José Verón Gormaz (Calatayud, Zaragoza, 1946) es poeta, narrador y fotógrafo. Se define
como poeta de los espacios abiertos, pero también del paisaje urbano y poeta del tiempo. Aficionado a la copla y al epigrama, en su obra poética combina el clasicismo y la experimentación. Ha publicado, entre otros, los siguientes poemarios: Legajo incorde (1980), Baladas para el tercer milenio (1987),
Auras de Adviento (1988), A orillas de un silencio (1995), Epigramas del último
naufragio (1998), Rayuela blues (2000), Cantos de tierra y verso (2002), La llama y la sombra (2003), la trilogía El tránsito y la duda -formada por El exilio y el reino (2005), En las orillas del cielo (2007) y El viento y la palabra (2010)- y Ritual del visitante (2012). Es autor, asimismo, de obras de narrativa como La muerte sobre Armantes (1981, 2006), La letra prohibida (2004) y Las puertas de Roma (2012).
José Verón Gormaz |
Ha recibido numerosos premios por su producción literaria y artística: premio San Jorge en 1984, premio Hermanos Argensola en 1999, Premio Nacional de Fotografía (CEF, 2000), Medalla de las Cortes en 2006 y premio de las Letras Aragonesas 2013.
Según se indica en la solapa de Baladas para el tercer milenio, el libro "reúne un conjunto de poemas influidos por un sentimiento de cambio".
Según se indica en la solapa de Baladas para el tercer milenio, el libro "reúne un conjunto de poemas influidos por un sentimiento de cambio".
La herencia cultural se esconde tras una cortina de urgencias. Los viejos mitos mueren o se transforman, como si se pretendiera que la misma vida fuese un mito. El poeta, identificado con el presente, contempla las dos vertientes temporales (pasado y futuro) y no puede evitar la duda.
Actualización (11 de septiembre de 2021):
José Verón Gormaz, hijo predilecto y cronista oficial de Calatayud, falleció en su ciudad natal el 10 de septiembre de 2021, tras una larga enfermedad.
Otro poema del autor en este blog:
Foto: José Verón Gormaz |
¡Corcho! Esa foto parece un cuadro de los impresionistas...¡magnífica!
ResponderEliminarOtro prisionero poético; pero éste lleva las cadenas dentro de sí.
La Noche es lo que tiene, que es muy relajante. A mí, el crepuscy vespertino me angustia pero luego, la noche, me libera de esa tristeza. ¿Será como cuando temes algo (una reunión con desconocidos, la"mili", un trabajo...) y compruebas que no es malo e incluso disfrutas esa situación? ¿tememos la oscuridad en el crepúsculo -trasunto de la Muerte- y luego comprobamos que aporta serenidad y sosiego?
Carlos San Miguel