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domingo, 24 de septiembre de 2023

"Lo inmortal" y otro poema de Ángel Crespo




           Lo inmortal




No se extingue la llama, aunque su luz
se niegue a la mirada, pues el fuego
es eterno: se agota lo que ardía
pero la llama espera.

                                      Y la invisible
prende otra vez en la ceniza fría
para perpetuarse sin quemarla.


             De Ocupación del fuego, 1990



                           I


Toda presencia es mar,
y sólo las palabras
pueden ponerle orillas,
transformar su silencio
en olas, sal y espuma;

hacer, desde sus playas
o sus acantilados,
que emerja un horizonte
que huye cuando le acosan
las velas y los remos.

Aves de luz, palabras
nacidas de lo oscuro:
voláis, y el tiempo cede
sus cambiantes dominios,
su compás el espacio;

cantáis, y a vuestro acento
se torna astro el diamante,
luciérnaga la estrella,
y todas las medidas,
se hacen una en el canto;

y así -de vuelo a vuelo,
de horizonte a horizonte
y de silencio a trino-,
el mar de las presencias
nos cambia sus fantasmas
por la luz una y única
que nos ahogaba como
un inmenso océano
cuya sombra avivaban
nuestras miradas ciegas.

De Segundo libro de odas [1978-1984]

En La realidad entera. Antología poética 
(1949-1995). Sel. y prólogo de Alejandro Krawietz.
Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores, 
Barcelona, 2005


Escribe  Javier Gil Martín ("El fuego en los poemas últimos de Ángel Crespo") que  Ángel Crespo se propone en su trabajo como poeta  desvelar (quitar el velo que la cubre y oculta) la realidad en su totalidad, "la realidad entera", mediante "un acercamiento a los elementos que la forman y a sus correspondencias simbólicas". Y añade que esa intención inicial se fue depurando, apuntando a los "símbolos primordiales", hasta llegar a los "cuatro elementos" que forman la naturaleza según la tradición: agua, tierra, aire y fuego.  En Ocupación del fuego, último poemario publicado en vida por el poeta, que tiene como tema la unidad, "su mirada se centrará en el fuego como elemento capaz de integrar a los demás en su seno según la máxima de Heráclito que hace suya el poeta: Todas las cosas se cambian en fuego y el fuego en todas las cosas". El fuego se convierte así en imagen de la totalidad, pero también de la permanencia en el cambio.

Los dos libros de odas de Ángel Crespo (Libro de odas y Segundo libro de odas) pertenecen a su etapa de madurez como poeta, que comprende la segunda mitad de los años 70 y la década de los 80. Amador Palacios señala que "Mientras que en el primer libro de Crespo destaca, como teoría poética, el problema de la creación como ineludible intuición y el inicio de la mirada, el segundo libro de odas desarrolla el argumento de la palabra, ya presente tras prenderse la llama inicial de la intuición previa al poema", una intuición que en el poema elegido está simbolizada por el "mar" y el "silencio", mientras que "olas", "sal" y "espuma" representa su encarnación en el poema.

Se trata de una composición en heptasílabos cuya compleja significación ha desentrañado Jordi Ardanuy López en su tesis doctoral (La búsqueda de lo sagrado en la poesía de Ángel Crespo, 2002):
"Toda presencia", el ser manifestado en su conjunto, es "mar" informe, " y sólo las palabras / pueden ponerle orillas", límites. Apostado en ellas, el yo adquiere una conciencia separada del "mar", cuyo "silencio" se le representa como "olas, sal y espuma"; "desde sus playas / o sus acantilados", emerge para cada conciencia "un horizonte / que huye cuando le acosan / las velas y los remos". Por eso las palabras son "aves de luz", "nacidas de lo oscuro", gracias a cuyo "vuelo" y "canto"
                                      el mar de las presencias
                                      nos cambia sus fantasmas
                                      por la luz una y única
                                      que nos ahogaba como
                                      inmenso océano
                                      cuyas sombras avivaban
                                      nuestras miradas ciegas. 
El estado prelingüístico y preconsciente nos tenía sumergidos en una sombra indiferenciada ("océano") pues, en él, nuestras "miradas" eran "ciegas" a su naturaleza luminosa; la palabra nos hace aspirar a la unidad concebida como luz, pues, mediante ellas, la conciencia "ilumina" la sombra de donde procedemos. Por la palabra trascendemos el caos y en las palabras mismas prefiguramos la unidad que las trasciende. 
Otros poemas del autor en este blog:
-"Olas de otoño" y "Entre lo deseado y el deseo": AQUÍ.
-"Una patria se elige": AQUÍ

[La imagen está tomada de: sunshineholisticcounselling.com.au]

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