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domingo, 24 de noviembre de 2019

"Ya no", de Idea Vilariño

Idea Vilariño


Ya no


Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.


No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.


Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.


No volveré a tocarte.


No te veré morir.

     
                    De   Poemas de amor


"Ya no" (o "Ya no será"), compuesto en 1958, se añadió a una reedición de Poemas de amor, libro de 1957 que Idea Vilariño  (1920-2009) dedicó a Juan Carlos Onetti (1909-1994) en su edición de 1958. Esta "enumeración atroz", según definición de  Leila Guerrero, compone uno de los más hermosos y desgarradores poemas de desamor, escrito tras una ruptura con Onetti que se contempla como definitiva. Como observa Elena Medel, la autora desgrana en el poema una "letanía de experiencias con las que se contaba pero que jamás se vivirán, y en la que Idea Vilariño se despide de una relación y se despide -al mismo tiempo- de la cotidianidad que esa relación le habría deparado". 


Para Fernando Casales, el poema es un testimonio del vaivén entre Eros y Tanathos en que se produce la existencia de la autora:
En el poema "Ya no" el adverbio temporal "ya" ubica en el tiempo la negación. Se instala así en un presente permanente que se teje desde el título hasta el último verso del poema. El amor es padecido y gozado por los hombres. El tiempo también y en este ámbito obsesivamente humano se instala el "no" que señala la ausencia y por esta a la muerte.
En  parecido sentido interpreta Enzo Cárcano este poema, "íntegramente vertebrado por sucesivas negaciones":
"Ya no" puede ser leído como la representación de un despojo que va in crescendo, de un tránsito de la vida a la muerte: del -si bien negado- "vivir" del tercer verso al "morir" del último. Aun precedidas por la construcción "ya no", las acciones del sujeto respecto del mencionadas en los primeros versos ("criaré", "coseré", "besaré") lo concretizan. Sin embargo, inmediatamente se difumina entre preguntas ("quién fuiste", "qué fui para ti") para llegar, en los versos 18-20, al completo despojo: "querernos", "esperarnos", "estar", en una serie de infinitivos que, como tales, carecen de conjugaciones de persona y de tiempo, y cuyo último elemento subraya la indeterminación. El hiato entre el yo y el se confirma con los versos "Ya no soy más que yo /para siempre, y tú /ya / no serás para mí /más que tú": el yo para siempre en singular y el , en adelante, ajeno, extraño.

Idea, en el apartamento de Onetti (en la imagen) y Dolly, en
Avda. de las Américas, Madrid, 1987

Onetti y Vilariño se conocieron  en un bar de Montevideo situado cerca de la playa , en una reunión de los integrantes de la revista Número, celebrada a finales de 1950 o principios de 1951, con motivo de la publicación de La vida breve (1950) de Onetti. Pese a los prejuicios que cada uno tenía acerca del otro -para Idea, Onetti era un cretino y un mujeriego; él pensaba que Idea era una mujer poco atractiva que "pescaba" cada día a un hombre para pasar la noche-, se enamoraron. Él se encontró con una mujer hermosa, de la que le atrajo sobre todo su sonrisa "gioconda", y ella vio en él a un hombre seductor e inteligente del que se enamoró esa misma noche ("Me enamoré, me enamoré, me enamoré", confesaría después). Meses más tarde tuvo lugar el encuentro definitivo que dio inicio a una relación pasional intermitente, con rupturas explosivas y reconciliaciones, que se prolongó de alguna forma hasta 1974 y que Manuela Cano Pulido resume así:
Era una relación paradójica. Se amaban y se odiaban. [...] se enviaron cartas durante toda su vida, se dedicaron libros y nunca estuvieron del todo juntos.
Vilariño afirmó en su poema "O fueron nueve" que en todos esos años de relación no pasaron más de nueve noches juntos y confesó a Esther Gilio, biógrafa de Onetti: 
había un hombre que llegaba a mi casa sin aviso, a cualquier hora, cerrábamos las puertas y las ventanas. Se detenían todos los relojes. Ya no sabíamos si era de día o de noche o si era sábado. Nos transformábamos en enemigos, en parientes, en desconocidos. Era una experiencia de éxtasis.

