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jueves, 10 de noviembre de 2022

En recuerdo de Miguel Hernández, el poeta que quiso ser viento del pueblo


El hacedor de sueños recuerda al poeta Miguel Hernández en el 80 aniversario de su muerte, acaecida en el Reformatorio de Adultos de Alicante el 28 de marzo de 1942, con la publicación de un número extraordinario de sus 'Cuadernos de biblioteca' que reúne los carteles de la exposición celebrada en el IES "Goya" de Zaragoza en diciembre de 2010, con motivo del centenario del nacimiento del poeta. Con diseño de Pilar López Pérez, los carteles aquí recogidos trazan un breve recorrido por la vida y la obra del autor de Orihuela, desaparecido a los 31 años, en plena madurez creativa.

Vicente Hernánez, hermano del poeta, detalló en una carta cedida a la SER el
abandono que su hermano sufrió en la cárcel de Alicante./ Francisco Escudero

Y puesto que recordar a Miguel Hernández es un deber de España, según Pablo Neruda, queremos reproducir también la carta que Vicente Hernández, hermano del poeta, dirigió en 1975 al médico Vicente Escudero para darle a conocer el abandono que Miguel sufrió en la cárcel de Alicante. Francisco Escudero, hijo del citado médico, ha entregado esta carta manuscrita, publicada por la SER el pasado 24 de octubre,  al Museo Miguel Hernández-Josefina Manresa de Quesada (Jaén). La carta se ha publicado en respuesta a las  falsas informaciones sobre la muerte del poeta que tratan de suavizar la desatención sufrida por Miguel Hernández y liberar de responsabilidad a algunas personalidades de la España franquista, entre ellas el obispo Almarcha.
En la misiva cuenta Vicente Hernández sus reuniones con Almarcha para pedirle que intercediera por Miguel y lo enviara al sanatorio para tuberculosos de Valencia y la negativa del obispo: "Me dijo que no podía hacer nada porque él no le quiso hacer caso cuando le propuso que rectificara de sus ideas y de sus escritos".
Elvira y Vicente, sus hermanos, fueron los que con más frecuencia visitaron a Miguel en la cárcel, ya que Josefina Manresa, su mujer, no era considerada familiar directo  porque el matrimonio civil no era reconocido por las autoridades franquistas. Por ello, el testimonio más directo sobre la salud de Miguel y las condiciones de su lugar de encierro es el de su hermano Vicente, quien recuerda con horror: 
Cuando mi hermano estaba ya con un pulmón quitado por don Antonio Barbero, estando tan malo en aquella enfermería donde había 90 o 100 hombres tendidos quitándose las puses los unos a los otros con trapos sucios, pues allí no entraba un médico o un practicante en siete u ocho días, aquello era inhumano.

Miguel Hernández podría haberse evitado todo este sufrimiento si hubiera renunciado a sus ideas, cosa que no hizo a pesar de ser consciente de que se estaba muriendo, dando ejemplo de honestidad e integridad. Su única concesión, por amor a su esposa y a su hijo,  fue la de contraer matrimonio religioso para que este fuese reconocido legalmente. 

Miguel Hernández, a la salida del Ayuntamiento  al finalizar la sesión de apertura
del congreso de intelectuales antifascistas celebrado en Valencia en 1937.
©Walter Reuter. Fondo Guillermo Fernández Zúñiga


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