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Gian Lorenzo Bernini, Apolo y Dafne, 1622 Galleria Borghese, Roma
SONETO XIII
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban[1];
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro oscurecían[2];
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban[3];
los blancos pies en tierra se hincaban[4]
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño[5]
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño[6],
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que
lloraba[7]!
(En El oro de los siglos. Antología. Edición, prólogo y notas:
José María Micó. Austral, Barcelona, 2017, pp. 51-52)
NOTAS DEL EDITOR:
[1] y en
luengos ramos vueltos se mostraban: “y aparecían convertidos
en largas ramas”.
[2] los cabellos
que el oro oscurecían: “los cabellos que con su resplandor
hacían que el oro pareciese oscuro”.
[3] miembros:
“partes del cuerpo”, incluidos los órganos internos; bullendo:
“agitándose, moviéndose”.
[4] se hincaban:
“se clavaban” (debe pronunciarse sin sinalefa, aspirando
la h inicial).
[5] aquel que
fue…: se refiere a Apolo.
[6] tamaño: “tan
grande, tan enorme”
[7] Como
sucede alguna vez en el Canzoniere de Petrarca, la condición de
Apolo (también dios de la poesía) como emblema del
dolor amoroso
parece estar relacionada con la escritura poética,
simbolizada por el laurel
(causa y razón de su llanto). El desdichado Apolo solo
consigue con su llanto
regar y hacer crecer el motivo de su sufrimiento.
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Garci Lasso de la Vega y Guzmán, conocido como Garcilaso de la Vega, (Toledo, h. 1501-Niza, 1536) fue un poeta y soldado que ha pasado a la posteridad como prototipo del caballero renacentista, según el modelo propuesto por Castiglione en El cortesano, pues armonizó en su persona el viejo ideal de las armas y las letras: fue soldado, cortesano y poeta.
Era de familia muy noble (entre sus antepasados estaba el Marqués de Santillana) y en la corte recibió
una selecta educación -dominaba el griego, el latín, el italiano y el francés; el manejo de las armas y el arte de la esgrima, y aprendió a tocar la cítara, el arpa y el laúd- y conoció en 1519 a quien se convertiría en su gran amigo, el poeta Juan Boscán. Perteneció al séquito de Carlos V y, como militar, participó en todas las campañas defendiendo al emperador, incluso contra su hermano Pedro Laso, que era comunero.
una selecta educación -dominaba el griego, el latín, el italiano y el francés; el manejo de las armas y el arte de la esgrima, y aprendió a tocar la cítara, el arpa y el laúd- y conoció en 1519 a quien se convertiría en su gran amigo, el poeta Juan Boscán. Perteneció al séquito de Carlos V y, como militar, participó en todas las campañas defendiendo al emperador, incluso contra su hermano Pedro Laso, que era comunero.
En 1525 se casó con Elena de Zúñiga, con quien tuvo cinco hijos. Fue un matrimonio de conveniencia, contraído a instancias del emperador. Para entonces Garcilaso ya había sido nombrado Caballero de la Orden de Santiago. Al año siguiente, en compañía de Juan Boscán, acudió a Granada con ocasión del viaje de bodas del emperador con Isabel de Portugal. En el Generalife tuvo lugar la famosa conversación de Boscán con el embajador de Venecia, Andrea Navagero, en la que le animó a probar los nuevos metros que estaban de moda en Italia.
Simultáneamente conoció a Isabel Freyre, una de las damas portuguesas de la emperatriz Isabel, de la cual se enamoró el poeta. Pero ella se casó en 1529 con Antonio de Fonseca y murió de sobreparto en 1533. Hasta fechas recientes, los estudiosos de su obra consideraban que este amor imposible y la temprana muerte de Isabel habían dejado una profunda huella en las composiciones de Garcilaso. Sin embargo, el descubrimiento de María Carmen Vaquero de que antes de su matrimonio el poeta había tenido una larga relación con doña Guiomar de Carrillo, de la cual nació un hijo al que Garcilaso reconoció en 1529, cuando otorgó testamento, ha generado dudas sobre si sus versos de amor fueron inspirados por Isabel o por Guiomar, o bien por el desdén de Beatriz de Sá, dama portuguesa de legendaria belleza y segunda esposa de su hermano Pedro.
