Busto de Catulo en Sirmione, Italia. (wikipedia) |
Catulo pertenecía al grupo poético de los "novísimos" (poeti novi) o neotéricos, como los llamó Cicerón despectivamente. Estos reaccionaron contra la poesía tradicional romana, que se limitaba a la poesía épica y dejaba la lírica y el epigrama para los aficionados. Los neotéricos adoptaron el programa literario del poeta alejandrino Calímaco (ca. 305-240 a. C.), cuyos principios literarios resume R. de Verger: a) preferencia por las formas literarias menores (poesía didáctica y bucólica, epigrama, himno, epilio); b) gusto por la obra acabada y pulida; c) propensión a las referencias eruditas (mitología, ciencia, geografía, astronomía); d) originalidad en los temas y en su tratamiento, y e) subjetivismo.
Así, a partir de Catulo, la poesía latina pudo emular no solo a Homero y a Menandro, como había hecho hasta entonces, sino también a los grandes líricos griegos (Safo y Alceo, entre ellos) e incluso superar el epigrama amoroso griego en una forma nueva: la elegía amatoria latina.
Gran parte de la producción poética de Catulo gira en torno a Lesbia, su gran pasión. El nombre con el que designa a su amada es un seudónimo poético (métricamente equivalente al nombre real, como era costumbre entre los poetas amorosos). Con él quería evocar la belleza, la cultura y el refinamiento de su amada por referencia a la isla de Lesbos, patria de Safo, la poetisa que tenía un atractivo especial para ambos. La opinión más extendida identifica a Lesbia con Clodia, segunda hija de Apio Claudio Pulcro, cónsul en el 79, y esposa de Quinto Metelo Céler, gobernador de la Galia Cisalpina (la tierra de Catulo) en el 62 y cónsul en el 60. Lesbia produjo en el poeta una atracción irresistible por su belleza, su elegancia, refinamiento y cultura. Vivió con ella una apasionada y turbulenta historia de amor que pasó por las fases de felicidad, duda, reconciliación y ruptura definitiva. De sus poemas se deduce que Catulo la amó profundamente y que entendió su relación como un pacto de amor entre enamorados, con dos condiciones: amor y fidelidad. Pero, al parecer, Lesbia no entendió la relación en esos términos y sus infidelidades provocaron la ruptura. Catulo, cuya actitud hacia Lesbia y hacia las mujeres, en general, fue la de un romano tradicional, buscó un ideal de mujer que no existe y de ahí su fracaso en el amor, en opinión de R. de Verger.
La popularidad de Catulo y de su Poema V, en particular, se ha mantenido hasta nuestros días. El poeta renacentista Cristóbal de Castillejo (h. 1490-1550) parafrasea el poema de Catulo en la siguiente composición: "Dame, amor, besos sin cuento, / asida de mis cabellos, / y mil y ciento tras ellos, / y tras ellos mil y ciento, / y después / de muchos millares, tres; / y porque nadie lo sienta, / desbaratemos la cuenta / y contemos al revés".
Ya en nuestro siglo, la poeta Aurora Luque actualiza el poema en una composición de La siesta de Epicuro (2008), una desenfada versión feminista del poema en la que es Lesbia quien invita a Catulo al goce del amor: "Lesbia hoy // A vivir y a gozar, que son dos días / y uno sale nublado, mi Catulo. / Pasemos del acoso de chismólogos: / sus ladridos no valen medio euro. / Se enciende cada día el espectáculo. / Nuestros focos, en cambio, firman breves / contratos con la luz. Y luego llega / el apagón molesto de la muerte. / Dame mil besos, hazme mil caricias, / te haré luego otras mil, y luego ciento, / dame un millón de besos, luego otro, / diez mil abrazos, mil noches enteras. / Que sean tantos que a los paparazzi / les revienten las cámaras de fotos".
[La información sobre el autor procede de la Introducción de Antonio Ramírez de Verger, en la edición de Alianza Editorial]
Hala, ¡pues sí que es clásico... jajaja
ResponderEliminarMuy chulo. Yo, claro está, no lo conocía.
Es curiosa la diferencia entre ambas traducciones; la ideal, para mí, combinaría partes de ambas , de la más académica primera y de la más popular de Verger.
Me sorprende que sólo pudo disfrutar tres años de la popularidad, puesto que publicó sus poemas tan tarde. ¿Y cómo sería esa divulgación tan deficiente en un mundo sin imprenta, fotocopias ni internet?
Bueno, pues muchas gracias porque me ha gustado mucho, el poema y su contexto.
carlos