Lawrence Ferlinghetti, en los años 60./ ELSA DORFMAN |
25 El mundo es un lugar hermoso donde nacer si no te importa que la felicidad no sea siempre tan divertida si no te importa esa pizca de infierno de vez en cuando justo cuando todo estaba bien ya que ni siquiera en el cielo están cantando todo el rato. El mundo es un lugar hermoso donde nacer si no te importa que alguna gente muera todo el rato o pase un hambre mortal parte del tiempo lo cual no es ni la mitad de malo si no eres tú. Oh, el mundo es un lugar hermoso donde nacer si no te importan unas pocas almas muertas en los pisos más altos o una bomba o dos de vez en cuando en tu carita respingona o algunas otras inconveniencias como que nuestra sociedad Marca Registrada sea presa de sus hombres de la distinción y sus hombres de la extinción y sus curas y otros patrulleros y sus segregaciones varias e investigaciones del congreso y otros estreñimientos de los que nuestra tonta carne es heredera Sí el mundo es el mejor lugar de todos para un puñado de cosas como montar una escena divertida y montar una escena de amor y montar una escena triste y cantar graves canciones y sufrir de inspiración y pasear mirándolo todo y oliendo las flores metiendo mano a las estatuas y hasta pensar y besar a la gente y hacer bebés y llevar pantalones y tocarse el sombrero y bailar e ir a nadar en los ríos en picnics a mitad del verano y así en general "vivir la vida" Sí pero justo entonces en mitad del asunto llega sonriente el sepulturero De Pictures of the gone world, 1955 I En las mejores escenas de Goya creemos ver los pueblos del mundo en el momento exacto en que obtuvieron por vez primera el título de "humanidad sufriente" Se retuercen sobre la página en un genuino estallido de adversidad Amontonados gimiendo con bebés y bayonetas bajo cielos de cemento en un paisaje abstracto de árboles derribados vencidas estatuas murciélagos alas y picos de aves resbaladizas horcas cadáveres y gallos carnívoros y todos los monstruos que gritan el final de la "imaginación del desastre" son tan condenadamente reales es como si aún existieran Y lo hacen Sólo el paisaje ha cambiado Todavía deambulan por las carreteras plagadas de legionarios falsos molinos de viento y gallos dementes Son las mismas personas sólo que más lejos de casa en autopistas de cincuenta carriles sobre un continente de hormigón parcelado con paneles insípidos que ilustran imbéciles espejismos de felicidad La escena muestra menos carretas pero más ciudadanos colocados en coches de colores y llevan extrañas matrículas y motores que devoran América De A Coney Island of the Mind, 1958 (Incluidos en Lawrence Ferlinghetti, El pulso de la luz. Poesía escogida. Selección, traducción y prólogo de Antonio Rómar, Salto de Página, 2016) |
Lawrence Ferlinghetti (Nueva York, 1919-San Francisco, 2021) fue el poeta, activista, editor, librero y artista plástico estadounidense que, en los años 50, ayudó a impulsar el movimiento contracultural de la generación beat, de la que formó parte.
Era hijo de inmigrantes europeos y el menor de cinco hermanos. Su padre, italiano, falleció antes de que él naciera y su madre, hija de francesa y judío sefardí, no soportó la pérdida de su marido y tuvo que ser ingresada en un hospital psiquiátrico. Fue educado por su tío materno Ludovic y la esposa de este, Emily, de habla francesa. Cuando sus tíos se separaron, Ferlinghetti fue a vivir a Francia con su tía. Al regresar a Estados Unidos, pasó un tiempo en un orfanato mientras su tía buscaba trabajo, y en Bronxville, donde se instalaron, Ferlinghetti encontró una familia de adopción. Estudió en la Universidad de Carolina del Norte, donde obtuvo el título de periodista en 1941; logró la maestría en la de Columbia en 1948 y se doctoró con una beca en la Sorbona de París en 1951. Su tesis en literatura comparada trata sobre la ciudad como símbolo de la poesía moderna. Durante su estancia en París viajó por España e Italia.
