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domingo, 2 de octubre de 2016

"Alguien busca a un ladrón de bicicletas...", de Luis Bagué Quílez

Fotograma de El ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948)


               ITALIA, 1950

Alguien busca a un ladrón de bicicletas
en la Italia que sueña en blanco y negro.
Unos jóvenes beben junto al atardecer
en un pueblo sin alma
y sin espuma:
siempre tienen la borrachera triste.
Los vecinos los llaman
I Vitelloni. Una sombra camina
por las calles de la desesperanza.
Es tarde y hace frío.
Hoy el viento rasga la Città Vecchia
y secciona los tallos de las rosas.
El amor ya no abriga
ni admite otro destino que el fracaso.
Nadie espera milagros en Milán
ni se acerca al jardín de los Finzi-Contini.
Y solo en los carteles de los cines
llueven estrellas sobre los amantes:
las caderas de Gina, los pechos de Sofia,
son la canción de invierno,
pero luego será la dolce vita
la voz de un espejismo.
En un rincón del viejo decorado
amanece por fin Cinecittà,
y la caricia gris del celuloide
se va difuminando
como el beso en el tacto de la piel.
La muerte ya no vive en Venecia.
En Roma todo el año es mes de vacaciones.

          De Babilonia, mon amour, Universidad de
Murcia, 2005


Luis Bagué Quílez (ocadizdigital.es)
Luis Bagué Quílez (Palafrugell, Girona, 1978) es poeta, ensayista, crítico literario y reconocido especialista en la poesía española de las últimas décadas. Es doctor en Filología Hispánica y actualmente becario postdoctoral en la Universidad de Murcia. Ha publicado los libros de poemas Telón de sombras (2002, premio Antonio Carvajal y premio Ojo Crítico de RNE), El rencor de la luz (2006, premio Joaquín Benito de Lucas), Un jardín olvidado (2007, premio Hiperión), Página en construcción (2011, premio Unicaja) y Paseo de la identidad (2014, premio Emilio Alarcos). En colaboración con Joaquín Juan Penalva ha escrito el libro de poemas cinéfilos Babilonia, mon amour (2005) y la plaquette Día del espectador (2009). También es autor de los ensayos La poesía de Víctor Botas (2004), Poesía en pie de paz. Modos del compromiso hacia el tercer milenio (2006, premio Gerardo Diego de Investigación Literaria) y La Menina ante el espejo. Visita al museo 3.0 (2016). Codirigió los catorce números de la revista de poesía Ex Libris (1999-2015) y colabora actualmente en el suplemento "Arte y Letras" del diario Información.

Babilonia, mon amour es un ejemplo de la pervivencia del cine y sus mitos en la obra poética de los autores más jóvenes. Se trata de una mirada retrospectiva al desarrollo del cine en el siglo XX: personajes de ficción, grandes mitos del celuloide, géneros, corrientes o películas son algunos de los aspectos de los que tratan los poemas de este libro que, en opinión de A. Portela Lopa (El mito de Greta Garbo en la literatura española e hispanoamericana, 2014), "pretende sintetizar todo el glamour y el ambiente del cine a través de una poesía descriptiva e irónica, nostálgica y mitómana". 
   El poema elegido se centra en una de las tendencias más notables de la historia del cine,  el neorrealismo italiano de los años cincuenta, y en sus películas más emblemáticas:  El ladrón de bicicletas, I Vitelloni (Los inútiles), de Federico Fellini, 1953; Milagro en Milán (Vittorio de Sica, 1951); El jardín de los Finzi-Contini, película  de 1970 dirigida por Vittorio de Sica, basada en la novela homónima de Giorgio Basani, de 1962; La dolce vita (1970), escrita y dirigida por Federico Fellini. No faltan las referencias a dos de los mitos eróticos del cine italiano, las actrices Gina Lollobrigida y Sofía Loren, así como a los famosos estudios de Cinecittà, para terminar con la última película del director Luchino Visconti, Muerte en Venecia (1971),  símbolo del fin de una época, y con Vacaciones en Roma (del estadounidense William Wyler, 1953), en la que la capital italiana adquiere pleno protagonismo.

Otro poema del autor en este blog: "Vagón silencio".

1 comentario:

  1. Entrañable homenaje al Cine que todo el mundo veía y que era del bueno de verdad. Y digo esto porque ahora esos tontos de Disney publicitan una peli de aventuras sobre un río africano en los años veinte, me parece, y sospecho que estará cargado de toda la tontería con que el cine comercial actual lobotomíza al espectador, con los "golpes" de humor habituales, etc. Y no puedo evitar acordarme de ese gran peliculón que es La Reina de África en un escenario parecido, una peli inteligente destinada a la masa también pero con la ventaja de que esa masa podía disfrutar de un producto de alta calidad -que también tendría sus mensajes políticos subliminales y todo que quieras, mensajes que en ese director y esos guionistas eran rebeldes al sistema- pero que no era un producto para niños tontos como suele hacer el Holliwood actual. Tú me comprendes lo que que quiero decir...
    Carlos San Miguel

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