En 1531 fue desterrado a una isla del Danubio y más tarde a Nápoles por haber asistido a la boda, no autorizada por Carlos V, de un sobrino del poeta. Su estancia en Italia fue decisiva ya que se relacionó con notables humanistas, profundizó en el conocimiento de los clásicos y escribió sus mejores versos. Con treinta y cinco años, murió en Niza en 1536, a consecuencia de las heridas recibidas en el asalto a la fortaleza de Muy, en la Provenza. Parece ser que el emperador estaba impaciente por conquistarla y Garcilaso se lanzó el primero al ataque, sin casco ni coraza. Alcanzado por una piedra lanzada desde la muralla por los defensores, quedó malherido y falleció a los tres días, el 13 o 14 de octubre.
Sus poemas se publicaron por primera vez siete años después de su muerte, en 1543, en una edición conjunta con los versos de Boscán que este había preparado poco antes de fallecer . Pronto los versos de Garcilaso se reeditaron una y otra vez como cancionero independiente. Su obra es relativamente breve: tres églogas, treinta y ocho sonetos, cuatro canciones, la "Oda a la flor de Gnido", dos elegías, una epístola en verso a Boscán y algunas muestras de poesía tradicional de cancionero. A pesar de la brevedad de su obra, es uno de los poetas que ha ejercido más influencia en nuestra lírica, pues de sus poemas nace una corriente que transforma la poesía española. Garcilaso produce una ruptura con la poesía medieval, tanto en la forma, mediante la introducción de las estrofas y metros italianos, como en la expresión de la pasión amorosa, influencia de Petrarca: la melancolía, la ternura y el análisis de los estados afectivos, si bien en Garcilaso se percibe una mayor emoción y una fuerte sensación de sinceridad.
En su trayectoria poética, se distinguen tres etapas:
El Soneto XIII pertenece a su época de plenitud y constituye un ejemplo perfecto del uso de la mitología en la poesía renacentista: el poeta utiliza el mito para trazar un paralelismo con su propia vida.
Recordemos que, según la mitología griega, Apolo -dios de las artes y la música-, por una venganza de Eros, de quien se había burlado, se enamoró de la ninfa Dafne, hija del río Penneo, pero ella, herida con la flecha del desdén, lo rechazó. Perseguida por Apolo y a punto de ser alcanzada, imploró la ayuda de su padre que la convirtió en laurel (ese es el significado de "dafne" en griego). Su piel se transformó en la áspera corteza del árbol, su cabello en hojas, sus brazos en ramas y sus pies enraizaron en la tierra. Puesto que ya no podía convertirla en su esposa, el dios decidió que fuera su árbol, siempre verde, con cuyas ramas se coronarían las cabezas de los héroes y de los poetas.
El proceso de transformación de la hermosa ninfa en laurel se describe magistralmente en los dos cuartetos, en los que destaca el uso de abundantes epítetos, algunos de los cuales contrastan el cuerpo de la ninfa y el árbol en que se va transformando: luengos, verdes, áspera/tiernos, blancos/torcidas). Los tercetos expresan el dolor de Apolo que, paradójicamente, cuanto más llora más riega y hace crecer el laurel, motivo de su llanto. De igual manera, al poeta el recuerdo de su amor perdido le incrementa el dolor, el sufrimiento amoroso.
Simultáneamente conoció a Isabel Freyre, una de las damas portuguesas de la emperatriz Isabel, de la cual se enamoró el poeta. Pero ella se casó en 1529 con Antonio de Fonseca y murió de sobreparto en 1533. Hasta fechas recientes, los estudiosos de su obra consideraban que este amor imposible y la temprana muerte de Isabel habían dejado una profunda huella en las composiciones de Garcilaso. Sin embargo, el descubrimiento de María Carmen Vaquero de que antes de su matrimonio el poeta había tenido una larga relación con doña Guiomar de Carrillo, de la cual nació un hijo al que Garcilaso reconoció en 1529, cuando otorgó testamento, ha generado dudas sobre si sus versos de amor fueron inspirados por Isabel o por Guiomar, o bien por el desdén de Beatriz de Sá, dama portuguesa de legendaria belleza y segunda esposa de su hermano Pedro.
