Charles Courtney Curran, El acantilado
Cuando el tiempo ya es ido, uno retorna como a la casa de la infancia, a algunos días, rostros, sucesos que supieron recorrer el camino de nuestro corazón. Vuelven de nuevo los cansados pasos cada vez más sencillos y más lentos al mismo día, el mismo amigo, el mismo viejo sol. Y queremos contar la maravilla ciega para los otros, a nuestros ojos clara, en donde la memoria ha detenido como un pintor, un gesto de la mano, una sonrisa, un modo breve de saludar. Pues poco a poco el mundo se vuelve impenetrable, los ojos no comprenden, la mano ya no toca el alimento innombrable, lo real.
(De Visitaciones, 1970. En ¿De qué silencio, eres tú silencio?, Ed. de la Universidad de Salamanca, 2011)
El momento que más amo
(Escena final de Luces de la ciudad)
El momento que más amo es la escena final en que te quedas sonriendo, sin rencor, ante la dicha, inalcanzable.
El momento que más amo es cuando dices a la joven ciega "Ya puedes ver?" y ella descubre en el tacto de tu mano al mendigo, al caballero, a su benefactor desconocido.
De pronto, es como si te quisieras ir, pero, al cabo, no te vas, y ella te pide como perdón con los ojos y tú le devuelves
mirada, aceptándote en tu real miseria, los dos retirándose y quedándose a la vez, cristalinamente mirándose en una breve, interminable, doble piedad,
ese increíble dúo de amor, esa pena de no amarte que tú -el infeliz- tan delicadamente sonriendo, consuelas.
(De Créditos de Charlot, 1990)
A Rosalía de Castro
E bien!... Xa qu'aqui n'atopo aire, luz, terra nin sol para min n'habrá unha tomba? Para min, non.
Todo lo que la lluvia se ha llevado, todo lo que las ropas más antiguas, dicen de melancólicos cuidados, de costureras músicas ambiguas.
Todo lo que el otoño ha reunido, pulsando el arpa de su desamparo, el moño alto y el jazmín caído en su traición, su Bécquer, su costado.
Todo lo que es adiós sobre la tierra -amor, diminutivo oscuro de la muerte-, levantará su tumba por lo triste.
Que yo no sé de nadie en quien la entera vida haya sido más carnal de muerte. De tierra y sólo tierra te moriste.
(En Diez poemas de Fina García Marruz,en: cervantesvirtual.com)
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¡Olé, qué bonitos!
ResponderEliminarSí, esa sensación frustrante a la que se alude en el primer poema de querer hacer partícipe al oyente o al lector de una sensación intensa que sentimos en su momento, describiéndole un paisaje o una escena, y vemos impotentes que no somos capaces de acercar al interlocutor siquiera a sentir algo parecido...
Ahhhh, ¡qué preciosidad el segundo! será que soy seguidor de Chaplin y sus pelis desde crío...además con esa pelicula que tanto tiene que ver con España (con el maestro Padilla y su Violetera) y, si queremos verlo así, con Aragón. mediante la musa de Chaplin en ese momento e intérprete del cuplé , Raquel Meller.
Jo, pues el último es complicadete...pero me gusta más que nada por las sugerencias que despierta sobre Rosalía y esos delicados temas tardorománticos. También me gusta que se nombre a Bécquer. Y es que los dos poetas siempre forman un tándem en mi imaginación al haberlos estudiado siempre junticos, uno detrás del otro en los temarios escolares, como representantes de ese tardoromanticismo puro y delicado (y yo creo que más sincero también), tanto en su obra como en sus vidas.
Ya siento la muerte de esta poeta cubana que tan simpática me ha parecido.
Carlos San Miguel