Fue marine durante la Segunda Guerra Mundial, al mando de uno de los grupos que desembarcaron en Normandía. Seis semanas después del lanzamiento de la bomba atómica, desembarcó en Nagasaki, lo que lo convirtió en un pacifista convencido, opuesto a la política imperialista y belicista de su país.
En 1946, en el barco que lo conducía a Francia, conoció a su futura esposa, Selden Kirby-Smith, que también se dirigía a París para realizar el doctorado. Contrajeron matrimonio a su regreso a Estados Unido, en abril de 1951. Tuvieron dos hijos y se divorciaron en 1976.
Entre 1951 y 1953 se dedicó a la crítica literaria y a la pintura e impartió clases de francés. En 1952 se marchó a la costa oeste de Estados Unidos y en 1953, en pleno apogeo del macartismo, se instaló en San Francisco, atraído por un movimiento contracultural emergente en la ciudad, donde fundó la librería City Lights con el objetivo de financiar la revista homónima, que en 1956 se transformó en editorial y publicó una colección de libros de poesía de bolsillo. El nombre es un homenaje a la película homónima de Chaplin, quien les dio permiso para utilizarlo. Fue entonces cuando entró en contacto con los escritores beats, a quienes editó algunas de sus obras. La publicación en 1957 de Aullido de Allen Ginsberg lo llevó al banquillo, acusado de vender material pornográfico, pero fue finalmente absuelto en un juicio muy mediático. Como periodista trabajó en la revista Time. Falleció en su residencia de North Beach, en San Francisco, cuando le faltaba un mes para cumplir 102 años.
Lawrence Ferlinghetti, en la puerta de su librería (REUTERS) |
Ferlinghetti entendía la poesía como un arte insurgente cuya función es "demoler con luz". Su poesía, escrita en un estilo conversacional y pensada para ser leída en voz alta al ritmo reflexivo de la música de jazz, muestra su visión irreverente y desencantada de política y la sociedad estadounidense, denuncia la destrucción del planeta y la injusticia social, al tiempo que reivindica la libertad sexual. Llegó a ser enormemente popular porque tocó la fibra sensible de la juventud descontenta. Su poemario A Coney Island of the Mind se convirtió en el libro más vendido de cualquier poeta estadounidense del siglo XX llegando a vender más de un millón de copias en Estados Unidos y en el extranjero.
Es autor de más de treinta libros de poesía, entre ellos, Pictures of the Gone World (1955), ¿Tyrannus Nix? (1969), Endless Life: Selected Poems (1981), These Are My Rivers... (1993), A Far Rockaway of the Heart (1997) y Poetry as Insurgent Art (2007). Es autor, además, de ocho obras de teatro y tres novelas: Her (1966), Love in the Days of Rage (1988) y Little Boy: A Novel (2019), publicada cuando el autor tenía cien años.
En 1993 recibió el Poetry Prize City of Rome y en 1998 fue laureado como poeta de la Ciudad de San Francisco. En 2000 recibió un premio honorario del Círculo Nacional de Críticos de Libros, y cinco años después, una medalla del Premio Nacional del Libro. En 2003 fue elegido miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras, y en 2007 fue nombrado Comandante de la Orden de las Artes y las Letras de Francia.
Ferlinghetti, con sus pinturas. BRIAN FLAHERTY / NYT |
¡Vaya vida más azarosa y movida ¡Y muy triste en sus primeros años, cuando todo el mundo se merece estabilidad y amor para lograr algo de felicidad...
ResponderEliminarMe alegra mucho ese homenaje a Chaplin y el reconocimiento de éste a la importancia de Ferlinghetti.
Lo que espero es que estuviera lúcido hasta el final; supongo que sí puesto que autorizaría la publicación de su última novela.
Pues al final, no sé si el primer poema es todo lo optimista que pretende ser.... Jejeje . ¡Mucha ironía se ve que gastaba el autor!.
¿Y el homenaje a Goya en el segundo? ¡Pues que no puedo evitar sentirme orgulloso
Carlos San Miguel