En 1531 fue desterrado a una isla del Danubio y más tarde a Nápoles por haber asistido a la boda, no autorizada por Carlos V, de un sobrino del poeta. Su estancia en Italia fue decisiva ya que se relacionó con notables humanistas, profundizó en el conocimiento de los clásicos y escribió sus mejores versos. Con treinta y cinco años, murió en Niza en 1536, a consecuencia de las heridas recibidas en el asalto a la fortaleza de Muy, en la Provenza. Parece ser que el emperador estaba impaciente por conquistarla y Garcilaso se lanzó el primero al ataque, sin casco ni coraza. Alcanzado por una piedra lanzada desde la muralla por los defensores, quedó malherido y falleció a los tres días, el 13 o 14 de octubre.
Sus poemas se publicaron por primera vez siete años después de su muerte, en 1543, en una edición conjunta con los versos de Boscán que este había preparado poco antes de fallecer . Pronto los versos de Garcilaso se reeditaron una y otra vez como cancionero independiente. Su obra es relativamente breve: tres églogas, treinta y ocho sonetos, cuatro canciones, la "Oda a la flor de Gnido", dos elegías, una epístola en verso a Boscán y algunas muestras de poesía tradicional de cancionero. A pesar de la brevedad de su obra, es uno de los poetas que ha ejercido más influencia en nuestra lírica, pues de sus poemas nace una corriente que transforma la poesía española. Garcilaso produce una ruptura con la poesía medieval, tanto en la forma, mediante la introducción de las estrofas y metros italianos, como en la expresión de la pasión amorosa, influencia de Petrarca: la melancolía, la ternura y el análisis de los estados afectivos, si bien en Garcilaso se percibe una mayor emoción y una fuerte sensación de sinceridad.
En su trayectoria poética, se distinguen tres etapas:
- En una primera época cultivó la poesía de cancionero, en la que alterna composiciones en octosílabos con la introducción de algunas formas italianas. No hay elementos petrarquistas pero sí se percibe la influencia del valenciano Ausias March. Sus poemas se centran en el dolor amoroso y no hay referencias a la naturaleza ni al mundo exterior. Abundan los recursos típicos de la poesía de cancionero: antítesis, paradojas y juegos de palabras.
- En su segunda etapa es evidente la imitación de Petrarca en la interiorización del amor, la descripción del sentimiento amoroso y el empleo de la naturaleza como marco de reflexión y medio para retratar a la amada. Por otra parte, la lectura de La Arcadia de Sannazzaro le llevó a incluir en sus composiciones pastores que expresan sus tristezas de amor en un entorno idealizado.
- El tercer periodo es el de plenitud creadora, en el que integra todas las influencias recibidas, especialmente las de los clásicos. En estas composiciones, caracterizadas por la sobriedad formal y la naturalidad expresiva, une el intimismo amoroso, la naturaleza como entorno ideal y la mitología.
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Henrietta Rae, Apolo y Dafne |
Recordemos que, según la mitología griega, Apolo -dios de las artes y la música-, por una venganza de Eros, de quien se había burlado, se enamoró de la ninfa Dafne, hija del río Penneo, pero ella, herida con la flecha del desdén, lo rechazó. Perseguida por Apolo y a punto de ser alcanzada, imploró la ayuda de su padre que la convirtió en laurel (ese es el significado de "dafne" en griego). Su piel se transformó en la áspera corteza del árbol, su cabello en hojas, sus brazos en ramas y sus pies enraizaron en la tierra. Puesto que ya no podía convertirla en su esposa, el dios decidió que fuera su árbol, siempre verde, con cuyas ramas se coronarían las cabezas de los héroes y de los poetas.
El proceso de transformación de la hermosa ninfa en laurel se describe magistralmente en los dos cuartetos, en los que destaca el uso de abundantes epítetos, algunos de los cuales contrastan el cuerpo de la ninfa y el árbol en que se va transformando: luengos, verdes, áspera/tiernos, blancos/torcidas). Los tercetos expresan el dolor de Apolo que, paradójicamente, cuanto más llora más riega y hace crecer el laurel, motivo de su llanto. De igual manera, al poeta el recuerdo de su amor perdido le incrementa el dolor, el sufrimiento amoroso.
