Foto: Amparo Millán
Retrospectivo existente
Me registro los bolsillos desiertos para saber dónde fueron aquellos sueños. Invado las estancias vacías para recoger mis palabras tan lejanamente idas. Saqueo aparadores antiguos, viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas, estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato, pero nadie me dice quién fui yo.
Aquellas canciones que tanto amaba no me explican dónde fueron mis minutos, y aunque torturo los espejos con peinados de quince años, con miradas podridas de cinco años o quizá de muerto, nadie, nadie me dice dónde estuvo mi voz ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía esculpida en presurosos desayunos, en jolgorios de aula y pelotas de trapo, mientras los otoños sedimentaban de pálidas sangres las bodegas del Ebro.
¿En qué escondidos armarios guardan los subterráneos ángeles nuestros restos de nieve nocturna atormentada? ¿Por qué vertientes terribles se despeñan los corazones de los viejos relojes parados? ¿Dónde encontraremos todo aquello que éramos en las tardes de los sábados, cuando el violento secreto de la Vida era tan sólo una dulce campana enamorada? Pues yo registro los bolsillos desiertos y no encuentro ni un solo minuto mío, ni una sola mirada en los espejos que me diga quién fui yo.
De Violento idílico, 1949 |
Jo, ¡qué guay! Buscamos cómo éramos en la juventud y qué queda en nosotros de aquello; también en las personas que entonces amábamos... esta misma semana he practicado esto último; tras mucho tiempo he compartido unas horas con mi amor (unilateral) de toda la vida y...¡no siempre ese mirar al pasado es trágico, aquel encanto que me hechizaba perdura en el tiempo!
ResponderEliminarCarlos San Miguel