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domingo, 27 de noviembre de 2022

"El ayer" y otro poema de Ángeles Mora


Playa de la Victoria, Cádiz. Foto: Josefina López


                         EL AYER

Estos días azules y este sol de la infancia

ANTONIO MACHADO

ESTOS días azules y este sol de la infancia,
que tan vivos me arañan con la melancolía
de una vieja canción.
Estos días azules, este sol desbordando
las sombras de otro tiempo,
desnudan mis heridas, haciéndolas sangrar.

Pues la mujer que soy sabe que nunca más
volverá aquel inmenso, ancho horizonte
a desplegar su luz.
Pues la mujer que soy
sabe que nunca, nunca, volverá
la fe ciega, la ingenua expectativa
de la niña que añora el porvenir.

Pero a veces ocurre en el recuerdo:
la belleza y la dicha parece que regresan
y lloran de alegría mirándome llegar.
Pero a veces ocurre que me encuentro
besando aquella ardiente rosa de mi pasión.
La vida es desafío, dolor y rabia y lucha.
Sin duda desengaño, también felicidad.

La vida, siempre, siempre,
nos lleva hacia el mañana,
mientras en el bolsillo, con cuidado,
para que no se arrugue,
guardamos el ayer.


             MI VIDA SECRETA
                 (Las chicas)


                       ¿Y por qué hablaba 
                       como si el silencio fuera un muro...?
              
                                              ALEJANDRA PIZARNIK


YO tenía un cuaderno,
tenía libros,
una habitación propia
arriba en el desván.
Solo para escribir 
lo que dentro me hería.
Solo para leer, abrir las puertas,
clavarme las aristas,
escarbar en la luz
de aquellas páginas,
desvelar sus misterios.

Tímidamente luego
fui bajando las escaleras.
Las chicas nos sabíamos
en el filo de la navaja,
solas ante el peligro.
Blanco muro de blanco
silencio, hilo envolvente
haciéndose madeja:
vivos colores,
vestidos estampados,
dulces melenas.

Y sin embargo nada pudo nunca
traicionar mi camino,
atravesar mi noche.
Los senderos son muchos,
pero el destino es uno
y corre entre peñascos y arboledas,
sin parar, como un río
donde saltan los peces
y las ondas murmuran.

Nada puede impedir al pensamiento,
esa agua subterránea,
anegar el silencio, bucear en lo oscuro
desgarrando los velos del engaño:
la conciencia no tiene marcha atrás
y el dolor va desnudo.

Así rodó mi historia
y sus cuchillas afiladas,
llevando siempre a cuestas
el peso y los afanes de mi sexo,
abriendo grietas en el muro
de los días. A golpes.
Hurtándole minutos a las horas.
A veces pienso en el porqué
de esta usura del tiempo,
cuando tanto le gusta al tiempo
fluir y derramarse sin descanso.

Así rodó mi vida
secreta,
como ruedan los libros,
los sueños, los cuadernos
manchados de palabras
robadas, letras que nos dicen
lo que somos,
lo que nos dejan ser.

(De Soñar con bicicletas,Tusquets, 2022)


Soñar con bicicletas es el primer libro publicado por Ángeles Mora tras recibir en 2016 el Premio Nacional de Poesía por Ficciones para una autobiografía. Es también su primer libro tras la muerte de su esposo, el profesor y ensayista Juan Carlos Rodríguez, acaecida en octubre de ese mismo año. Y por último, su primer poemario después de la pandemia de la Covid-19. Pero a pesar de los infortunios, el poema que da título al libro nos invita a "Buscar la luz, / no mirar por los rotos / donde el rencor oculta / su negrura infinita".

Se trata de un libro en el que se vuelven a hacer patentes las preocupaciones de la autora: el paso del tiempo, el amor, la luz que habita la poesía, los rotos que se abren en nuestra propia carne, la intensidad y la emoción del poema, el submundo que nos ahoga. La mujer toma aquí la palabra para decirse y decir la vida, esa vida que día a día se nos escapa entre los dedos "como el agua traspasa el colador", leemos en la solapa del libro.

El poemario se divide en cuatro partes (Mi vida secreta, La luz del poema, Underworld y El largo adiós), a las que precede un breve poema previo titulado "Unbalanced" (Desequilibrado). En la primera parte, la autora nos sumerge en el ámbito privado de la intimidad femenina. En la segunda, más metaliteraria, rememora a García Lorca y a María Zambrano, y rinde homenaje a Machado, Chopin o a las mujeres de la Generación del 27; mientras que en la tercera el yo poético se asoma a las pesadillas de la propia conciencia. En la última parte, dedicada a Juan Carlos Rodríguez, "El largo adiós" no es solo una referencia a su pérdida sino también un guiño a la novela de  Raymond Chandler, una de las favoritas del profesor, que la definía como "el Quijote de las novelas policiacas", como recuerda Francisco Piedra.

Soñar con bicicletas es, en definitiva,  "Palabra que se adentra en las profundidades del ser y la existencia, poniendo en evidencia nuestra cotidianidad, nuestras contradicciones", como se expresa en la solapa del libro.

1 comentario:

  1. Qué bonito eso de guardar en el bolsillo el ayer, para que no se arrugue...
    ¿La vida, Felicidad...¡Poca, poca, y muchas veces desengañadora, ya lo dice la poeta.
    Una mujer fuerte, se intuye al leer el segundo poema; fuerte y leal con sus convicciones adquiridas cuando era chica y asumió el Arte como su destino. Admirable.
    Carlos San Miguel

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