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domingo, 6 de diciembre de 2020

"Villancico remoto", de Raquel Lanseros





VILLANCICO REMOTO

Hubo un tiempo en que el musgo estuvo entre mis manos.
Acercaos...
                    parecía murmurar en las rocas.
El verde intenso es siempre guardián de la alegría.
Dicen que el musgo duele y acaso eso sea cierto
pero en la infancia el frío todavía no existe.

Yo tuve un cielo claro de abuelos y de estrellas,
una casa en solsticio y un jardín en el alma.
Con musgo construimos la noche más extensa
mientras el río y la nieve celebraban sus bodas.

Cómo no iba a dejarme hechizar por el fuego,
irrepetido siempre aunque en el mismo sitio.
Los ancianos del pueblo rememoraban cantos
tan hondos que sanaban a fuerza de ser tristes.

Ya no queda la escarcha ni el musgo ni el solsticio.
La claridad precisa del río es un relámpago.
Cuántas veces la vida cambia hogar por sendero,
como niño por hombre y sonido por ruido.
Ahora comprendo el tacto implacable del frío,
reconozco el peor: el que hiela por dentro.

Bajo las noches largas del filo de diciembre
sigo buscando el musgo que me devuelva a casa.

De Las pequeñas espinas son pequeñas, Hiperión, 2013

Entrada relacionada:

http://elhacedordesuenos.blogspot.com/2016/06/el-dia-que-milu-invento-tintin-de.html

[Imagen: wallhere.com]

1 comentario:

  1. El musgo como símbolo de la niñez ...¡pues es verdad! Entonces, íbamos a por musgo (ese vegetal tan simpático, blandito y verde) para decorar el Belén y el pie del árbol de Navidad. Yo creo que a todo el mundo le gusta el musgo.
    ¡Madre, si perdemos cosas a lo largo de nuestra vida y cómo cambia todo
    Carlos San Miguel

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