, algara, eder, ikara, kemen;
hiztegia hazten zenarekin batera, zimurtuz joan zitzaien azala.

Zahartu zen erabat Adan, sentitu zuen hurbil heriotzaren ordua,
eta Evarekin elkarrizketa sakon bat izateko gogoa sortu zitzaion;
"Eva", esan zion, "ez zen ezbehar bat izan paradisuaren galtzea;
oinazeak oinaze, minak min, gure Abelen zoritxarra halako zoritxar,
bizi izan duguna izan da, zentzurik nobleenean esanda, bizitza".

Adanen hilobi atarian malko arruntak ixuri ziren, gatz eta urezkoak,
lurrera erortzerakoan hiazinto edo arrosa alerik eman ez zutenak,
eta Kain izan zen, paradoxaz, negarrez bortitzen puskatu zena;
Gero Evak irribarre xamurrez gogoratu zuen Adanen lehen gripea
eta halaxe, lasai, etxera joan eta salda beroa hartu zuten, eta txokolatea.


Bernardo Atxaga./ RAFA GUTIÉRREZ (elcorreo.com)
Bernardo Atxaga  es el seudónimo utilizado por el escritor vasco José Irazu Garmendia. Hijo de carpintero y maestra, nació en la localidad guipuzcoana de Asteasu en 1951. En 1973 se licenció en Económicas por la Universidad de Bilbao, y tras realizar el servicio militar obligatorio, trabajó en una entidad  bancaria en San Sebastián. A finales de los setenta regresó a Bilbao, donde desempeñó diversos trabajos hasta que decidió dedicarse en exclusiva a la literatura escrita en lengua vasca. En la década de los setenta publicó sus primeras obras: la novela Zintateaz (1976) y el poemario Etiopia (1978), pero fue Obabakoak (1988), obra que ha sido traducida a más de veinte idiomas, Premio Nacional de Narrativa, la que lo consagró como escritor y le proporcionó numerosos lectores. A partir de entonces, publicó sus obras en euskera y castellano, entre ellas, Memorias de una vaca (1991), dirigida a los jóvenes, y sus más conocidas novelas: El hombre solo (1993), Esos cielos (1995) y El hijo del acordeonista (2003). En 2009 presentó la novela Siete casas en Francia, en euskera, castellano, catalán y gallego. Es autor de canciones, ensayos, cuentos infantiles, poemas y narrativa. Desde 2006 es miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia. Actualmente reside en la localidad alavesa de Zalduendo. Sus composiciones poéticas están recogidas en Etiopia (1978), Henry Bengoa Inventarium (1986), Poemas & Híbridos (1990) y Nueva Etiopía (1996). Ha sido galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas 2019 por "su contribución fundamental a la modernización y a la proyección internacional de las lenguas vasca y castellana, a través de una narrativa impregnada de poesía en la que ha combinado de una manera brillante realidad y ficción".

[El poema está tomado de la página web del autor]

3 comentarios:

  1. ¡Jajaja! ¡Qué genial y qué profundo en su apariencia cómica.
    Carlos San Miguel

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  2. Y la pintura también me parece fantástica.
    Carlos San Miguel

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  3. Comparto el poema y la foto con el permiso de vuesa merced...
    Carlos

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