Onetti con Dolly (escaramuza.com.uy)
Durante sus años de relación, que nunca fue secreta, ambos tuvieron otras parejas. Cuando llevaban tres años juntos Onetti contrajo matrimonio con Dorotea Muhr (Dolly), su cuarta esposa,  quien conocía la existencia de Idea en la vida de Onetti. Vilariño no se casó hasta 1975, cuando ya no eran pareja y Onetti se había exiliado en España, donde ella lo  visitó en 1987 y 1989.  Pero antes hubo otros hombres en su vida:
Una noche me llamó desesperado para que fuera a verlo. Yo estaba con alguien que me amaba y lo dejé para pasar una noche con él. Y recuerdo que lo único que hicimos fue ponernos de espalda, leyendo un libro él, y yo otro. A la mañana siguiente, le agarré la cara y le dije: sos un burro Onetti, sos un perro, sos un camello. Y me fui.
Tras estos encuentros, venían largas separaciones, ocasionadas por motivos diversos. Vilariño contó que  una tarde de agosto de 1961, cuando llevaban casi tres días encerrados en un cuarto, ella tuvo noticia del asesinato del profesor Arbelio Ramírez y decidió salir para asistir a la asamblea de profesores convocada por el sindicato. Él le amenazó con que si se marchaba, no lo encontraría cuando volviera. Y cumplió su amenaza: 
Cuando vi la luz prendida pensé que estaba pero cuando abrí la puerta fue como si me golpearan en el pecho. Había dejado una nota insultándome y diciéndome un montón de barbaridades. Y mis poemas, unos poemas de amor que le había dado, estaban arrugados y tirados a los pies de la cama.
El reencuentro no se produciría hasta el 15 de marzo  1974, en el hospital psiquiátrico Etchepare, donde  Onetti estuvo internado durante tres meses, acusado de pornografía  por  la junta militar por presidir el jurado literario que premió el cuento "El guardaespaldas", de Nelson Marra. Durante la visita hubo reproches mutuos y aclaraciones -"Nos moriremos sin aprender a hablarnos", le dijo Idea-,  pero también ternura y pasión : 
Me levanté y quise tocarlo, tocar su mejilla con la mía. Apenas llegaba a él cuando me agarró con un vigor desesperado y me besó con el beso más grande, más tremendo que me hayan dado, que me vayan a dar nunca, y apenas comenzó su beso sollozó, empezó a sollozar por detrás de aquel beso, después del cual debí morirme. 
Dedicatoria manuscrita de la edición
en italiano de Los adioses, la única en
la que la imprenta no incluyó la dedi-
catoria a Vilariño
Su historia de amor fue una  sucesión de desencuentros. Él, que le había dedicado su novela Los adioses (1955), dijo que creía que ella no lo había amado nunca, que fue algo puramente intelectual. Esa incredulidad para aceptar el amor de Idea coincide, en opinión de Teresa García Díaz, con la perspectiva  del poema "Y el pan de cada día", uno de los tres poemas de Onetti que se han conservado, en el que "el yo poético manifiesta inseguridad en el terreno amoroso por el desconocimiento de la pareja", lo que le hace sentir lejos "del paraíso imaginado" de una vida en común:
Sólo conozco de ti /la sonrisa gioconda / con labios separados / el misterio / mi terca obsesión / de desvelarlo / y avanzar porfiado / y sorprendido / tanteando tu pasado / Sólo conozco / la dulce leche de tus dientes / la leche plácida y burlona / que me separa / y para siempre / del paraíso imaginado / del imposible mañana / de paz y dicha silenciosa / de abrigo y pan compartido / de algún objeto cotidiano / que yo pudiera llamar / nuestro.
Ella, por su parte,  afirmó que nunca debió enamorarse de Onetti: 
Es el último hombre de quien debí enamorarme porque éramos lo más imposible de ligar que había. Nunca entendió el ABC de mi vida, nunca me entendió como ser humano, como persona. [...] Todavía me pregunto por qué aguanté tanto, por qué volví tantas veces.
Pero, con todo, reconoció  que había sido el hombre más importante de su vida y que  esas pocas noches  que pasaron juntos valieron para ella "como el amor más largo", como expresa en el poema "O fueron nueve": 
Tal vez tuvimos solo siete noches / no sé / no las conté /cómo hubiera podido. / Tal vez no más que seis / o fueron nueve. / No sé / pero valieron / como el amor más largo. / Tal vez de cuatro o cinco noches como esas / pero precisamente como esas / tal vez / pueda vivirse / como de un largo amor / toda una vida.
Juan Carlos Onetti [elhistoriador.com.ar]

La información sobre Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti  procede de:

 -Manuela Cano Pulido, "Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti: La sonrisa de Gioconda y el seductor existencialista", en elespectador.com.
-Enzo Cárcano, "Una pasión honesta": Idea Vilariño y la puesta en voz de su poesía", en revistasunal.edu.co.
-Roberto Careaga C., "La pasión terrible de Idea Vilariño", en Revista de Libros El Mercurio, 04 /10 /2015.
-Fernando Casales, "Idea Vilariño: Eros y Tanathos", en  http://www.ucm.es/info/especulo/numero34/ideavila.html.
-Teresa García Díaz, "La espera, el adiós y la trascendencia: Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti", en literalmagazine.com.
-Ana-Inés Larre BorgesEl arte de esperar: Correspondencia Idea Vilariño-Juan Carlos Onetti, Biblioteca Nacional de Uruguay, 2014.
 -Inés Martín Rodrigo, "Idea Vilariño, la poeta que quiso vivir", en abc.es.
-Blanca Elena Pantin, "Idea Vilariño y Onetti, una pasión", en literaturarioplatense.blogspot.com.

1 comentario:

  1. Esto es corazón como el de la tele, pero del bueno. Jejeje
    Me ha gustado mucho la apasionada y guadianesca historia de amor entre estos escritores.
    Y el poema, mucho también. Y lo que más me gusta ese final que desvela que, con todo, le quiere tanto que prefiere separarse para siempre...para no verle morir.
    Carlos San Miguel

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