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domingo, 20 de noviembre de 2011

"Ándeme yo caliente", de Luis de Góngora

"tenga yo lleno el brasero / de bellotas y castañas"


Ándeme yo caliente
y ríase la gente.


Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañana de invierno
naranjada y aguardiente, 
y ríase la gente.


Coma en dorada vajilla
el príncipe mil cuidados
como píldoras dorados, 
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla 
que en el asador reviente,
y ríase la gente.


Cuando cubra las montañas
de plata y nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente, 
y ríase la gente.


Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles; 
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena 
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.


Pase a media noche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama; 
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca y roja corriente, 
y ríase la gente.


Pues Amor es tan cruel,
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel,
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.


(Luis de Góngora, 1581)

[Selección: Teresa García de Paso, 4º B]


Luis de Góngora y Argote (1561-1627), poeta español, rival de Lope de Vega y de Quevedo Se ordenó sacerdote. Fue racionero de la catedral de Córdoba y, más tarde, capellán de honor de Felipe III. En 1626 se retiró a Córdoba, su ciudad natal, donde murió. Aunque escribió obras de teatro, fue su poesía la que lo consagró como una de las figuras más sobresalientes del Siglo de Oro español. En su trayectoria literaria se distinguen dos periodos. Al primero, que llega hasta su traslado a Madrid, pertenecen letrillas (“Ándeme yo caliente”; “Aprended flores de mí”) y romances (“Amarrado al duro banco”; “Entre los sueltos caballos”). Durante su segundo periodo compuso sus dos grandes poemas: Fábula de Polifemo y Galatea (1612) y las Soledades (1613), inacabado. Caracterizados por la oscuridad procedente de la abundancia de cultismos, tropos y metáforas, las numerosas referencias mitológicas, la erudición, etc., estos poemas lo convierten en el principal representante del culteranismo. Es autor, asimismo, de sonetos, canciones, octavas, tercetos y décimas. Atacado por sus contemporáneos e ignorado por las generaciones posteriores, su figura fue reivindicada a comienzos del siglo XX por los jóvenes poetas de la Generación del 27, que recibieron esta denominación porque celebraron un homenaje en su honor en 1927, fecha del tricentenario de la muerte del poeta cordobés.
En el poema seleccionado, Góngora ofrece una versión satírica del Beatus ille, tópico literario que elogia la vida sencilla alejada de todo afán o preocupación. A la austeridad y el estoicismo Góngora opone en esta letrilla satírica los placeres de la comida y la bebida.

4 comentarios:

  1. Jajaja ! qué genial! Y, además, tratándose de don Góngora...¡pues que le he entendido casi todo!
    A mí me daba penica por las pautas tan crueles que le lanzaba Quevedo; lo que no recuerdo haber leído es la contraofensiva gongoriana...claro, que si la hubo, igual el otro no la comprendió...
    ¡Bien por los del 27!
    Carlos San Miguel

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  2. Huy creo que el "corrector" automático ha hecho de las suyas...quise decir "puyas", las puyas de Quevedo.

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  3. En realidad, querías decir "pulla",
    ¿verdad?

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    Respuestas
    1. Bueno, tu sabes que las pullas de Quevedo son aceradas como las puyas de picador...Es una metáfora, pues jajaja
      Carlos

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