En este enlace puedes leer un excelente comentario de texto del poema:
https://lclcarmen1bac.wordpress.com/2019/01/19/comentario-del-soneto-xiii-de-garcilaso-de-la-vega-2/
Como ocurre con aquellos autores que se convierten en clásicos, Garcilaso de la Vega fue evocado por otros muchos poetas, con frecuencia lo hicieron los poetas de la Generación del 27. Uno de los poemas más conocidos es el que comienza "Si Garcilaso volviera...", escrito por Rafael Alberti e incluido en Marinero en tierra (1924). Una composición, muy alabada por Juan Ramón Jiménez, en la que Rafael Alberti expresa su admiración por el poeta toledano:
Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
que buen caballero era.
Mi traje de marinero
se trocaría en guerrera
ante el brillar de su acero;
que buen caballero era.
¡Qué dulce oírle, guerrero,
al borde de su estribera!
En la mano, mi sombrero;
que buen caballero era.
(Rafael Alberti, Antología comentada (Poesía), ed. de María Asunción Mateo,
dibujos de Rafael Alberti, Ediciones de la Torre, 1990)
En su libro Sermones y moradas (1929-1930) Rafael Alberti recoge otro poema a Garcilaso, una elegía encabezada por un verso de la octava 29 de la Égloga II de Garcilaso, donde hace referencia a la muerte de una ninfa. En el poema de Alberti el verso de Garcilaso se actualiza para hablar de la temprana muerte del poeta:
Elegía a Garcilaso. (Luna, 1503-1536)
...antes de tiempo y casi en flor cortada.
Garcilaso de la Vega
Hubierais visto llorar sangre a las yedras cuando el agua más triste se
pasó toda una noche velando a un yelmo ya sin alma,
a un yelmo moribundo sobre una rosa nacida en el vaho que duerme los
espejos de los castillos
a esa hora en que los nardos más secos se acuerdan de su vida
al ver que las violetas difuntas abandonan sus cajas y los laúdes se
ahogan por arrollarse a sí mismos.
Es verdad que los fosos inventaron el sueño y los fantasmas.
Yo no sé lo que mira en las almenas esa inmóvil armadura vacía.
¿Cómo hay luces que decretan tan pronto la agonía de las espadas
si piensan en que un delirio es vigilado por hojas que duran mucho más
tiempo?
Vivir poco y llorando es el sino de la nieve que equivoca su ruta.
En el Sur es cortada casi en flor el ave fría.
(Rafael Alberti, Con la luz primera. Antología de verso y prosa ( Obra de 1920 a 1996),
ed. de María Asunción Mateo, EDAF, 2002)
También Julio Cortázar escribió un poema a Garcilaso. El soneto va encabezado en este caso por un verso tomado del parlamento de Salicio en la Égloga I, en la que el pastor, alter ego de Garcilaso (Salicio es anagrama del poeta), expresa su dolor por el desdén de su amada Galatea:
RECADO A GARCILASO
Tu dulce habla, ¿en cúya oreja suena?
Aquí, señor, prosigue tu combate
de palomas y fuentes encendido
aunque en la noche esté el jinete herido
y el corcel no obedezca al acicate.
Aquí la guerra, aquí el Danubio abate
el estandarte con su azor ceñido,
Garcilaso, venado perseguido,
por no nacido arquero que le mate.
Si vanamente ardida tanta nieve,
si de llantos la fronda entretejida
y hosca la estrella como amargo el higo,
más bella esta esperanza que nos mueve
los cantos y el encargo de tu vida.
—Adiós hermano. Adiós, Salicio amigo.
(Julio Cortázar, Salvo el crepúsculo, Alfaguara, 1985)
Otro ejemplo es el poema "¿Qué hacías tú en la guerra, Garcilaso?", de Francisca Aguirre, que puedes leer AQUÍ.
Me parece un poema precioso.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo. Gracias por tu comentario.
Eliminar¡Esto sí que es una metamorfosis y no las del cine jeje
ResponderEliminarMuy chulo.
Carlos San Miguel